Los desafíos para la universidad que viene – Por Ernesto Villanueva, rector de la UNAJ

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Luego de estos años en los cuales las universidades, particularmente las nuevas, estuvimos abocadas a defendernos de las agresiones permanentes que ha tenido el Ministerio de Educación para con nosotros en materia presupuestaria, en materia de sospechas permanentes, en materia de ninguneo, en materia de infraestructura, se está abriendo un nuevo panorama. El próximo gobierno nacional y también el provincial tienen ante sí un conjunto de desafíos enormes y entiendo que las universidades pueden colaborar en acompañar la resolución de esos desafíos.

Algunas de las cuestiones en las que podemos trabajar tienen que ver, por supuesto, con volver a ser consultoras del Estado nacional. Con lo cual, movilizamos un conjunto de conocimientos y de actores humanos. Y además logramos que el Estado nacional ahorre bastante dinero puesto que, ¿qué mejor que recurrir a los propios recursos frente a algunos temas?

Las universidades tenemos desafíos que tienen que ver con orientar el mundo de la investigación, de la innovación, del desarrollo tecnológico en función de las prioridades que nos fijemos como Nación. Evidentemente hay una necesidad de reindustrialización; pues bien, ¿qué podemos decir en materia tecnológica, en materia de medicamentos, en materia de desarrollo de conocimientos acordes con las necesidades de nuestra población?

Cuando hablamos de población obviamente estamos homogeneizando una estructura social bastante heterogénea. Unas son las necesidades de nuestros sectores medios que se han ido pauperizando y otras, quizás más permanentes, más estables y quizás por eso mismo más invisibilizadas, son las de los sectores populares, incluso aquellos que no tienen cloacas o que viven sobre calles de tierra. Un ejemplo mínimo: en nuestra universidad los estudiantes de ingeniería colaboran en los barrios enseñándoles a los vecinos como hacer las conexiones eléctricas, con lo cual, no solo se ahorran dinero en materia de electricidad sino, sobre todo se ahorran accidentes, vidas humanas. Tanto este pequeño ejemplo como el aporte de la bioingeniería en las cirugías más complejas son ilustrativos de tecnologías aplicadas que podemos afrontar. Es necesario desarrollar instrumentos que coadyuven a revitalizar ese mundo de la ciencia y de la técnica que ha estado tan abandonado en los últimos cuatro años.

Pero, sobre todo, las universidades también tienen que colaborar en mirarse a sí mismas. Evidentemente, tenemos una cantidad enorme de estudiantes, facilitada por el hecho de la gratuidad de la educación superior, pero nuestra performance en materia de egresados no es lo satisfactoria que quisiéramos. Entendemos que el solo tránsito por la universidad ayuda, sobre todo en aquellas disciplinas en las cuales el titulo no es tan importante. No me refiero a los médicos, a los abogados, o los contadores, pero, un estudiante de tercer año de informática tiene un campo laboral enorme a pesar de todavía no haberse recibido. Sin embargo, tenemos que hacer el esfuerzo para revisar nuestros planes de estudio, la actitud de nuestros docentes y cómo logramos que el estudiante se aproxime a la institución. Y también para analizar cuál es la capacidad de nuestras tutorías y, en el futuro, fortalecer las becas, ya que las actuales, como todos sabemos, son irrisorias. Si nosotros logramos una mejor proporción de egresados en relación a los ingresantes, habremos dado un paso enorme.

Otro desafío permanente para nosotros es la educación virtual. La Argentina no es de los países más avanzados al respecto y tenemos que hacer más esfuerzos. Ya se han desarrollado las grandes instituciones universitarias en las grandes ciudades, las universidades en las provincias (cada una al menos tiene una universidad) y durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se han ido implantando universidades más pequeñas en centros urbanos a donde las tradicionales no llegaban. Eso ha permitido un crecimiento de la matricula, pero necesitamos más estudiantes de Educación Superior y creo que un atajo para lograrlo es avanzar en la educación virtual.

Por supuesto esto constituye un desafío y contiene un conjunto de signos de interrogación, pero tenemos que avanzar muchísimo al respecto si queremos una Argentina con una mirada más abierta hacia el siglo XXI, es obvio que la capacidad del manejo -por parte de estudiantes, docentes e instituciones- de esta herramienta es fundamental. En ese sentido, me parece que un país que pretende más Justicia Social -y por ende un trabajo mancomunado en función de dar empleo a toda la población- y, a la vez, avanzar fuertemente en nuestro desarrollo tecnológico requiere de las universidades, pero no sólo de las universidades actuales sino de un perfil de universidades que se acople a esos desafíos.

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