8M y 9M: paros y movilizaciones masivas contra las violencias machistas en toda la región

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Chile, Argentina, México y las marchas multitudinarias por el 8M en América Latina

Cientos de miles de mujeres marcharon este domingo en varios países del mundo, como Chile, Argentina y México. Justo en ese primer país se da la primera manifestación de mujeres luego del estallido social contra el gobierno de Sebastián Piñera.

Las mujeres comenzaron a congregarse temprano en los alrededores de la plaza Italia, en Santiago, para luego enfilar hacia el oeste por la céntrica avenida Alameda, que coparon completamente por varias cuadras, cantando, bailando y saltando, en un ambiente festivo que sólo fue interrumpido por algunos enfrentamientos con la policía.

Los choques se concentraron en las cercanías al palacio presidencial de La Moneda, cercado por los agentes policiales. Manifestantes botaron las vallas de seguridad e intentaron avanzar hacia el palacio, siendo repelidos por la policía con chorros de agua y gas lacrimógeno.

Esta es la primera gran manifestación feminista desde que el 18 de octubre del año pasado estallaron las protestas sociales en Chile, en manifestaciones sin precedentes en contra del gobierno del derechista Piñera y a favor de profundas reformas sociales en un país que era considerado como uno de los más estables de América Latina.

Al frente del palacio presidencial, fue desplegada una gran bandera negra con la consigna «Renuncia Piñera», mientras que a lo largo de toda la manifestación se escucharon fuertes consignas en contra del mandatario y el actuar de la policía, dejando en segundo plazo los tradicionales gritos feministas.

– «UNA MAREA DE MUJERES» –

La Policía cifró inicialmente en 110.000 los asistentes; luego ajustó la cifra a 125.000, pero según cálculos extraoficiales, el número de manifestantes superaría las 500.000 personas.

Al menos cuatro km de la Alameda estaban copados por manifestantes y muchas calles aledañas lucían también repletas de mujeres, según pudo constatar la AFP.

«Es maravilloso ver a tantas mujeres hoy unidas (…) Me encanta que las mujeres saquen sus ovarios, se empoderen, caminen y arrasen con todo», dijo a la AFP Elizabeth, quien concurrió a la marcha con otras mujeres para defender los derechos de las mujeres indígenas.

La mayoría de las mujeres portaba pañuelos verdes en favor del aborto libre o de color violeta, con la consigna «NiUnaMenos», en un país en que recién hace tres años se promulgó una ley que permite el aborto en tres causales. Hasta ese año, Chile era una de las pocas naciones que no permitía la interrupción del embarazo bajo ninguna circunstancia.

A lo largo del trayecto, la procesión se detuvo varias veces para realizar en conjunto la performance «Un violador en tu camino», que popularizó el colectivo chileno «Las Tesis».

El himno feminista que denuncia al «Estado opresor», dio la vuelta al mundo con su proclama: «la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía».

Durante esta jornada, el presidente Piñera anunció el envío al Congreso de dos proyectos de ley en favor de las mujeres, uno que establece el monitoreo telemático de los hombres denunciados por violencia intrafamiliar y otro que incorpora a los deudores de pensiones de alimentos al boletín de informaciones comerciales. Actualmente el 84% de los padres demandados no pagan la pensión alimenticia.

El año pasado, la convocatoria superó las 200.000 personas y se preveía este domingo una convocatoria aún mayor en un ambiente de gran efervescencia social desde que estallaron las protestas.

Montevideo


América Latina levanta la voz en marchas que exigen igualdad en el Día de la Mujer

Millones de mujeres marcharon este domingo en distintos países para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, pese a los temores por la epidemia de coronavirus que azota al planeta. Aunque en algunos sitios las manifestaciones se vieron diezmadas por temores a los contagios y en otros, como Corea del Sur, fueron canceladas, los reclamos por los derechos de la mujer se extendieron por todo el orbe.

Muchas voces se alzaron contra los gobernantes, hubo algunos choques violentos así como detenciones en varios países. En Pakistán, por ejemplo, miles desafiaron a la sociedad ultrapatriarcal para manifestarse por sus derechos, bajo piedras y palos lanzados por opositores.

