Nayara Souza, dirigente estudiantil: «Se está iniciando un proceso en Brasil de una dictadura institucionalizada»

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Entrevista a Nayara Souza, dirigente estudiantil

Por Daniel Cholakian, editor de NodalCultura

Nayara Souza es  presidenta de la Union Estadual Estudiantes de Sao Paulo –UEE- y fue una de las principales dirigentes estudiantiles del movimiento secundario brasilero en los últimos años. Junto con compañeras y compañeros de diversos colegios lideraron las tomas de edificios escolares con las que en 2015 enfrentaron el proyecto de reforma educativa impulsado por el gobernador Geraldo Alckmin. Ese proyecto incluía relocalizaciones y el cierre de 92 escuelas.

La lucha sostenida por la mayoría de los estudiantes no solo logró revertir la decisión de Alckmin, sino que también permitió que los estudiantes encontraran una nueva identidad como colectivo y comprendieran otras cuestiones, que hasta entonces parecían silenciadas en sus propio contexto: la diversidad de identidades, las desigualdades de género y los racismos. Este proceso está notablemente narrado en la película “Espero tua (re)vuelta” de Eliza Capai, de la cual ella es una de las protagonistas y narradoras.

Actualmente estudia Derecho en la FMU (Facultades Metropolitanas Unidas), comprada hace unos pocos años por el grupo estadounidense Laureate que, según contó Souza a Nodal, disminuyó la carga horaria y achicó la planta de profesores.

Mientras es parte de las protestas estudiantiles contra el gobierno conservador de Jair Bolsonaro, como presidenta de la UEE trabaja en la construcción del congreso de la Unión de Estudiantes que deberá elegir una nueva conducción.

¿Cómo analizan el gobierno de Bolsonaro en relación con la educación?

En cien días de gobierno de Bolsonaro por presión de estudiantes, de los centros académicos, de los directores académicos y de la propia Unión Nacional de Estudiantes dentro del Congreso Nacional presionando al ministro Vélez, se logró que Bolsonaro lo hiciera renunciar. Él había hecho declaraciones afirmando que la Universidad sirve apenas para una elite intelectual. Pero además hubo un conjunto de razones dentro del Ministerio de Educación, que sumadas a la lucha de los estudiantes, hicieron que el ministro renunciara. Es cierto que tampoco es muy bueno cualquier nuevo ministro de este gobierno, pues siempre tiene la misma orientación.

Por ejemplo, uno de los principales proyectos dentro del Ministerio es Escola sem Partido, que básicamente rompe con la autonomía y autoridad de los profesores para  contar la Historia o dar opiniones. Coloca la educación en una situación de neutralidad histórica, política, que ciertamente lleva en un futuro muy próximo a la alienación.

También desde el gobierno se promueve la militarización de las escuelas. Es evidente que la policía militarizada imagina la escuela militarizada. Eliza Capai cuenta en la película que  la policía entró a una escuela con las armas apuntando al pecho de una estudiante. Infelizmente eso no es algo completamente nuevo, e infelizmente no es algo que haya shockeado a la población. Eso es lo que nos preocupa, porque no es solo lo que surge del gobierno, sino que esto es algo que tiene que apelar a la población y si no ocurre estamos en problemas.

Ellos hablan del fin  del debate de identidad de género, de la educación sexual, pero lo real es que las escuelas no educaron sobre sobre estos temas: ni sobre educación sexual, ni tampoco sobre salud pública.

Hay un conjunto de proyectos, programas, ideas, que comienzan a acercar para decir: «queremos un modelo de educación cerrada, un modelo de educación arcaica».
Buscan congelar el gasto público para educación en el sector universitario, poner fin a los fondos para investigación en ciencia dentro de la universidad. Promueven la autorización de la policía de tirar para matar en caso de que se sientan amenazados. Y nosotros nos preguntamos ¿Quién es una amenaza para ellos?

Dado que Bolsonaro propuso terminar con la militancia dentro de la educación ¿cuál ha sido la reacción de la comunidad educativa frente a esto?

