Carnaval uruguayo, donde la derecha no manda – Por Nicolás Centurión
Por Nicolás Centurión(*)
Dios Momo ha vuelto a soñar y ha despertado el malhumor de la derecha. El carnaval es una fiesta popular que nuclea a conjuntos en distintas categorías (murgas, lubolos, parodistas, humoristas y revistas). El uruguayo es el más largo del mundo y su concurso oficial da ganadores a uno por categoría.
Pero la esencia del mismo está en los tablados de barrio. La categoría más popular es la murga, con raíces en Cadiz, España: un coro de 17 personas que a ritmo de bombo, platillo y redoblante cantan sus originales versos en las noches de febrero. La característica principal de la murga es la crítica y cantar sobre temas de actualidad.
El concurso, que comenzó el 24 de enero con su desfile inaugural ha dado paso a los primeros conjuntos y a las primeras objeciones de la derecha.
La murga debutante «Un Título Viejo» realiza críticas contundentes a Manini Rios y su partido de ultraderecha Cabildo Abierto. Pero el Frente Amplio tampoco se salva del «palo» y al excandidato presidencial Daniel Martínez le dedican más de una cuarteta para denostar su ego y su ambición por encima de los principios fundacionales de su fuerza política.
Por su parte la murga «Metele que son pasteles» ha dado la nota alta una vez más con su cuplé de resistencia, que va ser bandera en estos cinco años. Con la música de «Calma» de Pedro Capó, lanza sus versos combativos «Vamos a la plaza / para dar batalla / si la cosa estalla /estaremos a la talla./ Si se pone «caribe» / no tendremos cintura / daremos pelea / acá nadie se asusta ni oculta».
Allí las alarmas de la derecha sonaron. Intentan acusar a la murga de «incitación a la violencia» y «apología del delito». Un viejo rencor de la derecha se despertó: las murgas y su raigambre popular.
La murga que tuvo que sortear la censura de la dictadura apelando a metáforas y recursos literarios siempre fue bastión de resistencia y pilar cultural de la izquierda uruguaya. La derecha nunca fue hegemonía en el carnaval y son contados con una mano los conjuntos con una posición de derecha.
El ex fiscal Zubia, del Partido Colorado y su ala de derecha reaccionaria, ha expresado que la murga es un «totalitarismo carnavalero». En el programa televisivo vespertino «Esta Boca es mía» se debatió si la critica de la murga «no era demasiada». Así el tópico se extendió a todas las redes sociales, portales de noticias y a las conversaciones cotidianas.
El aluvión de críticas por parte de la derecha viene a dar cuenta de un clima de época y un humor que habían intentado solapar. Por un lado se sienten envalentonados por haber ganado el gobierno y luego, no pueden ocultar su desprecio a todo lo que es «popular» que lo utilizan peyorativamente.
Además de eso, la derecha se empeña en instalar el discurso de que el «marxismo cultural» ha colonizado todo ámbito de la sociedad, cuando lo que sucede es lo contrario. La hegemonía cultural es de derecha, los valores y principios de esta sociedad son de derecha. Los medios de comunicación en su devastadora mayoría, son de derecha y se encargan de difundir su ideología. Por algo la meritocracia cala tan hondo en cada uno de nosotros por sobre lo colectivo; además de querer borrar las desigualdades estructurales de este sistema.
Estos ataques no son ingenuos. Se le pide a la murga que sea equidistante y que critique a todos los partidos por igual. Mientras que de la misma tienda otros aducen que nunca se criticó al Frente Amplio. Los primeros ignoran la histórica tradición de izquierda de la murga y los segundos parece que hace años no pisan un tablado.
Un aroma a censura y regulación del carnaval se huele en el aire. Ninguna de estas acciones son puntada sin hilo. Los paladines de la libre expresión, la República y las buenas costumbres, ahora dicen cómo , a quién y con qué intensidad los conjuntos carnavaleros deben criticar. Son los mismos que gritan «¡Libertad!» a los cuatro vientos cuando se intenta reglamentar alguna ley de medios.
El motor de la derecha es el odio y le molesta no poder dominar el carnaval y a por el van. Mientras tanto la murga sigue cantando…»Murga construcción colectiva de magia compartida desborde de ilusión/Creció de golpe pa cantarle a su barriada, a su portuaria y proletaria identidad.»
(*) Licenciado en Psicología, Universidad de la República. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)