Uruguay: Claves para entender el carnaval más intrincado y largo del mundo
El carnaval de Uruguay es célebre por ser el «carnaval más largo del mundo» y es que, en efecto, puede llegar a durar más de 40 días. La clave de su extensión está en el formato del concurso de carnaval, algo más similar a un torneo deportivo que a una fiesta popular espontánea.
El carnaval uruguayo es esencialmente una fiesta de la capital, Montevideo. En realidad, cada uno de los 19 departamentos del país tiene su propia fiesta de carnaval, cada uno con su propio formato y estilos (en el norte del país, los desfiles suelen tener una impronta más parecida a los carnavales brasileños, por ejemplo). Sin embargo, el más popular y mundialmente conocido es el montevideano, caracterizado por la murga y el candombe y en el que también suelen participar agrupaciones de otras zonas del país.
Para comprender la fiesta, primero hay que saber identificar a las cinco categorías en las que se clasifican los conjuntos que participan en el carnaval.
Carnaval de Uruguay: las cinco categorías
Murgas:
Según las define el reglamento del concurso, las murgas son un coro de entre 14 y 17 integrantes cuya función es «criticar, satirizar y divertir, con un lenguaje popular y con un coro que, además o por encima de sus atributos técnicos, sea afinado y claramente entendible para el espectador».
Las canciones deben basarse en voces corales, acompañadas únicamente por una percusión basada en bombo, platillo y redoblante. Excepcionalmente se admite el uso de guitarra u otros instrumentos, aunque por lapsos no mayores a 15 minutos por espectáculo.
Los fundamentos de la categoría requieren que los espectáculos reflejen «el cotidiano vivir de los uruguayos» y aborden «los hechos acaecidos durante el año».
Parodistas:
Los parodistas se presentan en grupos de entre 15 y 20 integrantes que, sobre el escenario, deben «parodiar el argumento de obras, historias de hechos y/o personas de público y notorio conocimiento». El reglamento exige que la parodia sea «burlesca, realizada en tono jocoso, pudiendo, en determinados pasajes del espectáculo, tener matices dramáticos».
Las parodias deben complementarse además con canciones, bailes y coreografías con música orquestal o pistas secuenciadas.
Sociedad de Negros y Lubolos:
Son una de las categorías más tradicionales del carnaval uruguayo y se sustenta en el candombe, ritmo de origen africano que se desarrolló en Uruguay desde el siglo XIX. Las comparsas de negros y «lubolos» (término utilizado para referirse a las personas de piel blanca que se pintaban de negro para desfilar junto a los afrodescendientes) deben honrar esa tradición y, en sus espectáculos, «contribuir a la preservación de los valores culturales más entrañables de la tradición del candombe».
Las comparsas deben tener entre 45 y 60 integrantes. Si bien el sonido del candombe se basa en sus tres tambores principales —el chico, el repique y el piano— el reglamento admite incorporar otro tipo de instrumentos de percusión, aunque prohíbe que apartarse del candombe en pos de «formas de sonar caribeñas, tropicales u otras».
Además de la parte musical, las comparsas deben incluir otras figuras clave como vedettes, escoberos, un granillero, una mama vieja, dos portabandera, un portaestandarte y dos integrantes encargados de llevar una estrella y una medialuna. Tiene que haber además, como mínimo, un bailarín masculino como figura principal.
Humoristas:
Se trata de la categoría con más amplitud de posibilidades, ya que el reglamento le permite basarse «en la libre comicidad de escenas, situaciones o personajes». La única restricción es que, a diferencia de los parodistas, los humoristas no pueden basar su espectáculo en «argumentos de una obra literaria, hecho o suceso real».
Los grupos de humoristas deben tener entre 12 y 17 componentes. Los humoristas también pueden estar acompañados por una orquesta o utilizar pistas secuenciadas, aunque no deben ser el centro del espectáculo.
Revistas:
Los conjuntos de revista deben basar sus presentaciones en «una expresión artística integral de libre creación, conceptualmente imaginativa, tendiente a la diversión».
