La izquierda latinoamericana y sus sueños de grandeza en el poder – Por Mauricio R. Alfaro

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Mauricio R. Alfaro *

En este ensayo pondremos en el centro de nuestra reflexión, el analisis de un movimiento popular que, desde abajo y a través de la acción directa, supo cambiar la correlación de fuerzas en conflicto en la región. Y con ello, abrir nuevos espacios políticos que prepararon el terreno para el arribo al poder de lo que se dio en llamar: la Nueva Izquierda Regional en el Poder (NIRP).

Planteadas así las cosas, veamos entonces en un primer momento cómo y de qué manera el movimiento popular con sus luchas llevo al poder a la NIRP. Y en un segundo momento, veamos cómo y de qué manera, en una mutación de las cosas, toda una tendencia de izquierda, al fin, haría realidad: Sus sueños de grandeza en el poder.

Los pueblos en lucha y su alianza con la nueva izquierda regional

Hubo un tiempo en que las derrotas sucesivas de la izquierda mundial y regional, no tardaron en suscitar toda una tendencia analítica que vio, en ellas, la prueba que las utopías de izquierda habían sido, una a una, por la historia misma, desarmadas. Hechos que esos ideólogos, sin tardar, celebraron como el comienzo de una nueva era democrática; que, progresivamente, a los pueblos, les abriría nuevos senderos de libertad y prosperidad.

Y con el fin de poner a la región latinoamericana en sintonía con las nuevas dinámicas mundiales, unos teóricos de esa tendencia idearon promover: Las Transiciones democráticas en América latina (2); que, en principio, a la región, en un movimiento ascendente, la haría transitar ordenadamente, pacíficamente, de las dictaduras militares a la democracia. Pero un problema mayor se les planteaba puesto que, en una región tan conflictiva como la latinoamericana, ese tránsito de un estado a otro: ¿Cómo concretizarlo?

Según los promotores de las transiciones democráticas, el tránsito de un estado dictatorial a la democracia, sobre todo, pasaba por fijar las reglas del debate político al interior de los pactos políticos regionales. Algo que, fundamentalmente, exigía que las fuerzas en conflicto evitaran temas que, de una forma u otra, podían obstaculizar los buenos acuerdos. Y en sintonía con esta premisa, los ideólogos de esa tendencia, a la izquierda regional de tipo tradicional, le aconsejaban que dejara atrás sus dogmas, sus radicalismos, para así bien pensante, es decir: sin emociones fuertes y sin sus interminables tentaciones del todo o nada, adaptarse de buena forma a los procesos democráticos en curso, en esta parte del mundo.

Pero un hecho se volvía, cada vez, más intolerable. Puesto que bajo el velo discursivo de la tolerancia, del dialogo y la negociación y todas las promesas democráticas juntas, en una sucesión de las cosas, un modelo único de contenido neoliberal se implantaba, sin oposición real alguna, a lo largo y ancho de la región. El impacto inmediato de ese triunfo neoliberal sería que toda reforma; que toda aspiración para mejorar, en términos reales, las condiciones existenciales de los pueblos, serían, una a una, radicalmente, excluidas de la agenda política regional.

Toda dinámica de cambio tenía entonces que forjarse, necesariamente, desde el exterior de las estructuras dominantes. Misión que, con mucho heroísmo, el movimiento popular latinoamericano habría de asumir. Puesto que fue él el que, en su momento, desde abajo y a través de la acción directa, al neoliberalismo triunfante le habría asestado sus primeras grandes derrotas.

Pero un hecho se repetía, una y otra vez: el movimiento popular -a pesar de sus protestas, huelgas y sus insurrecciones- no lograba articular, concretizar una alternativa de poder. Hasta que, en un movimiento ascendente, un Chávez, un Evo, un Correa iban despuntando en el horizonte político regional. Los cuales reflejando las aspiraciones populares que exigían cambios no sólo de forma sino que de contenido, el primero forjó la propuesta de la Revolución Bolivariana; el segundo ideó la propuesta de la Revolución Democrática Cultural; y el tercero impulsó la propuesta de la Revolución Ciudadana.

