La sociabilidad de los inmigrantes en Valentín Alsina durante la primera mitad del siglo XX: vínculos entre el asociacionismo local y el asociacionismo étnico

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Por Denise Rocío Ganza, UBA-IIGG-CONICET

Valentín Alsina se ha caracterizado, en primer lugar, por el importante componente inmigratorio de su población, expresado en la diversidad de colectivos nacionales asentados en la zona y la vitalidad de sus formas asociativas. Asimismo, se convirtió en un importante enclave industrial (en el que se instalaron empresas como el Frigorífico Argentino, Flandria, Campomar y Siat, entre otras).

Este trabajo aborda el proceso de integración de los inmigrantes europeos en Valentín Alsina (localidad del Gran Buenos Aires creada oficialmente en 1875), a partir del análisis del fenómeno asociativo, partiendo, fundamentalmente, del acceso a una gama variada de fuentes institucionales, como estatutos, libros conmemorativos y publicaciones periódicas. Para ello, pondremos el foco sobre la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos de Valentín Alsina, cuya fundación se remonta al año 1901 y se trata de la primera institución de relevancia creada en la localidad, como así también procuraremos seguir el derrotero del Centro Gallego de la localidad, fundado en 1925. Su historia resulta de interés en la medida que, tras algo más de dos décadas de desarrollo independiente, terminaría por convertirse en un anexo de su homónimo de la Capital Federal.

Las asociaciones de carácter mutual comenzaron a proliferar en el ámbito rioplatense a mediados del siglo XIX y fueron las más importantes y las de mayor expansión numérica en las primeras dos décadas del siglo XX. Ofrecer asistencia a los asociados ante las situaciones de enfermedad o muerte, por medio de los recursos obtenidos del cobro de las cuotas sociales, fue su principal objetivo y función (Sábato, 2002: 107). De este modo, tendieron a suplir, por medio de la autogestión, la falta de un sistema de salud en manos del Estado que ofreciera dichos servicios a los sectores de menores recursos (Belmartino, 2005: 32). Entre estas entidades, se distinguieron dos grupos principales: las establecidas por afinidad de origen (nacional o regional) y las integradas por individuos que ejercían el mismo oficio o profesión. Un tercer grupo resultó conformado por las denominadas “sociedades cosmopolitas”, sobre las que se goza de un menor conocimiento (Fernández, 2001:160; Sábato, 2002: 107).

La Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos 

El desarrollo de la Sociedad Cosmopolita puede inscribirse en el contexto de la expansión de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, con el consecuente surgimiento de asociaciones de tipo barrial o local . En su análisis de la Asociación Española de Socorros Mutuos de San José de Flores, fundada en 1896, Alejandro Fernández puso en evidencia que la provisión de servicios de salud por parte de las entidades mutuales resultaba fundamental para aquellos barrios donde las condiciones de vida eran precarias.

La Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos se constituyó en la primera institución de relevancia de la localidad de Valentín Alsina. Haciendo su aparición en escena recién comenzado el siglo XX, no tardó en convertirse en el verdadero punto de inicio de una rica vida asociativa, animada por nativos e inmigrantes, que se extiende hasta la actualidad.

Esta entidad fue creada el 11 de marzo de 1901, por iniciativa de un grupo de vecinos que se reunía en un café de Valentín Alsina, cuando allí “…no existía nada más que una escuela elemental y dos o tres comercios de almacén y bebida”. Por aquellos años, el normal desenvolvimiento de la vida en la localidad se veía continuamente alterado por los problemas derivados de las inclemencias climáticas y la falta de pavimentos, al mismo tiempo que los vecinos percibían un cierto aislamiento de otros centros urbanos . En particular, las inundaciones resultaban una constante dificultad en Valentín Alsina.

El día de la fundación de la Sociedad Cosmopolita se reunieron más de veinte personas, constituyéndose en socios fundadores de la entidad. Varios de estos hombres, además, pasaron a conformar la primera comisión directiva de la institución y contaron para su emprendimiento con el apoyo de una comisión honoraria que prestó colaboración económica.

Según sus estatutos, la asociación se propuso como objetivo principal el socorro mutuo y el fomento de la confraternidad entre los asociados, excluyendo cualquier tipo de identificación política o religiosa.

Entre los beneficios ofrecidos a los socios, se establecía la asistencia por enfermedad, tanto en lo que respecta a la atención médica como a la provisión de medicamentos, con excepción de las enfermedades atribuidas a “causas voluntarias” (como por ejemplo las enfermedades venéreas y las derivadas del abuso del alcohol) o contraídas en el contexto de “epidemias o calamidades públicas”. También se preveía la asistencia frente a la internación y el entierro. En lo que respecta a las mujeres, en el año 1943 se indicaba que, si bien percibirían un monto de dinero en caso de parto natural, no podrían ser asistidas por cuenta de la entidad en los partos, interrupciones del embarazo o enfermedades resultantes del puerperio. Los hijos menores de doce años de los asociados tenían derecho a la asistencia médica en consultorio, aunque no así a los medicamentos.

