Chile | Karina Oliva, dirigenta del Frente Amplio: “Se abrió una grieta en la construcción hegemónica de los últimos 30 años, en el pacto de la transición”

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Por Gerardo Szalkowicz*

“No son 30 pesos, son 30 años”. Karina Oliva, consejera política del Frente Amplio, apela a la consigna que mejor explica y sintetiza el estallido social en Chile para contextualizar cómo se fue incubando el malestar popular que devino en despertar de todo un pueblo. Admite que “lo que más hay es incertidumbre sobre lo que viene”, pero asegura que desde las fuerzas de izquierda intentarán encauzar políticamente los acontecimientos para ir forjando “un nuevo pacto social que limite el exacerbado neoliberalismo y en el que los sectores populares sean los protagonistas”.

-¿Cómo podrías sintetizar lo que está pasando en Chile, ¿qué es lo que estalló por los aires en los últimos días?

-Lo primero que hay que entender es el contexto de la implementación del sistema neoliberal en Chile, que se dio a través de una dictadura eterna de 17 años que tuvo una salida diferente a la mayoría de los países de la región: fue una transición pactada. Y ese pacto de transición, que nosotros llamamos “pacto de élites”, fue un pacto de la elite pinochetista acordado con los gobiernos de la Concertación. Siempre se nos dijo que no podíamos avanzar en democratizar el país porque ese acuerdo de la transición había sido pactado. Y nos vendieron la idea de que no podíamos acceder a los derechos porque el sistema no nos permitía, pero teníamos “la libertad” de acceder a comprar la salud, la educación, la vivienda, las pensiones…

Entonces se fue acumulando una rabia ciudadana profunda. Aquí el salario mínimo son menos de 400 dólares pero el costo de la vivida supera los 600 dólares, la mayoría de nuestra población vive endeudada. Cuando se vino el alza del transporte los secundarios salieron a manifestarse y a decir “se acabó este abuso”, y eso catalizó el despertar, que el malestar que se venía acumulado hace tiempo se volcara a la calle.

Esto nunca lo previmos los sectores políticos. Sabíamos que había un malestar acumulado pero nunca pensamos esta explosión, donde la consigna principal es que “no son 30 pesos, son 30 años”, 30 años de abusos. Entonces lo que se está cuestionando hoy, que creo que es lo más relevante, es que se abrió una grieta en la construcción hegemónica de los últimos 30 años, en el pacto de la transición. Eso es lo que fracasó. Los sectores más ricos, los empresarios, el mismo gobierno, la derecha, está admitiendo que la gente ya se cansó de que abusaran y que tuvieran tantos privilegios y ahora dicen que tienen que repartir mejor la torta. Todo el mundo se dio cuenta de que el malestar de la gente no es antojadizo. Lo que me deja tranquila es que la ciudadanía ha optado por manifestarse pacíficamente, más allá de que el presidente Piñera ha actuado con un nivel de violencia y agresividad profunda.

-Evidentemente nadie vio venir este estallido, y menos el presidente Piñera, que declaró hace un par de semanas que “Chile era un oasis dentro de una América Latina convulsionada”. Luego salió con esa polémica declaración de que “estamos en guerra”. ¿Cómo analizas la respuesta de Piñera frente a este hastío del pueblo?

-Esto demuestra que al presidente se le olvida que es Jefe de Estado. Se vio tan sobrepasado y pensó, como siempre se piensa en los regímenes neoliberales, que la única forma de apaciguar no es garantizar los derechos sino más bien la represión. Nunca antes después de la dictadura había existido un estado de emergencia, que es uno de los estados de excepción, con toques de queda por una manifestación social. Es la primera vez. Nuevamente la derecha en nuestro país sacó las armas y cree defender la democracia con fusiles. El presidente no sólo actúa con irresponsabilidad sino que demuestra el gran temor que le tiene al pueblo. El pueblo chileno, una vez más, lo que está buscando es derechos sociales y demuestra que no le tiene miedo ni a los militares ni a los empresarios ni a las oligarquías, no ha agredido a Carabineros, no ha agredido a las Fuerzas Armadas, no ha agredido al presidente, sale con sus cacerolas a manifestarse por todo el país diciendo “no más abusos”, “presidente saque a los militares de la calle”.

Es emocionante ver a un pueblo que había estado muy dormido pero que despertó con una voluntad democrática profunda. Es súper importante rescatar cómo el pueblo chileno se miró y se reconoció en el otro, que vio que la Patria estaba en el otro. La derecha no logra entender que el conflicto es que el pueblo se está revelando en contra nuestras oligarquías. Y el presidente no ha sido capaz de entregar ninguna medida contundente, no ha sido capaz de entregar una señal de paz, de tranquilidad, solo quiere establecer que los manifestantes somos violentos, y eso también ha generado un gran repudio.

-¿Cómo intuís que se pueden desencadenar los hechos? Y, teniendo en cuenta que ha sido un estallido de características espontáneas, sin una conducción visible, ¿qué chances ves de que alguna o algunas fuerzas puedan capitalizar y encauzar políticamente los acontecimientos?

-Para ser honesta, creo que lo que más hay es incertidumbre sobre lo que viene. Pero creo que debemos ir fraguando un nuevo pacto social que limite el exacerbado neoliberalismo y en el que los sectores más populares sean los protagonistas. Evidentemente se requiere de liderazgo político, creo que nosotros como Frente Amplio tenemos que actuar con la responsabilidad y con la humildad de ponernos a disposición de la ciudadanía, no hacer lo que nosotros creemos que hay que hacer. Hoy quien está conduciendo el país es la gente, creo que hay que colaborar para que la violencia de las Fuerzas Armadas y la vulneración a los derechos humanos se acabe, que el presidente deponga el toque de queda y el estado de emergencia y de ahí empezar a abrir un diálogo ciudadano para ver el Chile que queremos para los próximos 50, 60 años.

Ya va a venir el momento de pelear políticamente para que cambien las reglas del juego, hoy por lo pronto estamos generando la discusión para que este gobierno de las garantías mínimas para poder empezar a generar un diálogo nacional, que sería desmilitarizar el país, garantizar al menos que los salarios mínimos sean dignos y que bajemos en lo más pronto el costo de vida de las chilenas y los chilenos, para que a partir de ahí podamos tener un debate democrático sobre el Chile que queremos.

(*) Entrevista realizada en el programa “Al sur del Río Bravo” que se trasmite por Radionauta FM 106.3 (www.radionauta.com.ar)

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