Y así, de Revolución en Revolución todo hacía creer que, esta vez, las circunstancias históricas habían preparado las condiciones para forjar, en América latina, un nuevo Contrato Social fundado en una amplia alianza entre el movimiento popular y sus dirigentes. El optimismo se daba cita en la región entera. Puesto que los pueblos creían que, esta vez, ellos marchaban, victoriosamente, hacia nuevos horizontes de igualdad, fraternidad y progreso social.

¿En América latina, con la izquierda en el poder, es que los pueblos realmente marchaban hacia nuevos horizontes de progreso o, al contrario de lo esperado, ellos, progresivamente, irían descubriendo toda una tendencia de izquierda en el poder, que, con sus acciones, no haría otra cosa que fabricar: una nueva desilusión? Diríamos que la tendencia dominante sería la segunda. Algo que tratamos de explicar, como sigue.

La izquierda regional y sus sueños de grandeza en el poder

Diríamos entonces que fue en América latina que la dominación neoliberal de alcance mundial había experimentado sus primeras grandes derrotas. El todo gracias a un esfuerzo colectivo que, en el calor mismo de la lucha, forjaría todo un amplio movimiento que, cambiando el rumbo de las cosas, haría, al fin girar, casi a la región entera, hacia a la izquierda. Hecho histórico que, para concretizarse, al movimiento popular le exigió toda una movilización permanente con la cual esos pueblos, militantemente, imponían nuevas constituyentes; ellos se oponían y hacían fracasar golpes de Estado; etc.

Pero ocurriría que, en el movimiento mismo de las cosas, un cambio muy significativo se iba a operar. Puesto que a la dinámica que iba de abajo hacia arriba otra, que, esta vez, iría de arriba hacia abajo la sustituiría. Tendríamos así que, en el calor mismo de las luchas, los procesos políticos pasarían del movimiento popular-Chávez a un Chávez y el chavismo; del movimiento popular-Evo a un Evo y el evismo; y las otras mutaciones más.

Valoramos que el impacto inmediato de esas mutaciones sería que, los pueblos en lucha, prácticamente, devenían la extensión -pasiva- del Líder carismático. O sea, de lo que se dio en llamar: el Chavismo, el Evismo y las otras mutaciones que cobraban vigencia en la región. Lo cual se repercutiría en el hecho que los cambios en curso perderían su aura de contenido popular. Para pasar a verse, a sentirse cómo en algo dado desde las alturas del poder. Cómo en algo dado gracias a la buena voluntad; gracias al amor del Líder por sus pueblos. Hechos que, en otros términos, Raúl Zibechi los confirma en la forma siguiente:

“Los dirigentes son importantes… Pero los cambios, la historia, plantea Zibechi, los hacen los pueblos. Por eso resulta un retroceso en el pensamiento crítico que se oculte la acción popular y se ensalce exclusivamente el papel de los líderes. Días después de la derrota de la re-relección en el referendo, el vicepresidente de Bolivia dijo: Si se va, ¿quién va a protegernos?, ¿quién va a cuidarnos? Vamos a quedar como huérfanos si se va Evo. Sin padre, sin madre, así vamos a quedar si se va Evo (Página Siete, 28/2/16).

La frase, continua Zibechi, fue pronunciada en una pequeña localidad del departamento de Oruro, durante la entrega de viviendas a pobladores aymaras. Podría haber dicho que fue gracias a la lucha histórica de los indígenas que se pudieron construir viviendas dignas y que Evo forma parte de esa tradición de resistencia y lucha. Lo que hizo fue lo contrario: presentar a los pueblos como niños huérfanos, objetos sin otra capacidad que seguir al sujeto/líder. Desde el punto de vista de la emancipación, un verdadero desatino”.

Y pasando del sur al centro de la región, José María Tojeira ex-rector de la Universidad Centroamericana de El Salvador (UCA), observa y plantea lo siguiente:

“(En El Salvador, observa el analista), el nombre de (los) verdaderos héroes de la paz, junto con el recuerdo de las víctimas que les dieron fuerza y el impulso, suele aparecer silenciado en los aniversarios de paz. El culto a los firmantes, a sus dificultades, buenos sentimientos, capacidad de dialogo, sustituye con frecuencia esa historia de lucha por la paz durante los once años de guerra que es una auténtica epopeya de los sentimientos más llenos de humanidad y confianza en lo humano.

