Plataforma Feminista por la Tierra: «Ni la tierra ni las mujeres somos territorios de conquista»
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Por María Paz Tibiletti
Mujeres líderes de organizaciones de base de todo el mundo viajaron a la ciudad de Córdoba para participar de la II Reunión Global de la Plataforma Feminista por la Tierra, organizada por la Fundación Plurales en asociación con la Coalición Internacional por la Tierra (ILC), bajo la consigna “Ni la tierra ni las mujeres somos territorios de conquista. Juntas en la lucha por la justicia de género y los derechos de las mujeres a la tierra”. Se trata de un espacio abierto estratégico e inclusivo integrado por organizaciones y líderes feministas de cuatro continentes que trabajan sobre los derechos de las mujeres a la tierra y la justicia de género. El objetivo de esta segunda reunión, que se desarrolló del 5 al 8 de noviembre, fue intercambiar experiencias entre organizaciones, identificar los conflictos comunes, establecer acuerdos y construir un plan de acción conjunto para los próximos 3 años.
Los derechos a la tierra, la propiedad y la vivienda son elementos esenciales para la igualdad, el bienestar y la autonomía económica de las mujeres, sobre todo en las economías rurales. Las mujeres representan, en promedio, el 43% de la fuerza de trabajo agrícola en los países en desarrollo y son responsables de más de la mitad de la producción de alimentos en el mundo, según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Sin embargo, menos del 20% de quienes poseen tierras a nivel global son mujeres. En América Latina y el Caribe, esa cifra se reduce al 18%.
Las mujeres no solo tienen menor acceso a la tierra que los hombres a nivel global, sino que además muchas veces sólo tienen los llamados derechos secundarios a la tierra: solo acceden a esos derechos a través de los hombres de su familia y pueden perderlos en caso de divorcio, de quedar viudas o de migración de sus maridos. La FAO señala también que aumentar el acceso de las mujeres a la tierra es crucial para combatir el hambre y la pobreza, al posibilitar seguridad alimentaria y nutricional para ellas, sus familias y sus comunidades.
En este contexto, y ante el aumento de las políticas extractivistas a nivel global y el impacto del cambio climático sobre la tierra, el territorio y los recursos naturales, en julio de 2019 nació la Plataforma Feminista por la Tierra —en el marco de la Conferencia Internacional Anual LANDac/19, desarrollada en los Países Bajos— con el objetivo de “desafiar las desigualdades relacionadas con los derechos de las mujeres a la tierra, resaltar el liderazgo de las mujeres y las perspectivas feministas en las luchas por el territorio, y tomar medidas sobre cuestiones de género”.
Las organizaciones fundadoras son: Fundación Plurales (Argentina), Espaço Feminista (Brasil), Luna Creciente (Ecuador), GROOTS Kenia (Kenia), Consejo Pastoral de Mujeres (Tanzania), PWESCR (India), AZUL (Marruecos), y Trashumancia y Naturaleza (España). Luego se sumaron Forum Mulher (Mozambique), Mujeres, Democracia y Ciudadanas AC – MUDECI (México), Tin Hinane – Association pour l’épanouissement des Femmes Nomades (Mali), y UBINIG – Investigación de políticas para la alternativa de desarrollo (Bangladesh). La Plataforma cuenta con el apoyo y consejo de CIFOR (Centro para la Investigación Forestal Internacional), IWGIA (Grupo de Trabajo Internacional para Asuntos Indígenas) y la International Land Coalition.
En esta ocasión, las organizaciones de Africa no pudieron asistir a la reunión: el gobierno argentino les negó las visas para ingresar al país. “Hay una clara intencionalidad de que gente de determinados países no ingrese a la Argentina. Incluso, en una de mis llamadas a la Cancillería pregunté por qué las compañeras de África no podían venir cuando yo he ido a sus países sin problema y me respondieron que Argentina es un país receptor, mientras que los países de África son expulsores. Entonces, ellos cierran las fronteras a quien quiera venir de allí porque, como son países pobres, suponen que todos los que vienen se van a quedar acá. Es una actitud claramente discriminatoria”, denunció Marta Esber, referente de la Fundación Plurales, a LATFEM.
Feminismos globales, miradas particulares
A lo largo de cinco días, las líderes de las organizaciones expusieron sus problemáticas y compartieron sus experiencias de lucha y organización. Desde Brasil, Patricia Cháves, referente de Espaço Feminista, denunció el ataque del gobierno fascista de Jair Bolsonaro contra los movimientos feminista, campesino, afro e indígena y señaló la necesidad de construir una estrategia común para frenar el avance de derecha conservadora y fundamentalista en la región. “Este gobierno de derecha ataca fuertemente al movimiento feminista. Somos el blanco de sus ataques junto a los movimientos campesinos, negros e indígenas. Pero, a pesar de todo, hay un feminismo popular que crece en toda América Latina y el Caribe y si hay un grupo capaz de hacer la diferencia somos las feministas. Tenemos que dejar nuestras diferencias de lado para enfrentar la agenda conservadora”, aseguró.
