Ola de femicidios en Honduras: estiman uno cada 16 horas
Los femicidios en Honduras constituyen una peste social que al parecer nada logra detener en el país. Hace seis años el promedio diario de femicidios era de un asesinato cada 23 horas; hoy es de un crimen cada 16 horas.
Epidemia social que en 2013 robó la vida de 53 mujeres cada mes y, como ocurre en el resto de este tipo de delitos, más del 90 % de los casos persisten en la impunidad.
Antes de ser víctimas del terror, las mujeres suelen ser quemadas, violadas y torturadas. Entre los años 2010 y 2013 el número de femicidios aumentó en un 65 por ciento.
Para el 2017 los decesos violentos ascendieron a 389 féminas; un año después hubo 380 víctimas más, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Tan solo entre el 1 y 21 de enero de este año el golpe de la violencia machista dejaba 19 muertes de mujeres en todo el país, en un ascenso marcado de la ferocidad que enluta a la sociedad hondureña.
Horas antes, en una hacienda en La Barca, Santa Cruz de Yojoa, Cortés una mujer y su rival, el amante de su pareja, fueron asesinadas. 24 horas después el cuerpo de otra dama apareció sin vida dentro de un costal.
En este mar de sangre e impunidad el prontuario delictivo conserva una serie de crímenes emblemáticos, que han sido resueltos y hoy constituyen un pesado lastre de incapacidad en la investigación criminal por el Estado, que parece atado de manos para garantizar la vida de la población.
Entre ellas, destaca la violación y asesinato de la estudiante normalista Riccy Mabel Martínez, cuyo cuerpo mutilado apareció un 15 de julio de 1991 en un arroyo cerca de la aldea Las Casitas, próximo a la capital, siendo uno de los principales sospechosos el coronel Ángel Castillo Maradiaga.
Blanca Jeannette Kawas, defensora del medio ambiente, asesinada a balazos en su casa en el Barrio El Centro, en Tela, Atlántida el 6 de febrero de 1995. Entre los sospechosos del crimen se mencionó al coronel Mario “El Tigre” Amaya.
El 3 de marzo de 2016 fue asesinada en La Esperanza, Intibucá la líder indígena Lenca y ambientalista Bertha Isabel Cáceres Flores, debido a sus denuncias de venta y privatización de ríos, recursos y tierras ancestrales a empresas transnacionales. El juicio en este caso identificó a los autores materiales, no así a quienes lo fraguaron.
En noviembre de ese mismo año fue asesinada María José Alvarado, Miss Mundo Honduras, y su hermana Sofía Trinidad, cuando celebraban el cumpleaños del ex novio de Sofía.
Sin embargo, la profusión de crímenes se sigue dando cada 16 horas, pese al endurecimiento penal del femicidio, que se paga con 40 años de cárcel y acciones sociales del gobierno, como el proyecto Ciudad Mujer, que resultan insuficientes ante la magnitud de la tragedia y reclamos de la sociedad, en especial de los grupos feministas organizados del país.