Jair Bolsonaro: «La Argentina y Brasil no pueden volver a la corrupción del pasado»

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Por Alberto Armendáriz

Cinco meses después de asumir el poder en Brasil , con su popularidad erosionada, la economía en retroceso y obstáculos para impulsar su agenda en el Congreso, el presidente Jair Bolsonaro está a la defensiva. Pero, como exmilitar, parece creer que la mejor defensa es el ataque: no filtra sus palabras ni mide los efectos de su accionar. En público, sus asesores resaltan que es un hombre de convicciones, aunque ya en privado, algunos reconocen que se le vuelven obsesiones difíciles de controlar. Y por estos días, antes de viajar el jueves próximo por primera vez a Buenos Aires -ni siquiera antes de ser mandatario la visitó-, una de las convicciones u obsesiones del presidente ultraderechista es que la Argentina sufriría un retroceso si en los comicios del 27 de octubre próximo ganara el kirchnerismo.

«La Argentina y Brasil no pueden volver a la corrupción del pasado, una corrupción desenfrenada por la búsqueda del poder. Contamos con el pueblo argentino para elegir bien su presidente en octubre», resaltó Bolsonaro, de 64 años, en una entrevista exclusiva con LA NACION en el Palacio del Planalto, la primera que concedió a un medio argentino.

En las últimas semanas, a medida que sus problemas domésticos crecían, el jefe de Estado aprovechaba cada oportunidad que tuvo para criticar a la expresidenta Cristina Kirchner y expresar su respaldo a la reelección de Mauricio Macri, en un claro quiebre con la tradición diplomática de no opinar sobre los asuntos electorales de otro país.

-¿Cree que cambió algo ahora que Cristina Kirchner no será candidata a presidenta, sino a vice de Alberto Fernández?

-Ahí entramos en una cuestión casi espiritual: el Papa puede ser argentino, pero Dios es brasileño. Espero que el corazón de los electores argentinos lata en ese momento y que vean realmente qué futuro quieren. Un pueblo que tiene su libertad amenazada pide aquello que es más importante para su futuro. Nosotros hacemos fuerza para que el pueblo argentino elija un candidato de centroderecha, como hizo Brasil, y también Paraguay, Chile, Perú y Colombia.

Cristina Kirchner fue muy aliada de Luiz Inacio Lula da Silva y de Dilma Rousseff. Y lo que Lula y Dilma defendían aquí, vía Foro de San Pablo, con apoyo incondicional de Hugo Chávez, después Nicolás Maduro, y la dictadura cubana, es una experiencia que nosotros no queremos repetir. Espero que el pueblo argentino reflexione mucho sobre eso para las elecciones. Van a demostrar si el pueblo ama su libertad o no. Está en sus manos. ¿La economía es importante? Sí, y pueden contar con el apoyo de Brasil en lo que sea necesario para que hagamos lo mejor para el pueblo argentino a través de una economía saludable como la que estamos teniendo con Macri.

-¿Cree que Cristina Kirchner es corrupta?

-Quien lo dirá será la Justicia argentina. Acá no tenemos dudas sobre Lula. La población está muy informada sobre lo que sucedió en los gobiernos de Cristina Kirchner y de Lula. Aquí tenemos empresas estatales que fueron reventadas, que terminaron casi en quiebra, como Petrobras. Los fondos de pensiones también dejaron muy en claro qué sucedió en Brasil. Y cerramos la canilla para eso de prestar dinero para cualquier país que no tenga compromiso con la libertad, la democracia y con un riesgo altísimo para los préstamos del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes). Fue por esas cosas que el pueblo votó por mí, que era un candidato diferente a aquellos con más chances de llegar a la presidencia; por el combate a la corrupción y por las cuestiones del conservadurismo, el respeto por la familia.

-¿Cuál es el objetivo de su viaje a Buenos Aires de la semana próxima?

