Somos más y no tenemos miedo – Por Francisco A. Santiago Cintrón

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Por Francisco A. Santiago Cintrón *

“Somos más y no tenemos miedo”. Bajo esa consigna surgió retumbando la historia por las calles adoquinadas del casco histórico de San Juan, zona cero de las protestas en la capital de Puerto Rico. Así se esparció por las calles, los valles, las montañas, las playas y las plazas no sólo en la isla, sino también en múltiples ciudades en EEUU, país en el que vive casi la mitad del pueblo puertorriqueño. Ahora bien, no fue esta la única consigna que lanzaban nuestras voces, como tampoco fue la filtración de los famosos chats la única causante de la indignación que inundó por 14 días las calles de nuestro país. Con ello no pretendo restarle menos combatividad o dignidad a nuestro pueblo, sino dejar claro que el rechazo al mandato del primer gobernador electo “renunciado” en nuestra historia, Ricardo Rosselló, no surge únicamente por las expresiones de él y de sus compinches en aquellos chats. Lo que se manifestó fue el rechazo total a la política pública llevada a cabo por los dos partidos que han ostentado el poder en los últimos 60 años: el Partido Popular Democrático (PPD) y el Partido Nuevo Progresista (PNP), junto con el gobierno colonial de Estados Unidos. Por tanto, la indignación vivida no va dirigida únicamente a una administración de gobierno sino a las medidas neoliberales que han sido implementadas en los últimos años.

¿Y ahora qué? Para quien aún no lo sepa: Puerto Rico, isla caribeña, es la colonia más antigua de nuestro hemisferio, adquirida por EEUU como botín de guerra tras la Guerra Hispano-Cubana-Estadounidense. A partir de ese momento la isla ha permanecido bajo los poderes soberanos del Congreso de EEUU, que luego de un alzamiento independentista en 1950 crearon el “Estado Libre Asociado” (aún vigente) en 1952, que le otorga la potestad limitada al pueblo puertorriqueño para administrar un gobierno local electo. Ello no incluye el control de sus fronteras, ni su milicia, ni la potestad de negociar de manera independiente con otros países. Se dejó claro también que en términos institucionales la soberanía de Puerto Rico no recae en el pueblo puertorriqueño sino en el Congreso de EEUU. Es decir, Puerto Rico, en pleno Siglo XXI, es una colonia clásica anclada en el medio del Caribe.

Además, la isla entró en depresión económica a comienzos de 2006, crisis que ocasionó el exilio de más de 500.000 puertorriqueños. A su vez, más del 50% de nuestra niñez vive bajo el nivel de pobreza. Esta realidad, en conjunto con la corrupción desmedida del PNP y el PPD en alianza con el sector financiero, llevó prontamente al país a una crisis de deuda externa. Como respuesta, el Congreso de EEUU impuso en 2016 lo que se conoce como la Ley PROMESA, creando una “Junta de Control Fiscal” compuesta por miembros escogidos por el presidente de EEUU. Estas personas llevan a cabo tareas muy similares a las del Fondo Monetario Internacional: controlar el presupuesto nacional para implementar medidas neoliberales que de otra manera jamás fuesen aceptadas por la población.

Antes del paso del Huracán María en 2017, se estaba llevando acabo un proceso de recortes y privatizaciones que dejó desprovista a la población y con poca capacidad de respuesta a las

agencias gubernamentales ante la llegada de uno de los desastres naturales más catastróficos de nuestra historia. Cuando en Puerto Rico afirmamos que los más de 4.000 muertos no fueron únicamente por el paso de María nos referimos a la actitud negligente de todos los actores gubernamentales y a la priorización del pago de la deuda por encima de los servicios necesarios para el país. Estas fueron algunas de las frustraciones que llevaron al país a mostrar su indignación mediante confrontaciones violentas con la policía, paralizaciones masivas, canciones, arte, marchas y el ejercicio soberano de un pueblo. Se volvió a levantar un pueblo bravo, como lo hemos hecho tantas veces en el pasado, que ha llevado a que tuviésemos tres gobernadores coloniales distintos en el transcurso de un mes.

Pero volviendo a la pregunta: ¿ahora qué? Una de las características del proceso actual fue la espontaneidad con que se desarrollaron las convocatorias. Esto no significa que no hubo procesos organizativos importantes por parte del sector sindical, estudiantil, independentista, comunitario, de la izquierda, entre otros que ayudaron a hacer posible las convocatorias relámpago que surgían por internet. Sin embargo, ese proceso organizativo, aún débil, tiene la gran tarea y el gran reto de articular una contrapropuesta a la narrativa que ya la derecha, el PNP-PPD y la Junta de Control Fiscal van impulsado junto a los medios de comunicación.

El deseo a “volver a la normalidad” en un país sumido en crisis durante más de una década es la respuesta cínica que ofrecen estos sectores para no asumir el reto eficientemente. En lo que al MINH respecta, estamos convencidos de que en nuestra lucha por la libertad hemos dado un salto cualitativo como pueblo y como país. Ante ello, exigimos, junto a otros sectores: la necesidad de frenar las medidas neoliberales, auditar la deuda externa, encarcelar a los culpables, implementar un estado de emergencia ante la violencia de género, convocar a una Asamblea Constituyente y convocar una Asamblea Constitucional de Estatus para atender las exigencias políticas que retumbaron en nuestras calles y que evidentemente no pueden ser atendidas bajo el marco institucional actual. Sin duda, les decimos a nuestros hermanos y hermanas latinoamericanas que en nuestra isla se respira lucha y esperanza. Culminamos como comenzamos, con una consigna que entendemos cierta para Nuestra América ante las injusticias que vivimos a diario: Somos más y no tenemos miedo.

* Copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH)


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