Juan Guaidó: “Necesitamos una solución en Venezuela sea como sea”

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Por Javier Lafuente

Hace un año, por estas fechas, Juan Guaidó (La Guaira, 36 años) era prácticamente un político desconocido incluso en Venezuela. Sabía, no obstante, que el 5 de enero sería elegido presidente de la Asamblea Nacional y aquello desencadenaría una ola de acontecimientos que pondrían durante meses en jaque al Gobierno de Nicolás Maduro. El dirigente de Voluntad Popular, el partido fundado por Leopoldo López, se proclamó el 23 de enero presidente interino de Venezuela y como tal ha sido reconocido por más de 60 países, entre ellos España. Pese a que no se ha cumplido nada del mantra que repitió hasta la saciedad —cese de la usurpación, Gobierno de transición, elecciones libres— Guaidó se muestra optimista durante la entrevista con EL PAÍS, más de una hora de charla en su despacho del edificio que ha convertido en una suerte de sede presidencial. Ha dedicado toda la mañana —y todo diciembre, explica— a reunirse con distintos sectores para tratar de ampliar sus apoyos. Cuando termina la conversación, se despide con una sonrisa y advierte: “Ya verá, va a ser otro año bien interesante, muy movido”.

Pregunta. ¿Me puede definir este 2019 en una palabra?

Respuesta. Lucha, insurgencia podríamos decir. Veníamos de un 2018 inexistente e insurgió un movimiento que pone en jaque en repetidas ocasiones a una dictadura.

P. Mucha gente siente que también ha sido un fracaso.

R. Frustración no es lo mismo que resignación.

P. Digo fracaso, no frustración.

R. Bueno, pero es que ¿cuál es la medida? ¿cuál es la variable? Si es que Maduro está en Miraflores, es una variable absurda para entrar a analizar 2019, cuando veníamos de unas expectativas de menos diez. Si esa es la variable, no solamente sería injusto para mí, sino para la sociedad venezolana, que ha resistido los embates, que mantuvo una movilización, una visibilización de la crisis, que tuvo una ratificación con el informe de la delegación de derechos humanos de Michelle Bachelet.

P. Usted siempre ha repetido que el camino era el cese de la usurpación, un Gobierno de transición y elecciones libres. Ese cese de la usurpación no se ha dado.

R. Pero todo el mundo dice que hay una usurpación en Venezuela. [Maduro] Ejerce su función como dictador, no como presidente electo. Hay terror, hay violaciones de derechos humanos, ecocidio a través del uso y abuso de los recursos del Estado. En 2018 no había expectativas, la palabra no era insurrección, era ilusión. Todo el mundo decía: “Ojalá…”.

P. Pero esa ilusión, ese ojalá, aún se mantiene.

R. No, es distinto. Ahora es cuándo o cómo. La diferencia pareciera sutil, pero es muy distinto. El cuándo implica qué estoy buscando y el cómo, que estoy buscando las herramientas para lograrlo.

P. ¿Qué puede hacer después de un año de muchas promesas y pocos resultados?

R. De nuevo, si medimos el resultado en que Maduro está en la silla de Miraflores ejerciendo como dictador, es injusto. La esperanza del cambio se mantiene. Hoy ya es mi quinto día de reuniones con sectores empresariales, magisteriales, enfermeras, estudiantes universitarios. Es decir, no solo vamos a articular el sector político, vamos a articular todo el país, hace un año no teníamos esa oportunidad. Maduro está en Miraflores y yo estoy libre a pesar de que soy una cantidad de cosas inmencionables. Si la variable es que Maduro sigue en Miraflores, ni discutamos, no hay ni siquiera debate.

P. ¿En qué se ha equivocado?

R. Probablemente subestimamos la capacidad de hacer daño de la dictadura. Creo que faltó el factor Fuerzas Armadas. No ha sido suficiente para lograr vencer el miedo, no solamente de la población sino de la coalición dominante, del círculo interno de la dictadura que se pudiera creer que por momentos están dispuestos a una salida negociada, como en el caso de la mediación de Noruega. Intentamos atraer una transición con factores de poder, en el caso de las Fuerzas Armadas, el 30 de abril, que más allá del hecho fue insuficiente para lograr generar la transición. Hoy vivimos una dictadura que escala niveles indescifrables. Todos los indicadores son de guerra. En Venezuela no hubo bombas, pero se escucha el llanto.

P. Este análisis tan duro lo han repetido en 2014, en 2017. ¿Pensó realmente que tenía menos poder del que realmente tiene?