En la capital chilena, cientos de miles de mujeres protagonizaron una colorida marcha en la que exigieron el fin de la violencia machista y reclamaron al «Estado opresor» con el himno feminista «Un violador en tu camino», con coreografías ejecutadas en masa. Pese a que la marcha fue mayormente pacífica, hubo algunos enfrentamientos con la policía, en particular frente al palacio presidencial de La Moneda, donde se desplegó una bandera con la consigna «Renuncia Piñera». El gobierno del derechista Sebastián Piñera es blanco de embates desde el inicio en octubre de masivas protestas en reclamo de cambios profundos.

En el centro de México, donde en las últimas semanas se agudizó el reclamo por los femicidios, cientos de miles de mujeres exigieron el fin de la violencia de género y gritaron a una sola voz «Ni una asesinada más». Según cifras oficiales, hubo 1.006 víctimas de femicidios en México en 2019.Asimismo, hubo fuertes reclamos contra el presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quien ha descalificado las denuncias de violencia contra las mujeres alegando que son promovidas por adversarios políticos. Hubo algunos destrozos, pintadas e intentos de incendiar edificios públicos, lo que fue evitado por fuerzas de seguridad.

En Brasil, el presidente del ultraderechista Jair Bolsonaro fue blanco principal de las mujeres que se movilizaron en distintas ciudades. Desde la campaña de 2018, las mujeres lanzaron el eslogan «Ele nao» (Él no) contra el mandatario por sus recurrentes comentarios sexistas.

En Sao Paulo, sobre la emblemática avenida Paulista, varios centenares de personas desafiaron la lluvia para protestar. «La política del gobierno ha consistido en retirar los derechos de las mujeres trabajadoras», dijo a la AFP Marcela Azevedo, de 35 años y miembro del colectivo Mulheres em Luta (Mujeres en lucha).

– Aborto, en el centro –

Muchas de las mujeres lucieron en las marchas latinoamericanas pañuelos verdes a favor del aborto, penado en la mayoría de los países, a excepción de Uruguay, Cuba y la Ciudad de México. El aborto fue tema central en Argentina, donde el gobierno del peronista Alberto Fernández se apresta a enviar al Congreso un proyecto para su legalización. Vestidas de negro y con pañuelos verdes, mujeres manifestaron frente a la Catedral de Buenos Aires en favor del aborto y en reclamo de la separación de la Iglesia y el Estado. La Iglesia católica, por su lado, movilizó a sus fieles en una misa multitudinaria «en favor de la vida» en la Basílica de Luján, en el oeste de la ciudad de Buenos Aires.

En El Salvador, donde la ley prohíbe rigurosamente la interrupción del embarazo, más de 5.000 mujeres bailaron y marcharon con coloridas pancartas para clamar por la despenalización.

«Sigue habiendo mujeres encarceladas (por emergencias obstétricas), entonces esto tiene que cambiar», declaró a la AFP Morena Herrera, de la Agrupación Ciudadana para la Despenalización del Aborto Terapeútico, Ético y Eugenésico (ACDATEE).

– Misoginia y arrestos –

En Manila, cientos asistieron a una protesta en la que se quemó una efigie del presidente Rodrigo Duterte, a quien acusan de misoginia. «La violencia y la pobreza entre las mujeres están empeorando», dijo a la AFP Joms Salvador.

En Kirguistán, la policía detuvo a decenas de mujeres que se manifestaban contra la violencia de género, tras haber sido atacadas por hombres enmascarados. La policía indicó que se las detuvo por su seguridad y por no informar de la realización de la marcha, pues un tribunal prohibió aglomeraciones por el coronavirus. Las mujeres fueron luego liberadas y tres de sus agresores fueron arrestados.

En China, epicentro de la epidemia que ya mató a más de 3.500 personas y ha infectado a más de 100.000 en el mundo, la cadena estatal de televisión CCTV destacó la dedicación de las trabajadoras médicas en la lucha contra el virus. En Yakarta, unas 600 personas, algunas maquilladas con los colores del arcoíris, pidieron al gobierno la derogación de leyes consideradas discriminatorias y la adopción de normas contra la violencia sexual

– «Patriarcavirus» –

Al ritmo de tambores, y utilizando máscaras quirúrgicas contra el «patriarcavirus», multitudinarias manifestaciones recorrieron las calles españolas. «El machismo mata más que el coronavirus», rezaba una de las pancartas desplegadas durante la marcha en Madrid, en la que participaron 120.000 personas.

En París, activistas del grupo Femen en topless, con gafas protectoras y máscaras, se reunieron en la Place de la Concorde para denunciar «la pandemia patriarcal». Las manifestantes entonaron estribillos como ¿Quién está lavando los platos?» y «Estamos haciendo una revolución».

