El colombiano Luis Mallarino es el ganador del Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2020

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Por Redacción Nodal Cultura

El Jurado del Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2020, conformado por los poetas René Gordillo, Christian Zurita Estrella (Ecuador – ganadores del Premio Paralelo Cero 2019 y 2018, respectivamente), Liyanis González (Cuba), Néstor Mendoza (Venezuela) y Denise Vargas (Honduras), luego de haber realizado una atenta y detallada lectura de los 222 libros inéditos presentados a concurso, seleccionó 25 como semifinalistas.

Esta es la séptima entrega de este importante premio otorgado por El Ángel Editor y el Encuentro Internacional de Poetas “Poesía en Paralelo Cero” que se realiza cada año en la ciudad de Quito, en Ecuador. Anteriormente fueron consagrados los poetas Juan Cameron Zamorano (Chile), Juan Camilo Lee Penagos (Colombia), Hugo Franciso Rivella (Argentina), Juan Carlos Olivas (Costa Rica), Héctor Cañón Hurtado (Colombia) y Francisco Trejo (México). Además del predominio de los poetas colombianos, se advierte que el premio nunca fue otorgado a una poeta mujer.

Al realizar una rigurosa relectura de los volúmenes presentados, el jurado escogió 6 libros como finalistas: «Acabados», «Caja de música», «Límbica», «Los que corren sin cabeza por mi cuarto», «Miedo», y «Texturas de la luz», veredicto dado a conocer el 2 de enero del presente año. Evaluados minuciosamente decidió, por unanimidad, otorgar el Premio Internacional Paralelo Cero 2020 al poemario Caja de música, presentado bajo el seudónimo Juvencio Nava.

El mismo fue reconocido por ser «una obra construida desde una sensibilidad poderosa, con un vuelo lírico-narrativo que se dirige a las virtudes de la infancia, la contemplación del entorno, el universo poético donde se encuentran pequeños momentos pertenecientes al tránsito diario del vivir, pero que se universalizan al encontrar motivos y realidades diversas a todos los seres humanos. Los sujetos-objetos en cada uno de los textos poéticos esgrimen un entramado de significados que, como toda buena poesía, nos susurran y reafirman una manera vital y comprometedora para entender el mundo y, en el caso de este libro, de comprender sistemas sensoriales para acercarnos a los personajes que se van develando en él. Los poemas están trabajados desde una consecuente sintaxis y semántica redondas. El contenido temático se presenta desde una descripción “descomplicada” en las imágenes. En este poemario se concibe la poesía de toda retórica de los sentimientos y emociones ante la naturaleza del Hombre, el espíritu vital y los objetos que crea y recrea, incluso, como entes perdurables. Amplifica la comunicación poeta-lector mediante un lenguaje sencillo, directo y preciso; con un excelente dominio del ritmo y la melodía que rematizan cada una de las historias concebidas en los textos. Como la música, las cadencias de este libro parecen subvertir el silencio, pero sin olvidar la importancia que es este elemento en la creación estética. Caja de música, en sus finales, nos advierte que cada poema sugiere un comienzo, una reflexión. Por último, lo sustancial del libro se denota en su fuerza integradora, acto propuesto por el poeta a través de su propia naturaleza, asi como frente a su existencia y su cosmovisión de la poesía».

Juvencio Nava resultó ser el seudónimo elegido por el escritor colombiano Luis Mallarino.

«¿Cómo me sentí al recibir la noticia y qué significa esto en mi carrera?», respondió en forma de pregunta Mallarino a Nodal Cultura. «Los primeros segundos fueron nebulosos, pues no recordaba haber enviado los poemas al concurso y justo en ese momento toda mi atención estaba en tratar de encender, por primera vez, el horno de una estufa a gas. Mi hija temía que la casa explotara, y yo también; pero el número parecía internacional, así que detuve el proceso culinario y respondí. Del otro lado, una voz muy amable me dice que están felices con mi libro, y yo aparento comprender».

Nacido en 1986, Mallarino es poeta y narrador, quien ha sido premiado en varias ocasiones por sus obras: Premio distrital libro de narrativa, ciudad de Barranquilla, 2017. Tercer lugar, concurso nacional de poesía Casa Silva, 2016. Tres veces ganador del concurso nacional de cuento infantil Comfamiliar Atlántico, 2011, 2013 y 2014. Premio distrital libro de poesía, ciudad de Barranquilla, 2013. Segundo lugar, concurso nacional de poesía Andrés Barbosa Vivas, 2011. Mención de honor, concurso nacional de cuento de la Universidad Metropolitana, 2015. Mención en el concurso nacional de poesía “Isaías Gamboa”, 2005.