R. ¿Hablando de Maduro?

P. Sí.

R. Pensamos que podrían haberlo abandonado más rápido. El quebrantamiento de la coalición dominante no ha sido tampoco menor: la fiscal Luisa Ortega, Rafael Ramírez, Hugo Carvajal, Cristopher Figuera, los militares de la Carlota… Seis mil hombres desertaron de las Fuerzas Armadas y lo que hicieron hace unos días fue formalizar que se fueron. El resquebrajamiento de la coalición dominante ha sido mucho más lento de lo que quisiéramos, el reto es ver cómo generamos la presión suficiente para la transición a la democracia en Venezuela. Hay que alinear todas las variables simultáneamente: la presión social, el forzar definiciones, extender los puentes con los que pudieran dar un paso y extender alternativas, incluso al dictador.

P. ¿Qué parte de lo hecho este año es consciente de que ya no le vale?

R. Hay que analizar los mensajes hacia las Fuerzas Armadas, hay que mejorarlos, no es que no valgan, sino que hay que buscar alternativas. Hay un escenario donde Maduro decida inmolarse en el poder, a pesar de que su entorno quisiera dar un paso a la transición. Ese escenario es bien complejo porque nos colocaría ante una resistencia que nadie quiere. Los únicos que se están preparando para esto, por cierto, son ellos cuando le entreguen el fusil a la supuesta milicia.

P. La milicia está concebida para una respuesta militar. Usted ha repetido que todas las opciones están sobre la mesa. ¿Descarta la intervención militar, cree que tiene algún sentido?

R. Yo creo que no. Yo no veo una intervención militar formal. Yo creo que hay otra página distinta. Tenemos la posibilidad de elegir un nuevo CNE [Consejo Nacional Electoral], que abriera las puertas a unas elecciones realmente libres. Existió la iniciativa de proponer un Consejo de Estado para que se diera la transición… Poner en la mesa la opción de una intervención, que es el símil de una guerra, no creo que sea positivo, ni es factible. Lo que tenemos que buscar son herramientas para desplazar a la dictadura.

P. A nadie le ha sorprendido que el chavismo haya jugado al desgaste. Pero tampoco parece sorprender que la oposición se haya vuelto a resquebrajar. ¿Por qué han vuelto a caer en los mismos errores?

R. Creo que es dura la apreciación de que se resquebraja la unidad. Se mantiene la mayoría del Parlamento a pesar de que 31 diputados están fuera, uno preso y 30 en el exilio. La dictadura ha buscado sistemáticamente destruirnos, no solo moralmente, sino físicamente. Hay otro espectro de la oposición, no voy a hacer referencia de si son mayoritarios o minoritarios, que están ahora en una supuesta mesa de diálogo. Y luego está el espectro de María Corina Machado, importantísima, con una muy buena voz a nivel internacional, que opta más por una opción de fuerza. El reto va a ser cómo alineamos todos estos grupos.

P. Sí, da la impresión de que el desgaste de la oposición es mayor que el del chavismo. ¿Por qué sigue habiendo esa lucha de poder dentro de la oposición?

R. Es que debo diferir ahí, porque incluso numéricamente, a nivel de opinión pública, el chavismo está en su peor momento en los últimos 20 años y no así la oposición.

P. Se lo pregunto de otra manera, ¿qué le ha defraudado de la oposición?

R. Déjeme ver… Se lo voy a poner de otra manera. ¿Qué me gustaría más? Un mejor esquema comunicacional, una narrativa y una justificación histórica más clara de cara al futuro. Los necesitamos a todos, con los que tenemos hoy no fue suficiente. Incluso necesitamos un sector del chavismo. Quiero más unidad. La percepción de división puede generar daños.

P. Usted fue reconocido como presidente interino por más de 60 países. Ahora mismo, la situación en algunos países de América Latina que son aliados, como Colombia o Chile, es convulsa; Macri ya no está en el poder en Argentina. ¿Cómo siente el apoyo de la comunidad internacional?

R. Lo primero es que hay un gran resentimiento con la dictadura de Maduro por financiar grupos y células violentas en algunos países. La preocupación por Venezuela es mayor.

P. La preocupación puede ser mayor, pero la atención es indudablemente menor.

R. Creo que es un escenario mucho más adverso para él. Lo que sucedió en Bolivia, por ejemplo, no estaba en las cuentas de, probablemente, muchos; Uruguay, con Lacalle Pou; El Salvador, Guatemala, con la llegada del presidente Giammattei…

P. Pero está Argentina, que ha recibido a un ministro [Jorge Rodríguez] en su toma de posesión; México, que no lo ha reconocido como presidente; en la Asamblea de Naciones Unidas quien habló en nombre de Venezuela fue Delcy Rodríguez. Esta semana, el canciller Jorge Arreaza se ha reunido con un secretario de Estado español. ¿Qué le dice todo eso?

