Colombia: artistas e indígenas protagonizaron el 11° día de paro contra Duque
¡No más violencia! Artistas se unieron para rechazar agresiones del Esmad en manifestaciones
Este domingo Bogotá vivió una jornada de marchas y protestas en las que predominaron las expresiones artísticas.
Pasado el mediodía se presentó una movilización de miles de personas que acompañaban a la guardia indígena del Cauca, que se encuentra en la capital del país, mientras que un centenar de artistas se reunieron con sus instrumentos musicales en el Park Way de Bogotá, para pedir que no se criminalice la participación cultural en la protesta.
Mónica Rocha, docente de la facultad de artes de la Universidad Distrital, compuso la canción ‘somos artistas, no terroristas’, escrita luego de que en medio de una protesta pacífica, de una de las jornadas del paro nacional, el Esmad de la Policía los atacó con gases.
El director del grupo de músicos reunidos en el Park Way, José David Rodríguez explicó que la canción fue inspirada tras este ataque del Esmad en la Universidad Distrital de Bogotá.
«Ella compuso esa canción como consecuencia a un hecho que ocurrió hace algunos días con el Esmad cuando realizaba una protesta pacífica, precisamente frente a la Universidad Distrital, cuando ellos indiscriminadamente comenzaron a disparar gases», señaló el músico.
«El objetivo de nosotros, los artistas de la música andina, colombiana, es hacer sentir nuestra voz de apoyo a las personas que están dando su grito y su lucha con respecto a las situaciones que están ocurriendo en el país y creamos un colectivo y empezamos a conversar a cerca de hacer esta actividad», afirmó José David Rodríguez.
A la misma hora, en el parque de los Hippies en Bogotá un grupo de rockeros ofrecieron un concierto en protesta por la muerte de Dilan y miembros de la Guardia Indígena en el que varios grupos de música metal tocaron en apoyo a la protesta.
Luego del concierto cientos de estos rockeros marcharán por la calle 7 hacia el Parque Nacional.
Indígenas llegaron a Bogotá a liderar cacerolazo contra el gobierno de Iván Duque
La protesta estuvo liderada por al menos 150 guardias indígenas que llegaron la semana pasada para sumarse a las manifestaciones contra el mandatario.
El punto de encuentro fue el ‘Park Way’, donde los indígenas llegaron con banderas rojas y verdes del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), mientras que quienes los acompañaban llevaban cucharas y ollas para participar en el cacerolazo.
“La comunidad bogotana se ha manifestado con un gesto de solidaridad muy amplio, les agradecemos por esa acogida que han tenido con la Guardia”, afirmó a Efe un coordinador de esa organización.
La mayoría de los indígenas llegó del departamento del Cauca, que vive una ola de violencia contra sus comunidades que se cobró la vida de siete de ellos y de otras seis personas en las últimas semanas, crímenes atribuidos por el Ministerio de Defensa a disidentes de las FARC.
El CRIC representa a los indígenas de las comunidades Nasa, Guambiano, Totoroez, Polindara, Kokonuko, Kisgo, Yanacona, Inga y Eperara, que están agrupados en nueve zonas.
“Venimos a avanzar un poco sobre el acompañamiento a la movilización que se realiza en la capital de Colombia. Somos 150 guardias indígenas y en el transcurso de la semana llegarán más compañeros, llegarán más autoridades a hacer el acompañamiento”, añadió el coordinador.
Como ocurrió en las manifestaciones de las dos últimas semanas, la cultura hizo parte de las caminatas y plantones en Bogotá, donde los protagonistas este domingo fueron los intérpretes de música tradicional andina.
En su mayoría guitarristas, vestidos de negro y con sombreros, llegaron hasta el Park Way a interpretar canciones de protesta al ritmo de carranga, un género de música folclórica surgida en el departamento de Boyacá (centro) en los años 70.
“Vamos a compartir como parte del acto cultural piezas de música colombiana tradicional, adaptadas para estos formatos de tiple, guitarra, bandola y los demás instrumentos que se van sumando”, contó a Efe Álvaro López, quien llevaba colgada una guitarra y se subió a una improvisada tarima a tocar con una veintena de artistas más.
