Brasil: el diario El País de España difunde fotos de la maleta del militar con los 39 kilos de cocaína
La maleta con cocaína del sargento de la comitiva de Bolsonaro
Uno, dos, tres… así hasta 37 paquetes de algo más de un kilo de peso. Envueltos en cinta de color beis, menos uno, recubierto con una de color amarillo. Todos perfectamente ordenados en una maleta de cabina de color oscuro sin nada más en su interior. Solo cocaína. La intervención el pasado 25 de junio en el aeropuerto de Sevilla por parte de la Guardia Civil de 39 kilos de droga en el equipaje del sargento Manoel Silva Rodrigues, de 38 años, miembro de la comitiva del presidente brasileño Jair Bolsonaro en su viaje a la cumbre del G20 en Japón, quedó reflejado en una fotografía, a la que ha tenido acceso en exclusiva EL PAÍS. Tomada junto al escáner que permitió a los agentes detectar estupefaciente, la imagen refleja las nulas precauciones que el militar tomó para ocultarlo.
Silva Rodrigues ingresó un día después de su arresto en la prisión de Sevilla I. Según detallan fuentes penitenciarias, desde entonces ocupa una celda, compartida con otro preso, en uno de los llamados módulos de respeto de la cárcel, donde son recluidos los internos menos conflictivos. Mientras tanto, la investigación de la Guardia Civil se centra en averiguar quién iba a recoger la maleta con la cocaína en la capital andaluza de mano del militar brasileño, al que los investigadores consideran una simple mula o correo humano. Las hipótesis policiales apuntan a que el ahora encarcelado tenía una cita en el hotel al que se dirigían tanto él como el resto de la tripulación del avión para descansar durante la escala en Sevilla en su viaje hacia la ciudad japonesa de Osaka a bordo de la aeronave de apoyo al avión presidencial en el que viajaba Bolsonaro.
Las circunstancias en las que fue localizada la droga —sin ocultar— hacen pensar a los responsables de las pesquisas que el sargento brasileño creía que no iba a ser sometido a ningún tipo de control aduanero al formar parte de la comitiva del presidente brasileño en viaje oficial. Se equivocó. Los dos bultos de equipaje que bajó del avión —un portatrajes y la maleta de cabina donde llevaba la cocaína— fueron pasados por el escáner del aeropuerto y los agentes descubrieron fácilmente los paquetes con forma de ladrillo de la droga. La primera estimación de la Guardia Civil, a falta de los análisis químicos para determinar con exactitud su grado de pureza, valoran el alijo en 1,3 millones de euros.
El descubrimiento del presunto narcotraficante en el séquito presidencial ha causado asombro en Brasil. Que el protagonista sea militar ha debido doler especialmente a Bolsonaro, un antiguo capitán del Ejército que ha dedicado su carrera política a defender los intereses corporativos castrenses y que en el Gobierno se ha rodeado de más uniformados que cualquiera de sus antecesores en democracia. El ultraderechista es además un estricto defensor de la ley y el orden. De hecho, el presidente brasileño lamentó públicamente en dos ocasiones que el sargento de su comitiva no fuera detenido en Indonesia, donde el tráfico de drogas se castiga con la pena de muerte. Un brasileño descubierto con 13 kilos de droga fue ejecutado allí en 2015. El caso “está siendo investigado. Echó a perder su vida. Enlodó el nombre de instituciones; ha perjudicado un poco a Brasil, pero esto sucede en cualquier lugar del mundo, en cualquier institución”, afirmó el mandatario a su regreso de la cumbre del G20.
Bolsonaro se refirió al “inaceptable” asunto en su retransmisión semanal en directo por Facebook, emitida esta vez desde Osaka a las siete de la mañana. Se mostró convencido de que este no era el viaje de estreno del sargento “porque nadie en un primer viaje lleva 39 kilos de droga”. Y aprovechó para dar las gracias a las autoridades españolas. Su ministro de Defensa, el general retirado Fernando Azevedo, se ha limitado a decir que el acusado “será juzgado sin condescendencia por la justicia española y por la brasileña”. Las autoridades brasileñas de aeronáutica no han querido precisar si el suboficial y su equipaje fueron inspeccionados antes de subirse al avión de reserva con el que voló desde Brasilia hasta Sevilla.
Nada menos que 19 años lleva en la Fuerza Aérea de Brasil Silva Rodrigues, que hace tres entró a formar parte del equipo que transporta a los jefes de Estado y otros altos cargos. Según el Portal de la Transparencia, su sueldo neto es del 6.337 reales (unos 1.450 euros) y ha participado en 29 viajes oficiales, incluidos algunos con los entonces presidentes Michel Temer y Dilma Rousseff. Las condenas por drogas han ido aumentando en los últimos años entre los más de 300.000 miembros, como recordó Bolsonaro el día que estalló este caso, que tienen las Fuerzas Armadas de Brasil. Entre 2010 y 2017, fuero 648 los uniformados brasileños condenados por drogas, según datos del Tribunal Superior Militar, que no precisan cuántos son por consumo y cuántos por tráfico.
El Gabinete de Bolsonaro ha lamentado que el hallazgo se produjera de camino a una cumbre internacional, lo que ha multiplicado la repercusión del caso. Coincidió además con una visita del ministro de Justicia, Sergio Moro, a la sede de la agencia antidrogas de Estados Unidos, la DEA, lo que ha servido, como todo el episodio, de materia prima para innumerables chistes y memes en el políticamente ultradividido Brasil.
