La wiphala, mucho más que una bandera – Por Adriana Meyer

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Es un cuadrado de tela, que contiene a su vez cuadrados, los lados deben ser iguales, es la diversidad representada con los colores del arcoiris. Cuelga de algunos balcones porteños, fue izada junto a la bandera argentina en algunas escuelas y hasta en la terraza del ministerio de Economía, frente a la Casa Rosada. Los organismos de derechos humanos convocaron a un wiphalazo y Plaza de Mayo se volvió multicolor. El concepto etimológico de Whiphay es triunfo, y laphaqi, que es fluir en el viento, ambas palabras de lengua aimara.

¿Cómo nos reconocemos?, ¿somos pueblo? ¿somos indígenas?, son algunos de los interrogantes que surgen con el subcontinente convulsionado. «La wiphala no es una bandera, los colonizadores que nos robaron las tierras trajeron banderas y simbolizan la desigualdad. Cada color es un símbolo de la Pacha Mama, la madre naturaleza. Es un emblema de lucha y resistencia de los pueblos indígenas», explica Anahí Sarapura, que es docente universitaria y trabaja con chicxs en situación de riesgo, en Ezpeleta. «Soy guaraní por mi mamá, quechua y aymara de parte de mi papá», dice a Página/12.

En el teatro del palacio donde funciona el Instituto Bernasconi, durante los actos de la Escuela 4 Enrique Banch, alumnos, familias y docentes aplauden el ingreso de dos banderas y un emblema: la argentina, la de la Paz y la wiphala. No es de ahora sino desde hace varias décadas. Sin embargo, cuando estudian sobre los pueblos originarios sus manuales aún muestran imágenes de indios con plumas y taparrabos. «Cuando nos nombran originarios están tapando al movimiento indigenista, por nuestra sangre corren muchas identidades y culturas, somos plurinacionales porque convivimos con otros pueblos y naciones. Más allá de nuestro origen podemos vivir en la actualidad en cualquier lado, somos diferentes pero somos iguales, también usamos celulares», explica con paciencia Aymara Choque, abogada y docente en la Facultad de Derecho.

Sarapura y Choque acuden a muchas escuelas, y tras el golpe en Bolivia la demanda aumentó. «Tengo dos brazos y dos ojos, igual que ustedes», dicen ante las preguntas de chicos y chicas de cuarto grado, que ya aprendieron la diferencia «Quechuas, aymaras y guaraníes creemos en la cosmovisión de la naturaleza, en honrar a la Pacha Mama, la vida, los animales. Acá en la wiphala estamos todos, los pueblos originarios de América, está la tierra, el mar, el sol, ustedes y el universo, por eso la oposición al quemarla hizo reaccionar a todos los hermanos», dicen.

A pocas horas de la renuncia de Evo Morales y la autoproclamación de Jeanine Añez, los alteños marcharon hacia La Paz reivindicando los símbolos indígenas, en particular la wiphala, que había sido motivo de ataque por parte de los golpistas, que las quemaron, las pisaron y descolgaron de edificios públicos, y sectores de la propias fuerzas policiales, que las arrancaron de sus uniformes. Varios aclaraban que la wiphala no es la bandera del MAS, el partido de Evo Morales.

Añez hizo su siguiente aparición pública rodeada por ambas insignias, y tuvo que hacer un llamado a respetar los símbolos patrios ante los episodios de quemas o daños a la Wiphala en diferentes puntos del país, un desagravio del emblema indígena.

Las wiphalas tienen 49 cuadrados, pero no son todas iguales: el blanco del centro puede ser rojo, azul o verde según la región. «No somos adaptaciones a lo moderno, somos seres humanos que andamos en subte, somos parte de una evolución, no juzgamos al que nos desconoce o nos considera primitivos, venimos a contarles para que nos conozcan mejor», expresan Sarapura y Choque ante las y los estudiantes.

Los mapuche se consideran una misma nación a ambos lados de la cordillera, y su resistencia en Chile parece haber provocado, luego de décadas de mirarse con desconfianza, una identificación con quienes hoy se rebelan en las calles. Por eso hay tantas banderas, esa sí lo es, mapuches como chilenas en las marchas, en medio de los gases y sobre los monumentos de los genocidas de los pueblos originarios, como Pedro de Valdivia, que están siendo derribados. En Bolivia la wiphala es el emblema que acompañó doce años a la bandera nacional. Podrán pisarla y quemarla ofendiendo a toda comunidad indígena del continente, pero sólo provocarán que se multiplique.

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