Universidades: herramientas de transformación en América Latina y el Caribe – Por Dolly Montoya Castaño

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Dolly Montoya Castaño*

«Las universidades y este congreso pueden y deben trabajar armónicamente para que las instituciones educativas sean escuela de virtud, de pensamiento y de acción, proyectada hacia la solución de los problemas nacionales y universales, hija de su tiempo, abierta a todo y a todos, enemiga irreconciliable del enquistamiento y de la anquilosis”. Estas palabras, que expresan parte del carácter, esencia y responsabilidad social de la universidad latinoamericana, fueron mencionadas por el rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, doctor Carlos Martínez, anfitrión del Primer Congreso de Universidades Latinoamericanas realizado en septiembre de 1949.

Ese primer congreso significó el nacimiento de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (Udual), una organización que en la actualidad reúne cerca de 500 universidades e instituciones de educación superior de 22 países y es reconocida por la Unesco como órgano regional de asesoría y consulta. Esta organización, además de promover el intercambio académico entre sus instituciones afiliadas, ha centrado sus esfuerzos en la defensa de la autonomía universitaria, la libertad de pensamiento, cátedra e investigación como herramientas para la promoción del desarrollo social, económico y cultural de América Latina y el Caribe en condiciones de dignidad humana y justicia social.

Durante la segunda mitad del siglo XX los golpes de Estado, dictaduras y autoritarismos vividos en varios países de la región hacían de las universidades, por la naturaleza libre del conocimiento, escenarios para resguardar la vida y defender la democracia. En aquel contexto, la Udual fue probada en su capacidad para servir como organización de respaldo, mediación y denuncia internacional para la protección de los derechos humanos y la defensa misma de las universidades y los universitarios.

En la actualidad América Latina vive un período de convulsión social, política y económica. En Bolivia, a causa de las controversias y acusaciones en las últimas elecciones; en Venezuela, por la profunda crisis social y el éxodo de millones de hermanos venezolanos; en Ecuador, por la eliminación de los subsidios a los combustibles; en Haití, por la generalizada escasez de alimentos y gasolina; en Chile, porque pese a sus indicadores económicos es aguda la desigualdad, y en nuestro país, por la violencia contra los líderes sociales, el hastío de la corrupción y una extendida crisis en la educación.

Aun con las particularidades de cada país, debemos asumir que hay elementos que pueden ser comunes. Reconocernos como la región más desigual del planeta evidencia parte del problema. La intensidad de las movilizaciones en nuestros países muestra también que las demandas sociales se han acumulado y crecido mucho más rápido que las respuestas paquidérmicas de los sistemas e instituciones responsables en el Estado. Pese al crecimiento económico de la región en la década pasada, los países en Latinoamérica no han logrado garantizar los derechos sociales a la salud, al empleo digno, la jubilación decente y, menos aún, a la educación de calidad para todos.

Este contexto representa un enorme reto para las universidades latinoamericanas como centros de gestión del conocimiento, motor de innovaciones sociales, científicas, técnicas y tecnológicas necesarias para mejorar las condiciones de vida de nuestras comunidades en sus territorios. De igual manera, es una oportunidad para reafirmar la misión universitaria de formar ciudadanos integrales que actúen éticamente y que como profesionales tengan un elevado compromiso social.

Este reto y oportunidad para la universidad latinoamericana ha sido así reconocido por la Udual en el marco de su XX Asamblea General, realizada los pasados 28 y 29 de noviembre. En esta asamblea también se renovó la mesa directiva de la Unión. Como reconocimiento a la Universidad Nacional de Colombia y a su trayectoria como proyecto científico y cultural en la construcción de nación, expresión de una universidad que es socialmente responsable, fui elegida como nueva presidenta de la Udual para el periodo 2019-2022. Considero que esta elección constituye también una responsabilidad para el conjunto de universidades e instituciones educativas en Colombia, para que trabajemos juntas y, acorde a nuestra capacidad de respuesta a los problemas y necesidades locales, seamos ejemplo y apoyo para los países de la región.

Como evidencia, frente al actual periodo de movilizaciones hemos dispuesto los campus de la Universidad Nacional como escenarios de encuentro, diálogo y construcción académica de propuestas sociales para un mejor país. De igual manera, hemos ofrecido nuestra institución como garante y gestora del gran diálogo social que se debe emprender para que, como sociedad, lleguemos a las propuestas y acuerdos necesarios para los cambios sociales que reclama nuestra población. Así, hemos convocado también a nuestra comunidad universitaria a no cesar en la actividad académica de formación, investigación y en el trabajo con las comunidades. No hay mejor escenario para pensar, cuestionar y hacer avanzar a la sociedad que una universidad abierta, en pleno funcionamiento, que —como lo señalaba el doctor Martínez— no se anquilosa, ni se queda quieta.

Es tiempo para que Colombia y toda América Latina confíen en sus universidades como el mejor instrumento para transformar la sociedad. Desde la Udual reafirmamos nuestro propósito de contribuir al desarrollo de una sociedad libre, pacífica y democrática en favor de los ideales de unidad latinoamericana, de respeto a la dignidad humana y de justicia social.

* Rectora, Universidad Nacional de Colombia.

El Espectador


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