Entrevista a Piñera tras 70 días de estallido social: “Para algunos nada es suficiente”

1.070

Sebastián Piñera: «Lo peor de esta crisis ya pasó y ahora toca aprender las lecciones para construir un país mejor entre todos»

El Presidente dice que cambió y que se siente parte de la solución a la crisis. Los más de 70 días que ha perdurado el estallido redefinieron los énfasis de la agenda de gobierno y la nueva apuesta del Mandatario es la convocatoria a una hoja de ruta -consensuada, asegura, por la clase política y la sociedad civil- que neutralice la posibilidad de otro quiebre.

Por Gloria Faúndez

Tres anuncios alista el Presidente Sebastián Piñera para los próximos días: la reforma de pensiones, la de salud y la convocatoria a construir una hoja de ruta -como le llama- para definir en un gran acuerdo transversal el futuro de los años venideros. Una suerte de cierre -señalan en el gobierno- para comenzar a dejar atrás lo peor de la crisis que en los últimos 70 días cambió al país.

-En 2010, en esta misma época, su escenario político era muy distinto: lideraba una derecha que retornaba a La Moneda y disfrutaba de un peak de popularidad porque se había producido el rescate de la mina San José. Hoy su gobierno enfrenta mínimos históricos de aprobación y el país está en una crisis. ¿Qué reflexión le provoca esta situación?

-Chile ha cambiado mucho en los últimos 30 años, 10 años y, sobre todo, en los últimos 70 días. El caso de los mineros mostró lo mejor de Chile y del pueblo chileno. Unidad, fe, voluntad. Esta crisis ha mostrado contrastes de la sociedad chilena, porque hemos tenido cosas muy buenas y cosas muy malas. Si usted analiza el año 2018 e incluso el 2019, hasta el 18 de octubre, Chile venía avanzando. Estábamos creciendo con fuerza, creando empleos, mejorando los salarios. Pero, a pesar de esos avances, había muchas grietas que surgieron con fuerza a partir de ese viernes. No tuvimos la suficiente sensibilidad para darnos cuenta de ello, no teníamos el sentido de urgencia que se requería. Esa es la gran lección de estos 70 días.

-¿Qué le pasa a un Presidente que ha vivido estas dos caras?
-La desaprobación duele, porque desde que me levanto en la mañana hasta que me acuesto en las noches, el único norte que guía nuestra acción es lograr una sociedad que no solo crezca y se desarrolle, sino que permita que cada chileno tenga un lugar para aportar y uno para beneficiarse de los frutos de ese desarrollo. Estábamos avanzando en reformas para mejorar la calidad de vida de los sectores más postergados. Por ejemplo, la tercera edad, los niños. El 18 de octubre el cuadro cambió.

-¿Cómo esperaba que se recordara su segundo mandato antes del 18 de octubre y cómo cree que se va a recordar ahora?
-Antes del 18 de octubre teníamos un programa de gobierno que era básicamente que Chile lograra un desarrollo y un progreso integral, no solo económico, sino que también en el campo de los valores, de la cultura. Después del 18 de octubre, los principios y los valores no han cambiado, pero Chile cambió, los chilenos cambiamos, el gobierno cambió y este Presidente también. Hemos hecho muchas cosas (pero), si yo quisiera mirar hacia adelante, lo que está pendiente, además de implementar en su totalidad la agenda social que le hemos planteado al país, con aumento de pensiones, bonos extraordinarios, estabilizar los precios de los servicios básicos, destaco tres. Primero, una gran reforma al sistema de pensiones que favorezca a la clase media, a las mujeres, a los adultos mayores no valentes y eso lo vamos a plantear al país en los próximos días; que reestructuren la industria de las AFP, para que sea más competitiva, más transparente, más abierta y más justa…