En Italia, uno de los países más golpeados por el brote del virus Covid-19 y donde se han tomado estrictas medidas de aislamiento, el presidente Sergio Mattarella difundió un video alusivo donde agradeció «a las mujeres, y hay muchas, que trabajan en hospitales (y) en las zonas rojas (de cuarentena) para combatir la propagación del virus. También hubo manifestaciones en Irak y Líbano.

Infobae


8M ¿por qué paramos en América Latina?

En el día internacional de la mujer trabajadora periodistas feministas de América Latina cuentan cuáles son las principales demandas por las que mujeres, lesbianas, travestis y trans paramos y salimos a las calles.

*Especial 070 y Revista Anfibia 

“Nos merecemos la fiesta… nos debemos la lucha”
Glenda Boza.

Periodista de elTOQUE

Cuba

El 8 de marzo en Cuba es un día festivo y conmemorativo. Los derechos y la igualdad ante la ley de las mujeres cubanas hacen de esta fecha una jornada de celebración: a nivel gubernamental, en centros de trabajo, en algunas comunidades y hogares. Sin embargo, en cada uno de estos espacios se reproducen estereotipos desligados a la equidad de género. Es común para las cubanas recibir una postal en la cual se anuncia que “es la flor más bella del jardín”, o recibir como regalo utensilios del hogar —remarcando su rol al frente de las tareas de la casa.

En actos públicos y homenajes se destaca la igualdad de derechos y oportunidades, la licencia de maternidad de un año y retribuida, el acceso gratuito y seguro al aborto y otros reclamos en disputa en el mundo, pero garantizados para las cubanas. Sin embargo, muchas veces se omite la doble jornada laboral no retribuida; el acceso a labores de menor remuneración; el reconocimiento social de la figura femenina como la encargada de cuidar a familiares ancianos o enfermos; la violencia hacia las mujeres y las niñas, y también los feminicidios, no en cifras elevadas como en otros lugares, pero tan preocupantes como en el resto de Latinoamérica.

Sí existen razones para celebrar la fecha con vítores y canciones, pero también existen otras para convertir esta en una jornada de reclamos. Aunque en la región es quizás el nuestro el camino más corto, aún queda mucho por andar y reclamar. Nos merecemos la fiesta… nos debemos la lucha.

“Una niña está siendo violada por un hombre aquí mientras me lees. Por eso, paramos”
Fabiola Torres,

Salud con Lupa

Perú

En Perú, las mujeres paramos porque estamos unidas y hemos aprendido a creer más en nuestra fuerza para cambiar las desigualdades y la violencia que nos afectan. Paramos porque aprendimos que el silencio y la indiferencia nos hizo mucho daño y que no hay nadie que nos represente mejor que nosotras mismas. Paramos por Camila, la última niña violada y asesinada esta semana, por las miles de mujeres agredidas y abusadas que se convierten en estadísticas para el Estado pero que para nosotras son mujeres con nombres propios, con vidas cortadas que no podemos olvidar. Paramos porque queremos que todas se sientan libres de caminar por la calle y sin miedo.

En mi país muchas de las víctimas de abuso sexual son obligadas a ser madres. El cinismo de la sociedad no deja que se interrumpa el embarazo por violación. Más de 20 mil niñas al año tienen partos luego de ser violadas. En un día, 15 hombres violaron niñas. Una niña está siendo violada por un hombre aquí mientras me lees. Por eso, paramos.

“Lo que las mujeres podemos hacer con nuestro cuerpo responde sobre todo a los intereses de otros”
Tania Tapia

070

Colombia

Este domingo 8 de marzo salgo a la calle como periodista: salgo a cubrir la que, seguramente, será una de las marchas más grandes del año en Colombia y una de las más masivas del Paro Nacional. También salgo como activista de la que es tal vez la lucha más integral de todas: la lucha por la soberanía del cuerpo. Este domingo marcho para unirme a un grito colectivo que nace de la rabia y que exige libertad: mi cuerpo —nuestros cuerpos— son espacio de nosotras mismas. No son territorio de la voluntad del Estado ni de parejas ni de hijos ni de médicos.

