Una gesta unida para la recuperación de la isla – El Nuevo Día, Puerto Rico

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La declaración presidencial de estado de emergencia para Puerto Rico es una señal de que el gobierno federal reconoce la situación de desastre y vulnerabilidad que afecta a la isla, particularmente a la zona sur, tras el enjambre sísmico comenzado el pasado 28 de diciembre. Es hora de demostrar que, junto con ese respaldo, nuestro pueblo tiene la capacidad de sobreponerse a esta nueva prueba.

La declaración debe conducir a aunar esfuerzos gubernamentales, privados, comunitarios y familiares, a fin de que Puerto Rico fortalezca sus infraestructuras vitales, y que las familias damnificadas cuenten con una rápida respuesta de mitigación y recuperación física y emocional.

Las autoridades han dado cuenta de que cientos de casas están en riesgo o colapsadas en municipios del suroeste. Comercios pequeños están entre los damnificados y hubo que cerrar instalaciones municipales. Más de 2,000 personas permanecían refugiadas y decenas más han dormido a la intemperie, temerosas de regresar a sus hogares.

La respuesta de la Casa Blanca, a horas de solicitada por la gobernadora Wanda Vázquez, dispone que el gobierno federal asista al local en tareas de emergencia en los 78 municipios. Urge restablecer los servicios y operaciones interrumpidos desde el terremoto del martes, muy en particular la energía eléctrica.

Nuevamente, el colapso energético tuvo secuelas en el suministro de agua y las telecomunicaciones. Ha afectado actividades económicas, como el cierre por un día de instituciones financieras y centros comerciales.

Mientras se trabaja para superar el apagón, es importante informar adecuadamente sobre las gestiones de recuperación, de manera que los abonados sin servicio puedan ajustar sus planes de contingencia. La transparencia es indispensable para que la ciudadanía sienta confianza, y para ganar credibilidad ante las autoridades federales.

Otra prioridad es fortalecer la infraestructura vial. Los daños estructurales causados por los temblores mantienen cerrado el paso en tramos de dos importantes carreteras, en Naranjito y Mayagüez, y en varios puentes en Guayanilla y Peñuelas. El Departamento de Transportación y Obras Públicas tiene que asegurarse de que todas las vías estén sólidas y resistentes. La prioridad es evitar accidentes, proteger vidas y asegurar accesos a rescatistas.

Por otro lado, el Departamento de Educación tiene la doble responsabilidad de procurar el comienzo del semestre, siempre que los planteles cuenten con certificación de especialistas de que son estructuras seguras. El terremoto del martes demostró que no todas lo son. En Guánica, donde un plantel se derrumbó, cinco escuelas tuvieron daño significativo tras el sismo de 6.4. El Colegio de Ingenieros y Agrimensores ha dicho que alrededor de 500 planteles debieron haber sido reforzados para resistir terremotos y ha instado a identificar cuáles son. El país aguarda por la respuesta.

Por su parte, el gobierno ha estado atendiendo la emergencia y debe recibir toda la colaboración de los sectores privado y sin fines de lucro para continuar la gestión de levantar a Puerto Rico con responsabilidad.

La cooperación ciudadana ha sido evidente. La rápida reacción de la gente a la sacudida del martes y a la advertencia de tsunami, evitó que hubiera más desgracias que lamentar. Además, demuestra la efectividad de los esfuerzos de orientación.

Puerto Rico tiene que encaminar la recuperación pendiente desde el paso del huracán María, hace más de dos años. Ahora se suma el impacto y la incertidumbre de la actividad sísmica reciente. Para ello, cuenta con la asignación multimillonaria de fondos federales dispuestos luego del huracán, la cual debería aumentar como resultado de la declaración de emergencia por el terremoto.

Nuestra isla cuenta, además, con el activo valioso de su gente. En medio de la ansiedad que producen estos eventos, nuestro pueblo se ha movilizado para proveer abrigo y alimento a los damnificados y otros residentes del sur que aguardan en refugios, calles y parques. Estas manifestaciones de hermandad hacen más llevaderos los esfuerzos de recuperación y son el mejor indicativo de que, una vez más, el país saldrá adelante.

El Nuevo Día

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