Evo Morales: «Este golpe es de Estados Unidos, no sólo de la derecha boliviana»
Evo Morales: «Quién sabe si algunos hermanos se equivocaron en las últimas elecciones»
Por Leandro Dario
Evo Morales toma un té de coca en su oficina y se permite un chiste. “Aquí estamos decidiendo el futuro de Bolivia”, le dice a una colaboradora. Faltan unos minutos para las dos de la tarde pero parece haber pasado todo un día. El ex presidente se despierta a las cinco de la mañana y lleva un ritmo frenético. Trabaja con un objetivo claro: que su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), gane las elecciones presidenciales del 3 de mayo. Serán tal vez las elecciones presidenciales más importantes de su vida: se jugará no sólo el regreso al poder, sino también a Bolivia.
“Los candidatos a presidente y vicepresidente tienen que garantizar el voto urbano y el voto duro del MAS”, afirma a PERFIL, sin develar quiénes serán los nombres elegidos el próximo 19 de enero. Suenan el ex canciller David Choquehuanca, el ex ministro de Economía Luis Arce -uno de los hacedores del “milagro boliviano”-, el joven dirigente cocalero Andrónico Rodríguez y Diego Pary, ex ministro de Relaciones Exteriores refugiado en Buenos Aires. Evo no muestra las cartas, pero menciona a uno de ellos, que sería proclamado en un acto de masas el 22 de enero en el estadio de Deportivo Español.
—¿Qué rol tendrá en la designación de ese candidato? ¿Su palabra qué peso tiene?
—Vamos a discutir con los dirigentes departamentales del MAS y con los grupos sociales. Si hay algo que dirimir será escuchando las encuestas. Hasta ahora las encuestas sorprenden. Dicen Andrónico primero, primero, primero. Es un joven de 30 años, que constitucionalmente está habilitado. Tendrá que ser una combinación de gente experimentada y de nueva gente, una juventud que se proyecta.
—Si el MAS gana las elecciones, ¿usted qué rol tendría en el gobierno? ¿Será asesor, ministro?
—Me asignarán los grupos sociales. Por ahora no tengo idea, pero tendremos algo de responsabilidad si quieren los militantes y los movimientos sociales.
El exilio no modificó algunos hábitos en la rutina de Morales. Juega al fútbol los fines de semana, como hacía cuando gobernaba Bolivia. Dice que en Argentina siente “hay mucha solidaridad”. “La única diferencia con México es que el pueblo argentino cuando me saluda grita “olé, olé, olé, Evo”. Antes eso me asustaba. Ahora me hace llorar.
—¿Cómo es hacer campaña lejos de su país?
—No es fácil, pero tengo la confianza del pueblo boliviano que me eligió como jefe de campaña sabiendo que estoy refugiado en Argentina. El domingo participé por teléfono en cuatro actos. Las compañeras agarraban su manta, se tapaban y lloraban, agarraban su sombrero se tapaban y lloraban. “No podemos abandonar a Evo, no podemos abandonar nuestro proceso de cambio, no podemos abandonar nuestra revolución democrática y cultural”, decían. Quién sabe si algunos hermanos se equivocaron en las últimas elecciones. Ahora hay que sumar, sumar y sumar para recuperar la democracia, para volver con nuestro proceso de cambio al Gobierno. Los compañeros en Bolivia han propuesto hacer afiches o poleras que digan: “Evo, Bolivia te espera”.
—¿Cuándo regresará a su país?
—Cuando terminen mis procesos. A mí me corresponde como presidente un juicio de responsabilidad. Y no un proceso ordinario. El ministro Arturo Murillo dijo que Evo mandó a matar al pueblo, por lo tanto es un salvaje. Yo respondí que en mi gestión no hubo ni un muerto de bala. Después del golpe, en diez días hubo más de 30 muertos de bala. Para mí el derecho a la vida está por encima de cualquier derecho.
—La fiscalía que lo imputa por delitos de terrorismo y sedición es la misma que estaba cuando usted gobernaba. El Tribunal Constitucional que ahora valida a Jeanine Áñez como presidenta es el mismo que autorizó su re re reelección. ¿Alguna vez imaginó que la justicia podía volverse en su contra?
—No se puede entender cómo algunos, no todos pero algunos, rápidamente cambian de posición política o ideológica. Yo siempre digo: “si he cometido errores o delitos, júzguenme, no necesito ayuda”. Con la dictadura estamos juzgando a quienes no cometieron delitos. Terrorismo y sedición son procesos netamente políticos. Alzar la voz contra la dictadura es sedicioso. A mí me demandan por discriminador y racista. ¡A mí, que soy objeto de racismo y de discriminación! El gobierno está al mando de la justicia boliviana. Antes criticaban la independencia del Poder Judicial. Nosotros nunca manipulamos a la justicia.
—¿Cree que las próximas elecciones serán limpias y transparentes?
-Por lo menos el gobierno de facto dijo que será limpio y transparente. Y para que sean elecciones limpias y transparentes tienen que dejar de perseguir a los opositores, por lo menos que den salvoconductos, que no hayan más asilados y refugiados en el mundo. Así puedo creer que serán elecciones limpias y transparentes. Caso contrario, serán elecciones pero sin democracia. Este golpe es de Estados Unidos, no sólo de la derecha boliviana. Y cuando los gringos muerden, no sueltan.
—Si ustedes vuelven al poder, ¿Cuál será la prioridad política del nuevo gobierno?
—El trabajo para los humildes, por eso hemos levantado a Bolivia, el segundo aspecto será el crecimiento económico, y el tercero: después de los conflictos si yo fuera presidente crearía un programa de reconciliación. Que esos jóvenes violentos que quemaron casas y whipalas se encuentren con otra gente que lucha pacíficamente. Limar nuestras diferencias. ¿Por qué entre bolivianos nos agredimos?. Está bien, tenemos diferencias de colores, diferencias ideológicas y programáticas. Eso se decide en las elecciones. Y el que gana se respeta.
—Estados Unidos manifestó malestar y presionó al gobierno de Alberto Fernández por darle refugio. ¿Qué opinión tendría si Argentina es sancionada por Washington en la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI)?
—No tengo nada que comentar sobre Argentina por temas de mi refugio. Pero eso sería una prueba clara que Estados Unidos es golpista. Ha estado amenazando a algunos países. Eso prueba el golpe de EE.UU. en Bolivia.
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