Colombia, sin embargo, la realidad es exactamente esa: lo que las mujeres podemos hacer con nuestro cuerpo responde sobre todo a los intereses de otros. Nuestros cuerpos están expropiados. El debate sobre aborto que se dio en el país en las últimas semanas lo demuestra: sigue siendo decisión del Estado, de magistrados y abogados —sobre todo hombres— lo que pasa y lo que hacemos con nuestras tripas. La Corte Constitucional estuvo discutiendo la despenalización total del aborto hasta la semana 16 de gestación. Al final no tomaron una decisión al respecto y la ley se quedó como estaba: permanecen las mismas tres causales que permiten abortar legalmente en Colombia. Las mismas causales que desde 2006 vienen causando todo tipo de barreras para las mujeres que buscan tomar el control de lo que pasa con sus cuerpos y que las condena a abortos inseguros que dañan y matan.

El grito del Día Internacional de la Mujer es por todas las situaciones de violencia a las que nos somete un orden social que nos hizo arrendatarias de nosotras mismas: por los feminicidios, la violencia de género, las violaciones, el acoso, la condescendencia. Marcho por todo eso y marcho para que quede claro que pedir permiso para hacer algo con mi cuerpo es absurdo.

El grito es para que las mujeres seamos soberanas de nosotras mismas.

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Ilustración Sebastián Angresano #8M

“En Ecuador una niña que es violada es obligada a parir”
Isabela Ponce

GK

Ecuador

En el Ecuador, como en todos los países de América Latina, hay demasiadas razones para marchar. Hace menos de un mes me enteré que una chica que fue a la misma universidad donde yo estudié había sido asesinada. El femicida, que era su pareja, la envenenó a ella y a su hijo. En este país cada tres días una mujer muere por violencia machista. Cada día, siete niñas menores de 14 años son violadas y quedan embarazadas y, la gran mayoría, es forzada a parir porque no puede acceder a un aborto seguro. Sí: en Ecuador una niña que es violada es obligada a parir. Hay niñas que quedan embarazadas antes de ver su primera menstruación. La situación es alarmante para ellas.

Las violencias que a veces parecen interminables son la principal razón por la que marcho pero también lo hago para que se visibilicen más otras desigualdades un poco más sutiles, como nuestra participación en el mercado laboral. Una encuesta de Ipsos reveló que el 40 % de las mujeres  dijo que si gana más que su marido, esto le traerá problemas en casa. El desempleo nos golpea más: del total de personas sin trabajo en el Ecuador, el 53 % son mujeres. Y encima está la brecha salarial: ganamos 15,23% menos que los hombres.

“Cada vez somos más las que gritamos y salimos a las calles”

Pía Flores,

Periodista de Nómada

Guatemala

En Guatemala salimos a las calles para pedir justicia por todas las mujeres que han sido asesinadas. El año pasado fueron 702 las mujeres asesinadas, y aunque hay una baja en las muertes violentas en el país, hay un leve aumento de los femicidios. En lo que va de 2020 ya son 74.

Salimos a las calles por las niñas abusadas y embarazadas, que son 5061, y que no tienen opción de escaparse de una maternidad forzada. Y marchamos contra la impunidad, del 97 %, en un sistema de justicia que no se toma en serio las denuncias por la violencia sexual.

Hay dos nombres que van a estar presentes en las marchas: Rosa y Chelsiry, do niñas asesinadas. Rosa tenía 10, fue violada y asesinada por tres hombres en junio de 2018. Chelsiry desapareció el 4 de febrero de este año. Un día después, su cuerpo calcinado entró a la morgue: tardaron una semana ser identificada. Su tío confesó, dijo que fue un accidente pero hay indicios de muerte violenta.

Paramos también por el femicidio de tres hermanas, Kimberly de 8, Deysi de 10 y María Elena de 14. Desaparecieron juntas con su mamá y abuela el 17 de enero. Días después, vecinos encontraron los cuerpos sin vida y desmembrados de las tres niñas. La mamá y la abuela siguen desaparecidas.

En Guatemala, las mujeres salimos para conmemorar los tres años de la tragedia del Hogar Seguro Virgen de la Asunción, en el que 56 niñas y adolescentes fueron encerradas como castigo y 41 murieron incendiadas.

Este año el nivel de organización entre diferentes colectivas de mujeres y grupos de todo el país es mucho más fuerte. No nos faltan motivos para salir a las calles. Y cada vez somos más las que gritamos y nos expresamos.

“Vamos sair às ruas neste não só pela defesa de nossos direitos, mas também em defesa da democracia”
Thais Folego Gama

Editora-chefe da Revista AzMina

Brasil

Os movimentos de mulheres no Brasil estão convocando marchas por todo o país com uma mensagem muito clara: ocupar as ruas pela vida de TODAS as mulheres. Nossos direitos estão seriamente ameaçados pelo governo do presidente Jair Bolsonaro, que já declarou inúmeras vezes que tem o movimento de mulheres organizado como seu inimigo.

