Denso horizonte político – El Deber, Bolivia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Aunque en lo formal la campaña electoral comenzará el 22 de julio, en lo real ya se ha iniciado y de la peor manera posible, poniendo sobre la mesa los ataques más duros entre los candidatos, especialmente entre los opositores, dejando la vía casi expedita para el binomio oficialista.

El próximo viernes es el último día para el registro de los candidatos a senadores y diputados; a partir del sábado los medios de comunicación podrán publicar encuestas y desde el lunes de la subsiguiente semana los aspirantes al voto de los bolivianos podrán hacer campaña con propuestas y pedidos de respaldo. Esto significa que sube la temperatura de la carrera electoral y que a partir de mañana serán evidentes una serie de conductas que sorprenderán a unos y seguirán decepcionando a otros.

En primer lugar, la danza de aspirantes a una candidatura al Legislativo se hará más que evidente: pugnas internas, declaraciones públicas a cual más aguerrida y osada, entre otras conductas de quien está dispuesto a hacerse del poder a toda costa. Los partidos tendrán que seleccionar y probablemente no sea a los más capaces, sino a los más visibles o a los más aduladores.

La divulgación de encuestas pondrá la lucha al rojo vivo porque serán la fotografía de la correlación de fuerzas y, en el afán de prevalecer, todos los candidatos intensificarán la guerra, creyendo que destruir al otro les hará ganar respaldo.

Si hasta el momento el TSE no ha puesto límite al uso de recursos del Estado en la campaña del oficialismo, es poco probable que reencamine la conducta, por lo que ese será otro factor de agravio a las normas y a la ciudadanía. También existe la posibilidad de que el presidente candidato siga usando las inauguraciones de obras del Estado para hacer promesas a cambio de votos, sin que nadie lo sancione, como ha ocurrido hasta ahora.

Mientras esto acontece en el campo político, en el Tribunal Supremo Electoral se sigue dando muestras de un extravío preocupante a tres meses y una semana de las elecciones. No se puede entender cómo la sala plena resuelve modificar una norma que favorece a las candidaturas femeninas y después da marcha atrás, poniendo en evidencia que ni siquiera se entienden entre los vocales. Tampoco es comprensible que rechace la renuncia de un candidato a la Presidencia (Jaime Paz) que no quiere entrar en la carrera electoral, pero que ahora está obligado a ser un ‘fantasma’ en la papeleta de sufragio. ¿No es esa una violación a su derecho humano de elegir no ser candidato?

Los escenarios en la política están sujetos a los cambios constantes. Es probable que estos continúen y que la etapa preelectoral sea muy parecida a una montaña rusa. Los ciudadanos tendrán que armarse de paciencia porque el horizonte se vislumbra denso y cargado de diatriba antes que de propuestas.

El Deber


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