El progresismo y la democratización de la democracia en América Latina

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Fernán Medrano

El progresismo latinoamericano se ha distinguido por presentar y ensayar una propuesta alternativa al neoliberalismo en cuanto a lo económico, lo político y lo social.

Ha trabajado por la apertura democrática; con el pueblo ha abierto la compuerta de la igualdad de oportunidades y de condiciones de participación real en política. Ha obrado la inclusión social; les extendió la mano a millones de personas para que salieran del infierno dantesco de la pobreza.

El neoliberalismo es un modelo económico fracasado cuya agonía ha traído consigo una explosión social en América Latina. A los pueblos latinoamericanos no les agrada la receta del FMI porque la privatización les amarga la vida.

El progresismo latinoamericano es un proyecto diferente del modelo económico neoliberal.

Entre el 2009 y 2015 salieron de la pobreza 1,9 millones de ecuatorianos; en seis años Ecuador redujo la pobreza multidimensional en 16,5 puntos porcentuales, esto en el Gobierno del expresidente Rafael Correa. Durante el de Lula da Silva, salieron de la miseria 28 millones de brasileños. La pobreza en Bolivia se redujo del 38,5% al 15,2% en el Gobierno de Evo Morales.

El progresismo latinoamericano tiene que saber que al experimentar el establecimiento de gobiernos populares debe prepararse para enfrentar planes de desestabilización y golpes de Estado de la derecha regional en colaboración con la derecha mundial.

La derecha latinoamericana se ha acostumbrado a desplegar campañas de desprestigio en medios tradicionales y en redes sociales, además de la persecución política a través del uso y abuso del aparato judicial contra presidentes y expresidentes progresistas de América Latina, como el caso de Lula da Silva en Brasil, quien se atrevió a probar la democratización de la democracia.

El exmandatario del gigante sudamericano colaboró para que el pueblo brasileño participara directamente en política, no fuera un simple invitado de piedra representado por quienes ni siquiera aprecian sus necesidades.

Y el guión para dar el golpe de Estado a los dirigentes progresistas latinoamericanos es muy similar aquí, allá y acullá. Se hacen acusaciones sin fundamento de fraude electoral, de corrupción o de cualquier supuesto delito. A continuación se da el golpe de Estado. El golpe de Estado en Bolivia contra Evo Morales es el caso reciente más representativo de dicho modus operandi.

A la derecha latinoamericana no le agrada la democratización de la democracia en América Latina; le disgusta que se materialicen aquellas palabras con las que Abraham Lincoln remató su discurso de Gettysburg: «el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo».

La República


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