Em um país que uma mulher é agredida a cada quatro minutos e um feminicídio ocorre a cada sete horas, lutamos primeiro pelo direito à vida e o fim da violência contra a mulher. Em movimentos organizados ou de forma independente, caminharemos juntas pelo direito a condições dignas de vida, contra os cortes de verbas públicas de programas sociais, da educação e da  cultura. Denunciamos o genocídio e o encarceramento em massa da população negra e indígena.

Vamos sair às ruas neste não só pela defesa de nossos direitos, mas também em defesa da democracia diante da escalada do autoritarismo do governo e de seus apoiadores.

Traducción: Los movimientos de mujeres en Brasil han convocado marchas en todo el país con un mensaje muy claro: ocupar las calles por la vida de TODAS las mujeres. Nuestros derechos están seriamente amenazados por el gobierno del presidente Jair Bolsonaro, quien ya ha dicho en varias ocasiones que el movimiento de mujeres organizado es su enemigo.

En un país en el que una mujer es agredida cada cuatro minutos y en el que un feminicidio ocurre cada siete horas, luchamos primero por el derecho a la vida y por el fin de la violencia contra la mujer. En movimientos organizados, y de manera independiente, caminaremos juntas por el derecho a condiciones dignas de vida, contra los cortes de recursos públicos en programas sociales, educación y cultura. Denunciamos el genocidio y el encarcelamiento en masa de la población negra e indígena.

Vamos a salir a las calles no solo por la defensa de nuestros derechos, sino también en defensa de la democracia frente a el escalamiento del autoritarismo del gobierno y de sus partidarios.]

“Estamos muchas en la calle escribiendo sobre lo que ha pasado estos meses. Y no estamos seguras”
Carolina Rojas

Periodista

Chile

Ser periodista en mi país es teclear historias de violencia extrema hacia las mujeres. Es ser testigo de  un continuo de violencia simbólica: reportajes donde se reproducen estereotipos, revictimización de las sobrevivientes, las llamadas  “malas víctimas”. Hay un periodismo muy al debe con la perspectiva de género y que también invisibiliza las demandas del movimiento feminista.

Ser periodista en Chile es experimentar situaciones de violencia en dosis que  van impactando en la salud física y mental. Es masculinizarse para sortear acoso.  Es ir serpenteando situaciones incómodas, normalizadas en un oficio donde reina el patriarcado y la misoginia desde sus inicios. En muchas de esas ocasiones todos saben sobre algún caso de acoso, pero se impone el silencio y la duda.

Hoy, tras la crisis social y hace un par de meses, hemos podido organizarnos en la llamada  Red de Periodistas Feministas, allí de a poco se ha ido levantado la voz frente a estas problemáticas, pero queda mucho por hacer. Creemos urgente generar alianzas entre mujeres a la hora de enfrentar las violencias contando nuestras propias experiencias para ir sanando. Pero también necesitamos el compromiso de las jefaturas y empresas periodísticas para erradicar estos comportamientos enquistados.  Hoy el contexto es un más abrumador, en medio de la crisis social, estamos expuestas a ser heridas, detenidas, violentadas por la policía y ahí estamos muchas en la calle escribiendo sobre lo que ha pasado estos meses. Y no estamos seguras.

Reporteamos las violaciones a los derechos humanos, la represión y violencia sexual a las mujeres por agentes del Estado, las muertes, las víctimas y los heridos en las manifestaciones. Necesitamos más garantías para ejercer nuestro trabajo de manera segura. Por eso, atentar contra nosotras, violentarnos, en el reporteo o en las redacciones, es también un atentados a la libertad de expresión

No hay, ni habrá periodismo sin nosotras.

“Marchamos como un conjuro contra el miedo”
Daniela Pastrana, Daniela Rea, Lydiette Carrión, María Ruiz, Vania Pigeonutt.

Pie de Página

México

Marchamos.

Marchamos a paso colectivo porque nos reconocemos, nos sabemos juntas; porque recordamos que no estamos solas.

Marchamos para reconocernos, para conversar. Nos sabemos distintas, habitamos desde distintos lugares este mundo. Marchamos para construir un diálogo entre las mayores y las más jóvenes sobre esta violencia feminicida que nos atraviesa.