De acuerdo al reglamento, lo fundamental en la categoría revistas es «la alegría, su música y su baile». Así es que se espera que se destaquen las coreografías, los bailes, las canciones y la vestimenta, pudiendo utilizar música orquestada o pistas secuenciadas.
Las revistas deben tener entre 18 y 28 integrantes, debiendo asegurar bailarines de ambos sexos, un coro y letras de canciones inéditas.
El concurso
El ‘Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas’, tal como es denominado en Uruguay, es organizado por la Intendencia de Montevideo (gobierno local de la capital uruguaya), en coordinación con la organización Daecpu (Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos y Populares del Uruguay).
Los conjuntos que participan del concurso —en 2020 serán 39 divididos en las cinco categorías— deberán competir en dos ruedas obligatorias que tienen lugar en el Teatro de Verano ‘Ramón Collazo’, un escenario ubicado sobre la rambla montevideana con capacidad para cerca de 4.000 espectadores.
Desde fines de enero y hasta comienzos de marzo, el Teatro de Verano aloja jornadas diarias con la actuación de entre tres y cuatro conjuntos por noche. Sobre el escenario del ‘Ramón Collazo’, cada conjunto actuará ante un jurado de ocho personas que, tras una actuación de 45 minutos, colocará un puntaje.
El jurado está compuesto por un presidente y siete jurados especializados en los cinco rubros fundamentales del concurso: ‘voces, musicalidad y arreglos’, ‘textos e interpretación’, ‘puesta en escena y acción escénica’, ‘coreografía y bailes’ y ‘vestuario, maquillaje y escenografía’. Cada jurado puntuará exclusivamente en su rubro y también pondrá un puntaje en ‘visión global del espectáculo’.
Los 24 conjuntos mejor puntuados por los jurados pasarán a una ‘liguilla’, una suerte de tercera ronda en la que, tras una nueva actuación en el Teatro de Verano, saldrá el ganador en cada categoría.
Los tablados
El transcurso del concurso oficial es paralelo a la fiesta cotidiana que se vive en los «tablados» instalados en diferentes puntos de Montevideo y su zona metropolitana. Se trata de los escenarios, algunos públicos y otros privados, que ofrecen actuaciones de los conjuntos que participan del concurso.
En 2020, por ejemplo, habrá nueve escenarios privados y 16 escenarios «populares», que reciben apoyo de la Intendencia de Montevideo, Daecpu o asociaciones vecinales.
Las actuaciones en los tablados suelen ser más descontracturadas, dado que no puntúan para el concurso y no son observados por los jurados.
Los desfiles y corsos barriales
También quedan por fuera del concurso oficial los dos desfiles principales del carnaval: el Desfile Inaugural y el Desfile de Llamadas.
El primero es el ‘Desfile Inaugural’, que se realiza por la Avenida 18 de Julio, principal arteria de Montevideo. Como su nombre lo indica, es el que marca la apertura del concurso oficial, aunque la actuación de los conjuntos durante el desfile no influye en el puntaje final. De hecho, el desfile constituye un concurso en sí mismo, con premios y menciones a los mejores en cada categoría. Este desfile incluye a los conjuntos de las cinco categorías, que intentan adaptar sus espectáculos a una presentación en movimiento.
El Desfile de Llamadas se realiza generalmente en la primera semana de febrero y es uno de los eventos más pintorescos asociados al carnaval uruguayo. Incluye únicamente a las compararse de negros y lubolos, abarcando a todas las del concurso oficial más varias invitadas o fuera de concurso.
Las comparsas deben desfilar a través de las calles Isla de Flores y Carlos Gardel, dos vías de los barrios Sur y Palermo, zonas asociadas tradicionalmente al origen del candombe en la capital uruguaya. En este concurso también hay premios.
Además, y durante todo febrero, la Intendencia de Montevideo organiza una serie de desfiles barriales conocidos como ‘corsos’. Suelen realizarse en calles secundarias o vecinales de la capital y suelen congregar a agrupaciones carnavalescas barriales o de menor jerarquía, que no participan del concurso.
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