Como esperanza de pobre – Por Pablo Messina

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Por Pablo Messina *

El programa del Partido Nacional propone una nueva conceptualización de la pobreza. La misma implicaría abandonar «el método de la línea» y pasar a considerar como pobres aquellas personas que no pueden garantizar cierta «autonomía» a través del trabajo o emprendimientos sustentables.

Esta noción de pobreza asimilada a la “falta de autonomía”, es a priori, una mejor definición que la «pobreza de ingresos». De hecho, en las discusiones sobre mediciones de pobreza, hay propuestas que intentan incorporar la «autonomía» como espacio evaluativo para aproximarse a la vulnerabilidad que tiene una persona u hogar.

Incluso hay trabajos para Uruguay con dicho enfoque. Muchas de estas inspiradas en las propuestas de Amartya Sen, incluyen las “capabilities” (un neologismo que sintetiza “capacidades” y “destrezas”) e implican una muy interesante reconceptualización de la pobreza como problema.

Desde una perspectiva crítica, resulta un tanto evidente que el método de la línea es un abordaje muy pobre para medir la pobreza, valga la redundancia. Por tanto, pretender superarlo como indicador, es una cosa deseable. Es así que en los gobiernos del FA hubo intentos de avances en medidas alternativas, más pensadas como complementarias que sustitutivas.

Desde el propio MIDES se realizaron trabajos de “pobreza multidimensional” que abordan una serie de dimensiones mucho más abarcativas y estructurales que los ingresos (educación, salud, vivienda, trabajo, entre otros). Claro, nunca se oficializaron, pero ese es otro tema.

Entonces, el problema no está a priori en la definición abstracta de pobreza que hace el Partido Nacional, sino en la que se intuye que será la concreta. Como mucha gente está haciendo circular por las redes, el programa del PN afirma: “Luego de años en los que primó una concepción asistencialista y tutorial, nosotros afirmamos que la única herramienta eficaz para superar la exclusión y la marginalidad es la esperanza”.

Es así como aparecen una serie de elementos muy llamativos. En primer lugar, que se critica a la concepción «asistencialista». No está mal repensarla, es cierto que el FA fue en gran medida un impulsor de políticas compensatorias o focales. Esto se visualiza tanto en las desarrolladas por el MIDES como en varios otros ministerios.

Pero también es cierto que, muchas de las mismas políticas focales venían de antes, e incluso del gobierno del PN, que fue un gran impulsor de políticas asistencialistas. Para quien haya estudiado las políticas sociales, los noventa significaron un impulso fuerte hacia la focalización y un abandono también importante de los pilares universales de la política social, como ser educación, salud y políticas de empleo y salario.

Por tanto, es llamativa la crítica sin que haya mediado una revisión de lo que el propio Partido Nacional desarrolló con muchísima fuerza.

En la era progresista, además del impulso y tecnificación de las políticas sociales, hubo también, con enormes limitaciones e insuficiencias, ampliación de algunos pilares universales. No pretendo acá defender lo hecho, porque siempre lo he criticado por insuficiente cuando no por errático.

De todas formas, lo preocupante es que el PN afirma que para combatir la pobreza «…la única herramienta eficaz (…) es la esperanza». Hay quienes ante esta afirmación no hacen más que matarse de la risa, pero creo que se equivocan. Yo no quiero tomármelo en broma ya que los factores subjetivos no son despreciables como espacio evaluativo del bienestar.

Quienes han indagado en programas super focales y específicos como «Cercanías», han encontrado que los problemas de depresión en la extrema pobreza, vinculados a la falta de perspectivas y horizontes son serios, reales, no un invento del Partido Nacional.

Incluso, en un trabajo colectivo del que participé sobre “pobreza energética”, uno de los hallazgos más interesantes que tuvimos fue la adaptación al frío de las personas pobres en Uruguay. Que ser pobre es pasar frío es maś o menos obvio. En Uruguay, en el 2006, un 40% de los hogares no tenían calefacción alguna, hoy, un 10% continúa sin tener.

Además, sabemos que un montón de hogares tienen con qué calefaccionarse pero llegado el momento de sentir frío, no lo hacen porque les resulta caro. Pero el trabajo mostraba que, a diferencia de las consideraciones sobre el rango de confort térmico entre 18°C y 21°C que hace la OMS, en Uruguay los hogares de bajos recursos, manifestaban “no sentir frío” a temperaturas de 16°C o incluso menos.

