Mercedes Argudín, activista afrochilena: «Organizarse políticamente entre mujeres negras es un privilegio» – Por Carla Perelló

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Entrevista a Mercedes Argudín, activista afrochilena

Por Carla Perelló, de la redacción de NODAL

Mercedes Argudín se autodefine como activista afrochilena y afrofeminista. Desde Chile cruzó la Cordillera de los Andes para llegar a La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, en Argentina, donde se llevó a cabo el 34° Encuentro Plurinacional y de las Disidencias (Mujeres, Travestis, Lesbianas, Trans y No Binaries).

El Encuentro, antes denominado Encuentro Nacional de Mujeres e identificado por sus siglas ENM, se realiza una vez al año en Argentina desde 1986. Es autofinanciado y autoorganizado. El corazón está en los talleres que funcionan de manera horizontal y plural y tienen modalidad de consenso. Las conclusiones son leídas el último día, en el cierre de todas las actividades.

Fueron varias las que se organizaron para llegar, no sólo de Chile, sino de distintos países de la región y que participaron activamente de los más de 80 talleres, actividades culturales, conversatorios, partidos de fútbol y asambleas diversas aquí y allá que ocuparon la ciudad durante tres días entre el 12 y el 14 de octubre. En entrevista con NODAL, Argudín cuenta su experiencia en lo que se constituyó como un encuentro histórico cuyo cierre contó con una marcha que se extendió a lo largo de tres kilómetros.

¿Cómo vivió este Encuentro? ¿Qué le dejan estos tres días?

Este Encuentro lo viví con mis compañeras afrochilenas con las que viajamos a la Argentina. Fue muy peculiar porque en el taller afro nos encontramos en el relato de las compañeras afroargentinas, afrocolombianas, afrovenezolanas, que también participaron. Eso fue muy potente porque reconocernos es parte también de visibilizar un racismo que es estructural en nuestras sociedades. Estos tres días me dejaron con mucha esperanza. Muchas mujeres negras desde distintas trincheras de lucha nos estamos organizando para fortalecernos como movimiento y para ocupar los lugares de poder que nos han sido arrebatados. Luchamos por la reparación histórica y económica que dejó la esclavitud y que sigue siendo una forma de empobrecimiento estructural.

Usted participó del I Encuentro Plurinacional de Mujeres que Luchan en Chile, el año pasado, y en el de Argentina por primera vez, ¿qué reflexión tiene al respecto?

En Chile participé en el taller sobre migración y racismo. Éramos varias compañeras, mapuches, afrochilenas, migrantes negras y no negras, también. Entre distintos temas, se habló sobre el reconocimiento hacia la población afrodescendiente en Chile, donde aún no existe ningún censo sobre nuestra población que esté disgregado por sexo, género, edad, profesión. La persecución policial que viven las mujeres migrantes, la persecución en sus espacios laborales, el miedo de que la policía las aprese o las deporte, que muchas veces es peor cuando se es mujer negra o indígena migrante son temas que también hablamos. Una compañera mapuche contó sobre la represión en el Wallmapu (N de R: territorios históricamente ocupados por mapuches en suramérica) y cómo ella vive el feminismo desde ahí. Ahora lo comparo con el taller afro en Argentina y tiene una convocatoria mucho mayor. Eso pasa también porque en Chile la mayoría de las mujeres afrodescendientes no se reconocen como tales o las mujeres negras migrantes a la hora que era el Encuentro estaban trabajando, lo que muestra también que organizarse políticamente entre mujeres negras es un privilegio. Lo que conversé con mis compañeras afrochilenas es que hay una diferencia que es abismal: en Argentina vimos que la militancia feminista es siempre. Si vas por la calle y ves a una compañera que le pasó algo, la ayudas. Nos pasó que vimos que había veinte niñas en una esquina esperando un bus y pasó una persona con su auto, les preguntó si iban al Encuentro y cuando le dijeron que sí ella se ofreció a llevarlas a todas. En Chile nunca he visto eso. Me llevo mucho aprendizaje de organización y estrategia política para compartir con mis compañeras, me llevo la unidad y que la militancia feminista tiene que trascender la militancia partidista. Por otro lado, en Chile, organizarnos como feministas para el Encuentro, para el 8 de marzo y para el 25 de julio, que fue la marcha por el Aborto Libre y Antirracista, significó posicionar a las mujeres negras en la opinión pública, cuando el antirracismo ha sido difícil porque hay una represión internalizada muy fuerte después de la dictadura. El volver a organizarnos políticamente como mujeres y dar la resistencia contra el patriarcado y contra la represión policial en un país donde asesinan a activistas medioambientales y territoriales ha sido difícil y sigue siéndolo porque es ir rompiendo ese legado de represión que nos dejó la dictadura y el miedo. Ha tenido que ser un trabajo, yo creo, de adentro hacia afuera, pero es bonito también lo que ha ido sucediendo, es hermoso. Para mí fue hermoso ver que hay una organización de resistencia antipatriarcal que se está a dando a nivel de Latinoamérica y el Caribe. Somos muches y eso es realmente hermoso e inspirador. Es un ejercicio amoroso, también, de resistencia.