-Estuve hace poco con Macri, con quien me comprometí a visitar la Argentina, un país hermano. Y tenemos por delante el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea (UE). Espero que pronto esté todo resuelto, tenemos que ver aún pequeños detalles. Va a estimular nuestras economías. Somos conscientes de que podemos perder algunas cosas, pero en términos generales, será muy bueno. Vamos a tratar otras medidas de cooperación bilaterales. Voy con varios ministros para allá. Lo que más quiero es que la Argentina continúe con la defensa de la democracia, de la libertad y el libre comercio. La Argentina es parte del Grupo de Lima, con nosotros, en la cuestión de Venezuela y no podemos despreocuparnos de esos temas. A pesar de no querer tener ninguna injerencia en las cuestiones internas de la Argentina, estamos preocupados con la verdadera defensa de la democracia, de la libertad y la lucha contra la corrupción, que es muy importante. La Argentina y Brasil no pueden volver a la corrupción del pasado, una corrupción desenfrenada por la búsqueda del poder. Contamos con el pueblo argentino para elegir bien su presidente en octubre.

-Cuando usted fue elegido presidente, había una gran expectativa por una mejora sustancial de la economía, pero eso no ha ocurrido. Las proyecciones de crecimiento para este año son muy bajas (1,2%) y el desempleo aumentó. ¿Eso es momentáneo? ¿Cree que va a mejorar?

-Tenemos apenas cinco meses de gobierno. La clase empresaria está satisfecha con nosotros y con las medidas que estamos tomando. Cambiar el rumbo de la economía no es como una canoa en la que se da un golpe de mano y cambia de dirección; es como un transatlántico. Estamos llevando nuestra economía para la centroderecha. En mi viaje a Estados Unidos, conseguimos el apoyo de [Donald] Trump para que Brasil ingrese a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). También nos apoyaron Israel y Chile. Tomamos medidas de libertad económica y desburocratización que ya están dando resultados. ¿Qué es lo más importante? La confianza. Por eso hay reformas que eran impopulares hasta hace poco tiempo que ahora están recibiendo respaldo popular, como la reforma previsional. ¿Cuándo se vio en el pasado que saliera gente a las calles para defender una reforma del sistema jubilatorio? El pueblo entendió que si no hiciésemos la reforma ahora, tendríamos problemas más graves por delante. Nuestra economía está mejorando, sí.

-Su equipo económico, encabezado por el ministro Paulo Guedes, puso todas las esperanzas para una fuerte recuperación en la reforma previsional. ¿Existe un «plan B» si no llegara a aprobarse esa reforma en el Congreso?

-Primero, soy optimista; los plazos reglamentarios están siendo cumplidos en la Cámara de Diputados. He estado reunido con los presidentes de la Cámara y del Senado, y del Supremo Tribunal Federal (STF); jamás tuvimos problemas entre nosotros. Es en gran parte la prensa la que divulga cosas y hace declaraciones que no se condicen con la verdad. Debido a la prensa internacional, la imagen en Europa de la movilización que ocurrió el domingo pasado no fue buena: dicen que el pueblo fue a las calles a defender la agenda de un presidente militar que rememora las prácticas del período 1964-1985 sobre las libertades individuales. No es verdad, pero eso es lo que están predicando allá afuera sobre nuestro país.

-En Venezuela está en marcha una mediación de Noruega entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición. ¿Puede ser un camino para resolver la crisis? ¿Maduro puede aceptar dejar el poder a través de una mediación?

-No. Colóquese en el lugar de Maduro. La debilidad de Maduro hace que la dictadura en Venezuela sea fuerte. Él está ahí al frente porque cooptó al Ejército, cuya cúpula son ahora narcotraficantes. Eso, en Brasil, la izquierda no logró hacerlo, a pesar de todas las medidas tomadas contra nosotros, ni siquiera con la mentirosa Comisión Nacional de la Verdad que contó historias totalmente diferentes a las que ocurrieron en aquel período de 1964-1985. Además de sus generales, Maduro tiene un efectivo considerable de cubanos ahí dentro. Aquí, en Brasil, trataron de hacerlo con la mentira del programa Más Médicos. También hay allí células del grupo Hezbollah, las milicias, los colectivos… Entonces, Maduro no es quien manda. Maduro es hoy un fantoche en Venezuela.

-¿Cómo prevé entonces que se dará una resolución a la crisis venezolana?

-Tiene que haber una fisura en la cúpula del Ejército venezolano. Hasta que eso no suceda, no se acaba ese asunto. El gran problema es que puede recrudecer el régimen ahí, transformarse en una Corea del Norte sin bomba atómica; los rusos tienen participación ahí también porque hay petróleo y oro.

-En relación a su política de flexibilización de las armas de fuego, ¿tiene alguna evidencia de que tener más armas aumenta la seguridad pública?

