Candidaturas en Argentina: fuera de Cristina y Macri hay poca vida – Por Juan Guahán

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Por Juan Guahán *

Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri se venían corriendo al “centro” político, desde una posición socialdemócrata, la primera; desde definiciones claramente reaccionarias, el segundo. Muchos imaginaron que esa mayor moderación, de tipo ideológico, vendría acompañada de una amplitud en su forma de acción política.

Eso quería decir “menos dedo” y mayores acuerdos o consensos. Pero no. En ese sentido todo siguió semejante a lo que venía siendo. Cristina, utilizando a agrupación La Cámpora -guiada por su hijo Máximo- siguió definiendo las principales candidaturas del espacio de “los Fernández”; Macri, con la batuta de su jefe de gabinete Marcos Peña, hizo lo propio en el suyo.

No son pocos los que se siguen lamiendo las heridas, pero no tienen mayores alternativas. Todos eran concientes que fuera de Cristina y Macri había pocas expectativas de vida, en el juego electoral.

Los que imaginaron que la “nueva Cristina” iba a resignar su poder para darle mayor amplitud se equivocaron feo. Cristina tiene dicho públicamente y desde hace algunos años que solo confía en su familia. Una cosa es incorporar dirigentes para darle, como ella imagina, mayor gobernabilidad a su futuro gobierno. Otra muy distinta es compartir el poder.

Cristina considera que reincorporaciones como la de Alberto Fernández, respecto de cuya eficacia tenía cierta nostalgia, y Sergio Massa (de precandidato presidencial bajado a primero en la lista de diputados), a quien desprecia visceralmente, le amplían el espacio y le dan mejor llegada a sitios importantes como los organismos financieros internacionales y EEUU.

En la otra punta, un Macri acorralado por encuestas desfavorables y un poder económico –nacional e internacional- que lo estaba abandonando, dio un golpe de timón e incorporó a un hábil negociador de la derecha peronista a su fórmula. Pero tampoco está dispuesto a compartir el espacio con dirigentes de cuya lealtad tiene dudas.

Esto es particularmente importante en momentos en que tiene que preparar su fuerza para un futuro que lo puede depositar en el llano y con los riesgos penales que ha sabido construir.

Un futuro con nombres plagados de dudas

Vistos estos cierres no es inútil reflexionar sobre el futuro de los personajes más significativos y sus perspectivas en los próximos tiempos, si la situación no se desbarranca y continúa evolucionando dentro de estas mismas tendencias. Cristina, continúa siendo la figura central de la política argentina.

Si gana, es probable que, con nulidades procesales, cambios en la Suprema Corte y decisiones políticas pueda alejarse de las actuales acusaciones de corrupción. Éstas van perdiendo entidad frente a los dolores masivos de la vida cotidiana.

“Dueña” del Senado, junto con la capacidad de movilización de La Cámpora, hará sentir su influencia en las decisiones centrales “mostrando los dientes” frente a posiciones del gobierno con las que no concuerde. El cansancio de los años, el desgaste del gobierno y la situación de su hija harán que vaya derivando su poder hacia su natural y lógico heredero: Máximo.

Máximo, recogerá el legado familiar y tiene todas las posibilidades de constituirse en la figura más importante del espacio. Su madre le irá entregando las llaves del mismo y La Cámpora puede ser el transporte que lo deposite en La Rosada en el 2023, gane o pierda en octubre.

Ya demostró su capacidad de manejar la lapicera, según los designios de su madre. No titubeó en reducir el bloque de diputados de La Cámpora de los 24 actuales a 17 posibles, pero en compensación subiría de dos a siete senadores el bloque que responderá a su política y que le darán resguardo a su madre en el Senado, siendo claves en los pedidos de desafuero y las designaciones en el polémico sistema judicial.

Alberto Fernández, por su propia historia política y las presiones que recibirá es muy difícil que no choque con Cristina. Esa será una de las claves más probables del próximo período. Si llega a la presidencia, difícilmente salga indemne de ese problema. Sus posibilidades de aspirar a una reelección son bastante menores.

Sobre Sergio Massa nada asegura que el sillón de la presidencia de la Cámara de Diputados sea su asiento inmediato o futuro. Sus “jueguitos” hicieron que, a pesar de su juventud, pocas cartas queden en su mazo. Pero ya debe estar imaginando su futuro, confrontando con Cristina y defendiendo al eventual presidente peronista, para preparar su alternancia, en el momento del ocaso.

Por el lado del macrismo resalta la figura del Presidente. En el caso de un dudoso triunfo electoral lo espera la difícil tarea de evitar el estallido de una sociedad que contribuyó a desorganizar y debilitar. Sus antecedentes indican que –en el supuesto de una victoria- no será nada fácil que pueda llevar a buen puerto ese objetivo.

Con esa perspectiva los sueños de Marcos Peña y Horacio Rodríguez Larreta, de disputar la continuidad presidencial de Cambiemos, parecen muy lejanos. Para el caso de una derrota macrista, no es imaginable la continuidad política del liderazgo de Macri a la cabeza efectiva de la fuerza que construyó y que muy probablemente se diluya.

El objetivo mayor de lo que quede será resistir a las demandas de una Justicia que tendrá a Macri y sus funcionarios en la mira.

El hecho que todas las personas mencionadas -con posibilidades de un fuerte protagonismo futuro- provengan de espacios porteños o bonaerenses habla de la debilidad del país federal. Desde lo institucional, esa situación está insinuando una rebeldía.

Ella comenzó a manifestarse en las “listas cortas”, sin ataduras formales con “fuerzas nacionales” demasiado ganadas por los intereses portuarios. Ellas pertenecen a fuerzas triunfantes en seis provincias que apelarán a ese mecanismo al participar en las próximas elecciones.

La otra limitación, a todo lo manifestado, es si la sociedad aceptará pasivamente la continuidad de un gobierno como el actual o si tolerará negociaciones con el FMI que la sigan condenando a la miseria, el sufrimiento y la injusticia. En este último aspecto serán el pueblo y sus organizaciones quienes tienen la última palabra.

* Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


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