Lo paradójico, es que de repente estaban con campera, frazadas y mantas dentro de sus propias casas. Tan importante es la subjetividad, que muchas veces se generan “preferencias adaptativas”. Hay un ejercicio de acostumbramiento a la falta de bienestar que se incorpora en la subjetividad más dura de las personas (hasta el frío dejan de sentir).

Pero también se equivocan quiénes solo les causa gracia esta definición del Partido Nacional, en no visualizar que la esperanza, como factor individual e individualizante de la pobreza, cala muy bien con el sentido común dominante. Esto es, mientras muchos nos podemos reir, cada vez más en Uruguay hay gente que piensa que esta idea del PN es acertada.

De hecho, las encuestas de opinión que realiza con cierta periodicidad la OPP, mostraron hace unos años que en Uruguay de forma creciente las personas consideran a la pobreza como un fenómeno individual y no social.

Probablemente el hecho de que hayan disminuido la pobreza y aumentado las políticas sociales, contribuyan a dicho cambio en la percepción. Pero también es probable que estemos asistiendo a un retroceso ideológico importante, que en parte se evidencia con el brutal corrimiento a la derecha en las preferencias electorales.

Por tanto, no alcanza con ridiculizar la concepción del PN, hay que dar el debate ideológico y político, salir a explicar y criticarla junto con todas sus consecuencias.

Lo cierto es que la concepción del PN, no solo afirma que «…la esperanza» es la «única herramienta» para superar la pobreza, sino que además adelanta que se va a cambiar la forma de medirla. Para esto último, argumentan que «…La pobreza no consiste en la insuficiencia de recursos que permiten satisfacer necesidades básicas», ahí es cuando es alarmante.

Porque están avisando que van a cambiar la forma de medir la pobreza por ingresos (sacándola) y pasando a tener a la «esperanza» como herramienta. Entonces, esta idea de que la autonomía refiere a tener trabajos y emprendimientos sustentables pero que lejos de asociarse a políticas de empleo se vincula con aspectos subjetivos como la “esperanza”, combinado con la desconsideración de la necesidad de tener ingresos, debería escandalizarnos.

Como decía Tabaré Etcheverry, ahora los pobres “se pueden morir en gracia” o, mejor dicho, con hambre pero esperanzados. Por una cosa es destacar la insuficiencia de mirar únicamente los ingresos para conceptualizar la pobreza y otra, muy distinta, es negar la importancia de los ingresos en una sociedad como la nuestra en la que muchas de las necesidades más elementales están mercantilizadas.

Si a esto último, lo combinamos con la idea de abatir el déficit fiscal y aplicar reglas fiscales en los presupuestos públicos, podemos inferir parte del «programa oculto». Es probable que existan recortes en muchas de las transferencias de ingreso a los más pobres (que si bien no son mucha guita ya que no superan el 0,4% del PBI, todo suma para el ajuste).

Si se hiciera, impactaría en cierta medida en la medición de pobreza. Por tanto, ¿qué mejor manera de evitarlo que cambiar la definición y quitar los ingresos de la misma?

Tal vez, dado que el método de la línea, con todas sus insuficiencias, constituye una suerte de «convención global» y todo el mundo, lo adopta y utiliza, mis preocupaciones por estas definiciones sean exageradas. O sea, es probable que “eliminen” el método de la línea como forma de medir la pobreza y que, por tanto, de recortar políticas sociales, dicho indicador las reflejará en mayor o menor medida.

Pero también es cierto que en períodos anteriores, han hecho trampas con la medición de la pobreza gobiernos de partidos tradicionales. De hecho, en el 2002, sacaron varios rubros de la canasta de consumo básico para disminuir el nivel de pobreza en Uruguay. Uno, eran las comidas fuera del hogar (ejemplo, cuando estás en el laburo y comprás algo para almorzar, en aquel entonces, creo que representaban un 5% del gasto en alimentación)-.

También recortaron otros consumos, que sería ocioso desarrollar aquí. Hay un precioso documento de trabajo de Andrea Vigorito y Verónica Amarante al respecto, para quienes quieran consultar.

En resumen, es probable que gane quien gane, haya ajuste. Los ajustes, caen siempre sobre los de abajo. Pero el asunto está en que un gobierno de oligarcas, neoliberales y fascistas, garantiza que el mismo pueda darse con mayor intensidad en los más de abajo del abajo. Las definiciones programáticas que tienen, así parecen indicarlo.

* Economista, docente de la Universidad de la República. Integra el consejo editor de Hemisferio Izquierdo


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