-En Uruguay no hay todo ese control de armas y es el segundo país con menor índice de muertes por 100.000 habitantes. Paraguay, lo mismo; Chile, también. Aquí en Brasil, el estado de Santa Catarina es el que más clubes de tiro tiene y, junto con San Pablo, tiene una tasa menor a 10 muertes por cada 100.000 habitantes. Si no quiere tener arma, no la tenga. Pero el número de muertes violentas en Brasil disminuyó 24% en el primer trimestre de este año. Si hubiese aumentado sería culpa mía, pero como disminuyó, nadie dijo nada.

-Se ha cuestionado mucho en Brasil y en el resto de América Latina su alineamiento directo con el gobierno del presidente Donald Trump en Estados Unidos y se habla de servilismo. ¿Qué respondería a esas críticas?

-Un amigo me dijo el otro día que su hija se involucró con gente de buena índole y le pregunté cuál era su círculo de amistades. Con ese tipo de gente que él andaba, su hija se iba a involucrar también con ellos. ¿Cuál era el círculo de amistades de Brasil hasta hace un tiempo? Venezuela, Cuba, Bolivia. ¿Cuál es nuestro futuro? Yo siempre admiré a Estados Unidos y me alegré mucho con la victoria de Trump, hacía fuerza por él, y me acerqué a Estados Unidos. Todo lo que le propuse a Trump y él aceptó fueron alianzas. La principal producción de Brasil son los commodities, y pronto se nos acabarán. Debemos buscar ciencia, innovación, tecnología. También fui a buscar eso a Israel.

-Los últimos informes revelaron que la deforestación en la Amazonía aumentó un 20% entre agosto del año pasado y abril de este año. Por otra parte, las multas ambientales se redujeron en un 35% desde enero hasta mayo de este año. Usted ha dicho que apoya la conservación del medio ambiente, pero en la práctica eso no se ve.

-¿20%? Ni aunque pusiera a toda la población brasileña con una hoz en la mano conseguiría deforestar tanto en ese tiempo. Hay un terrorismo sobre eso. Lo que el Primer Mundo quiere, y que lamentablemente la prensa aquí no muestra, es la llamada Triple A (Andes, Amazonía, Atlántico), un corredor de 136 millones de hectáreas que nos aislaría de toda la parte norte de Brasil. Perderíamos la Amazonía si siguiésemos con esa política. Yo comencé a hablar del tema y hubo un pequeño retroceso. Dije que Brasil se saldría de la cuestión del clima [el Acuerdo de París sobre cambio climático] si esa pauta continuaba guiando las discusiones. No podemos hacer de la política ambiental una traba para el progreso.

-En su discurso ha sido clave el tema del combate a la corrupción, pero desde que llegó al Palacio del Planalto tuvo un ministro, Gustavo Bebianno, que salió por acusaciones de corrupción dentro de su Partido Social Liberal (PSL), por el escándalo de candidaturas-fachada?

-No, no fue por sospechas de corrupción que salió. La salida de él se dio por otros motivos.

-¿Por qué motivos, entonces? Nunca lo explicó bien.

-No quiero entrar en detalles, pero fue por un contacto demasiado cercano a los medios.

-Uno de sus hijos, el senador Flavio Bolsonaro, también está bajo investigación, y hay acusaciones contra su ministro de Turismo, Marcelo Álvaro Antônio, por el caso de las candidaturas-fachada durante la campaña electoral…

-Las tres mujeres supuestamente candidatas-fachadas recibieron dinero para sus contadores, 2800 reales cada una. Acusar de usarlas como fachada es un absurdo. Se acusa, pero no se habla del valor involucrado. Ahora, ¿por qué interesa atacar a mi hijo? Me desgasta; no hay dudas de que me desgasta. Pero mi hijo responde por sus actos y está listo para dar explicaciones. Hasta hoy no fue convocado a hacerlo.

-También hay acusaciones sobre lavado de dinero con inmuebles y vínculos con milicias paramilitares…

-Aquí es común pagar el inmueble en la planta e ir pagando a la constructora. Cuando se recibe la cédula de habitabilidad, la Caixa Económica busca esas personas que fueron buenas pagadoras, compra deuda y toma el inmueble para una prestación un poco menor. Nada de anormal. No hay ningún dinero sucio, fue para transferir la deuda de un inmueble para otro.

