Exigen justicia a 17 años del asesinato de los jóvenes militantes Kosteki y Santillán
Numerosos manifestantes en la vigilia que recuerda el asesinato de los luchadores sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán
Como todos los años, la estación ferroviaria «Maxi y Darío» se llenó de jóvenes, banderas, protestas, abrazos, rebeldías. Precisamente allí, donde un 26 de junio de 2002, durante el gobierno de Eduardo Duhalde, fueran asesinados por la policía Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, dos jóvenes luchadores sociales que con sus compañeros marchaban en el Puente Pueyrredón por reivindicaciones fundamentales.
En esta ocasión, hubo un cúmulo de actividades, desde presentaciones de libros («Desde abajo y a la izquierda», de Mariano Pacheco), pasando por charlas, exposiciones, encuentros para hablar de las consecuencias del «gatillo fácil» policial hasta música popular juvenil y poesía a cargo del escritor Vicente Zito Lema.
En la misma estación, rodeados de muchos jóvenes hablaron en un programa especial de Radio La Tribu, Alberto Santillán, padre de Darío, Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora y Pablo Pimentel, de la APDH de La Matanza.
En otros espacios, la referente de la Correpi, María del Cármen Verdú y familiares de asesinados por las balas policiales dieron testimonios dolorosos sobre lo que significa vivir en un estado represivo como el actual
A la medianoche, numerosos manifestantes de organizaciones sociales marcharon portando antorchas y ocuparon el Puente, donde este miércoles por la mañana se realizará el acto central.
Kosteki y Santillán, una masacre impune
Se cumplen hoy 17 años de la represión policial del 26 de junio de 2002 a manifestantes durante el gobierno de Eduardo Duhalde en el Puente Avellaneda, que provocó la muerte de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki y derivó en el fin del mandato provisional del ex vicepresidente de Carlos Menem. Compañeros y familiares realizarán hoy una protesta en el Puente Pueyrredón en reclamo de juicio y castigo a los responsables políticos de la represión en la que fueron asesinados los dos jóvenes militantes.
La denominada “Masacre de Avellaneda” se produjo el 26 de junio de 2002 en las inmediaciones de la estación ferroviaria de la ciudad de Avellaneda, en el Gran Buenos Aires.
El gobierno nacional ordenó la represión de una manifestación de grupos piqueteros y en la persecución y posterior movilización fueron asesinados por efectivos de la policía de la provincia de Buenos Aires los jóvenes activistas Maximiliano Kosteki y Darío Santillán pertenecientes al Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Guernica y de Lanús, respectivamente, nucleados en la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón.
Una cámara filmó el momento en que dos efectivos de la policía provincial dispararon sobre Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, que en ese momento se encontraban separados del resto de los manifestantes.
Cada 26 de junio los piqueteros se movilizan hasta el Puente Pueyrredón, Avellaneda, en memoria de los compañeros asesinados y en reclamo de justicia para los autores ideológicos de la masacre.
El Tribunal Oral 7 de Lomas de Zamora condenó luego a siete policías fueron: el comisario inspector Alfredo Fanchiotti y el cabo Alejandro Acosta, a cadena perpetua, Félix Vega, Carlos Quevedo y Mario De la Fuente a cuatro años de prisión por encubrimiento agravado, una de ellas de cumplimiento efectivo, el expolicía Gastón Sierra, a tres años por ese mismo delito, al igual que el también ex policía Lorenzo Colman a dos años de prisión. Por último el único civil enjuiciado, el ex policía Celestino Robledo recibió diez meses de prisión en suspenso por usurpación de títulos y honores.
Alberto Santillán: “Duhalde, Solá y los demás asesinos de Maxi y Darío deberían estar presos”
En un nuevo aniversario de la Masacre de Avellaneda, donde Maximiliano Kosteki y Darío Santillán cayeron bajo las balas de la Policía Bonaerense tras un operativo represivo organizado por quienes gobernaban el país y la provincia en 2002, Alberto Santillán conversó con La Izquierda Diario.
El significado de aquel crimen de Estado, los largos años de lucha y el contexto actual, donde algunos de los responsables políticos de la masacre están impunes y hasta se presentan a elecciones como si fueran convencidos progresistas.
La lucha, la represión, la masacre
Si tuvieras que contarle a las nuevas generaciones qué pasó aquel 26 de junio en Avellaneda, ¿por dónde arrancarías?
Yo recuerdo que con Darío veníamos charlando en los días previos a esa jornada de protesta sobre el discurso que estaba teniendo el ala dura del gobierno de (Eduardo) Duhalde, cuando decían que cortar el Puente Pueyrredón era una ’declaración de guerra’ y cosas por el estilo. Esas declaraciones están en todos los archivos de los diarios y sus voceros fueron desde el entonces jefe de Gabinete Alfredo Atanasoff hasta funcionarios de seguridad.Lo que nunca pensamos era que fueran a realizar semejante cacería. No pensamos que iban a llevar hasta la última instancia eso que habían dicho.