Según López, los músicos de todo el país están acompañando las protestas “que buscan transformaciones sociales muy grandes”.
En el undécimo día desde que comenzaron las manifestaciones, los jóvenes volvieron a ser protagonistas y bajo el grito de “Resistencia, resistencia” se sumaron al “Cacerolazo Latinoamericano” en la Avenida Park Way.
Uno de ellos es Javier Guzmán, quien lleva en la mano una cacerola desgastada y ve con esperanza las movilizaciones para que haya “un cambio (…) que no había visto hasta ahora en este país en las calles”.
Su principal consigna es por que se solucione el “problema de la educación”, pues considera que “no es fácil acceder a la educación de pregrado y mucho menos a nivel de posgrado”.
“Es muy costosa la educación y no obstante estamos todos haciendo un esfuerzo por seguir educándonos y contribuyendo al país, ese es el principal problema que me toca a mí como estudiante”, afirmó el universitario, que realiza un pregrado en sociología.
Desde el 21 de noviembre miles de colombianos se congregan en las calles de las principales ciudades del país para manifestarse en contra de las políticas económicas y sociales del presidente Duque, si bien con el pasar de los días otras motivaciones se han sumado y las concentraciones han perdido fuerza.
34 personas han muerto por acciones del Esmad desde su creación: ONG Temblores
La trágica muerte de Dilan Cruz, quien falleció en noviembre 25 pasado luego de que una munición bean bag se incrustara en su cabeza (disparada por un oficial del Esmad), se convirtió en uno de los más poderosos símbolos de las recientes protestas en todo el país. Su caso representa muchas cosas a la vez: la presencia de la juventud en las marchas; el inconformismo, sobre todo entre las personas que viven en condiciones socioeconómicas difíciles, y el papel del Esmad en movimientos ciudadanos como este. Su caso es, además, el número 34: van 34 personas que han perdido la vida en medio de protestas en los últimos veinte años, desde que se creó el Esmad y por acción de alguno de sus agentes.
A esa conclusión llegó la ONG Temblores, en un estudio que elaboró a lo largo del último año y medio con apoyo de Open Society Foundation y de la Fundación Friedrich Ebert Stiftung en Colombia (Fescol). El reporte, titulado “Silencio oficial: un grito aturdido de justicia en el marco de los veinte años del Esmad”, contiene varios datos relevantes en medio de la discusión que se ha generado tras la muerte violenta de Dilan Cruz, quien dejó de respirar justamente el día que se graduaba de la Institución Educativa Distrital Colegio Ricaurte, el cual está ubicado en Los Mártires, una de las localidades con más altos índices de violencia en Bogotá.
Una a una, Temblores documentó a través de múltiples fuentes las muertes causadas por agentes del Esmad. Allí aparecen casos ya emblemáticos, como el de Nicolás Neira: un uniformado disparó una bala de gas lacrimógeno contra la cabeza del joven de 17 años en la marcha del Día del Trabajo de 2005 en Bogotá y, cinco días después, él murió. O el de Johnny Silva, quien murió cinco meses después en la Universidad del Valle, en una protesta estudiantil contra el TLC que el gobierno Uribe se aprestaba a firmar con Estados Unidos. El Esmad ingresó a la universidad y un agente disparó al cráneo de Silva, de 21 años, con arma de fuego. Por ambas muertes, la nación fue condenada.
Según el documento, que será lanzado esta semana, la primera de estas muertes (que la ONG llama “asesinatos extrajudiciales”) fue en 2001, en Bogotá: la de Carlos Giovanny Blanco, un estudiante que protestaba por la guerra que Estados Unidos había empezado en Afganistán, luego de los atentados del 11 de septiembre. Un agente del Esmad disparó contra él un arma de fuego. Un año más tarde, el turno fue para Jaime Acosta Campo, un estudiante de la Universidad Industrial de Santander de 18 años que murió de la misma manera que Blanco. Para esa época, señala el informe, en Bucaramanga no había escuadrón antidisturbios. Los agentes presentes habían viajado desde Bogotá.
