El Presidente que ofreció pagar más impuestos – Por Ricardo Castaneda Ancheta
Por Ricardo Castaneda Ancheta *
«Hacer que el rico pague más», sentenciaba el entonces candidato presidencial Nayib Bukele –un empresario político–, como promesa de campaña, durante un conversatorio universitario, mientras era ovacionado por un público lleno de jóvenes.No es usual en Centroamérica hablar de impuestos en plena campaña electoral y menos dejarlo explícito en un documento por el que luego votaría la ciudadanía. Este documento denominado «Plan Cuscatlán» deja explícita la promesa de «ejecutar una reforma tributaria integral para dotar de progresividad y equidad al sistema».
Para lograrlo, se comprometió con el establecimiento de la renta mundial para personas naturales, la incorporación de tasa global de renta, un impuesto a los flujos de efectivo, la aplicación del impuesto predial y gravamen de tierras agrícolas ociosas, la integración de la Ley General de Incentivos Fiscales para la producción y el empleo, el establecimiento de un IVA diferenciado, mayor para bienes de lujo y menor o exento para alimentos y medicinas. Y con sus votos la mayoría de la población respaldó implícitamente esas medidas.
¿Por qué es tan importante prestarles especial atención a los impuestos? Aaron Schneideren su libro «Construcción del Estado y regímenes fiscales en Centroamérica»(F&G Editores/Icefi/Flacso, 2013) plantea que los impuestos expresan en términos fiscales las maneras en que se organizan los grupos y cómo avanzan en un proyecto para sus Estados.
A pesar de que son plausibleslas propuestas planteadas en el plan de gobierno,la historia nos ha mostrado que aunque en el papel millardos de ciudadanos votan, en las débiles democracias centroamericanas quienes terminan configurando el Estado son unos cuantos hombres que forman parte de las élites políticas o empresariales. Lo queOxfam ha denominado como la captura del Estado.
El Salvador es un excelente ejemplo para mostrar ese proceso de captura. El Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) en conjunto a la American Universitypublicaron el libro «Política fiscal: expresión del poder de las élites centroamericanas»[1].Para el caso de El Salvador, este libro académico muestra cómo parte de la élite cafetalera tradicional diseñó estrategias para transitar de un accionar “destructivo” de maximizar ganancias impugnando legislación tributaria, a uno “constructivo” mediante el desarrollo de capacidades técnicas, a través de un tanque de pensamiento, y la captura del Estado por mediode un proyecto político partidario que gobernó hasta 2009 y la generación e implementación de políticas de Estado favorables a sus intereses. Posteriormente, aunque en el papel gobernó por una década un partido denominado de izquierda, que promovió algunos cambios en materia tributaria, analizando los hechos lo cierto es que nunca se planteó llevar a cabo una reforma fiscal progresiva que pudiera incomodar a las élites económicas y políticas de las cuales algunos de sus dirigentes eran parte.
Un punto paradigmático, para comprender el sistema tributario salvadoreño es que, además de Cuba, es el único país de Latinoamérica que no cuenta con impuesto a la propiedad, recayendo la tributación en el consumo y no en el capital. Los impuestos representan alrededor del 90% de los ingresos con los que cuenta el Estado salvadoreño. Sin embargo, la carga tributaria salvadoreña, ―que apenas representa 18% del PIB (2018)―, que además está por debajo del promedio de América Latina y el Caribe, es regresiva incluso en los impuestos que teóricamente no deberían serlo. Por ejemplo, de acuerdo con datos del Ministerio de Hacienda con base en las declaraciones del impuesto sobre la renta (ISR), en 2017la tasa efectiva para personas asalariadas era del 10.8%; para las personas con rentas diversas, del 4.3%, mientras que para las empresas era del 2.6%.Adicionalmente, un estudio desarrollado por el Programa de Política Fiscal y Reformas Administrativas (TPAR), financiado por USAID, «Documento de Política Fiscal para El Salvador, Política Fiscal & Reformas Administrativas», concluye que al considerar la recaudación total (ISR e IVA), la clase trabajadora aporta con el 66.9% del total, mientras la gran empresa participa con el 14.8%.En buena medida esto explica que la incidencia de la política fiscal en su conjunto haga que después que ésta interviene, la pobreza aumente en El Salvador.
Sin duda, el mayor reto del gobierno encabezado por Nayib Bukele no está en mantenerse como el presidente más popular a nivel mundial; el mayor reto es devolverle su espíritu a la política fiscal para convertirse en una herramienta para el desarrollo y la democracia. Por ello es fundamental cumplir con lo ofrecido, particularmente con el hecho de construir un sistema tributario justo y progresivo, en el que los ricos -incluido el propio presidente- paguen más, demostrando que la democracia sí permite que sea la ciudadanía y no las élites quien decide el tipo de Estado en el que quiere vivir.
[1]La versión completa puede ser descargada aquí
* Economista sénior y coordinador para El Salvador y Honduras. Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, Icefi. @Recasta
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