América Latina: La derecha y sus fantasmas – Por Andrés Mora Ramírez

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Por Andrés Mora Ramírez *

Ni castro-chavismo ni invasiones alienígenas: los fantasmas que atormentan a la derecha son los de su propio fracaso, los de sus equívocas pretensiones de reconstruir un orden social y económico ampliamente rechazado en toda América Latina desde finales del siglo XX

Lo dicen sin ruborizarse los líderes de la derecha latinoamericana, y lo repiten sus cajas de resonancia en los medios de comunicación: Cuba y Venezuela, países asediados de manera brutal por Estados Unidos; que sufren los efectos de un inhumano bloqueo económico; que resisten, con estoicismo, el sistemático acoso militar, político y diplomático orquestado por una potencia decadente; están detrás de una alambicada conspiración que pretende socavar los pilares de la democracia neoliberal que han venido construyendo, con tesón, los gobiernos restauradores de América del Sur.

Lo dijo en Ecuador el presidente Lenín Moreno, quien en un intento desesperado por desviar la atención de la opinión pública nacional e internacional sobre los problemas internos, no solo acusó al expresidente Rafael Correa de instigar las movilizaciones en contra del decretazo con el que su gobierno impuso un nuevo ajuste estructural del FMI, sino que además lanzó el bulo de la presencia en las calles de venezolanos afines al chavismo, enviados por Nicolás Maduro, y de militantes de las FARC infiltrados en bandas organizadas.

Pero ni una palabra salió de la boca de Moreno para asumir la responsabilidad política por el programa neoliberal de su administración, verdadera causa del malestar del pueblo ecuatoriano.

Lo dijo en Argentina el senador Miguel Ángel Pichetto, candidato a la vicepresidencia del oficialista Juntos por el Cambio, quien denunció la presunta existencia de una estrategia dirigida desde Caracas y La Habana, que avanza con rapidez por la región.

“Hay un tufillo cubano en la Argentina que se percibe en distintos lugares de Latinoamérica (…) hay procesos organizados de cierta desestabilización”, declaró a la prensa este nefasto personaje, que hace apenas unos días, con inocultable hedor fascista, pedía dinamitar las villas de emergencia de Buenos Aires por la presencia de redes de narcotráfico, pero también de migrantes peruanos, paraguayos, colombianos y venezolanos.

Y, en definitiva, de personas en condición de pobreza, víctimas directas del desgobierno de Mauricio Macri (ya en 2016, Pichetto se había preguntado: “¿cuánta miseria podemos aguantar recibiendo inmigrantes pobres?”).

Lo dijo en Chile la señora Cecilia Morel, esposa del presidente Sebastián Piñera, quien ensayó un ejercicio de ficción para explicar a un núcleo cercano de amigos las dimensiones de la crisis que vive el país trasandino: “Es como una invasión extranjera, alienígena, no sé cómo se dice y no tenemos las herramientas para combatirla. Por favor, mantengamos nosotros la calma, llamemos a la gente de buena voluntad, aprovechen de racionar la comida, y vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás”.

Las expresiones de Morel, que se conocieron al divulgarse un mensaje de audio privado, son una pieza de colección para el estudio de la mentalidad de las clases dominantes, en tanto retratan a la perfección los fantasmas que pueblan las pesadillas de la derecha criolla, desde que en el lejano siglo XIX se instalara en nuestras sociedades el falso dilema entre civilización y barbarie.

De manera especial, las imágenes que reproduce la primera dama revelan el temor ante el ascenso descontrolado de los bárbaros desposeídos, esos otros desterritorializados y deshumanizados (alienígenas), a los que han declarado la guerra por poner en jaque el sistema de privilegios sobre el que se asienta la falsa estabilidad del milagro chileno –“el oasis” de América Latina, en palabras de Piñera-, orgullo de la intelectualidad bienpensante y de los organismos financieros internacionales.

Pero la realidad es otra muy distinta a las de estos delirios que reseñamos. Ni castro-chavismo ni invasiones alienígenas: los fantasmas que atormentan a la derecha son los de su propio fracaso, los de sus equívocas pretensiones de reconstruir un orden social y económico ampliamente rechazado en toda América Latina desde finales del siglo XX.

Son los fantasmas de la pobreza y el hambre desatados por los ajustes económicos antipopulares y antinacionales, que sólo pueden sembrar muerte y desesperanza en nuestros países, como lo evidencia, dolorosa y dramáticamente, el caso de Argentina.

Por mucho que le pese a los Macri, Moreno y Piñera, el desbarranco de sus gestiones no ha sido más grave gracias al andamiaje de políticas sociales y redistributivas que se forjó durante el ciclo de gobiernos nacional-populares de la primera década de este siglo, y cuyo legado todavía resiste a los recortes fiscales.

Así lo reconoce la CEPAL en su informe Panorama Social de América Latina 2018: “Desde mediados de la década pasada los ingresos laborales, las pensiones y las transferencias monetarias a los hogares más pobres han desempeñado un rol clave en la reducción de la pobreza y la desigualdad de ingresos. A partir de 2015 se deterioraron importantes indicadores laborales: aumentaron las tasas de desocupación y se interrumpió el proceso de formalización del empleo que había tenido lugar en diversos países en los años anteriores”.

“En ese contexto, la red de protección social que se amplió y fortaleció en la región a partir de comienzos de la década de 2000, contribuyendo a las mejoras observadas hasta mediados de la presente década, ha cumplido un rol fundamental para contener deterioros distributivos y evitar mayores retrocesos en los niveles de pobreza, extrema pobreza y desigualdad de ingresos”, añade.

Mientras los vientos de la agitación popular recorren nuestra América, ¡cuánto cinismo tenemos que soportar de las dirigencias atribuladas de la restauración neoliberal, en estos tiempos de posverdad! ¡Cuánta demostración de desprecio por la inteligencia y la dignidad de nuestros pueblos, que se levantan para decir basta ya a las insoportables desigualdades que, día a día, postergan los legítimos reclamos de una vida mejor para millones de latinoamericanos y latinoamericanas! Veremos qué queda en pie después del ventarrón.


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