-¿Y los vínculos de su familia con las milicias? Su hijo Flavio había contratado en su gabinete a la madre y la esposa del líder de una milicia sospechada de estar detrás del asesinato de la concejala Marielle Franco, en marzo del año pasado en Río de Janeiro.

-Él [Flavio] siempre votó en defensa de los militares y policías en Río de Janeiro. Yo ya tuve también empleados a policías en el pasado, y tengo fotos con millares de policías. Puede suceder que alguno se desvirtúe, y luego aparece una foto que lo liga a esa persona. En mi condominio en Barra de Tijuca [en Río] hay 150 casas. Es raro que haya algún condominio en Barra que no tenga alguien involucrado en la operación Lava Jato. En el mío hay una mujer presa por tráfico internacional de drogas. Hay otro por el Lava Jato. Y está ese miliciano ahora [Ronnie Lessa, detenido por participar del homicidio de Franco], que yo jamás vi en mi vida. La prensa dice incluso que uno de mis hijos, de 21 años, salió con la hija de él. Le pregunté si la conocía, pero me dijo que salió con tantas chicas ahí dentro que no sabía quién era. Querer decir que mi familia tiene vínculos con milicianos es absurdo. Yo solo conocí a Marielle porque fue asesinada. Otra cosa, cuando las milicias comenzaron a aparecer en Río de Janeiro tenían apoyo popular porque moralizaban la región, después se desvirtuaron, vendiendo servicios de TV por cable, gas.

-Si la Justicia brasileña demostrara que su hijo hizo algo malo, ¿apoyaría que fuera castigado?

-Si hizo algo malo, tiene que pagar. Pero tengo confianza en que no hizo nada malo. Ahí está, por otra parte, Fabricio Queiroz, un exsubteniente de la policía militar que yo conozco desde 1984, fue soldado en la brigada de paracaidistas, mi soldado.

-Queiroz fue asesor y chofer de su hijo; despertó sospechas por cuantiosas transacciones en efectivo y fue quien contrató a los familiares del líder miliciano para trabajar en el gabinete de Flavio. ¿Se siente decepcionado por él?

-Sí, por lo que yo he oído de él, tiene cosas que explicar. Tiene que ser oído.

-En el pasado, como diputado, al referirse a la dictadura usted dijo que estaba a favor de la tortura, que a través del voto en Brasil no se lograba cambiar nada y que los militares tendrían que haber matado a 30.000 personas. ¿Usted cree que eso cambió algo para mejor en la Argentina?

-Vamos a hablar de dictadura. ¿Quién fue el primer presidente de la dictadura en Brasil? Fue Castello Branco. La mayoría se cree aquella mentira contada millones de veces de que asumió el 31 de marzo [de 1964, día del golpe], pero fue el Congreso el que destituyó al presidente João Goulart. ¿Qué dictadura es esa? Lo destituyó el 2 de abril y el 11 de abril tuvimos elecciones de acuerdo a la Constitución del 46. Castello Branco solo asumió el 15 de abril. Pero la izquierda fomenta cuestiones; que la tortura esto, que aquello. Dije eso en un momento en que estaban mintiendo en la comisión. La izquierda no estaba hablando de los que ellos torturaron o mataron, no respondieron por eso. Colombia fue complaciente con sus guerrilleros y mire los problemas que tiene hoy. Nosotros no fuimos complacientes con la guerrilla.

-En aquel momento usted citó específicamente 30.000 muertos, que en la Argentina es una cifra muy relevante. ¿Pero usted cree que ese número de muertos cambió algo para mejor en la Argentina?

-No, no. Tuvimos la Operación Cóndor entre varios países y los militares de aquella época evitaron que el país cayese en el comunismo; es eso lo que sucedió. ¿Cuántas personas murieron o desaparecieron y por qué causas? Que cada país escriba su historia. En Brasil la historia tiene que comenzar a ser escrita con la verdad. Si el Partido de los Trabajadores (PT) quisiera la verdad, el primer hecho que tendría que ser esclarecido sería el secuestro, tortura y ejecución en 2002 del alcalde petista Celso Daniel, quien estaba por divulgar información que acabaría con la campaña de Lula. Y no se ve a ningún petista defendiendo esa investigación porque todos los indicios apuntan que ellos lo mataron entre tantos otros.