La lista sigue. En 2006, Leonardo Salas Ángel murió durante una protesta en contra del TLC, en la Universidad Nacional sede Bogotá. A Salas Ángel lo mató el impacto de una recalzada (vainillas que se reutilizan con pólvora o canicas, lo que las hace armas no convencionales y, por ende, prohibidas) en el ojo izquierdo. Christian Delgado Wilches perdió la vida luego de que a su cuerpo lo alcanzara una bala de un arma de fuego durante el paro agrario de 2013, del cual él no participaba. Miguel Ángel Barbosa, estudiante de la Universidad Distrital, murió por el disparo de una bala de goma en 2016, en una protesta contra la elección del nuevo rector. Duró 43 días en coma.
Bogotá es donde más estudiantes han fallecido por acciones del Esmad, advierte el informe, pero ellos no han sido el único grupo poblacional afectado de esta manera. Los campesinos también. En el gobierno Santos, por ejemplo, el Esmad tuvo un enorme crecimiento presupuestal y de pie de fuerza. Al tiempo, protestas como el paro agrario en Catatumbo hizo que “el Gobierno respondiera con una violencia sin precedentes en contra de los manifestantes: solo en ese año, el Esmad asesinó a cinco campesinos”. En total, Temblores encontró que nueve campesinos han muerto durante protestas y que las manifestaciones campesinas han sido fuertemente reprimidas por la fuerza pública.
El trabajo de la ONG Temblores muestra que, de los casos que encontraron, el 50 % de las víctimas tenían entre 18 y 44 años. Los años 2005, 2013 y 2016 (gobiernos Uribe, el primero, y Santos, los dos últimos) fueron los que más dejaron víctimas. Con un dato extra: en 2013, dice Temblores con base en derechos de petición que le respondió la Policía, el Esmad ya contaba con más de 1.800 hombres. Ese mismo año, siete personas murieron por acciones de este grupo antidisturbios. En 2016, de nuevo, la cifra fue bastante alta en comparación con el promedio: ocho personas sin vida. Y en 2005 las víctimas fueron seis.
El crecimiento del Esmad, en recursos y personal, también ha sido destacado en sus veinte años de existencia. Comenzó con 200 hombres y cero pesos para compras de elementos y armas. Seis años más tarde, los números eran otros: 1.352 integrantes y un presupuesto de casi $8.000 millones para compras de elementos y armas. En 2010, año en que Álvaro Uribe salió de la Casa de Nariño y a ella llegó Juan Manuel Santos, el presupuesto para ese mismo fin iba por los $11.700 millones y el personal, por 1.843. En 2014, 2015 y 2017, el Esmad recibió en total más de $31.000 millones para armas y elementos. Nunca antes ese grupo había recibido tantos recursos.
A corte de 2018, el Esmad contaba con 3.328 integrantes. Todos bajo la lupa en estas protestas por cuenta de lo ocurrido con Dilan Cruz. “Esperamos que se tomen medidas, que (su muerte) no sea solo un dato más para las estadísticas”, dijeron los profesores del colegio de Dilan en un comunicado que divulgaron en video para rechazar información que circulaba sobre él, como que había estado en una correccional. “Nuestra gran preocupación es respetar los estándares internacionales frente a este tema. Si esos estándares se cumplieron en el caso de Dilan Cruz, eso es lo que estamos investigando”, expresó hace unos días el procurador Fernando Carrillo.
Desde el Estado, tampoco es sencillo abordar este tema. Cada gobierno que se ha enfrentado con protestas masivas ha afirmado, por ejemplo, que las manifestaciones están “infiltradas” por miembros de grupo ilegales, sin contar con quienes, aunque no pertenezcan a ese tipo de organizaciones, igual cometen actos vandálicos que lesionan el patrimonio público. Tan solo en este paro nacional, más de 370 policías han resultado heridos y uno perdió un ojo. En Neiva, un policía sigue en estado crítico luego de que un encapuchado arrojara un artefacto explosivo contra uniformados que trataban de contener una manifestación en la Universidad Surcolombiana.
