La religión neoliberal y la interminable conquista – Por Alvaro Vega Sánchez
Por Alvaro Vega Sánchez *
La nueva religiosidad neoliberal irrumpe en el escenario político latinoamericano como parte de la estrategia geopolítica de los poderes fácticos, para oxigenar el decadente proyecto globalizador neoliberal.
América Latina es el continente de la interminable conquista. Ayer se levantaron la espada y la cruz para someter a los pueblos originarios al imperio católico español y hoy se levanta la biblia y el fusil para someter a los pueblos latinoamericanos al imperio neoliberal globalizado.
El teólogo Pablo Barrera destaca que “la misma biblia cristiana que fue usada para evangelizar América Latina es usada hoy para justificar el golpe de estado contra el presidente Evo Morales, contra un modelo de sociedad alternativo al impuesto por el capitalismo imperialista”.
Por su parte, el filósofo Enrique Dussel, entrevistado por Carmen Aristeguí en CNN, señala cómo irrumpe el fundamentalismo evangélico y católico, representado por el golpista Luis Fernando Camacho con la biblia en la mano, para desplazar la bandera Wiphala, símbolo también de la Pachamama, la madre tierra convertida en deidad indígena, más tarde revestida de muchas vírgenes de rostro indígena y negro como la Virgen de Guadalupe, la Virgen de los Ángeles, entre otras.
Es la nueva religión neoliberal, en su versión católico-protestante, que hoy se alía a las fuerzas políticas conservadoras de derecha, para enfrentar a los nuevos movimientos contraculturales que impugnan al globalismo neoliberal. Constituye el nuevo frente ideológico-religioso con el que se pretende evitar el resurgimiento de la diversidad simbólico-religiosa de los pueblos originarios, por lo que representa como fuerza social y política de resistencia a las nuevas tendencias neocoloniales.
Cabe destacar que el factor simbólico religioso en nuestro contexto latinoamericano, más allá de una institucionalidad ritualista y doctrinalista que muestra signos importantes de debilitamiento, sigue gravitando con fuerza, inclusive a la manera de una religiosidad civil de carácter laico. Por consiguiente, hoy como ayer la confrontación asume dimensiones simbólicas de alta intensidad.
El católico santacruceño Luis Fernando Camacho y el evangélico josefino Ronny Chaves son dos versiones del mismo rostro de una religión neoliberal, cuyos actos y desmanes simbólicos, incluida la “guerra espiritual” para la reconquista territorial de espacios ocupados o amenazados, según ellos por deidades paganas -la bandera Whipala y La Virgen de los Ángeles, respectivamente-.
Esta nueva forma religiosa se convierte en un factor muy importante a considerar dentro de la estrategia de revitalización geopolítica del capitalismo neoliberal globalizante.
Cuando hablamos de religión neoliberal, se trata de un fenómeno de dos vertientes. Por una parte, el neoliberalismo se convirtió en religión al instaurar el reino del mercado –“idolatría del mercado”(Hinkelammert)– que ofrece prosperidad y riqueza a cambio de sacrificios humanos y eco-ambientales.
Por otra, el fundamentalismo religioso se secularizó asumiendo esa doctrina y revistiéndola con la seudoteología de la prosperidad. Ambos se convierten en los nuevos vendedores de “indulgencias” para acceder al reino de la prosperidad material en este mundo. Y se alían para emprender una nueva reconquista política y religiosa en América Latina
Esta estrategia de reconquista religiosa fundamentalista se inscribe en el marco de una política de contención y desarticulación del progresismo latinoamericano. Y la derecha, al nuevo estilo teocrático de Donald Trumph y Jair Bolsonaro, ha encontrado, especialmente en el fundamentalismo neopentecostal, un aliado religioso clave para cohesionar y movilizar a sectores populares contra estos movimientos progresistas.
Como señala Dussel, es una especie de cristianismo occidentalizado, de raíces en el evangelismo norteamericano, que “se propaga en el pueblo contra el pueblo”.
La nueva religiosidad neoliberal irrumpe en el escenario político latinoamericano como parte de la estrategia geopolítica de los poderes fácticos, para oxigenar el decadente proyecto globalizador neoliberal. Es la interminable conquista que hoy vuelve a la viejas vías golpistas, apostando por el poder blando o suave (soft power, Nye).
* Sociólogo costarricense. Publicado en connuestramerica.blogspot.com
VOLVER