Mercosur-UE | De Santa Fe a Bruselas – Por Mariano Colombo

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La última cumbre de presidentes del Mercosur quedó previsiblemente marcada por el anuncio del acuerdo con la Unión Europea y durante los dos días de actividades, se expusieron en Santa Fe tanto los avales como algunos reparos reflejados por la prensa y  originados especialmente en las diferentes cámaras industriales argentinas, que marcaron desventajas de competitividad en comercio exterior frente a productos manufacturados en Europa.

Consciente de esa percepción de partida, durante el desarrollo de la segunda y última jornada de la cumbre, el día miércoles 17 de julio, el ministro argentino de Producción y Trabajo Dante Sica, tras finalizar uno de los encuentros del Consejo del Mercado Común, descendió a la planta baja de la estación Belgrano para formular declaraciones periodísticas. El funcionario señaló que el acuerdo “respeta las sensibilidades del sector industrial (argentino) y abre una ventana de oportunidad para ingresar a un mercado en el cual no se compite por precio sino por calidad”.

Más tarde ofreció una conferencia de prensa el ministro de Hacienda argentino Nicolás Dujovne, quien expuso algunos de los puntos analizados en conjunto con sus pares del resto de los países del Mercosur. Ante una importante cantidad de periodistas de varias nacionalidades, se planteó la posibilidad de prever un proyecto plurinacional de infraestructura y el análisis del sistema impositivo vigente en los países miembros para apuntar a una armonización más competitiva del bloque en materia tributaria. Además, entre las ambiciones de máxima y de muy largo plazo, Dujovne aseguró que en la reunión de Santa Fe se habló de la conveniencia de impulsar estudios cuyos resultados puedan devenir en la creación de una moneda común.

Sobre este punto, no hubo durante la cumbre declaraciones oficiales de los otros gobiernos, pero por ejemplo, la posición brasileña se vio reflejada en los comentarios que cronistas de ese país compartieron en la sala de prensa, con impresiones que alternaron entre la cautela y la incredulidad por la suerte que podría esperarse de semejante iniciativa, especialmente considerando las diferencias sistémicas de las economías de Argentina y Brasil. En este sentido, debe considerarse que la presión inflacionaria que puede provocar la gestión de la política cambiaria peso-dólar se desvanece en la evolución del real frente a la moneda norteamericana. Esa realidad trasunta en los menores o inexistentes complejos de Brasil para haber recurrido muchas veces a la depreciación del real en aras de recuperar o ganar competitividad de su sector exportador. No parece sencillo que en el corto o mediano plazo pueda revertirse esa tradición y que se prescinda tan fácilmente de un instrumento que ha actuado como remedio de efecto inmediato.

Si bien el sueño de la moneda común no es requisito para avanzar en el tratado comercial que dominó la cumbre, la complejidad del tema es claro indicador para dimensionar como el acuerdo Mercosur-UE presenta retos a todo nivel. En primer lugar internos, puesto que los Estados miembros deberán someter a votación de los Congresos la ratificación, una instancia que en el caso argentino, exigirá al oficialismo fundamentar el desaliento de las posiciones que señalan al anuncio como un argumento de campaña en un año de elecciones presidenciales, y al resto del arco político no actuar solamente por reflejo opositor, sino intentando reconocer eventuales costos u oportunidades.

A nivel intra-bloque en el Mercosur, hoy más que nunca se presenta la necesidad de propender hacia una mayor armonía y coordinación integral entre los miembros, puesto que de otro modo, serán inviables iniciativas como la homogeneización tributaria o la persecución a largo plazo de la moneda común.

En tercer lugar asoma el desafío inter-bloque. El Mercosur se para hoy en una negociación frente a la mayor experiencia de integración que ha dado la sociedad internacional. Esto dota a la UE de una competencia y de un desarrollo de su capacidad de gobernanza frente a lo cual la experiencia sudamericana debe estar constantemente advertida al momento de la difícil evaluación sobre los costos y beneficios que traería aparejada la alianza propuesta.

Durante la reunión en Santa Fe, el canciller argentino Jorge Faurie indicó que ante el acuerdo con la UE “el Mercosur es como un joven que acaba de cumplir 18 años”. Pronto a interactuar con una experimentada contraparte, será clave dilucidar como ese joven aprende a desplegar las responsabilidades y capacidades que confieren la mayoría de edad.

(*) Periodista de LT9.

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