Zapata, ejemplo de la América rebelde, supo ver a su pueblo con sus propios ojos – Por Gerardo Villagrán del Corral, especial para NODAL

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Por Gerardo Villagrán del Corral *

Emiliano Zapata representa un ideario de dignidad, valor, entereza, sacrificio y trabajo. Ha sido uno de los referentes más importantes del siglo XX tanto en México como en América Latina. Su legado ha formado base de la lucha de decenas de pueblos por su liberación, por la reivindicación de tierras y por la honestidad.

Su historia no es atomizable al calor de explicacionismos caudillistas, iluminismos mesiánicos o protagonismos estatuarios. Su historia es tan particular como colectiva.

En su carta al presidente estadounidense Woodrow Wilson decía: “Unos cuantos centenares de grandes propietarios han monopolizado toda la tierra laborable de la República; de año en año han ido acrecentando sus dominios, para lo cual han tenido que despojar a los pueblos de sus ejidos o campos comunales y a los pequeños propietarios de sus modestas heredades. Hay ciudades en el Estado de Morelos, como la de Cuautla; que carecen hasta del terreno necesario para tirar sus basuras, y con mucha razón del terreno indispensable para el ensanche de la población”.

“Y es que los hacendados, de despojo en despojo, hoy con un pretexto, mañana con otro, han ido absorbiendo todas las propiedades que legítimamente pertenecen y desde tiempo inmemorial han pertenecido a los pueblos indígenas, y de cuyo cultivo éstos últimos sacaban el sustento para sí y para sus familias”, añadía.

Hoy, los principales problemas de México siguen teniendo su origen en la crisis del medio rural, donde vive más de un tercio de los mexicanos. La gente del campo pertenece a ese 45% de la población que subsiste por debajo del umbral de la pobreza. Los ideales zapatistas siguen vigentes: el campo ahora está peor, pues los campesinos que fueron beneficiados con la reforma agraria, están en la pobreza o han tenido que vender sus tierras para emigrar.

Hay 14 millones de mexicanos en EEUU, otros se ha alistado al crimen organizado, porque no tienen alternativas. ¿Cuál es el futuro de los siete millones de jóvenes que llaman ni-nis porque ni tienen posibilidad de estudiar ni de trabajar? Para muchos analistas, México necesita una nueva revolución, social y de las ideas, basada en la educación, para poder terminar con la miseria que azota a más de 50 millones de pobres, acabar con la delincuencia, la impunidad y la corrupción, que son los grandes males que aquejan al país, diagnóstico con el que coincide el actual presidente López Obrador.

Sin atadura intelectual y/o ideológica externas, Emiliano Zapata vio a su país con ojos de campesino mexicano. Con sus propios ojos, y no con ojos de hacendado, terrateniente, comerciantes, empresario, político o militar,“El niño a quien empezaron a llamar Miliano, escucharía los consejos que junto al Tlecuil relataban las madres y las abuelas a los pequeños, mezclando los mitos indígenas y los ogros de lejanas tierras, señalabna Jesús Sotelo Inclán en Raíz y Razón de Zapata. Su nieta, Margarita Zapata, consultora de Naciones Unidas, señaló a publico.es que su abuelo representa al revolucionario, “alguien que no vaciló en dejar su vida para defender la recuperación de las tierras para el pueblo, por la libertad y la democracia. Incluso aún cuando desde la derecha se le ha calumniado, nunca se le ha podido acusar de corrupción. Y lo vimos cuando entró al Palacio Nacional junto a Pancho Villa, él no quiso sentarse en la silla presidencial ni para la foto. Era un hombre sin doblez”.

Zapata tenía fama de mujeriego, pero también es cierto que el Ejército del Sur, que él capitaneaba, fue el único que incluyó mujeres en sus filas.

