¿Participaron las mujeres del Cordobazo? – Por Ana Noguera
¿Participaron las mujeres del Cordobazo?
Por Ana Noguera *
Cincuenta años han trascurrido desde aquel 29 de mayo de 1969 cuando el país entero se estremeció con las noticias que llegaban desde Córdoba, provincia que no tardaría en ser catalogada como rebelde y revolucionaria. Ante una nueva conmemoración vuelven a surgir preguntas, reflexiones y disputas de memoria en torno a este acontecimiento siempre haciendo foco, o la mayoría de las veces, en las figuras masculinas que la protagonizaron. Sin embargo, es justo decir que han comenzado a emerger interrogantesconcretos en relación a la participación de las mujeres en estas intensas jornadas. Esto no es casual. La actual agenda pública marcada por las movilizaciones feministas-disidentes activan no sólo en el presente sino que también revisitan y cuestionan nuestra historia recientedesde otros marcos explicativos.
¿Participaron de alguna manera las mujeres del Cordobazo? Esta pregunta no admite, sin dudas, una respuesta taxativa. El Cordobazo fue ciertamente una movilización mayoritariamente masculina. Esto fue así primeramente porque los principales sectores que la convocaron – SMATA (mecánicos), UTA (transporte), Luz y Fuerza- estaban constituidos en su mayoría por varones. Debemos recordar que si bien durante la década del sesenta la ciudad de Córdoba fue convirtiéndose en un polo industrial, gracias a la progresiva implantación de la industria automotriz y al crecimiento del sector metal-mecánico, esto creó nuevas condiciones en el mercado de trabajo centralmente para la mano de obra masculina. Las mujeres siguieron ocupadas principalmente en las denominadas actividades de servicios, especialmente en el servicio doméstico, docentes, empleadas bancarias y de comercios, secretarias y enfermeras. Más del 70% de mujeres trabajadoras pertenecía a estas áreas. Dentro del sector industrial su presencia fue más bien escasa, vinculada principalmente a la industria textil y de confección (calzado y vestido), aunque también integraron las fábricas de vidrio, alimentación y de la carne. El caso paradigmático de la época lo constituyó, sin dudas, la fábrica ILASA (Industria Latinoamericana de Accesorios S.A) donde la gran mayoría de sus integrantes eran mujeres dedicadas a la elaboración de componentes eléctricos para autos Renault.
Sin embargo, sería incorrecto decir que no hubo presencia femenina en los tiempos del Cordobazo. Obreras, trabajadoras, estudiantes, todas se sintieron interpeladas por el hecho. Las que participaron activamente en la movilización, las que acompañaron tímidamente desde las veredas, las que se solidarizaron con los reprimidos, las que escucharon hablar de la Córdoba revolucionaria tiempo después y eso las motivó para participar. Así, aunque en términos cuantitativos la movilización de mayo tuviera una impronta netamente masculina, también para las mujeres fue una bisagra -un “bautismo de fuego”- en términos políticos.
La participación de las estudiantes debe ser destacada. En esas décadas cada vez más mujeres se incorporaron a la educación superior, asistiendo a un proceso de creciente feminización de la matrícula universitaria. Tal es así que un observador de los sucesos de mayo de 1969, el sociólogo Juan Carlos Agulla, sostenía que si bien las mujeres no representaban una gran cantidad las mismas actuaron a la par de sus compañeros varones. Y que su presencia –constituida mayoritariamente por estudiantes- inauguraba la aparición de la militancia femenina en la vida social y política de la ciudad.
Sería durante los primeros años setenta que la participación política de las mujeres tomaría un impulso arrollador, masivo. Las revoluciones en otras latitudes, principalmente Cuba y Vietnam pero también el Mayo Francés, aparecieron como ejemplos a seguir para un importante número de jóvenes, que asumieron la lucha política y la militancia en pos de la construcción de una nueva sociedad, que se pensaba debía ser más justa.A partir de allí el proceso de radicalización política no se detendría. Y ellas se insertaron y participaron de una gran diversidad de espacios y organizaciones: políticas, sociales, sindicales, religiosas, barriales, armadas.
Este proceso político y social abierto en 1969 fue trágicamente cerrado con el golpe de Estado de 1976 o quizás antes, el 28 de febrero de 1974 cuando se produjo un levantamiento policial conocido como “Navarrazo” y comenzó la intervención federal en la provincia. Muchas mujeres, al igual que los varones, fueron encarceladas a disposición del Poder Ejecutivo o en centros clandestinos; otras pudieron salir del país o esconderse en otras provincias y pueblos. Muchas más fueron asesinadas.
A cincuenta años de aquellos acontecimientos queda todavía un largo camino por recorrer en cuanto a conocer más sobre su participación en todo el ciclo de protesta y movilización de los años sesenta y setenta, no sólo en los distintos lugares de Argentina sino también de toda América Latina. Aunque no contamos con estudios comparativos y pese a tener cada lugar su particularidad, muchas experiencias de la época trascienden los límites de la geografía provincial y nacional y pueden, definitivamente, ser pensadas en clave latinoamericana.
* Doctora en Historia y profesora de la Universidad Nacional de Córdoba