Sandra Torlucci, rectora de la UNA: «Necesitamos un gobierno que vuelva a plantearse como política de Estado la inversión en educación superior, el desarrollo científico, tecnológico y artístico»

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Por Luca Guillén, de la redacción de NODAL

La Universidad Nacional de las Artes con sede en Buenos Aires fue creada por ley en el año 2014. Sin embargo su nacimiento data de 1996 cuando siete instituciones terciaros y superiores de arte que iban desde la música, el teatro, las danzas, el folklore y la cerámica se unieron para convertirse en una gran universidad pública. NODAL conversó con Sandra Torlucci, directora de la Red Universitaria de Género (RUGE), docente, investigadora y actual rectora de la Universidad.

¿Cuál es la importancia de las elecciones nacionales de octubre para el conjunto del sistema universitario argentino?

La importancia de las elecciones nacionales para el conjunto del sistema universitario argentino es determinante, porque necesitamos un gobierno que contemple que las universidades públicas tengan el rol que les corresponde en el desarrollo del país, en el desarrollo científico, tecnológico y también en el desarrollo cultural y artístico. Este es un punto que a nosotros nos corresponde como responsabilidad y que es fundamental para cambiar la vida de las, los y les argentinos. Necesitamos un gobierno que vuelva a plantearse como política de estado la inversión en educación superior, el desarrollo científico, tecnológico y artístico, y su relación directa con la producción de valor en todos los sentidos. Y también con la producción de conocimientos en función del desarrollo, no solo económico, sino del bienestar de la población.

¿En qué etapa de desarrollo considera que se encuentra la universidad que conduce, cuáles diría que son los puntos fuertes de la misma y cómo es su vínculo con el entorno comunitario?

La Universidad Nacional de las Artes, al mismo tiempo que tiene pocos años de existencia como tal, tiene incluidas en ella diferentes instituciones centenarias que se dedicaron exclusivamente a la formación artística, desde una perspectiva de conservatorio, de viejas escuelas superiores, muy prestigiosas y con un alto nivel en la formación pero no tenían la misma perspectiva que tiene hoy el sistema universitario, en relación a lo que decía anteriormente sobre el desarrollo y la capacidad de generar transformaciones en el territorio nacional y regional. En este momento la UNA tiene puntos muy fuertes en relación a esta ampliación de posibilidades de democratización de las artes, de las culturas, y en un vínculo fundamental con el territorio. Pero le falta, todavía, un desarrollo profundo en estos puntos porque solamente tuvimos dos años para forjar el inicio y luego, con las faltas presupuestarias y de políticas desde el Estado, no nos permitieron desarrollarnos como estaba proyectado. El punto más débil es el de la infraestructura que impacta fuertemente el desarrollo e impide el que merecemos tener.

¿Qué cambios hubo en la política universitaria con el gobierno de Mauricio Macri que asumió en 2015?

El gobierno de Mauricio Macri produjo cambios muy estructurales en la política universitaria. En primer lugar, desatendió la importancia que tienen las universidades públicas en el país y eso se vio en tres o cuatro puntos fundamentales que signaron estos últimos cuatro años. Para empezar, la falta de respeto por la autonomía universitaria, el ataque incluso con fuerzas represivas ingresando a la universidad, algo que se contrapone a la Ley de Educación Superior. Y desconoce la historia argentina donde se deja muy claro que la autonomía universitaria es una forma de proteger a las universidades, justamente de los gobiernos que intentan avasallar sus formas de producción de conocimientos, de desarrollo y de impacto cultural en la sociedad. Otra forma de ataque tuvo que ver con los recortes presupuestarios que afectaron puntos claves y que impactaron en el desarrollo académico y de infraestructura. Además de la idea de que las universidades son para los sectores acomodados, que no deberían ser gratuitas y no deberían ser irrestrictas para el ingreso. Es decir, piensan una universidad donde ingresen los que pueden hacerlo y eso se entiende que es para los que tienen un desarrollo económico que les permite el acceso. No creen que sea importante el acceso masivo a la universidad y consideran la partida presupuestaría destinada a educación superior, como un gasto y, además, superfluo. Estos son los puntos que puedo destacar sintéticamente: la falta de respeto por la autonomía, que es un problema institucional muy grave; la estigmatización hacia todos los claustros, inclusive las denuncias judiciales a los rectores y rectoras en forma masiva y el ataque presupuestario, ideológico y cultural.


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