Carlos Bosch, Dr. en Artes de la UNA, analiza el cine villero como proceso de inclusión cultural

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Carlos L. Bosch, el primer Dr. en Artes de la UNA, analiza el cine villero como el principio de un proceso de inclusión cultural caracterizado por la profesionalización, institucionalización y comercialización del arte de las villas. UNA: ¿A qué nos referimos cuando hablamos de “cine villero”?CB:

El “cine villero” es el fenómeno que se dio a partir del año 2007 donde la producción cinematográfica de las villas pasa del cine amateur – compuesto de cortometrajes y con una circulación muy limitada a las villas- al cine profesional –donde se producen largometrajes con estreno comercial y que circulan por festivales, internet y medios de comunicación-. Como este mismo fenómeno se extendió también a otros lenguajes artísticos, se terminó generando un proceso de inclusión cultural caracterizado por la profesionalización, institucionalización y comercialización del arte de las villas.

UNA: ¿Cómo se estudia este proceso y cuales son los principales marcos teóricos?
CB: Yo tenía tres ámbitos para estudiar. Un saber -la mirada que ellos proponían sobre la villa y la sociedad-, una normativa -los criterios de funcionamiento de la industria cinematográfica- y una relación de poder -que se traduce en esa disputa con el discurso dominante por la representación de las villas-. Saber, norma y poder; ese es el trinomio que caracteriza a Michel Foucault. Foucault es el autor principal del marco teórico de la tesis y es el que me permitió estudiar las tensiones y los problemas que tuvo este movimiento artístico en el proceso de inclusión cultural. Hasta dónde pudo expandirse ese discurso y hasta donde no. De ahí proviene el nombre de la tesis: “La expansión del discurso subalterno”. Aunque también fueron muy importantes los aportes de Ernesto Laclau en lo que respecta a la construcción de la identidad política.

UNA: ¿Cómo se da ese proceso de inclusión cultural?
CB: En primer lugar, surge la voz del villero en el cine. Con esto me refiero al hecho de que, en 90 años de cine nacional, nunca había estrenado una película realizada por un villero en una sala comercial. Es decir, los directores de otros sectores sociales producían películas que hablaban sobre la villa pero nunca desde la villa. La mirada del villero no aparecía. Con el estreno de “El nexo” -primera película del cine villero estrenada en el año 2007- ese sector social que nunca había hablado comienza a hablar, y no sólo habla sino que también mira y expresa su visión del mundo y de las otras clases sociales. Puntualmente en el cine, comienza con tres autores -Julio Arrieta, Nidia Zarza y César González- que llegaron a ganar festivales de cine nacionales e internacionales, tuvieron éxitos de taquilla y de audiencia en internet, además de que lograron circular por medios de comunicación masivos y especializados en cine.

UNA: ¿Esto se da en conjunto con otros lenguajes artísticos?
CB: Si, también podemos hablar del suceso de Flor de Piedra y Damas Gratis en la Cumbia Villera, de la carrera internacional de Nahuel Alfonso en la Fotografía Villera o del peso que tuvo el Rap Villero a partir de Esteban “El as” o Filli Wey. El punto es que el arte villero logra elevarse al nivel de la enunciación. Esta primera columna consiste en la aparición de la enunciación villera.

UNA: ¿Cómo sale el cine villero de la villa y llega a otros espacios?
CB: Esto tiene que ver con la inclusión en el circuito de la industria cinematográfica. En la actualidad, nuestro consumo cultural influye muchísimo en la forma en que nos representamos la realidad. Por ejemplo, el imaginario que podamos tener sobre las villas depende bastante de los medios de comunicación que seguimos habitualmente, los libros que leemos, las películas de cine que vemos, las páginas web que visitamos, etc. Por lo tanto es central que hayan podido ingresar en la industria cultural porque de esa forma podían hacer circular esa voz que nunca se escuchaba.

UNA: En cuanto al contenido, todas las películas comparten cierta reivindicación de la villa y el villero. ¿Por qué se da esto?
CB: Porque en el fondo todo este movimiento tiene un objetivo político que consiste en discutir el discurso dominante que los encasilla, los estigmatiza y por lo tanto, termina reproduciendo la exclusión. Lo que hacen es reivindicar al villero como un sujeto cultural, demostrar que también puede comunicarse desde el arte y no sólo desde la falta, la delincuencia o la explotación que es donde los suelen poner. Es un discurso subalterno que intenta discutir con un discurso dominante que hasta ahora no lo escuchaba. Es decir, el arte villero, y el cine en particular, lo que intentó es restaurar desde lo simbólico el lazo social que está roto desde lo real.

UNA: ¿A qué conclusiones  arribó en el trabajo?
CB: En primer lugar, fue un logro maravilloso el hecho de que este sector social haya podido articular sus demandas y su visión del mundo gracias al arte y a sus artistas. Pero, la segunda conclusión importante es que lamentablemente, por ahora, no han podido influir en la opinión pública. La expansión del discurso no pudo llegar hasta ahí. Por ejemplo, el feminismo en los últimos 5 años ha logrado instalar socialmente varios debates sobre cuestiones de género. Pero los villeros todavía no han logrado que se instalen los debates que querían instalar. En ese punto, pude comprobar que la industria cinematográfica y las industrias del entretenimiento no están funcionando como un campo ni como un sistema sino como un dispositivo de control que lo que controla es la circulación social del discurso. Hay discursos a los que les resulta casi imposible circular. Por eso, el discurso no es el campo donde se da esta batalla cultural, sino que es la herramienta gracias a la cual podemos aspirar a dar esa batalla. La buena noticia es que, gracias al arte, ellos ya tienen esa herramienta y están dando la pelea.

Fuente-Universidad Nacional de las Artes


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