Carlos Mesa, candidato a presidente en Bolivia: “Evo Morales no está psicológicamente preparado para dejar el poder”

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Por Francisco Sanz

A diferencia de lo ocurrido en el 2009 y el 2014, cuando arrasó con más del 60% de los votos, Evo Morales sabe que esta vez la contienda se perfila mucho más dura.

El presidente de Bolivia, que busca un cuarto mandato haciendo caso omiso a los resultados del referéndum de febrero del 2016 que pusieron luz roja a la reforma que permitiría una nueva reelección, tiene en Carlos Mesa a su mayor oponente y, si las encuestas no fallan, el domingo 20 se certificaría que ambos pasarían al balotaje el 15 de diciembre.

Si ninguno de los candidatos alcanza más del 50% de los votos válidamente emitidos; o un mínimo del 40%, con una diferencia de 10% frente a la segunda postulación más votada, será necesaria una segunda vuelta. Los últimos sondeos marcan una diferencia de entre 5 y 7 puntos a favor de Morales (sin llegar este por lo menos al 40%), así que no se daría ninguna de las condiciones para evitar el balotaje.

El máximo líder opositor vive en estado de alerta estos días previos a la primera vuelta.

¿A la luz de los sondeos, la segunda vuelta ya es un hecho?

Somos muy optimistas, no basados en el voluntarismo sino en el resultado que se está gestando, creemos que podemos triunfar en primera vuelta y, en el peor de los casos, en segunda. Nuestra convicción es que estamos en condiciones de ganar la elección.

Usted y toda la oposición han tildado de ilegal la candidatura de Morales. ¿Participando en estas elecciones no avala usted esa postulación? ¿No supone un riesgo?

Sí, es un riesgo, pero un riesgo que obligatoriamente tenemos que asumir. Siendo la de Morales una postulación ilegal, no podemos cometer el error de Venezuela, donde la oposición decidió no participar porque la candidatura de Maduro era ilegal. Eso sería regalar la elección al presidente para que continúe gobernando y copando los poderes del Estado.

¿Cómo confiar en un Tribunal Constitucional (TC) que refrendó la candidatura de Morales?

No confiamos. Estamos remando contracorriente, contra el candidato ilegal, contra un gobierno que utiliza todos los recursos –económicos, de infraestructura y equipamientos, y de medios de comunicación– para hacer una campaña desequilibrada.

Del máximo tribunal electoral también tiene usted sospechas…

Así es, también remamos contra el Tribunal Supremo Electoral, que según nuestra Constitución es un poder independiente del gobierno, pero que recibe órdenes de este. Esas son, por desgracia, las reglas del juego.

Usted ha denunciado ataques de la fiscalía. ¿Se han acentuado?

En realidad, no hemos hecho otra cosa que soportar ataques de guerra sucia o acusaciones infundadas relacionadas con el Caso Lava Jato. En el gobierno de Morales, los fiscales hacen el trabajo que hacían los paramilitares en el de Luis García Meza [dictador boliviano de los años 80].

¿Y cómo piensa ganar con una cancha tan sesgada en su contra, según lo que me dice?

Hay elementos en los que confiamos. Uno, tener un equipo de delegados de control del voto en las 31 mil mesas con nuestro propio sistema de cómputo que contraste los resultados del ente electoral. Dos, la participación de los observadores electorales del extranjero. Y tres, el sistema electoral boliviano es bastante sólido en su diseño original y no es fácil manipularlo, a no ser que sea muy burdo.

¿Teme usted que Morales no reconozca los resultados, si acaso estos no le sonríen?

Es una interrogante válida. Está claro que no pasa por la cabeza del presidente dejar el gobierno, no está psicológicamente preparado para ello. Él asume que su destino es gobernar Bolivia indefinidamente, a partir de los resultados holgados en las tres elecciones precedentes. Su vicepresidente ha dicho que si se va Morales se ocultarán el sol y la luna. A ese grado hemos llegado en el discurso.

¿Que haya ocho candidaturas opositoras no juega a favor del oficialismo?

Seamos francos, de todas ellas solo dos tienen opción. Con todo respeto, el resto son candidaturas testimoniales que sumarán cuatro o cinco puntos entre todas…

Pero justamente son cuatro o cinco puntos que le pueden ser valiosos a usted si no estuvieran en la lid.

Confiamos en que el día de la votación, quienes tienen un candidato que les parece mejor que yo tomen en cuenta lo básico: nos jugamos el futuro de la democracia boliviana y la confrontación con un gobierno autoritario. Creo que esa perspectiva se impondrá: apoyar al único candidato que le puede ganar a Evo Morales.

El desempeño macroeconómico de Bolivia es reconocido en nuestra región. ¿No es ello una ventaja de peso para Morales?

Hemos tenido años buenos y se ha manejado la macroeconomía razonablemente. Pero no creemos que el rubro económico sea el de fondo.

No poca gente termina votando con el bolsillo…

Quiero decir que la preocupación no pasa por decir que esto es un desastre económico y que hay que votar para cambiar una realidad dramática.

¿Por dónde pasa, entonces?

Considero que el modelo económico del gobierno no es sostenible en el tiempo, pues no hay diversificación. Se trata de tener una combinación de dos cosas, la percepción económica y la percepción del aumento de la corrupción, del narcotráfico y del envilecimiento de la democracia.

Por desgracia, la percepción de la importancia de la democracia en nuestra región ha decrecido…

Pero, mire, si fuera verdad que Morales representa los valores de la estabilidad y del futuro del país, no habría perdido la mitad de la intención de voto que tuvo en el 2014. Que no nos digan que esta es la mejor Bolivia que podemos tener.

¿Qué ofrece usted a cambio?

La diferencia principal es la construcción de una Bolivia democrática pluralista, es decir, la recuperación de un sistema de partidos, no de los viejos partidos, sino uno con respeto a la independencia de poderes y a la alternancia en el gobierno.

¿Qué otros aspectos cambiará?

Bolivia nunca ha tenido una justicia de la que sentirse orgullosa, pero hoy está podrida hasta los huesos. Se ha llegado a puntos insostenibles de partidismo político, corrupción y falta de idoneidad de los jueces.

¿Usted reconoce aspectos positivos en los gobiernos de Morales?

Desde luego. Su llegada al poder rompió un cerco histórico al mundo indígena y puso a sus miembros en el centro de la sociedad. Además, pienso que los bonos implementados por el gobierno a los niños, madres gestantes, ancianos y discapacitados son positivos, y como transferencias condicionadas no representan una carga monumental para el Tesoro Público. También reconozco la lucha contra la discriminación y el racismo. El problema con Morales es que debió quedarse en su segundo mandato, hoy tenemos una sociedad y un gobierno atrapados por la corrupción y el prebendalismo.

Usted tuvo un corto paso por la presidencia y tuvo que renunciar en medio de una ola de protestas sociales. ¿Se quiere sacar una espina?

No, en absoluto. Lo que quiero es asumir una responsabilidad ciudadana y responder a la fe de la gente que hace un año me puso en las encuestas como el ciudadano con más opciones de enfrentar con éxito al presidente.

¿Pero qué sacó en limpio de aquella experiencia que quedó trunca?

Que no se puede llevar adelante un gobierno sin un respaldo político consistente. Yo no tenía partido, era independiente, eso me complicó la vida.

¿Y ello cambiará si llega nuevamente al máximo cargo?

He construido un poder político real con Comunidad Ciudadana. Vamos a tener una bancada importante y participaremos en las elecciones para gobernadores y alcaldes en el 2020. Una estructura política propia es fundamental, lo tengo muy claro.

El Comercio

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