Marchamos por quienes no pueden estar aquí a causa de la desigualdad histórica, de la violencia estructural. Marchamos porque podemos poner nuestro cuerpo.

Marchamos porque estas son nuestras calles aunque nos digan lo contrario. De día, de noche, juntas o en solitario. Marchamos para reapropiarnos de las calles.

Marchamos porque este, nuestro país, es uno de los países de América Latina donde matan a más mujeres. Marchamos por Ingrid, por Bárbara, por Karen, por Fátima, por Guadalupe, por Alicia, por Bibiana, por Daniela, por Paloma, por Genoveva, por tantas…

Unimos nuestras voces, hacemos eco de los nombres de nuestras compañeras asesinadas, desaparecidas, humilladas. Gritamos las violencias que no queremos que se queden en casa, en la escuela, en el transporte público.

Marchamos, como escribe Jimena González:

Para sanarme, para sanarlas,

para ser algo más que víctimas,

alguien más que «algo»

mucho más que «otras».

Para que todas

podamos ser nombradas

Para que no deje

de retumbarnos

en la cabeza

hasta que gritemos.

Marchamos:

Para no negarnos, porque tenemos nombre

y no dejaremos que lo olviden.

Marchamos porque hay una deuda contra nosotras, porque estamos hartas, porque queremos que nos vean, que nos crean, porque nos queremos vivas y porque imaginamos formas de justicia desde nosotras. Marchamos para inventarlas, para hacerlas realidad.

Marchamos como un conjuro contra el miedo. Marchamos con furia, con alegría, con escucha, con abrazos. Marchamos acompañándonos. Marchamos emocionadas. Marchamos porque este, nuestro movimiento, es el movimiento feminista más esperanzador y encantador del mundo.

Marchamos porque hay un mundo posible por construir.

Paramos.

Paramos porque no queremos existir sólo cuando trabajamos, cuando producimos, cuando parimos, cuando cuidamos, cuando alimentamos, cuando confortamos.

Paramos porque hay una estructura social que, aun en el siglo XXI, nos sigue invisibilizando y nos siguen negando el acceso al conocimiento.

Paramos porque ya no queremos que las ausencias pasen indiferentes. Acuerpámos la ausencia de las que ya no están.

Paramos por quienes no pueden estar aquí, por la desigualdad histórica, por la violencia estructural. Paramos porque no siempre tenemos que poner el cuerpo.

Paramos porque queremos que nuestras hijas crezcan en comunidades de cuidado y no de competencia; de creación y no de legitimación.

Paramos porque en México nuestros cuerpos son vulnerados, invadidos y violentados. Paramos porque nuestro cuerpo es nuestro, porque no queremos parir hijas cuyos cuerpos sean vulnerados, invadidos y violentados.

Anfibia


“El grito de las que ya no están”: La lucha contra los femicidios en América Latina

Este domingo se conmemora un nuevo Día Internacional de la Mujer, y en todo el mundo las feministas han convocado una serie de manifestaciones para exigir que se respeten los derechos ya alcanzados, y que se avance en los pendientes.

Una demanda transversal es tener una vida libre de violencia, exigiendo que se acaben los maltratos, la discriminación y más aún los femicidios – o feminicidios, según la denominación de cada país- crímenes que le quitan la vida a más de 10 mil mujeres al año en el mundo.

En lo cercano, América Latina tiene una cifra no menor dentro de este desolador panorama. El último informe que registra lo ocurrido en la región es el entregado por la CEPAL a fines de 2019, en el que se da cuenta que en el año 2018 fallecieron 3.529 mujeres por razones de género.

La actualización fue realizaba con cifras oficiales de 16 países de América Latina y 9 del Caribe, entre los que se incluyen 10 países que solo informan las muertes de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas intimas: Bahamas, Barbados, Belice, Chile, Colombia, Granada, Jamaica, Nicaragua, Puerto Rico y Suriname.

Lo recabado por la CEPAL informa que los países con más tasa de feminicidios son El Salvador, Honduras, Bolivia y Guatemala, mientras que los que presentan menos tasas de muertes de mujeres son Venezuela, Nicaragua, Colombia y Chile.

Sin embargo, tres de estos cuatro países con menor índice de femicidios no consideran todas las muertes de mujeres en sus cifras oficiales, sino que solo lo hacen con las que mueren en ambientes íntimos referentes a las relaciones de parejas, excluyendo otro tipo de asesinatos que también puedan ser por razones de género.

