Sobrexposición mediática de AMLO – Por Carlos Martínez García

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Por Carlos Martínez García *

Al mejor comunicador se le va la liebre, o suelta un gazapo. El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es un maestro en atraer la atención de la prensa y redes sociales. Es capaz de fijar cotidianamente agenda sobre los temas a ser discutidos públicamente.

Es un torbellino que dificulta el seguimiento de sus actividades y declaraciones a reporteros y articulistas. No solamente están atentos a sus declaraciones en el círculo rojo, sino que despierta interés en amplios sectores de la sociedad.

El círculo rojo, que a menudo es confundido con el pulso de la sociedad toda, o la mayoría, “es aquella amalgama de personajes de la política, de negocios, mediática o social que por su liderazgo tiene la capacidad de crear y diseminar entre la sociedad estilos de hacer y de pensar […] Son las llamadas élites que buscan –a través de los llamados influencers– hacer valer sus visiones por encima del llamado círculo verde, que son las mayorías populares” (https://codigomagenta.com.mx/articulo/que-alguien-me-explique/alerta-en-circulo-rojo).

López Obrador pudo y supo construirse una imagen de outsider del sistema político mexicano. Logró atraer la esperanza de millones de electores comunicando con nitidez una y otra vez que los grandes problemas nacionales tenían responsables: las élites políticas y económicas que depredaron el país. Su estilo directo y capacidad para dejar en sus oyentes frases ingeniosas que apuntalaban el mensaje le fueron dejando crecientes porcentajes de simpatizantes.

Sin duda, AMLO fue, y es, el principal personaje que sacó del círculo rojo el debate sobre el futuro nacional, para estimular una conversación más amplia y deseos de incidir en cambiar el ominoso estado del país.

Sus conocidas conferencias mañaneras son el mayor activo que tiene para opinar sobre los temas que considera relevantes, o bien fijar postura ante los cuestionamientos que le hacen distintos representantes de la prensa tradicional y otros medios, sobre todo sitios de Internet y canales que transmiten en diversas plataformas. No solamente AMLO posiciona su parecer en las conferencias, sino que marca línea a quienes integran su gabinete sin que ellos y ellas hayan tenido conocimiento previo del sendero a caminar.

La cuestión es, me parece, que la sobrexposición mediatica de AMLO acrecienta las posibilidades que incurra en opinar sin tener los elementos informativos sólidos para diseccionar un tema. En su afan de ser panóptico (capaz de ver y vigilar todo) crece el riesgo de no percibir los matices existentes en la sociedad y las acciones derivadas de tal diversificación. Es dado a esquematizar, simplificar la realidad y presentarla en polos inamovibles e irreconciliables.

AMLO insiste machaconamente en que la sociedad mexicana tiene solamente dos bandos: el mayoritario, que apoya las transformaciones que impulsa desde la Presidencia de la República, y el de los conservadores, cómplices del antiguo régimen que devastó el país.

Frente a su interpretación vale recordarle que durante los gobiernos de un personaje al que dice admirar en gran medida, Benito Juárez, un sector de liberales que dieron heroicas lides junto con el reformador oaxaqueño no estuvieron de acuerdo con él y, desde la izquierda, señalaron otras posibilidades para construir el horizonte de la nación.

La tribuna de la que dispone López Obrador en las conferencias mañaneras es exclusiva de él, incluso cuando hace uso de ella algún funcionario(a) para posicionar las acciones desarrolladas por la dependencia que encabeza. Centraliza la opinión gubernamental y, en no pocas ocasiones, ha desconcertado a secretario(a)s y/o subsecretario(a)s que deben improvisar para no aparecer ante la opinión pública como desinformados de las instrucciones presidenciales.

Desde el estrado mañanero el Presidente ha proferido varios gazapos, por su inclinación a no dejar pasar preguntas u observaciones de quienes cubren sus conferencias. En ocasiones son simpáticas las declaraciones que comparte, pero otras veces diagnostica o descalifica sin datos precisos, concisos y macizos. Un caso reciente es lo que declaró sobre la marcha encabezada por Javier Sicilia y Julián LeBarón. Usó duros e injustos términos para referirse a quienes caminaron contra la violencia y una salida integral a este flagelo.

Javier Sicilia dignamente y en reiteradas ocasiones señaló el entramado de complicidades que durante el (des)gobierno de Felipe Calderón resultaron en la descomposición del tejido social y violencia criminal. Lo sostuvo en las plazas y también se lo dijo de frente a Calderón (https://www.proceso.com.mx/460527/felipe-calderon-hombre-pesadilla).

El poeta y activista igualmente denunció la inacción de Peña Nieto. Por ello que AMLO haya sostenido, sin nombrarlo, que Sicilia antes calló y ahora exige pronta solución es, por lo menos, falta de información y consecuencia de expresar su opinión sin la verificación informativa debida.

* Sociólogo, escritor, e investigador del Centro de Estudios del Protestantismo Mexicano. Colabora en el diario «La Jornada» y en «Protestante Digital»


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