A cocaína que viajava no avião da comitiva de Bolsonaro
Um, dois, três… assim se contou até que se verificasse a existência de 37 pacotes com pouco mais de um quilo de quantidade cada. Todos enrolados em fita de cor bege, menos um, que apareceu recoberto com uma cor amarela. Todos perfeitamente ordenados em uma mala de mão de cor escura sem nada mais em seu interior. Só cocaína. A apreensão pela Policia Civil espanhola em 25 de junho no aeroporto de Sevilha de 39 quilos de droga na bagagem do sargento Manoel Silva Rodrigues, de 38 anos, membro da comitiva do presidente brasileiro Jair Bolsonaro em sua viagem à cúpula do G20, no Japão, ficou refletida em uma fotografia, obtida com exclusividade pelo EL PAÍS. Tirada junto ao raio-x que permitiu que os agentes a detectassem, estupefatos, a imagem reflete as nulas precauções que o militar tomou para ocultar o conteúdo criminoso.
Rodrigues ingressou um dia após sua detenção no aeroporto na prisão de Sevilha I. Segundo detalham fontes penitenciárias, desde então ocupa uma cela, compartilhada com outro preso, em um dos módulos onde estão enclausurados os internos menos conflitivos. Enquanto isso, a investigação da Policia Civil se centra em averiguar quem recolheria a mala com a cocaína na capital andaluz das mãos do militar brasileiro, que os investigadores consideram uma simples mula ou correio humano. As hipóteses policiais apontam que o agora detento tinha um encontro no hotel onde ficaria com o restante da tripulação do avião para descansar durante a escala em Sevilha, a caminho de sua viagem para a cidade japonesa de Osaka a bordo da aeronave de apoio à que viajava Bolsonaro.
As circunstâncias nas quais a droga foi localizada —sem estar oculta— levantam a suspeita dos policiais espanhóis de que o sargento brasileiro acreditava que não seria submetido a nenhum tipo de controle alfandegário por fazer parte da comitiva do presidente brasileiro em viagem oficial. Equivocou-se. Os dois volumes de bagagem que retirou do avião —um porta terno e a mala de mão onde levava a cocaína— foram passados pelo scanner do aeroporto e os agentes descobriram facilmente os pacotes em forma de tijolo com a droga. A primeira estimativa da Policia Civil, sem a realização de análises químicas para determinar com exatidão o grau de pureza do entorpecente, consideraram em 1,3 milhão de euros o valor da cocaína.
Bolsonaro diz que equipe será enviada à Espanha
Nesta terça, Bolsonaro voltou a comentar o caso. Disse que uma equipe será enviada a Sevilha para ouvir o sargento detido. “O comandante instaurou inquérito policial militar. Outras investigações estão sendo feitas. Estamos fornecendo informações à polícia da Espanha. O mais breve possível uma equipe nossa irá para ouvir o sargento lá”, disse o presidente.
A descoberta do suposto narcotraficante no séquito presidencial causou assombro no Brasil. E o fato de o protagonista do crime ser um militar impactou especialmente Bolsonaro, um capitão do Exército reformado que dedicou sua carreira política a defender os interesses corporativos da categoria e que no Governo se rodeou de mais uniformizados que qualquer um de seus antecessores na democracia. O ultradireitista é, além disso, um estrito defensor da lei e da ordem. De fato, o presidente brasileiro lamentou publicamente em duas ocasiões que o sargento de sua comitiva não estivesse na Indonésia, onde o tráfico de drogas é castigado com a pena de morte. Um brasileiro descoberto com 13 quilos de droga foi executado no país em 2015. «O caso está sendo investigado. Ele jogou na lama o nome das instituições. Prejudicou um pouco o Brasil, mas isto acontece em qualquer local do mundo, em qualquer instituição”, afirmou o mandatário ao regressar da cúpula do G20.
Na semana passada, Bolsonaro já havia considerado o caso “inaceitável”, em sua live semanal no Facebook, feita de Osaka às sete da manhã. Mostrou-se convencido de que esta não era a viagem de estreia do sargento “porque ninguém em uma primeira viagem leva 39 quilos de droga”. E aproveitou para agradecer as autoridades espanholas. Seu ministro da Defesa, o general da reserva Fernando Azevedo e Silva, limitou-se a dizer que o acusado “será julgado sem condescendência pela Justiça espanhola e pela brasileira”. As autoridades brasileiras da Aeronáutica não quiseram precisar se o suboficial e sua bagagem foram inspecionados antes de subir ao avião reserva em que ele voou de Brasília até Sevilha.
Rodrigues está há 19 anos na Força Aérea do Brasil. Há três anos ele ingressou na equipe que transporta os chefes de Estado e outros cargos de alto escalão. Segundo o Portal da Transparência, seu salário líquido é de 6.337 reais e ele participou de 29 viagens oficiais, incluídas algumas com os então presidentes Michel Temer e Dilma Rousseff. As condenações por drogas foram aumentando nos últimos anos entre os mais de 300.000 membros das Forças Armadas do Brasil. Entre 2010 e 2017, 648 uniformizados brasileiros foram condenados por crimes relacionados a drogas, segundo dados do Tribunal Superior Militar que não precisam quantos são por consumo e quantos por tráfico.
A Presidência lamentou que o flagrante tivesse ocorrido a caminho de uma cúpula internacional, o que amplificou a repercussão. O caso coincidiu, além disso, com uma visita do ministro da Justiça, Sergio Moro, à sede da agência antidrogas dos Estados Unidos, a DEA, o que serviu, como todo o episódio, de matéria prima para inúmeras piadas e memes no politicamente ultradividido Brasil.