Esta discusión abarca mucho más que la muerte de Dilan Cruz. El Esmad nació en el gobierno de Andrés Pastrana como parte de la modernización de la fuerza pública, con dineros del Plan Colombia. Pero, para los autores de esta investigación, podría haber sido utilizado en las dos últimas décadas para reprimir manifestaciones con violencia. En estos últimos días, sin embargo, el general Óscar Atehortúa, director de la Policía, ha sido enfático y reiterativo: sostiene que al Esmad se le entrena para dispersar multitudes en circunstancias violentas o peligrosas, no para agredir a los ciudadanos. Para el Ministerio de Defensa, el Esmad es esencial: no en vano más de 150 países tienen grupos antidisturbios.
Eln debe liberar a secuestrados y cesar actos criminales: Duque responde a comité del paro
En entrevista con Colprensa, el mandatario reiteró las líneas rojas del Gobierno para continuar las conversaciones de paz, como el cese de su actividad criminal.
“Conmigo no tienen que retomar nada, conmigo lo que tienen es que cumplir dos condiciones básicas: la primera, que ellos liberen ya a las personas que están secuestradas y dos, que pongan fin a sus actos criminales porque si uno se aproxima a una conversación con un grupo armado organizado y ellos siguen cometiendo actos de terror termina el Estado legitimando la violencia y el terrorismo como un instrumento y un mecanismo de presión”, dijo.
Y aclaró que está listo para avanzar si ese grupo criminal cumple estas dos condiciones.
Frente al diálogo exclusivo que piden los promotores del paro, el mandatario respondió que las conversaciones deben ser excluyentes.
“Lo que también tenemos que tener en cuenta es que al hacer un paro tampoco se puede buscar por esa vía doblegar las instituciones, o tener no una conversación sino un emplazamiento porque eso debilita nuestra democracia. Conversar significa que no haya exigencias ni amenazas, ni ultimátum”, dijo.
Este domingo, Duque aprovechó para visitar a los miembros de la Policía Metropolitana de Bogotá a quienes reiteró su respaldo y acompañamiento en medio de la compleja situación que atraviesa el país.
Jóvenes y regiones, en la mira de diálogo de Duque
Luego de escuchar los planteamientos de sectores diversos que acudieron a la Casa de Nariño durante la semana pasada, el Gobierno Nacional ahora llevará la llamada conversación nacional a las regiones y abrirá espacios para la interlocución con los jóvenes.
La idea de esta agenda es, según explicó Duque, generar confianza entre ciudadanos y sus instituciones, y construir una hoja de ruta que acelere el trabajo para cerrar la brecha social en el país.
El Gobierno Nacional le está apuntando a tener una conversación con juventudes, que se podría dar el próximo viernes en Cali, según indicaron fuentes de la Casa de Nariño.
La idea es también poder escuchar a las comunidades indígenas, que tienen su propio pliego de peticiones, incluso varios de ellos ya han llegado a Bogotá para manifestarse.
Justamente este lunes, el presidente Iván Duque se reunirá con los coordinadores de cada uno de los seis ejes de trabajo que fueron definidos para la conversación nacional, con el fin de definir la metodología de los próximos encuentros.
Según le dijo a este diario Diego Molano, director del Departamento Administrativo de la Presidencia y coordinador de las conversaciones, la idea es continuar esta semana con los encuentros según los ejes definidos para empezar la retroalimentación.
De acuerdo con el funcionario, mañana se llevará a cabo nuevamente la conversación sobre medioambiente y el miércoles el turno es para el eje de crecimiento.
El jueves, el propósito es tener el encuentro de lucha contra la corrupción y el viernes el turno será para los ejes de paz y educación.
El Gobierno espera también habilitar esta misma semana la plataforma digital que fue anunciada por el presidente Iván Duque para que los ciudadanos puedan enviar sus propuestas.
Mientras tanto, el Comité Nacional del Paro, que ya le entregó un pliego de 13 peticiones al jefe de Estado, insiste en que se tenga una interlocución directa y no a través de las mesas temáticas.
Por ello aseguran que el paro se mantiene, y convocaron nuevas marchas y movilizaciones para el próximo miércoles.
“Hasta cuándo va el paro, no lo decidimos nosotros, lo define el Gobierno. Todo lo dilata y quiere dividir el movimiento social”, expresó Alejandro Palacio, miembro del comité.
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