Colombia: El arte llena la Plaza de Bolívar con nombres de líderes asesinados
Quebrantos: los vidrios rotos que los líderes no quieren volver a escuchar
Por Laura Dulce Romero
“Buscamos evocar la presencia espectral de los líderes”
165 nombres de líderes asesinados violentamente después de la firma del Acuerdo de Paz, delineados en vidrio fracturado, ocuparon hoy la Plaza de Bolívar. A través de este “poema fúnebre”, la artista Doris Salcedo buscó mover a la ciudadanía hacia un duelo colectivo.
“Quiero que, como estos vidrios rotos, rompamos el silencio que hay en torno a las muertes aterradoras de los líderes sociales en el país”. Este lunes, el ajetreo turístico y comercial de la Plaza de Bolívar de Bogotá cedió ante un concierto de láminas de vidrio fracturadas. Como ya lo ha hecho en varios momentos de la historia de la violencia en Colombia, la escultora Doris Salcedo convocó de nuevo a una “acción de duelo” en el centro político del país. Ya lo había hecho con las hileras de velas encendidas que conmemoraron a los diputados del Valle del Cauca secuestrados y asesinados en 2002. También en 2016, cuando, tras la victoria del ‘No’ en el plebiscito por la paz, de la mano de víctimas y voluntarios, cubrió la totalidad de la Plaza con Sumando ausencias, una mortaja tejida con mantos blancos que llevaban inscritos en ceniza nombres de personas asesinadas en el marco del conflicto armado.
Esta vez, aliada con la Dirección de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia y la Comisión de la Verdad Salcedo estuvo al frente de la escritura de Quebrantos, un “poema fúnebre” —como lo llama la artista— para conmemorar la vida de los líderes sociales y territoriales asesinados desde la firma del Acuerdo Final entre el Gobierno Nacional y las Farc. “El vidrio, al igual que la vida, es frágil. Una vez quebrado no puede recuperar su forma original”, explica la artista. “Este acto de duelo busca que nos cuestionemos acerca de estos hechos que están sucediendo con una frecuencia inusitada y sistemática”. Como lo ha manifestado en otros momentos, uno de los impulsos tutelares de su trabajo ha sido mover (“y conmover”) hacia un duelo colectivo: “El duelo ha estado restringido a la esfera de lo privado, pero con esta acción queremos llevarlo al espacio público. Queremos que las familias no estén solas, sino que ese duelo lo hagamos entre todos”.
Para María Belén Sáez de Ibarra, curadora de Quebrantos, la intervención se trata de un “monumento performativo” que inaugura el proyecto Conmemoraciones, una serie de acciones artísticas que durante 2019 y 2020 se ejecutarán en diferentes regiones del país para lograr “un reconocimiento de las víctimas por parte de la sociedad, construir una memoria con la propia acción de la comunidad y así lograr crear un fuerte vínculo social”. En esta primera acción del proyecto, en la que participaron más de 130 líderes sociales amenazados y cientos de voluntarios, se escribieron en vidrios rotos 165 nombres de los más de 430 líderes asesinados desde la firma de los Acuerdos de Paz.
A diferencia de Sumando ausencias, en Quebrantos los participantes delinearon el nombre de los muertos in situ. Con plantillas y reglas de madera, las líneas de cada letra fueron tomando forma con cristales que, pisados con fuerza por los líderes, se fracturaban sobre el suelo. “Pensamos que esta acción de duelo debía ser un ritual y no una técnica. Buscamos una forma de romper a través de un abrazo al otro: que los voluntarios fueran el sostén físico y emocional de los líderes”, cuenta Salcedo. Para Sáez de Ibarra, a través de ese abrazo “se va construyendo una obra colectiva” que aúna a las comunidades afectadas y a los ciudadanos. El cristal roto, la frágil transparencia con la que se camufla en el suelo, pretende, de esta forma, “evocar la presencia espectral de estas víctimas”.
Fotografía: Diana Rey
César Fernández, líder social y abogado de Santa Marta, que ha trabajado para hacer justicia en los casos de dos desaparecidos de su ciudad, cuenta que esta acción de duelo permite poner frente a los ojos de todos una causa que suele pasar desapercibida: “Estos líderes de una u otra manera dieron su vida por una causa que no puede ser una causa perdida. Esta acción es una manera de demostrar que puede haber una unión entre los colombianos para defender la vida de quienes luchamos por los derechos de todos”. Y esa es la añoranza de muchos de los líderes que asistieron hoy: hacerse visibles para mover a la acción ciudadana y contrarrestar la normalización de la muerte de líderes territoriales y defensores de derechos humanos en las regiones para evitar que caigan en el olvido.
“Estamos convencidos de que el arte tiene una capacidad de comprensión y conmoción del espíritu humano que no se puede conseguir solamente a base de análisis jurídicos o sociológicos”, opina el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, que está promoviendo —con Quebrantos como antesala— una serie de conversaciones entre distintos actores sociales e institucionales en torno a las razones de diversas violencias que siguen perpetrándose en el país. “Este es un arte que te involucra, que te hace participar. Como estos vidrios, uno siente al ser humano quebrado en Colombia. Lo que queremos a través de esto es hacernos las preguntas que nunca nos hemos hecho. Queremos, también, que cada uno de los ciudadanos se pregunte: ‘¿Esto hasta dónde me atañe?’”.
La convocatoria ciudadana de Quebrantos, no obstante, da cuenta de las fragilidades y grietas que aún parecen alejarnos de una contundente acción colectiva de duelo. Una lideresa de las comunidades de mujeres negras del Chocó que fue amenazada y que participó de la acción (y que prefirió mantener su nombre en reserva), así como algunos miembros de la Guardia Indígena, afirmaron que lo de hoy solo será efectivo si ayuda a generar empatía y a que desnaturalicemos la mirada hacia las violencias sistemáticas que sufren a diario los defensores de derechos humanos en Colombia. Eso, para su sorpresa, no parece haberse conseguido hoy, a juzgar por la concurrencia a la Plaza, pues considera que fue mucho más baja de lo esperado: “Hemos naturalizado la guerra. La actitud aquí es: ‘Desde que no me pase a mí, no hago nada’. Pensé que hoy la Plaza de Bolívar iba a estar llena, que iban a decir: ‘Aquí estamos presentes por los que se fueron dando la lucha’. Pero no. Es triste: una como lideresa social se pone a pensar: nosotros defendemos a los otros, ¿pero quién nos defiende a nosotros?”.