Los firmantes representan la nueva situación de paz…Pero en la medida en que asuman el papel de los nuevos vencedores y líderes de la historia… tergiversan y ocultan una historia mucho más rica que la que se puede visualizar en sus personas”

Como firmantes de la paz, el autor hace referencia a la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). En donde el FMLN institucionalizado, lejos ya de la etapa heroica revolucionaria del movimiento popular, no tardó en caer bajo el control de una élite de izquierda que, ahora, junto a la élite de derecha se ven, se celebran, se descubren, según el autor citado, como los “nuevos vencedores y líderes de la historia”.

Creemos que para pensar de una mejor forma lo que entendemos como el Cambio de dirección al interior de los procesos políticos en América latina, los autores citados nos dan una buena idea general. Dinámica que diríamos claramente muestra cómo y en qué forma la parte activa de la historia pasaría de los pueblos en lucha al Líder o a los líderes.

Y es cuando el movimiento de las cosas las visualizamos en esa perspectiva que realizamos que con el Chávez y el chavismo; que con el Evo y el evismo; que con el Lula y el lulismo; y las otras mutaciones más, los pueblos en lucha en lugar de orientarse hacia nuevos escenarios des alienantes de la acción política, no tardaron en caer, una vez más, en un nuevo estado de dependencia-alienación. Estado en donde el Líder o los líderes, a los pueblos, desde la altura de su poder, con sus palabras, con sus gestos, les señalarían el camino a seguir para así llegar: A la tierra prometida.

Pero entonces: ¿Cómo se explica que esos líderes (o sea, los amigos del pueblo) que, antes, con tanto ardor militante, daban lecciones de autonomía, de liberación de los pueblos, de democracia participativa después, sin inmutarse, sin ruborizarse, acepten, como algo tan natural, ser elevados al rango de: Los ungidos por el poder político?

Nos parece que ese antes y ese después ejemplifican muy bien las dos fases del movimiento popular regional del cual nos ocupamos en este ensayo. En donde la primera haría referencia a la fase horizontal de los pueblos en lucha. Momento crucial caracterizado por un movimiento de movimientos que fundados en la acción directa, desde abajo, en oleadas sucesivas le asestaría, como más arriba lo planteamos, sus primeras grandes derrotas al neoliberalismo triunfante en la región.

En esa dinámica de las cosas, la segunda fase, por su parte, haría referencia a aquel momento en que el movimiento popular habría mutado de la fase horizontal a la fase vertical. Fase vertical que fundaría su poder en algo que creemos podríamos llamar: La burocracia-estratificada del poder; que se estructuraría alrededor de la figura del Líder o de los líderes (como en el caso salvadoreño). Ante este hecho nos preguntamos: ¿Para los pueblos en lucha, esta nueva reconfiguración del poder representa un progreso o, al contrario, todo un proceso regresivo?

Es claro que siguiendo la línea de desarrollo expuesta en este ensayo, nuestra respuesta, la situaríamos en la segunda perspectiva. A saber, que, para nosotros, la reestructuración del poder alrededor de la figura de Líder o de los líderes representa más bien un retroceso que un avance para los pueblos en lucha. Hecho que, según nuestro analisis, se habria activado cuando los dirigentes y sus allegados fueron elevados o se auto-elevaron a un rango elitista de los procesos políticos regionales. Lo que, como planteado igualmente más arriba, habría dado lugar al hecho que la parte activa de la historia no serían más los pueblos en lucha sino que los líderes.

Creemos que, en sus comienzos, los pueblos tenían plena confianza en esa `mutación de las cosas. Puesto que era la izquierda en el poder, es decir, su representante. Y, por lo tanto, la llamada a hacer la Otra Política por la cual ellos y ellas habían tanto luchado. Pero sin tardar, en una eterna repetición de las cosas, lo que, en realidad, iba ocurriendo era que la NIRP, jugando ya su propio juego de realizar cambios en la continuidad, se daba la tarea de insertarse al mercado mundial, con un modelo económico fundado en el siglo XIX!

En concreto diríamos entonces que sí el contenido de los tan esperados cambios estructurales de los procesos en curso se perdía en la bruma de la Historia. La forma se mantenía muy vivaz. Puesto que los discursos anti-imperialistas, anti-neocoloniales, anti-oligárquicos se ponían, con nuevos brillos, en boga. Lo que muchos intelectuales y militantes de izquierda no tardaron en celebrar como la prueba que, con la NIRP, la América latina estaba, prácticamente, dirigiéndose hacia su segunda independencia.

