Bandidaje presidencial y corrupción empresarial – Por Francisco Durand
Por Francisco Durand *
Marcelo Odebrecht decía en su primera confesiónante las autoridades que:1) para que su empresa inaugurara grandes obras,2) debía mantener relaciones personales al más alto nivel y 3) financiar campañas para “generar una deuda presente y futura”. Este “trípode” le permitía al gigante brasileño obtener contratos con el fin de inflar presuestos, ganar litigios y obtener generosas concesiones. Así fue como trabajóy consiguio ganancias extraordinarias en diez países latinoamericanos y dos africanos donde admitió haber pagado sobornos.
Aparte del Brasil, donde Marcelo (como antes Emilio, su padre) era amigo de todos los presidentes, fue en Perú donde hizo grandes negocios, teniendo la rara oportunidad de tratar directamente con los jefes de Estado. A fin de cuentas, desde 1990 este país se había constituído en una República Empresarial. Fue inaugurada por Alberto Fujimori en 1990, y luego de su fuga al Japón el 2000, continuó pues sus sucesores mantuvieron fijo el rumbo económico para seguir promoviendo grandes inversiones. Esa promoción requería relaciones personales, al estilo Odebrecht, al punto que cualquier gran inversionista que llegaba al país recibía un tratamiento VIP: hablaba primero con el ministro de economia y luego con el presidente.
Esta cercanía de negocios, con o sin coima, se mantuvo incólume hasta elescándalo Lava Jato. Gracias a las investigaciones, ahora sabemos que entre 1990 y 2016 funcionó el Club de los Constructores, cartel de decenas de empresas peruanas y brasileñas formado para repartirse las licitaciones.
Este escándalo politico-empresarial ha sacudido al Perú más que a otros países, Brasil incluido, donde el caso ha servido más para conspirar que para hacer justicia. Todos los presidentes del periodo 2001-2016 están siendo investigados, ello aparte de Alberto Fujimori, que cumple condena, y de su hija, con prisión preventiva por lavado de activos provenientes de Odebrecht.
Veamos. Alejandro Toledo (2001-2006) se encuentra en Estados Unidos con pedido de extradición por haber recibido sobornos millonarios. Alan García (2006-2011) tuvo impedimento de salida del país luego que su petición de asilo fuera denegada por el Uruguay. Prefirió el suicidio antes que entrar esposado a la cárcel cuando se descubireron a sus testaferros. Ollanta Humala (2011-2016) cumplió prisión preventiva junto con su esposa Nadine Heredia por contribuciones millonarias no declaradas de su campaña política.Pedro Pablo Kuczysnki (2016-2018) tiene prisión preventiva, aunque luego de un problema cardíaco la cumple en su casa.
Este caso tiene particularidades. Kuczsynski, el hombre de Wall Street, con fama de lobista, había sido el ministro más importante del gobierno de Toledo. Al mismo tiempo que promovía las obras de Odebrecth con legislación sastre “hecha a la medida” de Odebrect, sus firmas de Miami (First Capital, Westfield Capital) brindaban“ingeniería financiera” a proyectos como la carretera al Brasil y la irrigación Olmos. Siendo ministro, operaba a través de su joven socio, el chileno Gerardo Sepúlveda, y luego de salir del cargo, continuaba personalmente manejando estos negocios. Su intento por ocultarlos una vez elegido el 2016, el mismo año que estalla Lava Jato,lo obligaron a renunciar el 2018, antes que el Congreso, dominado por la nada santa mayoría aprista y fujimorista, pidiera su vacancia.
Curiosamente, el Perú es un caso único, casi excepcional en America Latina, donde la justicia pareciera funcionar. Esta excepcionalidad merece una explicación: el nombramiento el 2015 de un hombre honesto, Pablo Sánchez, como Fiscal General de la Nación, fue clave para formar un equipo de fiscales jóvenes y decididos. Las filtraciones de noticias que venían de Brasil y Andorra, las acusaciones mutuas de politicos,las movilizaciones callejeras, crearon un efecto bola de nieve, hasta ahora imparable. Aunque los expresidentes niegan haber sido corrompidos por Odebrecht y otras empresas, algunos dejaron entender queotros podrían “haber pecado”. El tweet más famoso de este intento de “salvese quien pueda” vino del presidente García: “otros se venden, yo no”, repetido unos días antes de su muerte.
Losjóvenes fiscales, gracias al acuerdo con la fiscalía brasileña, interrogaron a ejecutivos de Odebrecth y otras constructoras brasileñas, obteniendo datos de pagos de coimas, precedidas de reuniones de alto nivel y financiación de campañas. Se trataba de ver cómo funcionaba el famoso trípode. A partir de ese momento, la poca reputación de los políticos que gobernaron desde 1990 ha bajado todavía más, pero mantienen poder parlamentario.
El Congreso,donde los seguidores de García y Fujimori predominan, intenta hoy desesperadamente proteger a fiscales deshonestos, caso del cuestionado Pedro Chavarri (sucesor de Sánchez), y jueces mafiosos como la organización Los Cuellos Blancos del Puerto. Martín Vizcarra, el sucesor de Kuczynksi, que no tiene bancada parlamentaria ni partido y no está manchado por Lava Jato, abandera desde el Ejecutivo “la lucha contra la corrupción”, intentando ponerse al frente de la creciente marejada popular que exige justicia.
Perú ha mostrado entonces ser un caso raro de avance de la justicia. Esperamos que siga así, al punto quetermine dedebilitar el sistema de captura institucionalizado del Estado por parte de las corporaciones y cerrar este periodo de bandidaje presidencial. El 2021 la república peruana celebra su bicentenario. Buena fecha para empezar con pie derecho.
* Sociólogo por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y PhD en Ciencia Política y Economía Política, por la Universidad de Berkeley en California (USA)
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