¿Vos militabas en ese momento?
Yo en ese momento no era lo que soy hoy, era un laburante y nada más. Pero estaba del lado de los movimientos como el que integraban Darío y Maxi, con sus reivindicaciones por trabajo, educación, salud y contra la miseria que se estaba pasando.
¿Cómo fue la represión que se desató en esa jornada?
Desde distintos lugares de Capital, del Gran Buenos Aires y desde otras provincias se venía manifestando la disconformidad con el Gobierno de Duhalde. Y ese día en Avellaneda confluían columnas de diferentes lugares. Cuando estaban por encontrarse en un punto fijo, en el Puente Pueyrredón, se vio muy claro cómo la Policía se metió en el medio a provocar, con el mismo comisario Alfredo Fanchiotti a la cabeza.En pocos minutos, al provocar la reacción de parte de los compañeros, todo terminó en una balacera.
¿Estuvo todo planificado?
Sí. Todo fue pergeñado por los dos gobiernos, el nacional y el provincial, con cuatro fuerzas represivas actuando de conjunto. La misma muerte de Darío no fue al azar. Él era una persona muy buscada en ese momento, por ser un cuadro y un referente importante. El asesinato fue premeditado.
De hecho el discurso oficial inmediato buscó despegar a la Policía
Claro. Todos sabemos lo que hicieron después los políticos, diciendo que se habían matado entre piqueteros. Fue lo que le dijo el mismo Felipe Solá a (la Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora) Nora Cortiñas cuando ella lo llamó preocupada por lo que estaba pasando. Él recién le contestó cuando terminó de almorzar y le dijo ’no se preocupe Norita, esto es una guerra entre pobres y se están matando entre ellos’.
¿Cuál fue el saldo de esa represión?
Ese día, además de Maxi y Darío muertos, hubo 33 heridos de bala de plomo. No recuerdo la cantidad exacta pero hubo muchos compañeros presos e incluso varios estuvieron desaparecidos durante horas.Y no podemos dejar de mencionar las secuelas, tanto físicas como psíquicas, que dejó en todos los compañeros esa represión. Porque el asesinato de los compañeros caló muy hondo. Hay compañeros que no quedaron bien después de eso.
El mismo Fanchiotti salió inmediatamente a querer cubrirse ante los medios
Además de que con los cuerpos de Maxi y Darío la Policía hizo una verdadera vejación, el mismo comisario salió a decir en ese mismo momento que los chicos estaban tan heridos como él, cuando en realidad lo que él tenía era una pequeña herida en el cuello (que se la hizo una compañera, de bronca, cuando veía a mi hijo desangrarse en el piso).En esas horas Felipe Solá lo llamó a Fanchiotti para felicitarlo por su magnífica performance, prometiéndole un ascenso por su capacidad.
¿Qué rol cumplieron las fotos de los reporteros gráficos para descubrir la verdad?
Siempre resalto las figuras de los fotógrafos Pepe Mateos y del Ruso (Sergio) Kovalevsky. Lo que registraron fue una bisagra para que la cosa no terminara como el Gobierno quería. No hay que olvidarse que en ese momento todos los funcionarios salieron a decir lo mismo, con la complicidad del diario Clarín que tituló en su portada ’La crisis causó dos nuevas muertes’, demostrando una relación entre la política, los medios y la justicia. Esas fotos demostraron claramente cómo fueron las cosas.
Vos tuviste un encuentro en 2003 con el presidente Néstor Kirchner
Fue cuando apenas había asumido la presidencia. Había una situación muy tensa con los movimientos sociales. Él quiso congraciarse con los movimientos y los llamó a la Casa Rosada. Yo fui, pero a mí no me quiso recibir. Después de que un compañero le transmitió mi calentura revió su decisión y me senté en la mesa junto a los compañeros.
¿Y cómo fue esa charla?
Yo ahí le planteé lo que pensaba de las responsabilidades de Duhalde, Solá y el resto de los funcionarios. Cuando terminamos la reunión nos levantamos y él me puso la mano en el hombro y me dijo ’quédese tranquilo, señor Santillán, vamos a investigar hasta las últimas consecuencias y no me importa quién sea el implicado’.
Prometió abrir los archivos de la SIDE y de las policías pero esos archivos al día de hoy siguen ocultos. Y cuando estábamos por salir de la reunión (el secretario general de la Presidencia Oscar) Parrilli dijo que podíamos armar una comisión de investigación siempre y cuando nosotros nos bajábamos del puente y no protestáramos más.
Un chantaje
Un chantaje. Algo que no podíamos aceptar jamás.
De ayer a hoy
¿Podés hacer algún paralelismo entre aquel 2002 y la actualidad?