Desde El Salvador, país que encabeza la lista de la CEPAL por la proporcionalidad de habitantes, Bianca Rodríguez Franco, activista feminista de la región occidental de El Salvador y activista de la mesa interuniversitaria, indicó a Radio Universidad de Chile que en 2018 hubo 386 casos de femicidios, y en 2019 fueron 230, lo que implicó cerca de un 40 por ciento de la reducción, sin embargo, esto no deja de ser un problema en el país.

“Hubo 156 casos menos que 2018, la mayoría de los feminicidios se dan en la capital del país, el 60 por ciento del 2019 eran mujeres jóvenes entre 15 y 30 años, las mujeres jóvenes son las más asesinadas con arma de fuego, especialmente en la capital”, explicó.

Además, agregó que “el Estado trata de regular este tipo de violencia contra la mujer, pero aun así no podemos erradicarlo. La tasa de muertes violentas de mujeres sigue siendo una problemática, ya que la violencia feminicida representa el culmen de una serie de vulneraciones a los derechos humanos de las mujeres”. En esa línea, añadió que también es importante avanzar hacia que las penas sean efectivas, pues si bien cuentan con legislaciones que establecen hasta 50 años de cárcel, las penas más altas pocas veces son conseguidas.

Por otra parte, Bianca Rodríguez Franco indicó que en la región “se necesita visibilizar la causa, la naturaleza y el origen de la violencia de género que da paso a los feminicidios y agresiones contra las mujeres, porque lo más común es comparar el crimen con los homicidios pero no es lo mismo, porque el feminicidio es perpetrado en base a razones de odio hacia la mujer“.

El hecho de que otros países no encabecen la lista no significa que no tengan un problema serio de violencia hacia las mujeres, pues las cifras están calculadas cada 100.000 mujeres, y muchas naciones han visto crecer el número de feminicidios considerablemente durante los últimos años.

Tal es el caso de Perú, que, si bien ocupa el 16° lugar en la lista de la CEPAL, durante los últimos años ha tenido un importante aumento de femicidios.

El año 2019 el país vecino registró 166 feminicidios, según informó el Programa Nacional para la Prevención y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres e Integrantes del Grupo Familiar – AURORA. Esta cifra representó 17 casos menos que en 2018, pero es la más alta de los últimos 10 años, cuando en 2009 se informó de 139 asesinatos cometidos contra mujeres.

Amire Ortiz, abogada, activista feminista de acción por igualdad en Perú comentó a nuestro medio que “consideramos que las cifras son mayores, porque también se esconden en lo que son la data de mujeres desaparecidas, y ha sido una cifra mucho más elevada que en los años anteriores. En este año ya vamos 30 casos registrados de feminicidio y este último fin de semana ha sido bastante terrible para el Perú porque se han registrado casos de niñas, de niñas muy pequeñas”.

Además, explicó que tal como ocurre en otras naciones, en Perú “no se entiende que la responsabilidad de los feminicidios, de las violaciones, es únicamente del victimario, del violador, de este sistema machista que tolera y permite ahora incluso la creación de feminicidas cada vez más jóvenes”.

En esa línea, explicó que las principales demandas feministas hoy apuntan justamente a mejorar las políticas públicas, en especial lo que refiere a la búsqueda de las mujeres desaparecidas, el fin de la corrupción en órganos de justicia y el aborto para el caso de violación, ya que muchas menores de edad se ven obligadas a llevar a término sus embarazos producidos por violencia sexual.

El 2018 se registraron más de 5 mil denuncias por violencia sexual en Perú, y solo en enero de 2020 más de 400. Además, Amire Ortiz comentó que la trata de mujeres (especialmente amazónicas) para redes de prostitución, el secuestro de niñas para llevarlas a sectores de minería ilegal, más el abuso a la migración venezolana son otros problemas de género que hoy enfrentan.

Por otra parte, México también enfrenta un serio problema de violencia de género, y si bien no encabeza la lista de la CEPAL a pesar de haber tenido más de mil feminicidios en 2019, esto es por la proporcionalidad en función de los habitantes.

Al respecto, Clara Santos, feminista antirracista mexicana y participante activa desde hace más de cuatro años en la defensa y promoción de derechos humanos, señaló a nuestro medio que en el país está muy invisibilizada y normalizada la violencia de género, tanto que se “lamentablemente forma parte de la cultura, de las relaciones sociales“, y en diferentes ámbitos y niveles.