A la distancia el ganador, algo menos sorprendido por la noticia, no dejo de reflexionar sobre la extrañeza que le produjo ser reconocido. «No es fácil comprender que las cosas que uno escribió para nadie en alguna habitación rudimentaria han logrado conmover a un jurado, al punto de preferirlas por encima de doscientas cosas más».
«Al colgar, encendí el horno y corrí a la computadora. Quería saber qué poemas habían sido, y necesitaba releer las bases del concurso. Solo entonces comprendí con claridad lo que estaba pasando». «Un poco tarde», agregó, «los primeros panes se quemaron».

Ha publicado, para adultos, “Toda la lluvia era nuestra” (2018), libro de relatos. Y, para público infantil: El abominable monstruo devorador de papel higiénico (2011); La venganza del salchichón cervecero (2013); y Tarzán contra Papá Noel (2014). Se desempeña como docente de química en la IED Nuestra Señora del Rosario de Pitalito (Polonuevo), y como catedrático de escritura creativa en la Universidad del Norte. Coordina el taller literario de la Biblioteca Pública Piloto de Barranquilla. Es químico farmacéutico y magíster en Neuropsicología y Educación. Por su labor docente fue ganador de la convocatoria «Ideas innovadoras para leer y escribir en la red» del Ministerio de Educación Nacional, en 2015, y finalista del Premio Nacional Docente BBVA, en 2019.

«El premio llega en el momento más inesperado que pueda imaginar. Cumplo 3 o 4 años sin escribir una sola página; sintiéndome casi un escritor en retiro, y acababa de ser derrotado en una convocatoria distrital de poesía a la que llegaron si acaso 10 libros (¡se premiaban 4!). Entonces, si mis poemas no estaban listos para un premio distrital, lo mejor era dejar de hacer el ridículo en los premios nacionales, y no cometer, por nada del mundo, la desfachatez de enviar poemas a un internacional». 

Sin embargo, hubo alguna palabra o un impulso demencial, como el propio Mallarino define, que cambió el rumbo de ese retiro resignado.

«Ahora veo que no me incliné por la lógica sino por un impulso demencial. O quizá seguí el consejo de un amigo: ‘Debes mandar los textos a concursos. En cualquier momento el jurado se equivoca y te premian’. Y sí, su profecía se cumplió: mi primer libro de poemas será editado, con laureles, fuera del país. Algo impensable ayer, hoy y siempre».

Lo que es seguro es que el jurado no se equivocó y que la resignación o la insistencia en el tiempo y el mundo, que lo llevó a recibir el Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero, es como la con la pecosa de ojos claros de su poema, que decidió compartir Luis Mallarino con nuestros lectores

Una pecosa ella

Una sola vez me enamoré a primera vista
—era pecosa—
quiero decir
que tenía constelaciones en la piel
que batía espuma de mar sobre sus hombros
que en su espalda
a cada rato
eran las ocho de la noche
y en sus senos
era siempre
víspera de primavera
(ya exagero)
la verdad es que nunca vi sus senos
no existían aún
no habían nacido
éramos niños
inocentes como zapatos rotos al pie de una flor
—ella también se enamoró—

nos citamos a las cuatro
en una banca azul de un parque entristecido
y todavía
no sé por qué
llegué con diez minutos de retraso
(ya no estaba)
«pero estuvo» dijo el señor del helado
«una pecosa ella
de ojos claros»
y había rastros en la banca
restos de piedra lunar
espuma
la cola de un cometa
escarcha roja
«se fue por ese lado»
(un cono de fresa me señaló el camino)

la seguí durante horas
y primero me encontró la noche
éramos niños
inocentes
como hormigas con trocitos de cartón

la encontré por fin
con una guerra de mil días en la mirada
y me mintió como mienten las mujeres grandes
«yo no pude ir» me dijo
y yo no quise avergonzarla
y no le dije nada
no le dije a nadie nunca nada
ni la vi más nunca

pero hoy
una pecosa de ojos claros
me dice –implacable- que
desde hace diez minutos
las puertas del avión están cerradas
que he perdido el vuelo
que con gusto
me anuncia la penalidad
el nuevo itinerario
y no le digo nada

solo atino a recordar
aquella puerta secreta
cerrada en la penumbra

aquel primer vuelo
perdido para siempre
veinte años atrás

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