Redes 5G: una perspectiva crítica – Por Peter Bloom
Por Peter Bloom *
En muchos países de la región, escuchamos cada vez más sobre la necesidad de instalar redes 5G si queremos que las economías nacionales sigan siendo competitivas. Mientras que los operadores de redes móviles, al menos en algunos países ricos, ya han comenzado a instalar estas redes de la siguiente generación, en América Latina la introducción de esta tecnología está aún a años de distancia para la mayoría.
Sin embargo, es importante entender cómo se está posicionando la 5G por parte de ciertos actores y su eventual papel como catalizador para la acumulación y el despojo. Pero primero veamos de qué se trata esta tecnología.
La G en 5G significa generación. 5G es la quinta generación de una serie de tecnologías móviles inalámbricas que han existido durante casi 30 años. Históricamente, a medida que el potencial comercial de estas tecnologías crecía y se consolidaba, la industria de las telecomunicaciones, junto con el organismo de las Naciones Unidas encargado de las telecomunicaciones, la UIT, comenzó a establecer requisitos y especificaciones técnicas cada diez años, de ahí las sucesivas generaciones de 2G, 3G, 4G y ahora 5G.
La 5G, como propuesta técnica, pretende lograr tres cosas. Aumentar la capacidad (velocidad y rendimiento) de las redes de banda ancha móvil, aumentar masivamente el número y los tipos de dispositivos que pueden conectarse a la red, y aumentar la fiabilidad y reducir la latencia de la red.
De estas tres propuestas técnicas muy ambiciosas para la 5G, queda claro que la tecnología 5G se está posicionando como una plataforma para las industrias y los consumidores por igual, o, en la jerga de la industria de las telecomunicaciones móviles, «Nuevas verticales».
Estas verticales se refieren a ramas enteras de negocios como el transporte, la manufactura y el entretenimiento, para las cuales las redes 5G buscan convertirse en la infraestructura subyacente de comunicaciones y soporte, lo que presupone cambios importantes en la forma en que se hacen los negocios y se vive la vida.
Al igual que las generaciones anteriores de tecnología de redes, desde el telégrafo en adelante, las redes 5G probablemente impactarán (principalmente) en los espacios urbanos y tal vez incluso transformarán las relaciones sociales y económicas. Si bien esto no es inevitable, es sin duda parte del plan de quienes están detrás de la tecnología. Lo cierto es que el impacto de esta nueva tecnología de la comunicación sobre las economías, las sociedades y los espacios será diferenciado, creando nuevas formas de desigualdad y reforzando algunas ya existentes.
Una consecuencia evidente de la distribución geográfica desigual de las redes 5G, debido a problemas fundamentales de arquitectura de red y costes de despliegue, es que ampliará la brecha digital, dejando a millones, sino a miles de millones de personas, sin posibilidad de participar equitativamente en un mundo cada vez más digital. Más allá de eso, usando las tres propuestas técnicas de la 5G como marco para el análisis, podemos empezar a hacer algunas predicciones sobre cómo se desarrollarán las cosas.
El futuro con 5G
Como se mencionó anteriormente, la 5G está diseñada para ser increíblemente rápida; de diez a 50 veces más rápida que las redes 3G y 4G existentes. Esta nueva conectividad ultrarrápida está pensada principalmente para permitir la entrega de contenido de entretenimiento. Los promotores de la 5G pregonan una sociedad «hiperconectada» en la que todos y todas (¡si tienen una conexión!) podrán internarse en entornos de videojuegos y realidad virtual a través de sus teléfonos móviles.
Pero, ¿cuál es el efecto en el tejido social cuando la gente se repliega en su propio mundo digital? Ya hemos comenzado a ver los efectos negativos de la polarización y la manipulación masiva en las plataformas de los medios sociales, y éstas parecerán instrumentos muy toscos comparados con lo que está por venir.
La 5G propone conectar muchos más dispositivos, no sólo teléfonos y ordenadores, sino también sensores, vehículos terrestres, equipos industriales, dispositivos médicos implantados, drones, cámaras, etc. Para quienes ya estamos preocupados por la capacidad de vigilancia y los problemas de privacidad relacionados con las redes actuales y las plataformas de Internet, ¡ojo a lo que viene!
