Entrevista a Antonio Araujo, director de la Muestra Internacional de Teatro de San Pablo

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Entrevista a Antonio Araujo, director de la Muestra Internacional de Teatro de San Pablo

Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

La séptima MITsp – Muestra Internacional de Teatro de San Pablo, se desarrollará entre el 5 y el 15 de marzo. Presentará doce producciones internacionales y  se extenderá por varios espacios de la ciudad. Además tendrá en Plataforma Brasil – MITbr, el programa de espectáculos brasileños, una fuerte interpelación a las políticas del gobierno de Jair Bolsonaro.

La muestra fue pensada Antonio Araujo y Guilherme Marques, quienes se propusieron no solo realizar una muestra del teatro internacional actual, sino fundamentalmente promover una fuerte actividad crítica y académica, a partir del encuentro con artistas y espectáculos que habitualmente no se ven en la ciudad.

Una de las obras de la muestra de obras brasileñas que más atraen a cualquiera que conozca la cultura de Brasil es “Gota de Agua (Negra)” una versión del clásico que Chico Buarque y Paulo Pontes escribieron en 1975, a partir de Medea de Eurípides. “Esta versión propone una mirada negra”, cuenta Araujo. “La obra de Chico Buarque ocurre en la favela, pero hecha por blancos. Aquí subvierte aquella obra, el texto, los movimientos, la música y la religiosidad. Es una revisión de aquel universo propuesto por Buarque y Pontes”.

Antonio Araujo es desde el comienzo de la MITsp su director artístico. Conversó con Nodal Cultura sobre los espectáculos que estarán presentes en esta nueva edición, su carácter político y lo trans como significante central de la programación. También analizó la urgencia y los problemas para la circulación de la escena brasileña en el resto de América Latina. «El fascismo es una amenaza para todos nosotros», afirmó.

En la región las economías muestran serias restricciones ¿cómo lograron conformar una programación completa y consistente?

Esta fue una edición más difícil que las otras porque Brasil está realmente peor que antes. Tuvimos pérdidas de apoyos y otros llegaron más tarde que lo esperado. Es importante destacar que más allá del apoyo de Itaú y del SESC, sin quienes el festival no sería posible. El otro apoyo fundamental es el de la Secretaría de Cultura de la Alcaldía de San Pablo, que apoyó muchísimo al MITsp.

Ese apoyo es muy importante, muy significativo, porque asume una posición contra Bolsonaro y contra las políticas del gobierno federal, y eso es importante para nosotros. Implica una afinidad ideológica sobre lo que creemos y consideramos importante. Aunque es menor también recibimos el apoyo la secretaría de cultura del Estado de San Pablo. Con estos apoyos estamos logrando hacer el festival.

Quienes buscamos información sobre el arte en Brasil habitualmente lo único que encontramos es información sobre hechos de censura o declaraciones desafortunadas de funcionarios públicos. No suele verse la potencia creativa e incluso los debates que está sosteniendo el arte brasileño en este momento. ¿La programación del MITsp muestra esa vitalidad que fuera de Brasil no se conoce tanto?

Es cierto lo que decís, pero también es cierto que en estos momentos hay una lucha. En todas las instancias del gobierno de Bolsonaro hay una política conservadora y moralista. Entonces se intenta que no se presenten obras que hablan del colectivo LGBTIQ, del feminismo, del racismo o de ninguna de las cuestiones a propósito de las minorías. Todo lo que suene a progresismo se enfrenta con una política muy fuerte de negación de apoyos. El Banco de Brasil, que pertenece al gobierno federal y tiene muchos centros culturales, no programa ningún trabajo que tenga un aire progresista. Hay una decisión de gobierno de no permitir la circulación de ese tipo de arte. La decisión del gobierno federal es apoyar un arte conservador y moralista.

Eso es lo contrario de lo que pasa con nosotros. Todos los textos en la MITsp son contra Bolsonaro. Reunimos en la programación artistas que hacen un teatro muy radical, marcado políticamente, trabajos que se posicionan contra esta política conservadora del Estado Federal. Nuestra programación es un sitio de lucha. Es más de lucha que de resistencia. El año pasado era de resistencia. Ahora es lucha. Es el momento de decir no, de decir vamos para allá, vamos a pelear. Bolsonaro está ya hace más de un año en el gobierno y realmente está cambiando las cosas para mal. Para la cultura, para el arte, para la educación. Está gobernando para terminar con todos los avances sociales y humanitarios que tuvimos en los últimos años.

Creo que el festival tiene un papel importante ante esto. Te doy un ejemplo: en esta edición vamos a tener un foco sobre lo Trans, que es algo que el gobierno odia al igual que los evangélicos, que ahora están políticamente muy fuertes, ya que Bolsonaro les da cada vez más poder. Lo Trans es algo casi prohibido en la instancia federal.

En ese foco vamos a tener el trabajo de Travis Alabanza que se llama Burguezz, sobre un acto de transfobia que sufrió en Londres. Es un trabajo muy límite que tiene un momento donde Travis, que se define como persona no binaria, invita un espectador al escenario para que la ayude a cocinar una hamburguesa, como una excusa para hablar sobre la cuestión trans. Pero entre la mucha gente que levanta la mano siempre elige a un hombre heterosexual, blanco y cis. Entonces es un encuentro entre Travis y ese hombre que responde al modelo hegemónico. Es un espectáculo que no es pacificador, sino que busca interpelar.

Otro de los espectáculos importantes es Casa Madre, de Phia Ménard, que es una de las artistas trans más importante de la escena internacional. Allí plantea la cuestión de la identidad europea trazando un paralelismo entre el norte rico alemán y la ciudad de Atenas atravesada por la crisis económica y social.