R. Vamos a lo práctico. Ellos necesitan de dinero y no van a recibirlo de ninguno de esos países que acaba de nombrar. Ellos necesitan esas fotos, pero el hecho es que no fue Maduro, fueron emisarios. Está solo y desesperado, está buscando alguna foto así sea con un ministro.

P. Eso mismo se le puede aplicar a usted. Si ellos tienen más visibilidad, ustedes menos.

R. Visto desde esa lógica, es cierto. Ahora, lo cierto es que este país está en dictadura, que todo mi círculo cercano está preso, en el exilio, torturado. Nosotros no tenemos la capacidad que tiene la dictadura de manejar los medios públicos, Telesur, invertir en propaganda… Nosotros hemos logrado que se hable de esto en el mundo.

P. ¿De qué les sirve tanto poder virtual?

R. Hay en elementos concretos. Hoy tengo la capacidad de movilización y articulación de los sectores de las fuerzas vivas, de la comunidad internacional, de buscar presión diplomática, de que no se permita que se trafique con oro venezolano para que financien el Estado. Es un elemento fáctico la posibilidad de construir a futuro una cooperación de muchos factores para atender la emergencia de manera inmediata, son factores que no teníamos hace un año y son elementos fácticos.

P. ¿Qué posibilidades hay de que a partir del 5 de enero no siga siendo presidente de la Asamblea Nacional?

R. Bueno, hay una posibilidad. Creo que es muy, muy escasa.

P. No ha habido cese de la usurpación. No ha habido Gobierno de transición. ¿Es hora de pensar en elecciones libres?

R. Lo estamos pensando desde el 5 de enero de este año.

P. Me refiero sin que se cumplan las otras dos variables.

R. Para que sean elecciones libres tiene que haber un árbitro independiente, poder elegir nuestros candidatos, no la dictadura a través de la inhabilitación o la persecución.

P. ¿Estudia la posibilidad de unas elecciones sin que se cumplan las otras dos variables?

R. Hay que tener unas elecciones libres. Sin un nuevo CNE no existe una elección libre. El gran dilema es: ¿es posible poder tener la reinstitucionalización y la garantía de una elección presidencial con Maduro en Miraflores? Eso es un debate en curso.

P. ¿Y usted qué opina?

R. Hoy creo que no. Eso puede cambiar a partir del 5 de enero, con un CNE electo por el Parlamento, un Parlamento en plenas funciones. Hoy con Maduro ahí no habría elecciones libres realmente.

P. Pero si cambiase del CNE…

R. En el terreno de las suposiciones y la especulación, si tenemos un nuevo CNE, todos los candidatos habilitados, los partidos legalizados, un Tribunal Supremo de Justicia imparcial, bueno, eso ya es una transición de por sí.

P. ¿Está abocada Venezuela a un pacto entre las élites políticas?

R. ¿En torno a una solución?

P. Sí.

R. Todos queremos una solución real que ponga fin al conflicto y regrese la normalidad del país, que genere dignidad, que sean los venezolanos quienes puedan expresarse y decir nuestro futuro. Necesitamos una solución sea como sea en Venezuela. Antes, queríamos cambio y lo demostramos en 2015. Hoy lo necesitamos, es un tema de subsistencia, un tema de supervivencia para el venezolano. Yo creo que el país estaría feliz de cualquier solución, sea como sea, con responsabilidad por supuesto.

P. ¿Por qué precipitaron la ofensiva del 30 de abril?

R. Más bien nos tardamos, fue el momento en que tuve la capacidad de mover las Fuerzas Armadas. Nosotros no estamos pidiendo que se rebelen las Fuerzas Armadas o que, digamos, se subleve; por el contrario, que se pongan de acuerdo para que busquemos una elección presidencial libre. En ese momento logramos el respaldo de un grupo importante. Algunos se echaron atrás.

P. ¿De qué sirvió?

R. Lo único que lamento es que no tengamos más hoy para volver a intentar una transición democrática que dé gobernabilidad.

P. Le insisto, más de siete meses después, ¿de qué cree que sirvió?

R. De que hablemos de esto hoy, que el mundo sepa que hay un descontento en las Fuerzas Armadas, de que no son monolíticas, de que el director de inteligencia del mismo Maduro está en contra de él. También de que no es suficiente, de que hay que buscar un mayor respaldo para poder producir la transición.