La propuesta fundamental subyacente a la supuesta 4ª Revolución Industrial que las redes 5G ayudarán a llevar a cabo, es conectar todo con todo lo demás y, al mismo tiempo, hacer que más cosas, incluyendo nuestros cuerpos, sean más conectables.
Si la forma actual en que se tratan nuestros datos personales es una indicación del futuro, esta fusión ciber-física será un desastre para la privacidad y el anonimato, además de ser increíblemente vulnerable a los hackers y a la manipulación por parte de actores estatales y no estatales.
Como las grandes plataformas de Internet como Google y Facebook ya han comprobado el modelo de negocio para la monetización de los datos personales, es casi inevitable que las empresas que vendan dispositivos «inteligentes» a futuro también recopilen y moneticen los flujos de datos que les lleguen masivamente.
Pronto, muchos más dispositivos recolectarán mucha más información personal sobre usted y esa información será almacenada, analizada, empaquetada y vendida por las empresas de dudosa confiabilidad que ya conocemos, además de un montón de nuevas empresas que probablemente no tengan idea de cómo manejar la información personal de manera responsable.
Otro motivo de preocupación es la forma en que los dispositivos personales conectados son y seguirán siendo más «personales», como en el caso de los implantes médicos, los juguetes sexuales, los sensores domésticos, etc.
Finalmente, el aspecto de alta confiabilidad y baja latencia de la 5G, a pesar de que aún no existe, es parte integral de un enfoque especulativo que está siendo realizado por el Capital a través de inversiones en, por ejemplo, nuevas compañías de transporte como Uber. En este momento, Uber y sus similares están utilizando choferes humanos (y clientes) para entrenar su Inteligencia Artificial con tantos datos que eventualmente serán capaces de eliminar a los conductores humanos por completo.
De hecho, su modelo de negocio y sus predicciones financieras así lo exigen; sin embargo, esta transformación altamente lucrativa no puede llevarse a cabo sin la infraestructura de red subyacente que la posibilita.
La 5G propone habilitar la «entrega remota de conjuntos de aptitudes», haciendo posible que los trabajadores laboren a distancia desde un régimen laboral dado, mientras producen valor en otro. Obviamente, esto sucede todo el tiempo en la industria manufacturera y en otras industrias «tercerizadas», pero esta nueva disposición permitiría externalizar más tipos de empleos, primero a los pobres de los países pobres, y luego a los robots o a los ordenadores, lo que terminará por eliminar esos empleos.
Una última consideración para los países latinoamericanos, que ha sido noticia recientemente, es la disputa geopolítica en torno a la 5G que está teniendo lugar entre China y Occidente (principalmente los EE.UU.). Lo que está en juego es quién controlará el futuro de esta tecnología y, por lo tanto, podrá ejercer su voluntad militar y económica. EE.UU. reconoce que se está quedando atrás de China en términos de su capacidad para ser un líder mundial en 5G .
Por lo tanto, está consiguiendo el apoyo de sus aliados para obstaculizar la influencia de China y su potencial alcance mediante el embargo y otras trabas. Esto prácticamente obliga a los países de América Latina a elegir un bando en una Guerra Fría tecnológica cada vez más intensa, en la que tienen poca libertad para determinar su propio camino y, en cambio, deben decidir con qué poder global e imperial alinearse.
El ascenso de la 5G presenta retos claros y profundos, tanto personales como colectivos. A medida que las tecnologías en red se incrusten más en nuestras vidas, los sectores tradicionalmente oprimidos son los que sentirán la mayoría de las consecuencias negativas de la vigilancia y el desplazamiento de puestos de trabajo. Pero no todo está perdido. Los trabajadores de la economía de plataformas e incluso los que trabajan para las grandes empresas de Internet están reaccionando.
Las minorías étnicas y la gente de color también. La organización regional, ciudadana y obrera es la única forma de mitigar los efectos negativos de la inminente 4ª Revolución Industrial. No hay una solución tecnológica a los problemas planteados en este artículo. Hay pocas dudas de que estas redes se irán instalando y, como región y sociedad, tenemos que elaborar estrategias coherentes y colaborativas para hacerles frente.
Afortunadamente, podemos inspirarnos en la gente que está en las primeras filas, aquellos que ya se sienten más afectados por los aspectos negativos de este sistema y que se están organizando para detenerlo.
* Coordinador General y Fundador de Rhizomatica, una organización dedicada a apoyar la autodeterminación por y para las comunidades con respecto a las tecnologías de la comunicación.
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