El paro existe más allá de las grandes ciudades

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El paro existe más allá de las grandes ciudades

Revisamos las razones que han hecho salir a protestar a habitantes de 46 municipios que no son capitales y con menos de 300 mil habitantes más Soacha (el municipio más poblado de Cundinamarca, con 522 mil personas), en 18 departamentos, para saber si hubo paro y qué lo ha movido.

Encontramos que son las mismas que desataron las protestas en capitales, pero en algunos casos se sumaron a la inconformidad con los alcaldes o barones locales.

1 El ‘paquetazo de Duque’ pegó en todos lados

En 24 de los 46 municipios el principal móvil es el ‘Paquetazo de Duque’, las diez medidas que, según los convocantes del paro, no conviene aprobar, como las reformas tributaria y pensional o el alza de la tarifa de energía para recuperar Electricaribe.

Ese argumento aparece en lugares donde los sindicalistas fueron los que más movieron el paro, como Tame, Arauca, donde hubo marcha el 21 de noviembre y cacerolazos todos los días hasta el 27, promovidos más que todo por la Asociación de Educadores de Arauca, la Unión Sindical Obrera y la CUT.

Igual en municipios con más de 100 mil habitantes como Magangué, Bolívar; Zipaquirá, Cundinamarca; y Maicao, en La Guajira; y en otros más pequeños, con menos de 50 mil habitantes, y que albergan cultivos de coca y grupos ilegales.

Es el caso de Tadó, Chocó, donde los profesores, estudiantes y algunos médicos salieron el 21 a marchar; o en Corinto y Puerto Tejada, Cauca, donde, además del paquetazo, la razón principal para hacer cacerolazos son los asesinatos a líderes indígenas.

En general, esto muestra que los sindicatos y asociaciones de estudiantes, que están entre los convocantes, lograron que su mensaje permeara entre sus afiliados en todo el país.

2 El posconflicto hizo sacar las cacerolas, sobre todo donde ha habido más guerra

Más allá del malestar con el Gobierno, el paro sirvió para que salieran a relucir reclamos de las regiones más convulsionadas por el conflicto, que piden cumplir con los Acuerdos de La Habana.

El caso más llamativo es el de Putumayo, donde los municipios de Villagarzón, Puerto Caicedo, Valle del Guamuez, Orito y Puerto Asís, concentraron todas las quejas relacionadas con el posconflicto.

Allí marcharon por los pagos de la sustitución de coca, que dicen que no se están girando, contra la erradicación forzosa y por la amenaza de volver a la aspersión con glifosato.

También piden que se tomen medidas para frenar el asesinatos de líderes sociales e indígenas y se aclaren los que ya se cometieron.

Esa causa también se vio en Apartadó, en Urabá, donde el Clan del Golfo tiene su principal fuerza y las asociaciones de víctimas se unieron al paro.

En el fronterizo Ipiales, uno de los municipios nariñenses donde los homicidios han bajado desde que se firmaron los Acuerdos con las Farc, las exigencias por su cumplimiento y el del Pnis llevaron movieron a los sindicatos a marchar tanto el 21 como el 27 de noviembre.

Es decir, en el país que sufre y votó Sí, las marchas reflejan las cicatrices de la guerra.

3 El ambiente mostró su fuerza en lo local

Así como el no al fracking y a la pesca tiburones han sido causa de las protestas durante el paro en las capitales, la defensa de medio ambiente movilizó gente en municipios más pequeños.

En Girón y Piedecuesta, Santander, estudiantes y sindicalistas salieron a marchar por la protección del Páramo de Santurbán; y en Floridablanca, además de esa causa, los movió el rechazo a la tala de árboles que traería la vía que conecta con Cúcuta.

En Pitalito, Huila marcharon contra la hidroeléctrica El Quimbo; una causa que ya completó diez años de protestas en ese departamento.

Más al sur, desde las reservas campesinas de cinco municipios del Putumayo sacaron las cacerolas para exigir la revisión de los proyectos minero-energéticos que ha permitido el Gobierno Nacional en la región.

Eso es reflejo del activismo ambiental que llegó a municipios pequeños hace dos o tres años con las consultas antimineras, y que sigue activo y vigente.

4 En municipios uribistas salió el antiuribismo

En Envigado y Rionegro, Antioquia, y en Pitalito, Huila; municipios en los que el Centro Democrático ha ganado las elecciones presidenciales y legislativas recientes, las cacerolas sonaron contra el senador Álvaro Uribe.

Eso es llamativo porque Rionegro, en el Oriente antioqueño, es el municipio en el que vive el Expresidente, y que tiene alcalde y representante a la Cámara uribistas.

Como nos dijo Paola Vergara, habitante de Rionegro que defiende el paro, “queremos mostrar que no somos solo uribistas, no somos indiferentes a lo que está pasando en todo el país».

Eso muestra que el paro sirvió también para la reivindicación de grupos poco visibles en diferentes rincones, y coincide con la encuesta de ayer del Centro Nacional de Consultoría en mostrar que el paro tiene más adeptos en la mitad izquierda del espectro político.

5 Los alcaldes son otra razón para salir a la calle

A esos temas nacionales, muchas veces con arraigo local, se suman quejas más concretas contra las administraciones actuales, que hicieron que el paro se sintiera en municipios en los que usualmente no hay protestas.

Es el caso de Itagüí, al sur del Valle de Aburrá, donde estudiantes, ambientalistas, grupos culturales y militantes de partidos de izquierda como el Polo y Farc marcharon el 21 en contra del exalcalde y gamonal del municipio, el senador conservador Carlos Andrés Trujillo, y el alcalde electo de su cuerda, José Fernando Escobar.

La razón es la mano dura con la seguridad que ha caracterizado a ese grupo político, y propuestas de Escobar como crear grupos de vigilancia ciudadana para prevenir delitos.

Eso también pasó en municipios de Cundinamarca como Madrid, donde se quejan por ruidos en contratación en la administración actual, y porque dicen que el actual alcalde, Orlando Cardona, abandonó el municipio.

En Cajicá, junto con el ‘paquetazo de Duque’, la razón para marchar fue un contrato polémico para la modernización del alumbrado público a 30 años que entregó el alcalde actual; y en Facatativá, fortín del congresista cuestionado por presunto volteo de tierras, Óscar Sánchez León, protestaron contra la actual Alcaldía, que es de su cuerda.

En Cundinamarca, Zipaquirá, Chía y Soacha, marcharon contra los Planes de Ordenamiento Plan Territorial que promueven sus alcaldes, también con el argumento del volteo de tierras para favorecer constructores.

En Floridablanca, el segundo municipio del Área Metropolitana de Bucaramanga, estudiantes y veedores marcharon en rechazo a la administración actual, del conservador Héctor Mantilla, quien tiene ruidos porque, como contó La Silla Santandereana, movió su maquinaria a favor del alcalde electo, Miguel Ángel Moreno.

En Guarne, Antioquia, jóvenes, ambientalistas y políticos de la Colombia Humana y de la Alianza Verde protestaron contra la creación del Área Metropolitana de Oriente, una iniciativa promovida por los alcaldes actuales, el Gobernador de Antioquia y el uribismo, que pretende unir varios municipios con epicentro en el vecino Rionegro.

La Silla Vacía


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