-Pero manteniendo la industria…
-Manteniendo el sistema de capitalización individual. Creemos que el ahorro previsional les pertenece a los trabajadores y queremos proteger ese principio, pero también entendemos que el sistema previsional tiene que incorporar niveles más grandes de solidaridad. Una segunda gran reforma -que también anunciaremos en los próximos días- es una reforma al sistema de salud para mejorar el acceso, calidad y la dignidad de la salud que reciben las personas. Y esto se va a hacer con una reforma profunda a Fonasa y también a las isapres, creando un plan universal de salud para todos, que le asegura a todo el mundo un plan básico de salud y, por encima de ello, podrá haber planes adicionales. Y la tercera gran prioridad que tenemos es acordar con la sociedad, con los partidos políticos, con la sociedad civil, una hoja de ruta para la década que va a comenzar en unos días más, que nos permita seguir avanzando en las grandes prioridades de los chilenos: empleo, salarios, salud, educación, seguridad ciudadana. Ese gran acuerdo lo requerimos. La noche del martes 12 de noviembre recuerdo que les pedí a todos los asesores y ministros que me dejaran un momento solo. Aquí. Y tomé una decisión. Tenía dos caminos: restablecer un estado de emergencia o un estado de sitio, como pedían algunos, o el camino de darles una nueva oportunidad a la paz y al diálogo, y por eso esa noche le planteé al país tres grandes acuerdos. Un acuerdo por la paz, un acuerdo por la justicia social y un acuerdo para hacer que la Constitución sea el marco de unidad y de estabilidad que la sociedad chilena requería. Dos días después, y esto lo aprecio, lo valoro y lo reconozco, muchos partidos políticos llegaron a un acuerdo en materia constitucional. Eso fue un gran avance. Lo que necesitamos ahora es que el mismo espíritu que nos permitió llegar a ese acuerdo, nos permita llegar a una hoja de ruta para que todos los chilenos comprendamos que esto no es algo que se va a resolver en unos pocos días, unos pocos meses. Es una hoja de ruta que tenemos que recorrer juntos para que lo que ha pasado en estos últimos dos meses no se repita en nuestro país.

-Presidente, ¿reconoce que en esta crisis ha cometido errores? Al aludir a la existencia de una guerra, acompañar a su nieto a comer pizzas, la insistencia en la injerencia extranjera en el estallido, minimizar las violaciones de los DD.HH.
-(Lo de las pizzas) es una anécdota. Ese día llegué a La Moneda muy temprano en la mañana y me fui como a las 3-4 de la mañana y tenía un compromiso adquirido con un nieto. Me demoré 45 minutos. Si pudiera volver atrás, le habría dicho “nieto, se lo prometí, sé que para ti era muy importante, y no habría ido”. Lo reconozco. Respecto del tema de la guerra, fue mal entendida esa palabra. Lo que digo es que estábamos enfrentando a un enemigo poderoso, que no respetaba a nada ni a nadie. Ese era al que teníamos que confrontar y no había que minimizar el peligro que eso significaba.

-¿No fue un error hablar de guerra? Se exacerbaron los ánimos…
-Mire, mire, hay algunos que han criticado a este Presidente porque boga o porque no boga, es casi una reacción automática. Pero el sentido de mis palabras era que una democracia tiene el derecho y la obligación de defenderse de enemigos tan implacables y poderosos como los que han causado el tremendo daño que Chile ha sufrido en las últimas semanas y lo tiene que hacer dentro del marco de la Constitución y del estado de derecho. Estoy consciente de que en algunos casos los derechos humanos no fueron respetados, fueron abusados o atropellados por mal criterio o por uso excesivo de la fuerza. Todos esos casos el gobierno hizo lo posible para que los antecedentes fueran investigados por las instituciones a través de sumarios internos, pero, además de eso, que todos se pusieran a disposición de la fiscalía para que los investigara y el Poder Judicial los juzgara.

