Comenzó el Festival de Cine de La Habana: Chile y la persistencia de la dictadura a través de la mirada de Patricio Guzmán

911

Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

En el imponente Teatro Karl Marx, con capacidad para 5000 personas, comenzó este jueves la 41° edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. En la función de apertura se presentó la película argentina “La odisea de los giles” de Sebastián Borensztein. La gala contó con la presencia de sus protagonistas: Ricardo Darín y “Chino” Darín. Padre e hijo agradecieron el afecto demostrado por el público cubano y recordaron, cada uno a su manera, las anteriores visitas al Festival. En esta ocasión es la primera en la que ambos llegan como parte del elenco a la vez que coproductores del film.

Ricardo y «Chino» Darín en La Habana.

Luego de un cortometraje de archivo que recorrió parte del trabajo del Centro de investigación sonora del ICAIC, se presentó una suite del Cascanueces a cargo del Ballet Nacional de Cuba. Así el Festival rindió homenaje a la máxima bailarina y coreógrafa cubana Alicia Alonso, fallecida hace unos pocos meses. Alonso, no solo brilló por su incomparable calidad artística, sino por la construcción de un Ballet Nacional que ha logrado formar centenares de bailarines de prestigio mundial y por haber llevado la danza clásica a cada rincón del país, formando un público popular para un arte que suele cerrarse para un espectador de elite.

La apertura oficial estuvo a cargo del presidente del Festival, Iván Giroud, quien refirió a la avanzada conservadora, fascista, homofóbica y racista que está irrumpiendo en nuestro continente y parte del mundo. Sobre esta edición del festival destacó la creación de la nueva sección llamada Mujeres ante la cámara, como forma de convertirse en un espacio para sostener los reclamos contra la violencia y por la igualdad de derechos.

“Coherente con nuestra tradición”, explicó Giroud, “el programa insiste en presentar obras que aborden problemáticas que abordan las problemáticas y los desafíos que enfrentan los pueblos originarios, la memoria histórica del continente, los reclamos en torno a los derechos de las mujeres, las ingentes batallas libradas en los ámbitos de la cultura y la sociedad y la opción por una diversidad que dignifica y enaltece en sus más variadas expresiones”.

“La batalla por la igualdad debemos sostenerla entre todos, subrayó para finalizar.

Iván Giroud – Presidente del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana

La proyección de la película argentina, una comedia costumbrista que trae una mirada simplificadora de la crisis económica y social de año 2001, despertó una de las mejores tradiciones del público cubano: la participación activa en la película. Así festejaban los chistes sencillos, saludaban sonoramente las situaciones donde los “buenos” conseguían dañar a los “malos” y aplaudieron con entusiasmo al finalizar la película. El particular encuentro de un cine popular y comercial con uno independiente o con búsquedas estéticas y políticas más complejas es una de las marcas del Festival de cine de La Habana.

Brasil, Argentina, Cuba, Chile, México y Colombia son los países latinoamericanos que más obras aportan a la amplia programación. También habrá películas de Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala,Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

El Festival de La Habana puede pensarse como un resumen de lo presentado durante todo el año por las cinematográfias de cada uno de los países, presentando tanto los éxitos de taquilla, como aquellas películas que han tenido una destacada participación en festivales internacionales.

La competencia de largometrajes de ficción, la sección que convoca más atención del público cubano, cuenta con 21 películas: 5 argentinas, 4 brasilenas, 3 chilenas, 3 mexicanas, 2 colombianas y 1 de Cuba, Guatemala, Perú y Uruguay respectivamente.

La lista completa es la siguiente: Un rubio de Marco Berger (Argentina); El cuento de las comadrejas de Juan José Campanella (Argentina); La deuda de Gustavo Fontán (Argentina); La odisea de los giles de Sebastián Borensztein (Argentina); Los sonámbulos de Paula Hernández (Argentina); A vida invisível de Eurídice Gusmão de Karim Aïnouz (Brasil); Bacurau de Kleber Mendonça Filho (Brasil); Três verões de Sandra Kogut (Brasil); Divino amor de Gabriel Mascaro (Brasil); Algunas bestias de Jorge Riquelme Serrano (Chile); Araña de Andrés Wood (Chile); Blanco en blanco de Théo Court (Chile); Monos de Alejandro Landes (Colombia); Litigante de Franco Lolli (Colombia); Buscando a Casal de Jorge Luis Sánchez (Cuba); La Llorona de Jayro Bustamante (Guatemala); Asfixia de Kenya Márquez (México); Esto no es Berlín de Hari Sama (México); Los lobos de Samuel Kishi Leopo (México); La bronca de Daniel Vega, Diego Vega (Perú) y Así habló el cambista de Federico Veiroj (Uruguay).