Clara Merino Serrano, del colectivo Luna Creciente, se refirió al rol del movimiento campesino indígena y, particularmente, al de las mujeres indígenas, en las recientes protestas sociales en Ecuador. Además, señaló cómo muchas de las organizaciones feministas en ese país surgieron y se fortalecieron en el marco de la lucha campesina e indígena por la tierra y la discusión sobre la reforma agraria, y cómo esa lucha les permitió también incorporar los derechos sexuales y reproductivos en la agenda de sus organizaciones. “Para nosotras no se trata solo del derecho a la tierra sino también a los territorios y a la soberanía de nuestros cuerpos. Y esto tiene que ver con el concepto de vivir una vida digna y con respeto a la naturaleza, ya no como un recurso sino como parte de una cosmovisión y de nuestra identidad. En la búsqueda de esa vida digna, el rol de las mujeres es central no sólo como trabajadoras de la tierra sino también como cuidadoras de la vida en un sentido amplio. Hoy el nuevo modelo neoliberal es el extractivismo y si no peleamos contra eso no tendremos ningún tipo de acceso a una vida en dignidad”, manifestó.
Desde la India, Priti Darooka se refirió a las demandas feministas en el sur de Asia y la importancia de abordar el derecho a la tierra desde una perspectiva feminista, que incluya soberanía alimentaria, justicia social y justicia ambiental. “En los últimos años, empezamos a pedir que no solo se hable de la pobreza sino de todas las formas de desigualdad hacia las mujeres y el aspecto multidimensional de la pobreza que afecta principalmente a las mujeres. Y allí el aspecto más importante tiene que ver con el trabajo no remunerado de las mujeres como factor de desigualdad. Las mujeres somos quienes trabajamos la tierra, quienes producimos la mayor cantidad de alimentos, pero ese trabajo no siempre es reconocido y muchas veces es invisibilizado”, denunció la activista y fundadora del Programa de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Mujeres (PWESCR). Para Darooka reconocer el trabajo no remunerado de las mujeres es una demanda central que permite redefinir el concepto de trabajo y quiénes son lxs sujetxs trabajadorxs, así como también de quién es el derecho a la propiedad intelectual, la posesión, la producción y el comercio del trabajo agrícola, algo clave en tiempos en que Bayer-Monsanto pretenden apropiarse hasta de las semillas.
Defensoras ambientales en la COP25
Hasta el 13 de diciembre, la Plataforma Feminista por la Tierra estará participando de la COP25, la 25ª Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, donde se reunirán más de 25.000 representantes de 200 países para alcanzar acuerdos y compromisos entre naciones para combatir los efectos del cambio climático. El tema central de esta edición será avanzar en la implementación del Acuerdo de París y, principalmente, de su artículo 6, aquel que busca regular los mecanismos de mercado para reducir las emisiones. Se trata del único artículo del Acuerdo que hace referencia al sector privado y, para sorpresa de nadie, es el que más controversias genera.
Desde la Fundación Plurales celebraron la participación de la Plataforma Feminista por la Tierra en la COP25 y señalaron: “Es una oportunidad para visibilizar estrategias comunitarias de resistencia, lideradas por mujeres defensoras ambientales, que están generando impactos a distintas escalas locales y globales. Será un espacio de intercambio sobre el avance del modelo extractivista y sus efectos en los derechos humanos de las mujeres y sus comunidades”. “Si bien el cambio climático nos afecta a todxs, impacta principalmente y de forma diferencial a las mujeres rurales e indígenas. Son ellas quienes ponen sus cuerpos y vidas en riesgo cada vez que defienden sus territorios ante el avance de empresas extractivas, o las miradas ajenas de gobiernos que priorizan intereses económicos frente a la libre determinación de los pueblos y la sustentabilidad de los bienes naturales”, agregaron.
La cumbre comenzó el 2 de diciembre bajo la presidencia de Chile en Madrid, España, pero su sede original era Santiago de Chile. El 31 de octubre el presidente Sebastián Piñera decidió suspender la cumbre climática por el estallido social en el país trasandino y anunció que no asistiría a la cumbre en la ciudad española. La cancelación de Piñera no fue bien recibida por los movimientos sociales chilenos que convocan a replicar la Marcha por el Clima en Santiago de Chile el viernes 6 de diciembre en el marco de Cumbre Social por el Clima, conocida como “Contracumbre”. En Madrid, la marcha estará encabezada por la joven activista Greta Thunberg y se espera que participen más de 100 mil personas.