-¿Por qué siempre que se abordan las violaciones a los DD.HH. pone como contrapartida el orden público? Da la impresión de que trata de equiparar ambas situaciones. Y si asegura haber dado instrucciones para el respeto de los DD.HH. ¿se siente satisfecho con los resultados?
-El orden público es fundamental para asegurar a las personas la paz y la seguridad y que puedan desarrollar sus vidas con normalidad. Es un derecho que tienen los ciudadanos y el Estado tiene la obligación de hacer lo que está a su alcance, dentro del marco de la ley, para proteger y resguardar ese derecho. Cuando los carabineros salen a las calles, salen a proteger a la gente, a cuidarla. ¿Significa eso que todos actúan dentro del marco de la ley? No. Estoy consciente de que algunos no respetaron las leyes, no cumplieron los protocolos, hicieron uso excesivo o abusivo de la fuerza o actuaron con mal criterio y atropellaron y violentaron derechos humanos de las personas. Y eso no puede ser tolerado.

-Es que usted habla de “algunos”, cuando hay cuatro informes que califican, si bien no de situaciones sistemáticas, sí generalizadas, graves y preocupantes las violaciones a los derechos humanos…
-Estoy de acuerdo que los atropellos a los derechos humanos son graves y que fueron reiterados. Pero quiero decir algo, tenemos 60.000 carabineros en nuestro país y, por lo tanto, no confundamos la acción condenable y repudiable de algunos, con lo que es la institución. El tema de derechos humanos para mí es un tema extraordinariamente sensible, es algo que heredé de mis padres y por eso para mí es un tema que no solo tiene una dimensión ética y moral, sino que me afecta lo más íntimo. A lo largo de mi vida, el respeto a los derechos humanos ha sido un patrón de conducta permanente. Y por esa razón, yo lamento y siento cada una de las muertes, cada uno de los atropellos, pero también, y esto no es para equiparar, sino que simplemente para ponerlo en contexto, vivimos días de extrema violencia.

-¿Por qué se le ha visto quizás más preocupado de la defensa del orden público, el resguardo de la propiedad pública y privada, que de las víctimas de violaciones a los DD.HH.?
-He visitado víctimas tanto de Carabineros como de la sociedad civil…

-Yo no lo tengo claro, me imagino que la opinión pública tampoco…
-He visitado, también, víctimas civiles que sufrieron por esta violencia o por atropellos de los derechos humanos. Para mí, el atropello a los derechos humanos es algo condenable siempre, en todo tiempo, en todo lugar y en toda circunstancia.

-¿Por qué no le ha parecido pertinente la remoción del general director de Carabineros?
-De todos los carabineros o cualquier otro agente del Estado que ha estado involucrado en atropellos a los derechos humanos hemos puesto los antecedentes en manos de la fiscalía para que sean investigados y para que sean juzgados por los tribunales, y eso ha sido sin ninguna excepción. Hemos hecho cambios en el Alto Mando de Carabineros. Hace unos días, cambiamos al jefe de las Fuerzas Especiales y al jefe de la Inteligencia. Pero en esto hay que ser muy prudente y cuidadoso de cuál es la responsabilidad que le corresponde a cada uno. Tengo la firme convicción de que el general Rozas ha hecho todos los esfuerzos a su alcance para prevenir y evitar atropellos a los derechos humanos y que cuando estos han ocurrido ha hecho todos los esfuerzos para que esos casos no queden en la impunidad a través de sumarios internos de Carabineros y de poner los antecedentes en manos de la fiscalía y, posteriormente, de los tribunales.

-Tras estos 70 días este no es el gobierno que pensó, no tiene la agenda por la que votó la mayoría de los chilenos hace poco más de un año, cambió a su equipo más cercano. ¿Cómo lo ha vivido?
-Han sido días duros y difíciles, intensos, tensos, llenos de problemas y nos ha obligado a tomar decisiones muy difíciles. Afortunadamente, tengo una fortaleza física, intelectual, emocional que me permite no solo convivir con estas tensiones y presiones, sino que mantener la capacidad de actuar como Presidente. Pero he visto a mi alrededor mucho dolor y mucho sufrimiento. Por ejemplo, mi familia lo ha pasado muy mal…

-Un hijo suyo se fue de Chile y hubo rumores de que se iban más…
-En Chile es muy difícil ser hijo de Presidente. Pero uno de mis hijos, mucho antes del 18 de octubre, había decidido pasar un año en Australia con su familia por proyectos académicos y laborales. Y él está en Australia. Mis otros tres hijos están aquí, en Chile. Mi familia lo ha pasado muy mal, muy mal, porque hay hijos, hay nietos… No le quiero profundizar, también hay amenazas, riesgos, pero han sido un puntal de apoyo, de comprensión.