La Nación


Jair Bolsonaro: «Yo tengo una misión de Dios, lo veo de esa manera»

Por Alberto Armendáriz

Tras la virulenta campaña electoral del año pasado, generó cierto alivio cuando, en su discurso de asunción, el 1º de enero, Jair Bolsonaro prometió «unir al pueblo brasileño». Pero aquellas ilusiones de una superación de la grieta ideológica se desvanecieron rápidamente.

Desde entonces, el presidente no ha dejado de operar en «modo campaña», con embestidas casi cotidianas contra sus rivales del Partido de los Trabajadores (PT); ofensas a la «vieja política»; críticas a la prensa, y crecientes polémicas de corte social para imponer una agenda de valores conservadores que empezaron a ahuyentar a empresarios y sus votantes más moderados, y que produjeron divisiones en el seno del gobierno.

«Usted se informa por los diarios -se atajó durante la entrevista con LA NACION-. Si viera las redes sociales, eso no existe. Gran parte de la prensa brasileña cuenta mentiras sobre mí, luego dicen que di marcha atrás? es el relato de los grandes medios, los mismos que durante la campaña me demonizaron, me llamaban racista, fascista, homofóbico, misógino? La primera vez que fui llamado misógino no sabía qué era eso, tuve que meterme en Google y enterarme de que es alguien a quien no le gustan las mujeres. ¡Ahora resulta que soy gay! Todo bien? Pero ¿cómo una persona puede ser todo eso y ganar las elecciones? Encima con un sistema de voto electrónico en el que nadie cree, pero como tuve tantos votos, era difícil hacer fraude».

-Más allá de sus críticas a la prensa, ¿cree que está haciendo esfuerzos para pacificar al país?

-Sí, estoy haciendo esfuerzos, no estoy atacando ni buscando la división. Pero hay gente a la que no le gusto aun sin conocerme. Cuando empecé a salir con mi actual esposa [Michelle], le preguntaban qué estaba haciendo con ese monstruo. Y ella sigue enamorada de mí hasta hoy.

-También hay muchas disputas dentro del gobierno que no inventó la prensa, entre sus ministros militares y Olavo de Carvalho, su gurú ideológico, que los ataca de manera pública.

-Los militares son parte de mi círculo de amistades, después de pasar 15 años en el Ejército. Es lógico traer gente que tiene un pensamiento similar al mío. Lula [da Silva] y Dilma [Rousseff] trajeron terroristas y ladrones aquí y nadie decía nada. Sobre Olavo de Carvalho, reconozco su trabajo y sus ideas, que desde que yo estaba en el Congreso compartía. Le agradezco que mucha gente abrió su cabeza a la realidad por él, porque el socialismo no funcionó en ningún lugar del mundo. Él juega rudo, y puede hacerlo con quien quiera. Es parte de la libertad de expresión. En el pasado, la izquierda buscó un contrato social con los medios porque sabe que dominándolos es más fácil gobernar, instalar fake news, y gran parte de la prensa brasileña quedó contaminada.

-Coloca siempre la culpa de sus males en los demás. En estos meses de gobierno, ¿cuáles fueron sus errores? ¿Qué aprendió?

-Fui 28 años diputado y nunca pedí cargos a cambio de nada. Seguí todo lo que pasaba, pero con desdén, sin hacer nada malo. Menos mal, porque si no ya estaría preso. Cambiamos la manera en que se relaciona el Ejecutivo con el Legislativo, y la mayoría de los legisladores apoyan eso.

-Apuntaba a qué equivocaciones cree haber cometido para que el gobierno esté hoy más débil. ¿O no cree en las encuestas?

-Nadie cree en las encuestas en Brasil. Si usted saliese conmigo a las calles vería que es diferente. Le puedo mandar videos por WhatsApp. No es así. No estoy preocupado en ser buenito; quiero lograr mi objetivo, cumplir mi misión. Todo candidato que piense en la reelección está condenado al fracaso, a menos que tenga mucho dinero. ¿Sabe cuánto gasté en mi campaña? Menos de un millón de dólares. Toda la prensa me llama homófobo, racista, fascista, misógino y? ¿cómo se llama al que no le gustan los de afuera? ¡Xenófobo! Aunque si lee nuestra ley migratoria es un desastre.

-¿Y cuál es esa misión que tiene?

-Yo tengo una misión de Dios, lo veo de esa manera. Fue un milagro estar vivo [después del atentado que sufrió el 6 de septiembre] y otro milagro es haber ganado las elecciones. Dios me ha ayudado también mucho en la elección de mis ministros.

La Nación


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