Como afrochilena, ¿cómo ve la situación de las mujeres y colectivas LGBTI+ en su país?

Chile es un país donde se discrimina mucho a la población LGBTI+. Han ocurrido muchos asesinatos homo, lesbo y transfóbicos. En 2012, un joven llamado Daniel Zamudio fue asesinado en un parque por un colectivo nacionalista por su orientación sexual. En 2016, Nicole Saavedra fue encontrada muerta con signos de tortura. Previamente había recibido amenazas de muerte por ser lesbiana. El problema es que legislativamente Chile está muy empobrecido porque solamente contamos con la ley Zamudio 20.609, que es en homenaje a Daniel. Allí sólo se define lo que sería una discriminación arbitraria, más no penaliza de manera concreta los actos de discriminación por raza, orientación sexual, religión o sexo. Tampoco hay un sistema judicial efectivo frente a los crímenes de odio contra la comunidad LGBTI+. Como afrochilena creo que eso es súper grave porque hay en el territorio muchas mujeres lesbianas, personas trans que además de su orientación sexual, de esa opresión que suelen vivir, también está la opresión de la etnia, de ser una persona racializada. Allí se cruzan múltiples opresiones y se vuelve muy difícil, sobre todo en un país que no cuenta con la legislación correspondiente ni con las medidas de prevención ni de protección suficientes.

¿Qué lectura hace sobre los vínculos entre los distintos movimientos y organizaciones?

El movimiento está un poco quebrado, porque hay algunas organizaciones que sí hacen actividades barriales y se organizan de una manera colectiva y antipatriarcal, pero hay otras que son muy funcionales al patriarcado, no les importa lo que pasa con las personas lesbianas, trans o transgénero. Sin embargo, creo que es muy importante la vinculación más allá de la política partidista para que haya un trabajo de visibilización, prevención y respeto. Eso se ve en las organizaciones barriales, para quienes es importante escuchar qué es lo que está pasando en la periferia donde estamos las personas más racializadas, que no ocupamos los cargos de poder, que no somos de la elite empresarial. Creo que esas son las personas a las que hay que escuchar y que hay que generar vínculo entre los movimientos y las organizaciones. También creo súper importante que en Chile se implemente una educación sexual y reproductiva con enfoque de derechos humanos para que sea una educación sexual integral, que promueva la identidad de género, el autoreconocimiento, la experiencia de vida. Eso es fundamental para un desarrollo sexual, reproductivo y de identidad de género que sea acorde a cómo yo me siento, a cómo yo ocupo mi lugar en el mundo. Esa perspectiva me permite tener una posición política clara como ciudadano, me permite exigir las leyes que me van a proteger u organizarme con mis pares de manera colectiva.

¿Cuáles considera que son los próximos desafíos de ahora en adelante a nivel local (en Chile y Argentina) y a nivel regional para el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis, trans?

Como mujer afrochilena creo muy importante tener una mirada interseccional en esta lucha porque por el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries se cruza directamente con la clase, con la etnia. No es lo mismo una mujer que vive en la capital, en el centro de la ciudad, adinerada, una mujer blanca lesbiana a una mujer lesbiana que es negra, que es migrante, que no habla castellano y, además, vive en la periferia. Es súper importante cuestionarse los privilegios, cederlos e ir entrelazando, generando una red potente que trascienda todas esas opresiones. Y que esa red sirva como protección y que trascienda la política partidista, que la primera militancia sea la feminista, que sea esa la que me llame a organizarme. Nombrar lo que sucede es parte de esta construcción. Lo que no se nombra no existe. Los travesticidios existen, la lesbofobia existe, la misoginia existe. Entonces, hay que luchar para que se tipifique legalmente porque sino no existe y hay personas que sí están siendo asesinadas por crímenes y delitos de odio.


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