-Y en el caso de su equipo político…
-Días después del 18 de octubre tomé la decisión de hacer un cambio de gabinete y cambiamos figuras muy cercanas, muy queridas en el equipo político y en el equipo económico-social. Las de ahora son personas más jóvenes, con más cercanía y empatía con la opinión pública. Y yo estimé que eso era necesario. Nunca es fácil, y para mí es algo que lo siento y que me duele, tener que pedirles la renuncia a ministros, con los cuales habíamos trabajado con lealtad, compromiso, cercanía, pero estimé que era lo que el país necesitaba.

-Y en el caso de su ministro del Interior que terminó acusado constitucionalmente…
-Tengo la mejor opinión como persona, como servidor público y como ministro de Andrés Chadwick y lo he dicho públicamente, creo que esa acusación fue una injusticia.

-¿Hizo todo lo necesario su gobierno para evitar que la acusación contra Chadwick fuera aprobada?
-El gobierno hizo lo que correspondía para hacer ver su punto de vista, pero esa decisión la tomó primero la Cámara al acusar y después el Senado al condenar. A mí toda injusticia me produce frustración, amargura. Pero esa decisión la tomó el Senado y el gobierno respeta la Constitución, las leyes y las atribuciones de los poderes públicos.

-¿Qué les dice a aquellos que votaron por usted y que hoy están desilusionados, que sienten que cambió su gobierno de manera radical?
-Entiendo y comprendo que mucha gente esté frustrada, desilusionada por lo que hemos visto en el país en los últimos 70 días. Solamente puedo decir que como Presidente me ha tocado enfrentar una de las crisis más graves en la historia de las últimas décadas en nuestro país y una crisis que tenía manifestaciones muy distintas. Por una parte, una legítima demanda por avanzar más rápido hacia una sociedad con mayor justicia e igualdad. Por otra parte, una ola de violencia sin límites, despiadada, que teníamos que enfrentar con los instrumentos que nos da el estado de derecho y la democracia. Cuando hay períodos tan difíciles en que el orden público se ve desbordado, en que la economía se resiente, es natural y comprensible que la opinión pública se sienta frustrada. Yo también me siento frustrado y decepcionado, pero no quebrado, por lo que ha pasado en nuestro país. Nosotros no hemos cambiado nuestros valores ni nuestros principios. Tampoco hemos cambiado la línea gruesa de nuestro programa. Lo que hemos hecho es, escuchando con atención, con buena voluntad y con humildad, lo que la gente nos ha pedido que es intensificar y priorizar aún más las demandas sociales de los chilenos.

-¿Cómo contribuye usted al buen clima cuando algunas de sus intervenciones han exacerbado los ánimos? ¿Se siente parte de la solución del problema?
-Por supuesto que uno comete errores, especialmente estos días, de tantas tensiones, conflictos y con decisiones muy difíciles. Cuando cometo un error, yo siento, lo reconozco y en varias oportunidades me he excusado. Pero un Presidente de la República, especialmente en los tiempos que hemos vivido los últimos 70 días, tiene que tomar decisiones muy difíciles y muchas todos los días. Y salvo que tuviera conexión directa con el Espíritu Santo, no estoy libre de errores y he cometido errores. Lo lamento y pido perdón por ellos.

-¿Hubo una parte de la clase política que apostó a agudizar la crisis?
-La misma noche del 18 de octubre, cuando se desencadenó esta crisis, que algunos la llaman social, otros la llaman de violencia, pero que ha herido y ha dañado profundamente a nuestro país, el presidente del Partido Comunista ya pedía mi renuncia. Quiero decirles a todos mis compatriotas: Chile es una democracia. Fuimos elegidos por una mayoría de chilenos… A los que no están de acuerdo con lo que está haciendo nuestro gobierno, van a tener una oportunidad en dos años más cuando toque elegir un nuevo Presidente. Pero no es una práctica democrática ni sana estar pretendiendo que un Presidente electo democráticamente termine su mandato porque algunos sectores están en desacuerdo con la forma en que está conduciendo al gobierno y al país.

