Argentina | Primeras impresiones después de la goleada – Por Mario Wainfeld

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Digamos lo evidente del modo más corto posible.

* La fórmula del Frente de Todos (FT) Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner arrasó a la de Juntos para el Cambio (JPC) Mauricio Macri- Miguel Pichetto. Hablaremos de cifras y porcentajes aproximados porque esta nota para el diario en papel se cierra sin tener el ciento por ciento del escrutinio.

* La diferencia rondó los 15 puntos porcentuales, cifra mayor a las más generosas previstas por las encuestas. Por lo menos, de las que se divulgaron. El largo 48,5 por ciento obtenido funciona como bonus.

* Axel Kicillof y Verónica Magario con más del 52.3 por ciento se impusieron en la provincia de Buenos Aires a la dupla María Eugenia Vidal-Daniel Salvador. El corte de boleta de 2015, el sueño de la gobernadora, no se repitió ¿Lo pedirá Vidal en octubre, contra Macri? Son preguntas para las semanas que vienen.

* El Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta fue el único mandatario del PRO que pudo sonreír sin impostación ni tanto esfuerzo, aunque la diferencia con Matías Lammens (14 puntos) fue menos a la de otras competencias.

La elección de autoridades se realiza el 27 de octubre y ésa será la instancia definitoria. De cualquier manera el plebiscito de ayer reconfigura el escenario, tiene pinta de irreversible. Un tsunami pasó por el cuarto oscuro. A veces la ciudadanía se pronuncia como si se hubiese conjurado. No hay tal: en verdad la aúnan deseos y necesidades similares.

El presidente Mauricio Macri reconoció la derrota, en modo sedado, sin mejorar su escueto vocabulario ni carajear. Las votaciones en sistemas estables, pensó y piensa este cronista, las ganan o pierden los oficialismos. El macrismo cosecha su propia siembra tras empobrecer a la mayoría de los argentinos, hacer bajar el valor adquisitivo de sueldos y jubilaciones, aumentar el desempleo y la pobreza, acrecentar a nivel delirante la deuda externa. Y un container lleno de etcéteras, algunos se enuncian líneas abajo.

El primer mandatario les pidió a sus militantes que se fueran a dormir antes de que se conociera el primer informe oficial, a las diez y media de la noche. Casi asumió que caerá en octubre cuando elogió a Larreta y sugirió a los bonaerenses que no “perdieran” a Vidal.

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Punteo de la goleada: Varios datos ayudan a medir la magnitud del triunfo del peronismo, la existencia de su unidad y las asimetrías respecto de 2015.

* Fernández y CFK superaron lejos lo obtenido por Scioli en la primera vuelta de 2015. Perforaron el techo que desde mentideros académicos y periodísticos se atribuia al kirchnerismo. Macri en cambio, repitió a grandes trazos su cosecha en la primera vuelta de 2015, no subió ese techo.

Ese desenlace comenzó a perfilarse cuando se conocieron sus apoyos. Alberto Fernández congregó a gobernadores en ejercicio, a algunos elegidos recientemente. A intendentes, a buena parte del movimiento obrero, a organizaciones sociales, a partidos de centroizquierda, al sector que conduce Sergio Massa.

Macri sumó tan solo a Miguel Pichetto, un perdedor serial de elecciones, que no traccionó apoyos ni en su provincia, Río Negro. Esa incorporación también se saludó como una jugada maestra.

* El FT ganó, por márgenes diversos, en 22 de las 24 provincias. Macri se impuso en la Ciudad Autónoma y Córdoba. Se corroboró que el apoyo de los gobernadores peronistas a Alberto Fernández no fue un simulacro… ni una jugada zonza desprovista de interés concreto.

Hasta en Mendoza mordió el polvo, un batacazo provincial. Alerta roja sobre daño colateral posible: la competencia por la gobernación es en septiembre. El radicalismo (que gestiona tres provincias y se tenía mucha fe) ha de poner sus barbas en remojo. El gobernador Alfredo Cornejo culpó de la debacle al presidente tentando curarse en salud.

* Si arrimamos el foco, era clave para las PASO que AF-CFK acrecentaran su caudal en provincias que le venían siendo muy adversas. En especial las de la zona núcleo, epicentro del conflicto con “el campo” que le prodigaron palizas desde 2018.

Salir segundo en Córdoba supo a gloria porque Fernández achicó la brecha con el macrismo algo así como 20 puntos que equivalen a más del 1,5 por ciento del padrón nacional. El apoyo de muchos intendentes del peronismo cordobesista insinuaba un viraje pero la estructura no vota: una proporción alta del pueblo de la provincia cambió su talante. Seguramente incidieron el giro que significó la candidatura de Alberto Fernández y un buen manejo de campaña. Tanto redituaron esos factores que AF perforó hacia arriba otro techo: la mejor elección de Cristina en esa provincia, sucedida en 2011 cuando arrasó en la presidencial.