Sueños y pesares detrás de la cordillera

Antes de la ceremonia inaugural, en el mismo inicio de las proyecciones a primera hora de la mañana del jueves 5, se proyectó una de las más importantes películas latinoamericanas del año: La cordillera de los sueños del chileno Patricio Guzmán.

Esta es la tercera parte de la triología iniciada por Nostalgia de la luz y continuada con El botón de nácar. En todas ellas Guzmán trabaja la memoria histórica chilena a partir en un registro poético que le permite articular los espacios enormes e inabarcables para la dimensión humana, como el desierto, el mar o la cordillera de los Andes, con lo pequeño, lo personal, lo cotidiano político: la impunidad de la dictadura y la creciente desigualdad social heredada de esta violencia sin castigo. Así como lo filosófico trabaja lo plástico, el infinito cósmico y lo microscópico perdido en el desierto del norte chileno; los Andes y la gota de sangre sobre el adoquín santiaguino hecho con piedra obtenida en aquellas montañas.

En este caso Guzmán vuelve a su Santiago de Chile natal y retoma el tema de la memoria sobre la dictadura pinochetista a partir de una mirada fascinada y fascinante de los Andes. Su trabajo visual reconstruye sus cumbres y sus espacios inaccesibles de un modo dialéctico entre lo infinito y el detalle mínimo. La cordillera funciona como una puerta a la reflexión: es lo monumental que siempre oculta algo, que no deja ver algo que vive por dentro y también un espacio olvidado por los propios chilenos. “El 80% por ciento de Chile está olvidado”, afirma uno de los entrevistados. E inmediatamente queda una pregunta flotando ¿qué o quiénes representan ese 80%?. Lo geográfico implica lo humano.

Y con el mismo modo que Guzmán sobrevuela con su cámara la cordillera, sobre vuela su barrio de infancia, encuentra la hermosa fachada de su casa familiar, eleva la cámara y desde el cielo se descubre que tras esta arquitectura perfecta, el interior está demolido y convertido en un basural. Las imágenes de los Andes impenetrables y de su casa pura fachada son la forma en que el realizador traza ese encuentro. El neoliberalismo, oculto en el supuesto esplendor económico chileno, es también esa casa que pareceno poder reconstruirse. Ese Chile del cual Guzmán se fue para siempre después del golpe de estado de 1973.

La cordillera de los sueños rastrea a través de imágenes de archivos los registros de la memoria. Recurre a las imágenes del cineasta Sala, quien graba movilizaciones populares desde finales de la dictadura pinochetista. Con ellas dibuja un panorama donde pasado y presente se encuentran constantemente.

Aun cuando Guzmán filmó esta película mucho antes de los sucesos de octubre de 2019, el presente de los días chilenos, de protestas y represión, de desigualdad y desapariciones o muertes se dibujan aquí con el fondo imperturbable de los Andes.

La cordillera de aquellos sueños es, entonces, aquella fachada imponente que oculta lo que se vive en un país marcado por la dictadura, que no cesa de ocurrir.

Otros cines

Además de las cinematografías de América Latina y el Caribe el Festival de Cine de La Habana presenta films de otras regiones: Norteamérica, Europa occidental, Europa del Este y Asia. Algunos de estos países, como EEUU, Alemania y Francia participan también como coproductores de películas de autores de nuestra región. Sin embargo hay películas de estos países, además de Austria, Bélgica, Canadá, Corea del Sur, China, Gran Bretaña, Holanda, Italia, Japón, Portugal, República Checa, Macedonia, Rumania, Rusia, Suecia, Suiza y Tailandia.

España participa de esta edición con una muestra especial de su más actual producción, que incluye 8 películas, entre ellas O que arde de Oliver Laxe, reciente ganadora de premio principal en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata (Argentina)

Nodal Cultura


Más notas sobre el tema