Ya están los candidatos: el pueblo argentino tiene necesidades, la dirigencia, intereses – Por Juan Guahán

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Juan Guahán(*)

Las listas para las próximas elecciones nacionales con los candidatos para la fórmula presidencial, la renovación de la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, incluyen sorpresivos pases y candidaturas contradictorias, que llevan a pensar en que el pueblo tiene necesidades insatisfechas y la mayor parte de la dirigencia, apenas intereses personales.

Vencido el plazo para la presentación de las listas para estas elecciones Primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), se anotaron nueve fórmulas presidenciales, pero solo dos tienen posibilidades reals de llegar a la casa Rosada: la oficialista encabezada por el aún presidente Mauricio Macri y el senador Miguel Pichetto, y la panperonista, que integran Alberto Fernández y la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner.

Desde la derecha se suman las fórmulas del exministro de Economía Roberto Lavagna y el gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, y la del economista José Luis Espert y Luis Rosales.

 El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT-Unidad) procura extender la representación parlamentaria a nivel nacional, y presenta el binomio Nicolás del Caño-Romina del Plá, con el apoyo del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST).  Otros pretendientes deberán acumular más del 1,5% de los votos válidamente emitidos en las PASO para llegar a octubre.

La mirada del pueblo y la de los políticos

Un análisis pormenorizado de estas listas deja una idea de las decisiones centrales, su influencia en el tema electoral y algunas reflexiones que este cierre deja.

Lo primero a plantear es que hay más de una mirada para comprender lo que está ocurriendo. Una mirada proviene del pueblo, su experiencia histórica y sus actuales e insatisfechas necesidades. La otra tiene que con las demandas del actual sistema político y los aparatos que lo sostienen institucionalmente.

Según el Artículo 38 de la Reforma de 1994, “los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático” y el Estado les garantiza “la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos”. Esa norma le da a la dirigencia de los mismos un poder clave en la conformación de los integrantes y autoridades de los poderes Ejecutivo y Legislativo.

Eso explica la importancia de los desplazamientos, acuerdos y desacuerdos al interior de las diferentes fuerzas electorales.

Es muy común afirmar, con bastante asidero, que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. En el sentido que sus dirigentes no provienen  de otro planeta, sino que surgen del mismo pueblo.

Pero también es cierto que no siempre los partidos expresan las necesidades de esos pueblos y –a veces- privilegian sus propios intereses sectoriales o de algunas individualidades que los integran y/o usan.

Ambas ideas tienen algo de verdad, aunque da la impresión que es predominante el hecho que el pueblo tiene pocos lugares donde se lo escuche. El actual sistema institucional parece insuficiente para que todas las voces se puedan expresar y deban ser oídas por el poder.

Previendo esa situación, la Constitución de la Provincia del Chaco aprobó en el año 1951, inmediatamente después que ese territorio fuera reconocida como provincia, una nueva modalidad planteando que la mitad de la estructura legislativa fuera integrada por candidatos presentados por los partidos y la otra mitad lo sería a propuesta de diferentes organizaciones de la sociedad.

Una modalidad semejante estaba en marcha en la Yugoeslavia del Mariscal Tito. Ambas experiencias naufragaron pero no por la voluntad popular, sino por hechos de armas impulsados, por el imperialismo estadounidense en el caso de Yugoeslavia y por el poder oligárquico, contra el peronismo, en el caso argentino.

Ese rol privilegiado de los partidos ha hecho que el sistema de poder económico ponga su esfuerzo para influir en los grandes partidos, incidiendo sobre las candidaturas de los mismos. Todo ello nos habla que se va construyendo un poder que termina definiendo las candidaturas que éstos presentan para los cargos que más interesan al sistema de poder.

Por ello terminan gobernando en beneficio de esos intereses y no de las necesidades mayoritarias. Esta es una de las explicaciones del porqué los grandes partidos se están desprestigiando a la vista del pueblo.

Penetrando en esa lógica es probable que entendamos un poco más los “pases” más resonantes de las últimas semanas y la evolución de las corrientes más importantes: el cristinismo colocando a Alberto Fernández e incorporando a Sergio Massa y el macrismo poniendo de candidato a vicepresidente, al peronista de derecha Miguel Ángel Pichetto.

En ambos casos, buscando un “centro” que ahogue a la posibilidad de un “tercer espacio”, en beneficio de esos dos agrupamientos. En un claro ejemplo de ello, los diputados que adherían a Argentina Federal ahora se suman con Alberto Fernández (de un bloque de 34, el “salto” lo pegarían entre 12 y 20, provenientes de siete provincias).

Estas movidas pretender dar, al próximo gobierno, una mayor “moderación” y “gobernabilidad”, para asegurar la continuidad del propio sistema. Cristinismo y macrismo, siguen siendo distintos y bastante diferentes, pero estos pasos acercaron sus perspectivas con vistas a la posibilidad de darle mayor gobernabilidad al sistema.

La nueva situación es muy probable que coloque a la candidatura de Alberto Fernández y Cristina, al borde ganar en primera vuelta. El macrismo hizo y continuará haciendo una frenética “caza” de los peronistas “heridos” que quedaron fuera de las listas de quienes aparecen como posibles ganadores.

El macrismo, de la mano de Pichetto, es muy probable que sea bastante exitoso en recoger “dirigentes heridos”, por el interés de los mismos en continuar o acceder a un “cachito” del Estado. De todos habrá que ver cuántos votos consiguen arrastrar del pueblo llano que no está guiado por esos intereses sino por sus necesidades tan afectadas por las políticas de este gobierno.

