Renata Ávila, abogada guatemalteca: «Morales deja al país en una situación de inestabilidad y desesperanza»

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Entrevista a Renata Ávila, abogada guatemalteca y directora ejecutiva de Ciudadanía Inteligente

Por Carla Perelló, de la redacción de NODAL

El presidente de Guatemala Jimmy Morales se acerca al final de su mandato envuelto en escándalos y acusaciones por corrupción y debió enfrentar tres antejuicios vinculados al financiamiento ilícito electoral. La salida de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG), que trabajaba en el país desde el 2007 fue una de las decisiones de Morales que agitó las aguas y provocó grandes manifestaciones. En ese escenario, este 16 de junio más de 8 millones de personas tendrán la posibilidad de asistir a las urnas para elegir entre 19 binomios presidenciales quién estará al frente del ejecutivo desde el 15 de enero de 2020, hasta el 2024. Además, votarán 160 diputados al Congreso, 20 al Parlamento Centroamericano y 340 corporaciones municipales. En esta entrevista con NODAL Renata Ávila, abogada guatemalteca especialista en derechos Humanos y directora ejecutiva de Ciudadanía Inteligente, un repaso sobre el panorama electoral y el futuro del país.

¿En qué situación deja Guatemala el presidente Jimmy Morales?

El presidente Morales deja a Guatemala en una situación de inestabilidad y desesperanza. Al atacar a la organización con más credibilidad entre los guatemaltecos, la CICIG, destruyó un esfuerzo y una inversión de más de diez años para el fortalecimiento de las instituciones del sistema de justicia. Interrumpirá no solamente investigaciones en marcha, sino también generará un efecto negativo en un importante ciclo de cultura de probidad y transparencia: entre sus planes está precisamente otorgar amnistías a muchos de los acusados por la CICIG. El país que deja el presidente Morales tiene de los más altos niveles de violencia, desigualdad y pobreza en la región. Más de la mitad de la población, la población indígena, sufre de altos niveles de marginalización social y económica. La herencia del presidente Morales es un país del cuál la gente quiere salir, aunque se arriesgue la vida y atraviese un desierto para ello. ¿Su respuesta? Invitar a militares estadounidenses a patrullar nuestra propia frontera.

¿Cuáles son las opciones que tiene la ciudadanía ante este escenario?

Es una elección incierta. La delantera la tiene la exprimera dama, empresaria, de origen rural y de clase trabajadora, Sandra Torres. Ella representa a la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Su mandato sería estable, con una pronosticada mayoría en el Congreso. Es una figura poderosa que despierta mucha controversia y rechazo capitalino, con vínculos más bien oscuros en las diputaciones y alcaldías de su partido y una posición no definida respecto de la continuidad de la CICIG. Los otros dos punteros rechazan abiertamente a la CICIG y podría describirse a ambos como de extrema derecha y respaldados por sectores empresariales y militares. Uno de ellos es Alejandro Giammattei (Vamos), que promueve políticas de mano dura contra la delincuencia, acaricia la idea de políticas de limpieza social y poco habla de las necesidades rurales. A ellos les favorece tanto el voto del miedo de que un posible gobierno socialdemócrata pudiera generar o el voto de odio hacia la figura de Sandra Torres.

En esta elección la sorpresa y el avance democrático más grande ha venido de parte de Thelma Cabrera como candidata presidencial. Una mujer indígena, una líder comunitaria rural con años de militancia campesina. Su plataforma es el nuevo partido político Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP). Si naces indígena y mujer en Guatemala rural, la violencia se impone ante ti desde el primer momento. Si eres afortunada, lograrás salir del pueblo y pasarás la frontera a una vida de servidumbre al norte. Con poca menos suerte, lo harás en una casa en la capital. Si te quedas, puedes morir muy chica de enfermedades previsibles, probablemente nunca leas o escribas, morirás joven, de parto. Vivirás en la vulnerabilidad. Para ti, sobrevivir es el logro diario, disputar el poder no está en el menú de opciones. Ejercer el poder, es aún más remoto. Más allá de sus posibilidades de alcanzar la presidencia, que son remotas, ha logrado interesar con sus mensajes sencillos y que exponen la realidad tan precaria de la mayoría de los guatemaltecos, a gente joven y cansada de los pactos de corrupción en la política, a esos jóvenes urbanos y universitarios que llevaran a la plaza sus demandas contra la corrupción. A esos jóvenes que hicieron renunciar a un presidente (N de R: Otto Pérez Molina, en 2015).

En los últimos días diputados opositores denunciaron ante el Ministerio Público el uso político de cupones del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación para la compra de votos. ¿De qué manera ha afectado esto eso al proceso electoral?

Las prácticas del clientelismo son revelaciones usuales en las elecciones de Guatemala, desafortunadamente. Es una forma brutal, cruel, de utilizar los recursos de nuestro mermado Estado, porque, por ejemplo, de no recibir fertilizantes a tiempo, en subsidio, los campesinos se exponen a hambruna en la siguiente estación. Es jugar con la seguridad alimentaria y la vida de personas que viven bajo la línea de la pobreza.

¿Qué desafíos hay a futuro?

El desafío más grande hoy, en un país cuyo crecimiento depende de las remesas, de un país que ha militarizado su frontera, y está entre los diez más vulnerables al cambio climático, es repensar profundamente el pacto social que tenemos como guatemaltecos. Se trata de revocar esa carta blanca a la élite para hacer lo que se le venga en gana y empezar a cuestionarlos. Ése fue el pecado mortal de CICIG: exponer la corrupción y podredumbre de una élite empresarial y militar que trata de convencer al pueblo que actúa en su beneficio. Y nadie dice nada, porque la receta que se aplicó en el país es precisamente la opuesta a las demonizadas cubana y venezolana. Es, de hecho, el modelo al que aspira la base del presidente de Estados Unidos, Donald Trump: bajos impuestos, tratados de libre comercio que en realidad dan todo por favorecer a los grandes negocios, y privatizaciones de todos los servicios públicos. Esto, en un país donde puedes vivir al lado de una hidroeléctrica y no tener luz.


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