Pero la contradicción entre la forma y el contenido no solo iba dejando ver claramente que, a nivel económico, nada esencial estaba ocurriendo sino que también, en su propio movimiento, ella iría mostrando otro de sus lados oscuros. Hecho que se revelaría cuando unos militantes, en su propia dinámica, irían revelando no ser otra cosa que la negación misma de la etapa heroica del movimiento popular latinoamericano.

Y es Frei Betto, quien nos da unas pistas para valorar cómo y en qué forma ese tipo de izquierdista enterraba un pasado memorable de la izquierda regional, para pasar a ser un político más en el espacio político regional. Lo que sigue lo confirma:

“El izquierdista… (anota Frei Betto) se llena la boca con dogmas y venera a un líder… adora las categorías académicas de la izquierda, pero… no soporta el tufo del pueblo. Para él, pueblo… sólo le parece concreto a la hora de acumular votos…. Pasadas las elecciones, adiós que te vi y ¡hasta la contienda siguiente! Después el izquierdista cambia de amistades y de caprichos…Si lo busca un compañero de los viejos tiempos, despista, no atiende… Ahora todos sus pasos se mueven, con quirúrgica precisión, por la senda hacia el poder.

Me acordé de esta caracterización (comenta el autor) porque, hace unos días, encontré en una reunión a un antiguo compañero de los movimientos populares, cómplice en la lucha contra la dictadura… Me dieron ganas de reír delante de dicho compañero que, antes, hubiera hecho al Che Guevara sentirse un pequeño burgués, de tan grande como era su fervor revolucionario. Me contuve para no ser indelicado con dicho ridículo personaje, de cabellos engominados, traje fino, zapatos como para calzar ángeles”.

Tenemos así que, mientras los pueblos, de manera desigual, luchaban heroicamente por parar golpes de Estado; luchaban para instituir Nuevas Constituyentes y otras tantas luchas más, simultáneamente, casi sin tardar, en el horizonte político regional iba descollando ese edulcorado izquierdista “de cabellos engominados, traje fino, zapatos como para calzar ángeles”. O sea, un tipo de izquierdista que, sin transición alguna, ya en el poder, pasando del militantismo al oportunismo, optó simplemente por vivir en el “mejor de los mundos”. Personaje, en fin, que, según nuestra visión de las cosas, muestra cómo y en qué forma la historia de los pueblos, puede, fácilmente, pasar de la tragedia a una, humillante, comedia.

Y sí el ritmo de las cosas las planteamos en esos términos generales, es porque todo parece indicar que, ese personaje del cual se ocupa Frei Betto, no es un caso aislado sino que: La parte activa de toda una tendencia de la izquierda en el poder. Algo que, con la ayuda de unas citaciones, corroboraremos como sigue.

Pero antes de ver a esa tendencia de izquierda mutando de piel para así, al fin, vivir sus tan ansiados sueños de grandeza en el poder. Detengámonos, por un instante, ante lo que llamamos: Un momento trágico en la historia de los pueblos de la América latina.

Adiós muchachos: breve historia del FMLN histórico y su trágico fin

“A sus 24 años, Daniel (recientemente fallecido) no solo vivió en carne propia la desmovilización; también colaboró en 1992 a desmovilizar a casi 500 de sus compañeros de Nueva Granada, Usulután. Dejó de empuñar su fusil y pasó a extender sus manos para desmovilizar a sus compañeros y entregarles “una piocha, una pala, una cama como de medio metro, una cuma y un azadón” a los que un día fueron sus “compas” en el campo de batalla. “Es triste cuando dicen: ‘la guerra se acabó, váyase para su casa’. Es triste porque uno no tiene cómo subsistir”, fueron las palabras que dijo en enero de este año en una entrevista a Diario El Mundo”.