En Santa Fe –donde Macri casi empardó en la primera vuelta cuatro años atrás y dio un paseo triunfal en el ballotage–, el peronismo unido se alzó con un score resonante por la diferencia y por la cantidad de sufragios.

Otra paliza se produjo en Entre Ríos, epicentro de cortes de ruta y cuna del chacarero Alfredo de Angeli.

Fernández quedó a tiro de poder llegar a la Rosada sin ballotage. Los votos en blanco, se recuerda, no se computan en esa instancia, lo que eleva automáticamente el impresionante porcentual alcanzado.

En 2015 Sergio Massa ocupó la avenida del medio y obturó la polarización hasta la segunda vuelta pues conservó el 20 por ciento de los sufragios. Macri y Scioli solo sumaron un 72 por ciento en la primera vuelta. Ayer las dos fórmulas más votadas se alzaron con el 80 por ciento, acentuando las perspectivas de polarización.

Fue tan flojo cuan esperable el desempeño de Roberto Lavagna-Juan Manuel Urtubey que sudarán la gota gorda contra el “voto útil”. El desafío para Lavagna y para el Frente de Izquierda Unidad (FIT) es sobrevivir a la atracción de la opción binaria. A ojímetro y solo para empezar a conversar: tal vez la izquierda radical tenga más potencial en ese sentido porque la apoyan militantes y electores fieles. Y porque construyó durante años una identidad que Lavagna no supo o no pudo forjar en poco tiempo.

Los terceros en discordia que superaron el umbral de 1,5 por ciento cuentan, de todas formas, con dos meses para dar batalla.

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Los poderes que no votan: Los “mercados” y la cadena de medios privados oficialistas armaron una jugada berreta el viernes para simular estabilidad del dólar. Le habrá costado fortunas a bancos públicos que adhirieron. El monto será ocultado con la tradicional transparencia del macrismo.

Macri persistió en referirse al “mundo”, llamando así a los Estados Unidos, al Fondo Monetario Internacional y al sistema financiero. Poca gente, muchas fortunas, contadísimos sufragios.

El primer gobierno de derecha pura y dura surgido de elecciones degradó la democracia mediante hechos que este diario siempre señaló. Mencionemos un puñado que sirve como muestra y no como inventario. Endiosó el asesinato por la espalda (doctrina Chocobar). Mandó perseguir y balear a los mapuches inventados como enemigo interno, causando, encubriendo y convalidando dos crímenes de Estado. Promovió la doctrina Irurzun con la complicidad de jueces y fiscales sin escrúpulos, encarcelando sin condena a decenas de opositores. Hasta denunció penalmente a Alberto Fernández durante la campaña.

La pregunta del millón es si tendrá la cordura y la templanza de entregar el mando en legal tiempo y forma, algo jamás concretado por gobiernos argentinos de su ideología. Uno anhela que sea así, tanto como que se modere la judicialización de la política y se evite cualquier conducta similar a la venganza o a la represalia. Como pasó con el presidente Néstor Kirchner, si se confirma el resultado del domingo, el peronismo vendrá a reparar, a generar años de paz interna, redistribución del ingreso, límites a la represión estatal y respeto a los derechos humanos.

Cristina Fernández de Kirchner le dejó todo el protagonismo de la victoria a Alberto Fernández. Este pronunció un discurso de concordia y respeto, anti grieta sin fisuras. Es sencillo hacerlo en el momento exitoso, podría argumentarse con sensatez. Vale, pero el mayor mérito de les candidates del FT (Axel y Alberto a la cabeza) consistió en haberse mantenido serenos, dialoguistas, argumentadores frente al descontrol del oficialismo, empezando por el iracundo presidente y el macartista Pichetto.

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Distintos poderes en pugna: El gobierno intentó implantar el voto electrónico, un método desacreditado que propicia el fraude.

Trató de dejar afuera del padrón a cientos de miles de pibas y pibes de entre 16 y 18 años, sabedor de que no cuenta con su favor.

Nada le alcanzó ni la usual asimetría de recursos entre oficialismo y opositor, potenciada ahora por la militancia activa de las grandes corporaciones argentinas, el Fondo Monetario Internacional y el Departamento de Estado. A ellos les habló Macri ayer pero eran otres, millones de argentines los que resolvían.

La renuncia brillante de Cristina convulsionó el tablero político. Alberto Fernández, un dirigente sin experiencia como candidato, se puso el traje y caminó todo el país. Aprendió a manejarse y creció conforme pasaban los días.

Axel Kicillof militó en la calle y las plazas desde el mismo momento en que Cristina dejó la Casa Rosada. Felipe Solá cumplió un rol esencial. Massa, otro tanto.

Todo su laburo y su enjundia contribuyeron a que una imponente masa de argentinos expresara su hastío y su esperanza. Hartos ya de estar hartos se conjuraron, en todas las provincias, en cada ciudad. Una luz surgió de las urnas, al Gobierno le cabe tramitar el resultado, refrenar sus peores pulsiones, entender que el veredicto de la ciudadanía se puede tocar, que no es relato. Caramba.

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