Es por lo dicho que usinas manipuladoras de imaginarios colectivos muy cercanas al gobierno vienen presionando para que no haya elecciones internas (PASO) y se vote directamente a las presidenciales en octubre. Quieren, de máxima, tener un poco más de tiempo para ver si “algo” les permite revertir la actual tendencia electoral. De mínima, darle dos meses más al gobierno para que todavía pueda gobernar, acercando las elecciones a la fecha del fin del mandato.

En las provincias

El domingo 16 se terminó la primera etapa de las elecciones provinciales para elegir gobernadores y legislaturas locales. Hubo elecciones en cuatro provincias que reúnen el 11,18% del padrón nacional: Formosa (1,18%), San Luis (1,12%), Santa Fe (8,36%) y Tierra del Fuego (0,39%.

En Formosa, Gildo Insfrán logró la séptima renovación de su mandato. Reunió el 70,6% de los votos, al frente de una alianza de 22 fuerzas. El agrupamiento opositor, con el 28,9% de los sufragios, estuvo encabezado por Adrián Floro Bogado, hijo de quien fuera gobernador (1983/1987) y vicegobernador de Insfrán (1995/2017).

En San Luis, la disputa se dio entre los hermanos Rodríguez Sáa. En esa pelea Alberto le ganó a Adolfo. Entre ambos se coló el voto macrista, de la mano de un ex gobernador, Claudio Poggi, que –años atrás- los Rodríguez Sáa habían hecho gobernador.

Santa Fe fue testigo de la ruptura de la tendencia que se venía dando, en el sentido que los oficialismos locales ganaban sus respectivas elecciones. Los socialistas que alcanzaron el 36,34% de los votos no pudieron con el candidato de un peronismo unido que reunió el 40,52%.

Tierra del Fuego fue la otra provincia donde se rompió la tendencia de las victorias de los oficialismos locales. Allí ganó un candidato opositor perteneciente a FORJA, expresión del radicalismo cristinista. Los intendentes electos de las dos ciudades más importantes, Río Grande y Ushuaia, pertenecen al sector kirchnerista de La Cámpora.

De ese modo se completó la elección de autoridades en 14 provincias que abarcan el 37,3% del padrón nacional. En nueve de ellas triunfaron fuerzas identificadas con el peronismo o el cristinismo (Córdoba, Formosa, Entre Ríos, La Pampa, San Juan, San Luis, Santa Fe, Tucumán y Tierra del Fuego); en cuatro, la victoria correspondió a fuerzas de signo provincial que no están directamente vinculadas a corrientes nacionales, (Chubut, Misiones. Neuquén y Río Negro), y en la restante (Jujuy) ganó el macrismo.

En este año electoral aun faltan las elecciones locales en siete distritos.  En cuatro de ellos (Buenos Aires, Capital Federal, Catamarca y Santa Cruz), las elecciones se realizarán junto con las nacionales de octubre y allí votará el 45% de la totalidad del padrón. Luego, en setiembre, votarán Chaco y Mendoza. Para terminar el año, en noviembre, lo hará Salta. En dos provincias (Corrientes y Santiago del Estero), el cronograma para elegir gobernador es diferente y en La Rioja no hay fecha.

Preocupa al gobierno la cosecha de malas noticias

 El macrismo intenta salvar la ropa con el “fenómeno Pichetto”. Este tema aparece como algo de último momento que difícilmente logre revertir lo que está pasando en lo económico-social. Los datos conocidos la última semana siguen siendo mortíferos y que dan por tierra con la ensoñación de la propaganda oficial que “lo malo ya pasó”.

Los datos oficiales sobre desocupación dicen que, al final del primer trimestre del año,  el desempleo subió al 10,1%, récord para los últimos 13 años, mientras que la subocupación anda por el 11,8%. Todo ello suma unos cuatro millones de personas con problemas laborales. El PBI cayó un 5,8% respecto a igual período del año pasado y también es más bajo que el último trimestre del 2018. El trabajo informal está en el 35% (al terminar 2018 estaba en el 33,9%). ¡Menos mal que esto va mejorando!

Con estos datos reales, oficiales y recientes es casi imposible que el “efecto Pichetto” consiga dar vuelta la opinión mayoritaria de los votantes.

Respecto del inédito “apagón”, que todos los argentinos padecimos, el gobierno fue claro: “No sabemos sus causas, pero hay cero posibilidades que se repita”. Ahora sí que podemos estar tranquilos. Se sabe que la falla en el sistema se produjo en las líneas de transmisión que transportan la energía desde el Litoral al resto del sistema interconectado.

Pero las razones por la cual esa falla no pudo ser encapsulada —como suele ocurrir- es un tema que habla de falta de mantenimiento en un sistema totalmente automatizado o una de las mentadas intervenciones electrónicas que EEUU vienen haciendo -como en Venezuela- y han sido denunciadas hasta por el famoso diario estadounidense The New York Times.

Las involucradas son las empresas mixtas Cammesa y Transener y las privadas: Yacylec y Litsa. Todas ellas están profundamente imbricadas con el gobierno macrista, en algunos casos con negocios de la familia del Presidente.

Este “apagón” -que afectó a 50 millones de personas, incluyendo a uruguayos- interesó a la prensa mundial y no dejó bien parado a un gobierno que en tres años incrementó un 3.624% las tarifas eléctricas (según la Universidad de Avellaneda), siempre con el argumento de “mejorar el servicio”. Como se dice en la calle: ¡Mejor que no lo mejoren más!

*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

CLAE

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