-¿Y eso usted lo circunscribe al PC o siente que otra parte de la clase política se entusiasmó con esta idea de terminar con su mandato?
-Hubo un intento de acusación constitucional que fue rechazada, lo que se llama la cuestión previa en la Cámara de Diputados. Pero yo estoy consciente de que muchos diputados votaron por seguir adelante con esa acusación. Creo que especialmente en tiempos difíciles hay que actuar con prudencia, con justicia y con racionalidad, y creo que en algunos sectores de nuestra clase política no han actuado así. Y quiero ser muy claro, algunos, porque yo hago una clara distinción en la oposición entre aquellos que desde el primer día le han negado la sal y el agua a nuestro gobierno y otro sector de la oposición, que teniendo sus principios, visiones, que es legítimo, han tenido un espíritu más constructivo, mucho más dialogante. Yo creo que esa segunda oposición en la que el país necesita y es la que le hace bien a nuestro país.

-Me imagino que ha escuchado que mucha gente dice que mejor tome una línea secundaria, que sea menos protagonista, que eso podría facilitar conseguir acuerdos…
-Todas las críticas, cuando son con buena intención y constructivas, las escucho con mucha atención, y esa la he escuchado y por eso un Presidente tiene que actuar directamente como persona y también a través de ministros, intendentes, gobernadores, y eso es lo que yo intento hacer. Por eso usted ve que cada ministro tiene su responsabilidad. Pero el Presidente es el llamado a conducir la acción del gobierno y yo no puedo renunciar a esa tarea.

-¿Se está en condiciones de decir que la crisis se está superando? Se dice que en marzo puede recrudecer. ¿Cómo lo ve usted?
-Nadie tiene una bola de cristal. Ahora, tenemos algunos desafíos inmediatos. ¿Qué va a pasar el 6 y 7 de enero, cuando se tenga que desarrollar la prueba PSU? ¿Qué va a pasar el 1 de marzo, cuando se reinicie en plenitud el año 2020? Hay muchos desafíos por delante. Le voy a decir dos cosas. Estoy convencido de que el año 2020 va a ser mucho mejor que el año 2019 y, además, estoy convencido de que lo peor de esta crisis ya pasó y ahora tenemos que hacernos cargo de aprender las lecciones para construir un país mejor entre todos. Y le digo que el año 2020 va a ser mejor, en primer lugar, porque tengo profunda fe y confianza en el pueblo chileno. Además, hemos tenido buenas noticias del mundo externo, porque la economía internacional ha dado signos de recuperación. Hay señales promisorias.

-¿Y cómo está tan seguro de que la crisis no puede reflotar si no hay cambios de carácter estructural? Me refiero al tema de las AFP, de las isapres, la distribución de la riqueza…
-Entiendo que la agenda social no resuelve todos los problemas. Por eso digo, hay que avanzar con la mayor voluntad, pero esto no se agota en unas semanas o en unos meses. Por eso, siempre planteé la necesidad de hacer un gran acuerdo nacional para una hoja de ruta que nos permita seguir avanzando, pero construyendo sobre roca y no sobre arena el progreso integral, inclusivo y sustentable de nuestro país a futuro. Pero hemos hecho cambios muy profundos. Ahora yo sé que para algunos nada es suficiente. Nada es suficiente y no quieren que sea suficiente, porque a lo mejor lo único que quieren es agudizar y exacerbar los conflictos, la violencia y la odiosidad entre los chilenos. Pero hemos avanzado mucho en estos 70 días. Pienso que los chilenos son muy sabios e inteligentes, y sé que ya hemos tenido suficiente de violencia, de descalificaciones, de odio y que quieren más unidad, más paz, más diálogo, pero al mismo tiempo quieren que su voz sea escuchada y, por tanto, que no sea algo que se olvida porque se termina la manifestación. La voz de los chilenos fue escuchada y va a ser respetada por las decisiones que tome nuestro gobierno de aquí en adelante.

