Perú: ¿A qué juegan el fujimorismo y sus aliados? – Por Francisco Pérez García

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Por Francisco Pérez García *

Los «tejes y manejes» del fujimorismo parecen ser enredados por algunos momentos, y pueriles por otros, casi comparados con un berrinche pre escolar. Pero, más allá de la simpleza de sus actos se vislumbra una actitud que se alimenta de dos vertientes: una, el ánimo de revancha de una elección perdida hace tres años y dos, la intención de permanecer en sus cargos y no perder la inmunidad que hoy los protege.

Además, hay que sumarle una tercera variable que es -quizá- la que se convierte en base de toda la maquinaria de ataques contra el presidente Martín Vizcarra: la necesidad de traerse abajo lo avanzado en el sistema anticorrupción en el marco del caso LavaJato.

Es esta tercera variable la que alimenta situaciones en las cuales -por ejemplo- fiscales cuestionados, vinculados a los «Cuellos Blancos» impulsan denuncias contra los integrantes del Equipo Especial «Lava Jato» Rafael Vela y José Domingo Pérez, frente a lo cual estos últimos prefieren declararse en «rebeldía» al considerar que quienes fungen de acusadores no cuentan con las credenciales necesarias para intentar liderar investigaciones sobre quienes precisamente están tras sus ilegales pasos.

Volviendo a los arranques políticos, la repetición de Rosa Bartra en la presidencia de la comisión de Constitución y su última performance en dicho grupo de trabajo «calendarizando» la discusión del adelanto de elecciones, es una provocación clara frente a una propuesta de Vizcarra que cuenta -según las encuestas- con el respaldo de la gente.

Evitar postergar la semana de representación cuando hay feriados de por medio, para así mandar el debate a una fecha incierta, repite la actuación del fujimorismo cuando se debatió la reforma política: Lo que los afecte, lo postergan. Lo que los beneficie, lo aceleran.

Si a eso le sumamos el arrogante mensaje del presidente del Congreso, Pedro Olaechea donde le exige al mandatario «No tener miedo de gobernar», solo muestra la actitud de un fujimorismo que quiere confrontar, o provocar, para luego generar una reacción que identifique -según sus gustos- a un Martín Vizcarra al que se le pueda calzar la chapa de «dictador».

Por su parte el Apra, fiel a su costumbre, juega con la clásica «escopeta de dos cañones»: Por un lado un Mauricio Mulder desaforado, convocando a un extraño plenario partidario y promoviendo una moción de vacancia contra el presidente. Por el otro, una bancada que se quiere mostrar pacifista y rechaza este arrebato de su colega, quien insiste en que si la célula no lo acepta los pueden cuestionar disciplinariamente en el partido del fallecido Alan García.

Y como si faltara algo más, este grupo llamado «Contigo» que reúne a lo más selecto de la antigua bancada del (renunciado y enjuiciado expresidente) Pedro Pablo Kuczinsky (PPK), arremete con declaraciones y presiones mediáticas, fustigando por redes sociales y llamando a una resistencia democrática, que no representan.

En ese camino, un flamante exmiembro de este gobierno, Carlos Bruce y la vicepresidenta de la República Mercedes Araoz, se muestran coordinando con un arrestado PPK que hoy puede ser llevado a prisión por incumplir con la regla de no mantener reuniones políticas en su arresto domiciliario.

Ambos consideran que es un abuso el pedido y señalan -faltaba más- como algo «sospechoso» que justo ocurran estas cosas cuando renuncian a la bancada oficialista.

Todas estas variables suman a una situación tensa, incierta y de dudoso futuro, donde las cuestiones de confianza, el cierre del Congreso y los pedidos de vacancia se convierten en el tema central de un régimen -legislativo y ejecutivo- que ya no da para más.

* Periodista y analista de UCI Noticias y Viva TV, Otra Mirada, Espacio Libre


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