También tendremos un espectáculo que sufrió mucho la censura en Brasil, que muchas veces no se pudo presentar: El evangelio según Jesús, Reina del cielo. La obra es de Jo Clifford, dramaturga trans escocesa. Como el texto está cumpliendo los 10 años, vamos a hacer una celebración acá. Jo Clifford va a presentar la obra en su versión y Renata de Carvalho, la artista trans brasileña que hizo la obra acá y sufrió la censura, va a presentarla también. Será un encuentro de ambas con sus versiones de la obra.

Lo trans es aquello que es parte de un territorio de fronteras, un territorio de encuentro más que de separación. Algo así ocurre en el teatro brasileño también con la negritud, con el pasado colonial o con lo transdisciplinar de la escena. Las identidades y las fronteras están en un juego permanente ¿Está presente esto en la escena de Brasil según tu criterio?

Esto que dices es algo bien importante y que viene marcando toda la trayectoria del MITsp. Lo interdisciplinar y lo de frontera está especialmente marcado en el Programa Brasil – MITbr. Lo interdisciplinar está presente en casi todas las obras nacionales. Lo mismo que la negritud, que incluso tiene presencia en la programación internacional con El pedido de Mark Maughan e Tim Cowburyque, que parte de la historia de Serge, un inmigrante congolés donde aparecen los preconceptos, todo aquello que no está hablado. También el racismo está presenta en la obra de Ruanda, Sabado deconstruido, que habla de la cuestión de la mujer en relación con el genocidio en aquel país. En lo nacional no solo hay obras que hablan directamente de la negritud, sino que ha crecido la presencia de artistas negros en los elencos y en la creación.

Sábado Deconstruido – Foto: Jose Caldeira

¿Cómo es la curaduría de los proyectos nacionales? ¿Tiene una mirada federal o está concentrada en San Pablo que es la ciudad donde se hace la muestra?

Hicimos una convocatoria para todo el país y el equipo de curaduría este año no tenía ninguna persona ni de San Pablo ni de Río de Janeiro, que es donde el teatro es más fuerte y hay más plata. Hubo gente del sur y gente de centro oeste. Eso se ve en el resultado, aunque por supuesto esto no hace que no haya trabajos de San Pablo, porque es la plaza más fuerte del país. Este año en la MITbr habrá trabajos de Curitiba, Fortaleza, Recife, Manaus, Teresina, entre otras localidades. Este año es el que presentamos más diversidad regional.

Las obras, como te decía, tienen un fuerte posicionamiento político, no de un modo explícito. En la mayoría de las obras hay una fuerte posición contra lo que está pasando en Brasil actualmente. Para programadores que van a venir, que serán muchos y de todo el mundo, va a  ser rico encontrar una producción que no será solamente de San Pablo o Río de Janeiro. Van a ver una producción más diversa de lo que suele verse en los festivales.

Mirando Brasil desde la latinoamericana hispano parlante, la dificultad para encontrarnos mutuamente en la cultura y el arte, parece nos entendiéramos mejor con europeos que entre nosotros. ¿Cómo ven ustedes esto a partir de la experiencia como organizadores y como conocedores de festivales de la región?

Coincido con eso, pero creo que en este momento hay más espacio para obras latinoamericanas aquí que en el resto de la región para obras brasileñas. Nosotros teníamos hasta el año pasado 3 festivales dedicados a la escena de América Latina. La Muestra de Teatro de Grupos de América Latina, la Muestra de Teatro Latinoamericano en el Memorial de la América Latina y, el que tal vez es el festival más importante de Brasil para la escena regional, Mirada, organizado por el SESC.

Brasil se abrió mucho para la escena latinoamericana. Porque tenemos estos 3 festivales para el MITsp la presencia de la escena latinoamericana no es el foco, obviamente. Sin embargo cada año intentamos traer una o dos obras latinoamericanas. El año pasado tuvimos una producción de Santiago a Mil –Democracia– y tuvimos Paisajes para no colorear del grupo La resentida de Marco Layera. Este año vamos a tener a la compañía Bonobo de Chile con Tu amarás y una residencia artística, destinada a producir un proyecto artístico para el 2021, a cargo de Lisandro Rodríguez de Argentina. Él va a trabajar 3 semanas con actores brasileños para que el próximo año la MITsp produzca este espectáculo. Esto es lo que tenemos este año de la escena latinoamericana.

Sin embargo en el sentido contrario, yo siento que los otros países de Latinoamérica se abren menos a Brasil. Por ejemplo Argentina. Para mí es un absurdo que en el FIBA no haya ni este año ni el anterior ni una obra de Brasil. Es como si la producción brasileña no existiera para Argentina, donde especialmente siento cierta lejanía. Santiago a Mil, por el contrario, siempre intenta llevar espectáculos de aquí. No sé porque no pasa eso en Argentina. Hay una distancia o una falta de interés en el teatro brasileño. México y Colombia en general intentan, aunque no siempre lo hacen, llevar obras brasileñas.

Yo estoy convencido que Brasil está más abierto al resto de América Latina que ellos hacia los brasileños. Tenemos muchas cosas en común. Yo intenté hablar de esta falta de obras de Brasil en América Latina. Tenemos que luchar contra esto. Es muy importante que estas conexiones se hagan. Especialmente por este momento que estamos viviendo en toda la región, con las extremas derechas que están creciendo en nuestros países, porque sin dudas el fascismo es una amenaza para todos nosotros.

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