-Hay gente que dice que usted es tan competitivo que celebra hasta sus derrotas y lo decían a propósito del proceso constituyente que, por cierto, no era algo que estaba en su programa, fue algo que criticó cuando la Presidenta Bachelet lo impulsó y ahora parece muy entusiasta…
-Nuestro programa contemplaba una reforma y un perfeccionamiento de la Constitución. Siento que hasta ahora, hemos estado discutiendo casi puros procedimientos, mecanismos, está bien, pero no hemos discutido suficiente los contenidos que queremos que estén en la Constitución. Por esa razón, aquí en La Moneda, hace unos días planteé algunos principios y valores que me gustaría, y es mi opinión, igual como escucho las opiniones de otros que quieren eliminar muchas cosas, tengo derecho a plantear mi opinión. Yo creo que es importante que en la nueva Constitución se respeten valores y derechos básicos, como el valor de la vida, de la dignidad, de la familia, como elemento esencial de la sociedad chilena. El derecho de los padres a tener una voz preferente en la educación de sus hijos, respetar la libertad de expresión, la libertad de culto y de creencias, reconocer derechos básicos, no solamente los primarios, que tienen que ver con derechos civiles y políticos, sino que también otros derechos, como el derecho pleno a la dignidad, a la igualdad ante la ley, a no tolerar los abusos, al respeto, son valores que yo quisiera que estuvieran en la Constitución. Igual como en la parte más orgánica de la Constitución, creo que es importante que mantengamos ciertas instituciones que son básicas para el buen funcionamiento de nuestra sociedad, como la independencia de los poderes del Estado, la existencia de un Banco Central independiente, mantener una Contraloría y una fiscalía autónomas e independientes y que cumplan bien su labor. Esos son principios y valores que creo que es bueno que empecemos a discutir, porque hasta ahora discutimos mucho sobre la Constitución, pero hay poco debate sobre qué Constitución queremos para Chile. Ese es el debate que debemos iniciar.

-¿Asumo que va a votar que sí al cambio constitucional?
-Como Presidente he comprometido públicamente y voy a respetar ese compromiso, de darles a todas las partes igualdad de condiciones, para que puedan expresar su punto de vista y que sean los chilenos los que libre y voluntariamente resuelvan el camino a seguir. Lo que puedo decir, es que creo que la actual Constitución requiere reformas, perfeccionamientos. Llegó el tiempo de discutir nuestra Constitución, de hacer que sea un elemento de unidad, de encuentro de los chilenos. Hay dos caminos, un camino, y eso lo van a tener que decidir los chilenos en el plebiscito del 26 de abril, es ir por una convención constitucional y el otro es, usando la institucionalidad que tenemos hoy día, perfeccionar nuestra Constitución. Los dos caminos son legítimos y los dos caminos son democráticos.

-El gobierno va a mantener prescindencia…
-Usted sabe que al interior de Chile Vamos hay posiciones distintas. Por respeto, por prudencia, vamos a darles a todos las mismas garantías y oportunidades de expresar sus ideas.

-¿Chile es mejor o peor después del 18 de octubre?
-Eso va a depender de los chilenos. Si seguimos por el camino de la confrontación creo que eso no nos va a conducir a un mejor país. Si aprendemos las lecciones de las últimas semanas y comprendemos que hay que darle más énfasis a construir un país más justo, más integrado, con menos abusos, entonces Chile va a ser un país mejor y voy a hacer lo posible como Presidente para que sigamos el segundo camino. Soy optimista, estamos trabajando para que esta crisis no sea una nueva normalidad, sino una oportunidad, y eso requiere apaciguar los espíritus, reivindicar el valor del diálogo, desterrar la violencia, venga de donde venga. Requiere actuar con responsabilidad y no una competencia de quién es más demagogo y quién es más populista para captar la adhesión popular.

La Tercera


 

Más notas sobre el tema