Se está iniciando un proceso en Brasil de una dictadura institucionalizada, básicamente. Inició con los sindicatos cuando quitaron un impuesto sindical y las contribuciones financieras a los sindicatos. Así quebró la estructura de esta forma de organización de los trabajadores.
Junto a eso en Educación, sea en la escuela o en la universidad, comenzaron a construir una imagen de que esos espacios sirven para el adoctrinamiento ideológico, con lo cual buscan justificar aquellos proyectos que mencioné. Pero esa acusación de adoctrinamiento ideológico no es sólo contra los profesores, sino también con los centros académicos, con los directores académicos, con la Universidad. Entonces cuando Bolsonaro afirma de que es necesario acabar con el activismo y la militancia dentro de la universidad y de la escuela es porque, primero, la educación es de los principales sectores de la sociedad que hoy no domina, a diferencia de casi la mayoría de los sectores del Brasil. Entonces necesita entrar de alguna manera dentro de ese sector y si los estudiantes no están organizados es más fácil. En segundo lugar lo hace porque declaradamente todo el movimiento estudiantil, de una manera muy amplia, tanto a lo largo de la campaña como ahora que son gobierno, se declaró oposición. Es una amenaza para él. Cuando el movimiento estudiantil se tornó una amenaza para Bolsonaro, él comenzó a trabajar para encontrar formas de desmoralizar, desgastar y destruir al movimiento estudiantil. El intenta competir con la emisión de un documento de estudiantes que garantiza un beneficio directo para ingresar al cine, al teatro, algo que permite sostener  la Unión de Estudiantes, para acabar con su estructura. Él va a institucionalizar normas para el desgaste del movimiento estudiantil.

Entre otras cosas impulsó la ley de antiterrorismo, dentro de la cual inicialmente el propósito era contra los movimientos sociales caracterizándolos como terroristas. Con nuestra lucha en el Congreso Nacional nosotros logramos sacar esa cláusula de la ley. Pero eso sigue latente allí, están preparados para incluirlas de nuevo, lo que nos pone ante una situación muy complicada.

Es una guerra declarada entre el presidente de la república y el sector educativo. Una guerra. Eso preocupa porque el sentido de la creación de la universidad es el libre pensamiento, si en la universidad no existe más el libre pensamiento….

¿Cómo ves hoy el movimiento estudiantil en esta coyuntura? 

Por suerte en el estado de San Pablo el secretario de educación es alguien con quien es posible el diálogo. Se está dando en el debate sobre la reforma completa de la BNCC -Base Nacional Común Curricular-. El movimiento estudiantil secundario está completamente inserto dentro de esa reformulación. En San Pablo estamos bien posicionados en ese sentido, porque la mayoría de los estudiantes está participando de esta experiencia y así tiene más posibilidades de influir en los resultados.

En este marco es natural que cuando aumenta la represión, aumenta la rebeldía y el sentimiento de resistencia.  Los estudiantes empiezan a acercarse más a sus entidades representativas, la gente comienza a recibirnos de otras formas, con curiosidad, con entusiasmo.

Pero al mismo tiempo tengo mucho miedo. Bolsonaro es peligroso. Él es militar y en este momento sus enemigos, declaradamente, son los comunistas y las entidades estudiantiles. La mayor parte de los estudiantes somos para él parte de esos dos enemigos. Es un momento muy tenso y claramente muy confuso, estamos intentando entender cómo organizarnos. Es un momento de aglutinar fuerzas, eso estamos buscando ganar a los estudiantes, crear una barrera para defendernos y desde ahí posicionarnos para la resistencia. Eso tanto en las escuelas como en las universidades, sirve tanto para estudiantes secundarios como para universitarios. Tal vez la diferencia es que para los secundarios es más específica la lucha por la BNCC, mientras que la resistencia ante la Escola sem Partidos es para ambos.

La universidad lucha para garantizar la democracia, la autonomía y el financiamiento. Las universidades están en una crisis caótica de financiamiento a partir del congelamiento de los gastos. Hay diálogo con los directores de las universidades y la principal preocupación hoy es cómo hacer para mantener las universidades. La Universidad de San Pablo cerró cursos. Es la universidad pública. Es muy preocupante. Hoy luchamos por la defensa de la democracia y la garantía del financiamiento. Ni más ni menos que eso.


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