Desmontar el populismo – El Día, Bolivia
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Todos odian al Fondo Monetario Internacional (FMI). Algunos pintan a este organismo financiero como la suegra molesta que constantemente va y husmea en la casa de su hija para ver cómo se porta el yerno. La impertinente señora nunca se queda callada y siempre deja una larga lista de cosas por hacer, de asuntos para ordenar y de obligaciones que se deben asumir. El esposo no tiene más remedio que aceptar pues es la “condenada vieja” la que constantemente tira el salvavidas cuando los gastos se salen de control y no hay cómo satisfacer a los hijos, unos completos malcriados, acostumbrados a los gustos desmedidos y las escasas obligaciones.
El país donde más odian al FMI es Argentina y seguramente lo van a detestar más todavía cuando se produzca una nueva visita posterior a las elecciones del 27 de octubre. Cuando asumió Macri, cuya misión principal era desmontar el populismo Kirchnerista que duplicó el gasto público y multiplicó varias veces el número de ciudadanos que viven del Estado, el organismo internacional ofreció 5.400 millones de dólares para reactivar la economía azotada por la improductividad, los fondos buitres, el default y la caída de los ingresos. La condición era ponerle freno al desastre que dejaron 12 años los esposos Kirchner-Fernández.
La meta no se cumplió y el FMI frenó los desembolsos que tenía previstos y seguramente no soltará ni un solo dólar más mientras no reciba pruebas de que el próximo gobierno no tirará el dinero fresco en la farra populista en la que está sumida esa nación desde los años 40. Muchos argentinos creen que se trata de un modelo económico, una suerte de autodeterminación o de identidad, pero lo cierto es que los expertos creen que el estatismo ya no da más en Argentina y que si esta vez no le hacen caso a la “vieja metiche”, el destino puede ser mucho más oscuro que en el pasado. La mejor prueba es Venezuela.
El otro país donde asomó el FMI últimamente ha sido Ecuador, donde Lenín Moreno ha estado haciendo esfuerzos mucho más valientes y significativos que los de Macri por salvar del desastre la economía nacional. Por el monto del crédito y por los ajustes que tuvo que hacer el Gobierno, es posible que la situación sea más complicada. Hablamos de un salvataje de cuatro mil millones de dólares y de unos ajustes tan grandes que desataron la mayor revuelta que se haya visto en décadas. No era para menos, se trataba de reducir subsidios tan abultados, que obligaron a incrementar el precio del combustible hasta en un 120 por ciento en algunos casos.
Lo que pasó en Ecuador nos hizo recordar a todos, el fallido gasolinazo de finales de 2010 en Bolivia. Aquella vez, el Gobierno se dio cuenta de que para ser viables y no caer en el pozo venezolano, había que ser pragmáticos y sincerar la economía. En lugar de buscar alternativas, el régimen se metió de lleno en la parranda populista, que en algún momento habrá que ponerle fin, ya sea con el FMI o sin él.
Lo que pasó en Ecuador nos hizo recordar a todos, el fallido gasolinazo de finales de 2010 en Bolivia. Aquella vez, el Gobierno se dio cuenta de que para ser viables y no caer en el pozo venezolano, había que ser pragmáticos y sincerar la economía. En lugar de buscar alternativas, el régimen se metió de lleno en la parranda populista, que en algún momento habrá que ponerle fin, ya sea con el FMI o sin él.