Yo veo que, sobre todo en los barrios, siempre estuvo la represión a la orden del día. De ahí la costumbre de los compañeros de protegerse la cara con el pañuelo palestino, para que sus rostros no sean fácilmente identificables. Hemos tenido varios compañeros torturados en los barrios por la Policía en todos estos años.
La persecución para quitarte del lugar de lucha, para que la bronca de los que menos tienen no se exprese, siempre estuvo y está. Es la misma Policía que actúa actualmente, solo que ahora lo hace mucho más aceitadamente y con todo el aval del Gobierno. De ahí el avance del gatillo fácil y de tantos pibes asesinados al calor de la Doctrina Chocobar.
Ustedes llevan adelante una causa penal en Comodoro Py por las responsabilidades políticas de la masacre. ¿En qué estado está ese expediente?
En 17 años la justicia nunca indagó, nunca interrogó ni mucho menos sentó en el banquillo a los responsables políticos de la masacre. Tanto la justicia como la política pensaron que nosotros nos íbamos a quedar conformes con las condenas a Fanchiotti y (el cabo Alejandro) Acosta. Pero desde el primer día señalamos las responsabilidades políticas, aún sabiendo que esa misma política es la que, en definitiva, pone a los jueces.
Por eso somos nosotros, con el aporte de nuestros abogados, los que investigamos, aportamos pruebas y hacemos el trabajo que no hacen ni la fiscal (federal Paloma) Ochoa ni el juez (federal Ariel) Lijo. A nosotros la justicia no nos regaló nada, lo que conseguimos fue porque nunca dejamos de estar en las calles.
¿Cómo se compone esa lista de culpables políticos?
Primero están el expresidente Eduardo Duhalde y el exgobernador Felipe Solá. De ahí para abajo tenemos a Alfredo Atanasoff (jefe de Gabienete), Aníbal Fernández (secretario general de la Presidencia), Juan José Alvarez (ministro de Justicia y Seguridad), Jorge Matzkin (ministro del Interior), Luis Genoud (ministro de Seguridad bonaerense), entre otros.
Todos impunes
Todos impunes. Y fijate el grado de impunidad que el mismo Felipe Solá el año pasado, mientras en el Congreso se aprobaba el presupuesto y afuera del recinto quienes protestábamos éramos reprimidos por la Policía, muy suelto de cuerpo dijo que la Policía no actúa por sí sola, que tiene un protocolo para actuar y no actúa sin una orden política. Lo dijo basándose en su experiencia de seis años como gobernador.
Casi una confesión de parte
Claro. Él mismo se estaba autoincriminando. Pero ni siquiera esas declaraciones le alcanzan a la justicia para sentarlo a declarar.¿Y cómo siguen ustedes respecto a la causa?
Nosotros seguimos trabajando, presentando testimonios. De siete u ocho testimonios que propusimos la fiscal dijo que no le servían porque no daban ’nombres y apellidos’. Pero todo el mundo sabe quiénes son esos culpables que pergeñaron todo a nivel nacional y provincial, desde el lado de Duhalde y de Solá. Sin embargo la justicia dice que no hay eslabones ’hacia arriba’ que permitan juzgarlos.
¿Te sorprende que esto sea así?
Para nada. La misma justicia que encubre y mantiene impunes a esos tipos es la misma que mete preso a un pibe que por ahí roba algo para comer. Si te quedaste sin laburo y ponés un mantel en la calle para verder algo, te cagan a palos, te meten en cana y te roban la mercadería. Y a estos tipos se los mantiene como ejemplos de la política.
¿Qué pensás hoy cuando lo ves a Solá candidatearse junto a organizaciones piqueteras y sectores «progresistas»?
En realidad no es como quieren hacerle creer a la gente algunos, que todos los movimientos sociales hoy le quieren lavar la cara a Felipe Solá. Son algunos movimientos sociales nomás. Darío nunca hubiera traicionado a sus compañeros caídos. Antes que traicionar prefirió quedarse en la estación y mantener bien altas sus banderas.Nosotros no votamos asesinos. Los protagonistas de las masacres de ayer no pueden ser los salvadores de hoy.
Y denunciamos también a los grandes medios que le da espacio de sobra a esos asesinos para que se presenten con total impunidad y hagan sus campañas como si no hubieran tenido nada que ver.
Como padre, ¿qué imagen tenés de Darío?
Darío se consideraba parte de la sangre de los 30.000 detenidos desaparecidos, estaba totalmente involucrado en la lucha social. Fue y sigue siendo una persona totalmente íntegra, alguien que descubrió la verdad de la historia, la de los vencidos. Nosotros vivíamos en el barrio Don Orione y él fue de los primeros que en esa época salieron con un grupo de desocupados, con un grupo de los que menos tienen, a luchar por lo básico.Por eso pasaron 17 años y se lo sigue recordando como se lo recuerda. En muchos lugares del conurbano y del país la bandera de Maxi y Darío está presente. Y eso, para un padre, es algo que te llena de orgullo pese a la corta vida que le tocó vivir.
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