Perú entra a 2020 con expectativas e incertidumbre – Por Manuel Robles

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Por Manuel Robles *

Una estela de expectativas e incertidumbre marca el ingreso de Perú al año 2020, con elecciones legislativas en solo unas semanas y el riesgo latente de salidas traumáticas a una crisis que muchos consideran estructural.

Como hecho que se proyecta al nuevo año, todavía resuena el estruendo del pistoletazo con el que el exgobernante neoliberal Alan García eludió en abril a la justicia, al suicidarse para evitar ser detenido por una investigación por lavado de activos que en la opinión ciudadana solo tocaba parte de las culpas del veterano político que gobernó dos veces Perú.

Si bien sus partidarios han intentado presentar el suicidio como un acto heroico de quien quiso ahorrar una humillación a su partido, el más antiguo del país, lo cierto es que García murió cuando vivía sus días de ocaso, con una ínfima aprobación en las encuestas.

Su muerte pudiera resumir la gravedad de lo que el analista Nicolás Lynch llama crisis del régimen político y económico neoliberal iniciado en 1992 -con el autogolpe de Estado del entonces gobernante y hoy encarcelado Alberto Fujimori, lo que motiva demandas de un cambio de la constitución vigente, hecha a la medida de ese modelo.

‘El capitalismo de amigotes, aquel sistema en el que para hacer buenos negocios se necesitan amigos en el Estado, tiene en este esquema de corrupción su expresión más acabada (…) Sin capitalismo de amigotes no hay modelo neoliberal’, comentó.

Para Lynch, esa crisis de régimen tuvo como hecho más saltante la brutal corrupción destapada en los últimos años y que suma al suicidio de García a los demás expresidentes presos o investigados desde 1980 en adelate, siendo el último el pronorteamericano Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció en 2018, ante graves indicios de corrupción. A la lista se sumó la dirigente neoliberal Keiko Fujimori.

Tal situación, apuntó, ha generado un vacío de poder que puede presagiar un fin de época que puede convertirse en una lucha terrible entre los beneficiarios del modelo y sus detractores que nos desangre por un buen tiempo.

Otras opiniones advierten el peligro de que el vacío dé paso a una salida autoritaria que alientan políticos de extrema derecha, movimientos religiosos conservadores fanatizados y medios de prensa afines, así como partidos que, como es usual en esos afanes, extraen del desván de los viejos trastos macartistas, la consigna de poner freno a la ‘arremetida roja’.

Al responder a ataques de ese tipo, lanzados por el antiguo y poderoso diario El Comercio, la líder progresista Verónika Mendoza señaló que el grupo de medios que encabeza ese periódico respaldaron ‘a la coalición reaccionaria y mafiosa que se preparaba desde el Congreso a resolver la crisis con una salida autoritaria’.

En ese afán, anotó, estuvieron a punto de copar instituciones claves como el Tribunal Constitucional y hasta a punto da vacar (destituir) a Vizcarra, y ante el persistente peligro autoritario, las fuerzas progresistas plantean ‘una salida democrática a una crisis que no es superficial, impulsando un proceso constituyente’.

‘Un Estado capturado y puesto al servicio sólo de la inversión privada no puede responder a las exigencias de garantizar derechos básicos, a planificar y regular con un sentido nacional y esto necesita también ser cambiado’, añadió Mendoza.

Advirtió que a discutir esa opción le temen el Grupo El Comercio y los políticos corruptos que quieren seguir controlando el país a su antojo para garantizar sus negocios sucios.

La arremetida derechista a la que se refiere la dirigente fue frenada con la disolución constitucional del parlamento decretada por el presidente Vizcarra.

Sin embargo, según los sectores progresistas, esa medida no fue complementada con otras decisiones de democratización y dejó intacta la política económica neoliberal que favorece a los empresarios, sobre todo a los garantes.

Para el Movimiento Nuevo Perú (NP), organización de Mendoza, y otros fuerzas de izquierda, esa política ha permitido que los grupos neoliberales y sus medios afines recompongan su ofensiva y apelen a subterfugios para recuperar espacios y volver a obtener mayoría en el nuevo parlamento.

El partido fujimorista Fuerza Popular (FP), por ejemplo, tiene colcados varios de sus exparlamentarios en listas de candidatos de otros partidos, lo que para muchos es un ardid para reagruparse, una vez elegidos, con los que logre elegir FP y grupos afines, con el fin de tener otra vez el manejo del Congreso y vengarse de Vizcarra destituyéndolo.

Maniobras de ese tipo son favorecidas por el desinterés de los electores, reflejado en las encuestas, en las que los que quienes votarán viciado (gesto de protesta) o en blanco son más del 50 por ciento de los ciudadanos; así como la dispersión de la izquierda en varias opciones pese a sus coincidencias fundamentales.

* Periodista peruano, corresponsal de Prensa Latina


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