Además de los servicios mutuales anteriormente descriptos, los fundadores de la entidad se propusieron algunos objetivos secundarios, tales como la edición de una publicación mensual, el funcionamiento de una biblioteca social y una banda musical. Tenemos constancia de la concreción de las dos primeras iniciativas, aunque no de la última.

En lo que refiere a la evolución de la masa societaria de la Sociedad Cosmopolita, sabemos que hacia 1926 contaba con poco más de 400 socios. Los socios activos eran 404 y lo socios protectores, apenas siete. Todos eran varones, razón por la cual es dable pensar que la posibilidad de que se asociaran hombres y mujeres sin distinciones fue establecida más tardíamente e incorporada al estatuto con el que contamos para estas reflexiones. Los últimos años de la década de 1920 parecen haber sido de gran crecimiento para la asociación, puesto que en 1931 la publicación oficial de la entidad daba cuenta de un número de 750 asociados. Es posible observar un aumento considerable de esta cifra más de una década después, en 1944, cuando alcanzó el monto de mil socios . En este aspecto, es preciso destacar que en la revista Cosmopolita correspondiente a dicha fecha es la primera vez que se constata la presencia de mujeres como socias de la entidad. Se trataba de 176 socias frente a 734 varones asociados. Posteriormente el monto total de socios se mantendrá bastante estable. El único dato relevante es el descenso registrado hacia 1964, cuando el número era de 845 socios y la institución ya se había fusionado con la Sociedad Italiana “Unione e Fratellanza”, dando origen a la Sociedad Cosmopolita e Italiana de Socorros Mutuos de Valentín Alsina -forma que permanece hasta la actualidad-, en 1962.

Según el estatuto de 1943, los socios de la entidad se dividían en cuatro categorías: honorarios, protectores, fundadores y activos. Estos últimos debían cumplir una serie de requisitos para acceder a los servicios acordados por la institución. Entre ellos, su edad debía situarse entre los 12 y los 50 años, debían gozar de buena salud, y ser presentados por dos socios de la entidad. Vivir por fuera del radio establecido (cuarenta cuadras de la sede social) implicaba la exclusión del servicio de médico a domicilio y la obligación de acercarse a la institución para abonar la cuota social.

En lo que respecta a la participación de los extranjeros en el asociacionismo local, es relevante recordar que la zona de Avellaneda y Lanús -municipios en los que se ubicó la localidad de Valentín Alsina, antes y después de 1944 respectivamente- fue de amplia concentración de inmigrantes, lo cual puede observarse en el hecho de que el porcentaje de extranjeros residente en estos partidos fue siempre mayor a los registrados en los niveles nacional y provincial. El mismo superó el 45% en 1895 y 1914, y se colocó por sobre el 23% en 1947 y 1960.

Por su parte, para la descripción del perfil de los asociados de la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos de Valentín Alsina contamos con las fichas confeccionadas al ingreso de los mismos, entre los años 1902 y 1960. No se trata de una serie continua. Por el contrario, es de suponer que pertenecen a aquellos socios con mayor permanencia, cuyas fichas se conservaron aun después de la fusión de la institución de nuestro interés con la Sociedad Italiana “Unione e Fratellanza”.

El total de socios cuyas fichas se conservan es de 210, 122 varones (58,1%) y 88 mujeres (41,9%). Su análisis muestra que el ingreso de mujeres a la entidad se podría haber iniciado alrededor de 1930 y, aunque nunca supera al de varones, rápidamente se registra una cierta paridad. En cuanto a la nacionalidad de los socios, las fichas conservadas corresponden a una amplia mayoría de argentinos (163 socios sobre los 208 de los que poseemos datos, 78,4%). Sin embargo, podemos observar una considerable variedad de orígenes entre los socios extranjeros. Los hay árabes, españoles, griegos, italianos, norteamericanos, polacos y uruguayos. Para estas reflexiones hemos considerado también como extranjeros a dos socios naturalizados; en uno de los dos casos, sabemos que se trató de un individuo de origen español. A pesar de haberse conservado un número acotado de fichas, podemos señalar que los españoles y los italianos se constituyeron en los grupos más abultados. Hallamos 22 socios provenientes de España (17 varones -incluido el asociado naturalizado de origen español- y 5 mujeres). De este modo, alcanzaban el 10,5% del total de socios y el 48,9% de los socios extranjeros. Este grupo es seguido por el de origen italiano, con un total de 14 socios, que reúne la misma cantidad de mujeres que el grupo español, pero apenas poco más de la mitad de varones (9 socios). Así, los italianos constituyen el 6,6% del total de socios y el 31,1% de los extranjeros asociados a la entidad.