P. Hay quien cree que solo sirvió para lograr la liberación de Leopoldo López.

R. Bueno, eso es una reducción al absurdo.

P. ¿Cómo es su relación con Leopoldo López?

R. Muy buena, muy constructiva en muchos aspectos, en la consciencia de que hoy soy el presidente encargado de Venezuela, el presidente del Parlamento y él el coordinador nacional del partido que fundamos hace ya 10 años.

P. Él también es su padre político, quien le puso donde está. ¿Cuánto influye en usted?

R. Estamos en una situación inédita y quiero procurar gobernabilidad y estabilidad. Mal pudiera yo subyugarme a una persona, dos o tres. Consulto no solamente a Leopoldo, sino a muchos otros líderes de la oposición, a aliados importantes en el mundo.

P. ¿Fue un error cómo se gestionó el intento de ingreso de ayuda humanitaria el 23 de febrero?

R. Fue un error de comunicación, porque la intención era un gesto importante y todavía necesario. Se erró en comunicar esa percepción de que se perdió algo. No podría ser un error buscar ayuda para la gente.

P. ¿Y de gestión? Se terminó quemando un camión del lado opositor, no se ha vuelto a saber nada del dinero recaudado durante el concierto que organizó Richard Branson.

R. Se demostró la vocación totalitaria del régimen y que no están interesados en ayudar sino en controlar.

P. Con los meses trascendieron unas fotos suyas del momento en que cruzó la frontera, con paramilitares colombianos. ¿Cómo explica esas fotos?

R. Muy sencillo. Está cerrada la frontera colombovenezolana, está tomada no solamente por paramilitares, sino por guerrillas, ELN, fuerzas de la FARC. Muchos de los venezolanos tienen que pasar por trochas. Que quieran utilizar eso para vincularme con una cosa u otra, es un absoluto absurdo.

P. Usted cruza la frontera con Colombia, donde sabe que hay paramilitares, donde sabe que ocurre todo lo que dice y le ayuda un tipo que está armado. ¿No le pareció extraño?

R. Lo extraño es que tuve que salir por ahí, yo tuve que haber salido por el aeropuerto, pero estoy perseguido.

P. Usted se apoyó en esa gente para poder cruzar.

R. Evidentemente, no.

P. ¿No le ayudaron?

P. No.

P. Cuesta creer que sabiendo cómo está la trocha, se encuentra con un tipo armado, se hace una foto con él y diga que no colaboró, que no le ayudó a pasar. ¿Se equivocó?

R. Es que a ver, de nuevo, si yo le dijera hoy: “Vamos a cruzar a Colombia. Vámonos a San Antonio y cruzamos el puente Simón Bolívar” y a ti te está persiguiendo el Ejército, los colectivos, la Guardia nacional y todo el aparato represivo del Estado, mira, cualquier poblador en San Antonio, cualquiera, en Ureña, en San Cristóbal, te dice: “No, tranquilo, vente, pasamos por ahí”.

P. ¿Qué pensó cuando se destaparon los recientes casos de corrupción de diputados de la oposición?

R. Mucha tristeza, hemos luchado durante años contra cualquier forma de corrupción. Lo interesante es, y lo celebro, el rechazo inmediato de la sociedad y también en general de la oposición.

P. ¿Qué expectativas tiene de Josep Borrell como jefe de la diplomacia de la Unión Europea?

R. Muchísimas. En general, de Europa esperamos firmeza con respecto a la crisis de Venezuela. También de España, que tradicionalmente ha liderado todo lo que tiene que ver Europa respecto a Iberoamérica.

P. En una entrevista a este diario, Borrell dijo que las sanciones de Estados Unidos están golpeando a la gente de Venezuela.

R. Al final del día, cuando nosotros hablamos de más sanciones nos referimos a herramientas específicas de presión. Maduro no va a tener una epifanía mañana y se va a dar cuenta: “Mira, destruimos Venezuela. Vamos a abrir la compuerta al cambio y a la solución”. ¿Qué espero específicamente? Bueno, que logremos las presiones necesarias para aproximar una solución al conflicto que vive Venezuela. Llamémosle como le queramos llamar. En este caso, pareciera que una de las presiones que pudieron funcionar son las sanciones. Si encontramos otras, bienvenidas sean.

P. ¿No ha pecado de ser un esprínter dentro de un maratón?

R. Yo no hago maratón, pero troto eventualmente. Los maratonistas, una vez pasado el kilómetro 30 llaman a esa fase la muralla o la pared, donde te empiezas a cuestionar: “¿Para qué corrí?” Yo creo que estamos en esa fase en Venezuela.

P. ¿En qué kilómetro?

R. En la última fase. Yo creo que ya hemos corrido mucho.

El País

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