“Según mi abuela, Miliano nunca la traicionó porque ella siempre supo de sus mujeres tuvo 28 mujeres y 28 hijos, pero jamás le faltó al respeto. Decía que si bien en la lucha era un hombre muy firme, con la familia era muy tierno y cariñoso. De hecho, pese a que sólo hay una foto de Zapata riendo, ella aseguraba que tenía una sonrisa que le iluminaba el rostro, y que tenía tal carisma que donde quiera que llegase llenaba todos los espacios. Sólo que en sus convicciones era serio, su mirada era temida hasta por su propia tropa. Pero tenía un gran concepto de la lealtad, de la verdad y de la amistad, no soportaba la traición. Yo me quedo con ese Zapata amante de la honestidad”, añadió.

Su mayor aporte al México de hace cien años y al de hoy fue el Plan de Ayala, la reforma agraria. Aunque sus fundamentos se incorporaron en la Constitución de 1917 que sigue vigente, nunca se aplicaron realmente. Se siguen manteniendo los latifundios. Además, estaba en contra del monocultivo porque decía que había que ser autosuficientes. “Y ahora resulta que tenemos menos soberanía alimentaria que hace un siglo. Los diferentes gobiernos se encargaron de quebrar el campo, algo que se ha intensificado después de la entrada en vigor del tratado de libre comercio con EEUU”, señala Margarita.

Tierra y libertad

Para Adalberto Santana Hernández, director del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), la figura y el ideario del héroe representan la base para la lucha que se debe dar contra los monopolios en el México actual. Zapata peleó contra los monopolios de los terratenientes. Y en México hoy siguen presentes (los monopolios), no necesariamente en las tierras, sino sobre otros recursos, como los naturales, sociales y económicos, en un país donde se mantiene la contradicción de los pocos que tiene mucho y muchos que no tienen nada.

Personajes como Zapata, añadió, sólo aparecen en periodos históricos y su obra repercute en determinados espacios y tiempos, pero su pensamiento sigue vigente debido a que traspasa fronteras, tiempos y deja huella en la historia. Es alguien que ha trascendido y alcanzado la categoría de leyenda y símbolo para mexicanos y latinoamericanos. El zapatismo es uno de los procesos históricos con más profundos alcances en el siglo XX, y su triunfo significa importantes conquistas democráticas en aspectos económicos y políticos.

Los movimientos revolucionarios insurgentes de América Latina han contado con referentes éticos y personajes que por su ideario sirvieron y sirven de inspiración en las luchas emancipatorias libertarias, como es el caso de Zapata, Villa y Ricardo Flores Magón. A diferencia de Francisco Villa o Venustiano Carranza, Zapata no era un caudillo que desarrollara la estructura de mando de las formaciones zapatistas, sino un coordinador de éstas favorecido por su prestigio.

Era un anarquista social, y éstos no se pliegan a líderes, todo se decide comunitariamente. La leyenda del Caudillo del Sur fue actualizada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que se inspira en gran parte del accionar, pensamiento y peso moral del guerrillero.

El pensamiento anarquista se relaciona con el ideario socialista y lo referente a la concepción donde la libertad económica es la base de todas las demás libertades. Para los anarquistas mexicanos de 1911 esta libertad sirve para trabajar la tierra de manera comunitaria y consideraban que debía disolverse el Estado, en tanto para los zapatistas de 1994 dicha disolución no era parte de sus postulados, pues no aspiran al poder político, sino al control del gobierno comunitario de los pueblos y comunidades indígenas.

Tierra y libertad es una frase utilizada como lema de las luchas campesinas por la reivindicación de los derechos de tierras. En México fue el lema del Partido Liberal Mexicano y es asociada con la revolución mexicana y la figura de Zapata, pero fue Ricardo Flores Magón, político y escritor, fundador del Partido Liberal Mexicano y considerado uno de los precursores intelectuales de la revolución, quien la usó con mayor frecuencia en sus escritos políticos. No hay escrito alguno del Ejército Libertador del Sur ni de Emiliano Zapata que contuviera el lema “tierra y libertad”.

El zapatismo, en cambio, siempre usó como lema: “Reforma, justicia y ley”. “Tierra y libertad” hacía referencia al derecho de los campesinos mexicanos de poseer y trabajar sus propias tierras, y a la necesidad de afrontar la lucha política y armada para liberar al pueblo mexicano de los regímenes oligárquicos que solo privilegiaban a los hacendados y a la alta burguesía, como lo fue la dictadura de Porfirio Díaz.