Es de destacar que los socios más antiguos con cuyos datos contamos son españoles. Las fichas de ingreso conservadas correspondientes al periodo 1902-1910 son todas de asociados de dicha procedencia, lo que hace suponer cierto protagonismo de los oriundos de la península ibérica en los orígenes de la institución, así como una importante estabilidad en la misma a lo largo de los años. En relación con ello, también es importante destacar que casi una tercera parte (5 socios) de los socios españoles varones cuyas fichas se conservan ejerció cargos en la institución. A modo comparativo, podemos señalar que solo uno de los socios italianos considerados ocupó un puesto en la comisión directiva, al mismo tiempo que los españoles igualaron en términos absolutos a los socios argentinos que así lo hicieron, también cinco en total.

Es preciso mencionar que fue a partir de la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos que, a través de sucesivos desprendimientos, surgieron las siguientes tres asociaciones de base étnica: la Sociedad Italiana en 1907, la Sociedad Española en 1919 y el Centro Gallego en 1925 (“Orientación mutualista”, 1964: s./p.). Por esta razón, a la Sociedad Cosmopolita le fueron atribuidos “…los títulos de ‘madre’ y ‘abuela’ de sociedades, y el justo orgullo de haber sido cuna del Mutualismo en Valentín Alsina”.

De hecho, en las décadas de 1930 y 1940, las cuatro asociaciones se vieron involucradas en un intento de fusión que pretendió resolver el continuo ahogo económico en el que se encontraba la Sociedad Cosmopolita con motivo de la extensión de la provisión de servicios sanitarios, situación que caracterizó al conjunto de las asociaciones mutuales.

Pero esta iniciativa se vería condenada al fracaso. Según las opiniones vertidas por quienes eran favorables a la fusión, la principal limitación para la consolidación del proyecto era la dispersión ocasionada por la diversidad de orígenes nacionales y regionales de los socios de las instituciones involucradas. En este sentido, se trataba de combatir este impedimento haciendo hincapié en la preponderancia del ideal mutual y la igualdad de los hombres ante las situaciones desafortunadas de la vida, por sobre las lealtades o los privilegios basados en el origen nacional o regional. Los presidentes de cada una de las cuatro instituciones ofrecieron sus argumentos acerca de la fusión. Allí se puede observar claramente la postura diferenciada de la entidad italiana, cuyo presidente, Celestino Lampo (1944), afirmaba creer en “…la fusión del mutualismo y no de las entidades mutuales…”.  Por el contrario, existía un total acuerdo entre la Sociedad Cosmopolita y las entidades representativas del colectivo español, la Sociedad Española y el Centro Gallego de Valentín Alsina, en cuanto a la inmediata necesidad de concretar la fusión. No obstante, mientras el presidente de la entidad española, Juan Grovas (1944: 9), se mostraba partidario de una integración total, Manuel Chouza, presidente del Centro Gallego, propuso la conservación individual de un pequeño porcentaje del capital social para mantener otras actividades, fundamentalmente de tipo cultural y recreativo.

A pesar de esta cercanía entre las posturas de los líderes de la Sociedad Cosmopolita y los de las asociaciones pertenecientes al colectivo español de Valentín Alsina al comienzo de las negociaciones, un cambio abrupto se ocasionó entre 1944 y 1946. En la memoria correspondiente al ejercicio 1945 publicada en los primeros meses del año siguiente, la comisión directiva de la Sociedad Cosmopolita acusaba a algunos asociados de la Sociedad Española de haber emitido comentarios desprestigiantes acerca de la primera, “…fincados sus espíritus en antiguas normas degeneradas en egoísmo regionalista y sordos al deseo popular de coordinación mutual”. Tras este episodio, la información acerca de los intentos de fusión se discontinúa. Es de destacar también que, cuando la Sociedad Cosmopolita se vio involucrada en una fusión, hacia 1962, no fue con las asociaciones de origen español, con las que había mantenido una mayor cercanía, sino con la entidad italiana. Por su parte, la Sociedad Española continuó con su vida independiente hasta su disolución y el Centro Gallego, como veremos, se convirtió en un anexo del de la Capital Federal, condición que mantiene en nuestros días.

Versión adaptada especialmente para el suplemento UNPAZ-NODAL


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