Además, explicó que el aumento de los feminicidios ha sido importante, y que se reporta que de 2015 a 2019 existió un aumento de 130 por ciento. El año pasado el total de crímenes de este tipo fue de 1.010 y el 2018 de 913.

“Hoy en día 10 mujeres son asesinadas al día en nuestro país y de estos casos la mayoría presentan signos de violencia sexual. Se reporta por parte de instituciones gubernamentales que casi el 90 por ciento de las mujeres en México en algún momento han sufrido violencia sexual”, comentó.

Por ello, precisó que es necesario mejorar las políticas públicas que hoy tienen un importante déficit de recursos ya sea materiales, humanos o económicos. Situación ante la cual la sociedad civil es la que toma un rol importante, como es el caso de Espacio Mujeres, que proporciona en México centros de atención a mujeres víctimas de violencia familiar de género, lugares donde pueden solicitar servicios sociales, jurídicos y psicológicos, ya sea externos o internos, dando espacios de refugio para que puedan dejar al agresor.

En tanto, desde Argentina, país en el que también los números de femicidio son alarmantes, las organizaciones se mantiene en alerta para exigir el cese de la violencia.

La Asociación Civil La Casa del Encuentro registró el año pasado 299 femicidios, 21 más que en 2018. Uno de los últimos casos registrados es el de Micaela Gordillo, de 19 años, que fue asesinadas por asfixia, quemada y descuartizada por su novio Naín Vera. Su muerta ha causado gran conmoción y se han desplegado diversas manifestaciones para existir justicia en su caso.

Según comentó Luba Skop, miembro de la organización Revuelta Colectiva Feminista, la situación es este 2020 “sumamente alarmante”.

“En lo que va del año se han registrado 63 casos de femicidios, hasta el 29 de febrero y en lo que va de marzo, hasta el 5, se han registrado 6 femicidios. Lo que nos da un promedio de que cada 23 horas matan a una mujer en nuestro país y el año pasado se registraron 299 femicidios. Son datos realmente preocupantes”, dijo.

Además, comentó que “así como el movimiento feminista crece cada día más también parece que el machismo no nos da tregua, todos los días tenemos que enfrentarnos a un nuevo femicidio, a un nuevo caso de abuso sexual, a una nueva violación, a un nuevo ataque a alguna persona por el solo hecho de ser mujer”.

Junto a ello, dijo que es necesario seguir avanzando en la lucha por el fin de la violencia, que es necesario que los hombres dejen de naturalizar algunas acciones como pactos de fidelidad entre varones respecto de abusos y también en que las políticas públicas avancen cada vez más hacia reconocer los derechos de las mujeres.

“La consigna para el 9M es la deuda es con nosotras y nosotres no con el FMI, ni con las iglesias. Además creemos que sin interrupción voluntaria del embarazo no habrá ni hay ni una menos, por eso es que seguiremos luchando hasta conseguir aborto legal, seguro y gratuito, libre y feminista”, comentó.

Ante tal panorama, desde la CEPAL también se han identificado aspectos que entorpecen el análisis de la situación y las medidas a tomar para trabajar en contra de la violencia, entre ellas que en algunos países son varios los organismos que llevan el conteo de las cifras, lo que dificulta la entrega de información clara. Además, otras naciones no consideran el femicidio o feminicidio como crimen de género, sino que solo como un asesinato dentro de espacios íntimos como el de pareja.

Este es el caso de nuestro país, que hasta antes de la recién promulgada Ley Gabriela solo consideraba el femicidio cuando se cometía por un un cónyuge, conviviente o ex pareja, lo que deja fuera otro tipo de crímenes de género como los lesbofóbicos, esto permite que nuestro país esté en el último lugar de las listas de la región, lo que en ningún caso significa que no tenga un problema con la violencia de género.

Chile registró 46 femicidios en 2019, mientras que este 2020 se contabilizan 6 crímenes contra mujeres. Por ello, tanto en nuestro país como en la región, en las organizaciones feministas se releva la necesidad de establecer legislaciones que lleven a las mujeres a vivir una vida libre de violencia y de pleno respeto de sus derechos.

En tanto, la CEPAL ha establecido dentro de sus objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible “eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación”, objetivos que bajo el panorama actual de femicidios en América Latina parece difícil de alcanzar. Sin embargo, es ello lo que motiva la lucha de las mujeres este 8 de marzo y el resto de los días del año para “ser el grito de las que ya no están”.

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