Para Felipe Ávila Espinosa, investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), “A lo largo del siglo XX, Zapata se convirtió en el símbolo del agrarismo en el mundo. Quien mejor representa la lucha de los campesinos por la justicia y libertad a nivel mundial. Zapata promovió la reforma agraria que junto a los otros ideales sociales de la Revolución Mexicana cambió las estructuras políticas, económicas y sociales del país, sobre las que se construyó la historia del siglo XX mexicano.

“La Revolución fue una revolución campesina, hecha por los sectores agrarios pobres de una buena parte de la República, quienes cambiaron el régimen de propiedad. Antes de este movimiento, el campo estaba dominado por la hacienda y los latifundios, pero la Revolución acabó con los terratenientes, les permitió a los campesinos mexicanos adquirir la tierra”, señaló el director general adjunto del INEHRM.

La lucha por la tierra de Zapata llevó a que millones de campesinos mexicanos se convirtieran en propietarios de tierras cuando más de la mitad del territorio mexicano se encontraba en manos de terratenientes. La reforma agraria de Emiliano Zapata fue una parte sustancial de la Revolución Mexicana, “por eso se ha vuelto el símbolo del agrarismo por antonomasia, por eso es importante recordar su figura, porque representa la Revolución Mexicana desde la visión de los campesinos que cambiaron al país para poder tener la tierra y trabajarla”, señala Ávila Espinoza.

Una revolución campesina

Felipe Ávila Espinosa, investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), “La Revolución fue una revolución campesina, hecha por los sectores agrarios pobres de una buena parte de la República, quienes cambiaron el régimen de propiedad. Antes de este movimiento, el campo estaba dominado por la hacienda y los latifundios, pero la Revolución acabó con los terratenientes, les permitió a los campesinos mexicanos adquirir la tierra.

“La lucha por la tierra de Zapata llevó a que millones de campesinos mexicanos se convirtieran en propietarios de tierras cuando más de la mitad del territorio mexicano se encontraba en manos de terratenientes. Representa la Revolución Mexicana desde la visión de los campesinos que cambiaron al país para poder tener la tierra y trabajarla”, señaló el director general adjunto del INEHRM.

Los zapatistas

En honor a Emiliano Zapata, en 1983 se creó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en la Selva Lacandona, en el estado Chiapas, para demandar democracia, libertad, justicia y mejoras para los pueblos indígenas y campesinos de Chiapas y todo México. Exigía la reivindicación de propiedad sobre las tierras arrebatadas a las comunidades indígenas, así como un mejor reparto de la riqueza y la participación de los diferentes pueblos indígenas en la organización de Chiapas y del país.

Su primera aparición pública fue hace 25 años, un 1 de enero de 1994. Desde entonces defienden los ideales revolucionarios de Zapata y se han convertido en un ejemplo para quienes luchan por el derecho a la tierra. El zapatismo ha conseguido superar algunas de las más poderosas limitaciones de las revoluciones precedentes. Cuarto de siglo después del ¡Ya Basta! independentista, las juntas de buen gobierno son las que toman las decisiones e imparten justicia, funcionando como verdaderos órganos de poder.

Los zapatistas recogieron muy bien una herencia que viene de otros procesos revolucionarios de los últimos años en América Latina, donde la izquierda tradicional, estuvo en sus inicios muy viciada por ideas eurocentristas que le impidió cuajar plenamente en las realidades nuestras y arraigarse como hubiera sido deseable, y era la idea de que la revolución iba a salvar al pueblo y que los intelectuales alumbrarían a la plebe.

A partir de las revoluciones cubana y sandinista y de muchos procesos populares que hubo en países latinoamericanos se hizo posible esta insurgencia de Chiapas, que propone el camino inverso: viaja desde adentro y desde abajo, contradiciendo así el viejo esquema de civilización y barbarie dentro del cual la izquierda latinoamericana estaba presa porque en él, la verdad venía de afuera y de arriba, nunca de adentro y de abajo.”, señaló el escritor uruguayo Eduardo Galeano.

* Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


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