Revelación # 1: Una élite de izquierda en el poder viviendo su -repugnante- comedia

“Yo digo los que andan manejándose en camionetas (el entrevistado hace aquí referencia a los funcionarios del FMNL en el poder) que, aunque las da la institución, son cosas que la gente no acepta. A nosotros no nos lo admiten; se lo admiten al de derecha o les vale un comino. Tengo compañeros que me dicen que hay un contraste cuando el presidente de la República hace el Festival del Buen Vivir y llegan todos los funcionarios y queda la línea de camionetones bonitos. Me dice este amigo que anda ahí entre la gente, y que le toca esperar a que el funcionario que cuida salga del festival, que los comentarios son negativos, que la gente mira una distancia abismal entre ese comportamiento y ellos, sobre todo, muchos compañeros que son excombatientes que quieren acercarse a saludar y ya no los saludan, ya agarran el celular (toma el celular y se lo pone en la oreja, como emulando una llamada) para alejarse con un poco de respeto (el subrayado es nuestro)”.

Revelación #2 Una élite de izquierda en el poder luciendo su nueva piel

En una entrevista Churi, un periodista uruguayo le plantea a James Petras, lo que sigue:

“Yo quería decirte en un análisis muy breve que se reduce en una frase, que en 50 años de periodismo he venido a aprender que aquí en Uruguay, los grandes dirigentes de izquierda no eran otra cosa que gentes que querían estar un día gozando de los privilegios que tenían los integrantes de los partidos tradicionales que habían gobernado hasta entonces. Esa sería la síntesis que podría hacer de mi país en este momento…”

Revelación #3 La élite de izquierda en el poder en su submundo

“Los funcionarios de izquierda, comenta James Petras, imposibilitados de ascender mediante la participación en los sectores agro-minerales “cerrados”, controlados por las multinacionales, recurrieron a la corrupción del Estado, extrayendo “comisiones” como intermediarios para las multinacionales, o simplemente fugándose con fondos públicos asignados para proyectos locales sanitarios, educativos o de infraestructuras.

(Siendo así como) los líderes populares, elegidos en repetidas ocasiones, apunta Petras, empezaron a verse implicados, o al menos cómplices, en la aceptación de sobornos. (Ante esto, el desencanto popular se apodero del electorado, marcando con ello)… el ocaso de los ídolos. La izquierda perdió elecciones por toda la región.”

Conclusión

Ante lo anotado, plantearíamos que los sectores populares llevaron a la nueva izquierda regional al poder para que ella emprendiera una misión de alto contenido histórico. La cual, según nuestra visión de las cosas, idealmente, tenía que haberse orientado hacia la creación de las estructuras necesarias para, al fin, dignificar, de manera permanente, la vida de los pueblos. Pero, como en este ensayo hemos tratado de demostrarlo, lo que realmente ocurrió fue que al interior de la NIRP se incubó toda una tendencia de izquierda que hizo del poder todo un fetiche. Al cual, postrada ante él y dando sus principios e ideales como ofrenda, ella le pedía poder y más poder. Para así, al fin, vivir, disfrutar sus tan ansiados: Sueños de grandeza en el poder. Hechos de privilegios de toda clase: viajes, secretarias, coches, chofer, celulares, vivir en zonas selectas y un largo etc. Y todo pagado por el contribuyente, como nos lo recuerda Frei Betto.

Diríamos entonces que detectamos que, una de las causas que destruyeron los sueños, la moral progresista de los pueblos en lucha de la América latina, habría sido esa tendencia de izquierda enquistada en el poder. Entonces, como extrañarse que, ante el cumulo de desmanes fabricados por ella misma, veamos a algunos de sus miembros cabizbajos, en puntillas yendo por la puerta oscura de la historia. Y en casos extremos, a algunos de ellos, no los vemos saliendo por esa puerta sino que… hacia la cárcel.

En fin, diríamos que esa tendencia de izquierda en el poder, al final de un ciclo, no hizo otra cosa que hacer brillar: Toda la grandeza de su miseria existencial. Lo que haría de ella, de una forma u otra, un eslabón más de todo un dispositivo histórico; que, por más de cinco siglos, unas élites económicas, políticas y socio-culturales se encargaron de activar. Hasta hacer caer a la América latina, desde una perspectiva estructural, en lo que es, es decir: una región dependiente, sub-desarrollada. Y, por lo tanto: Inviable para sus mayorías empobrecidas.

* Con estudios de sociología en El Salvador y Guatemala, en 1997, obtuvo en la UQAM (Université du Québec à Montréal) su maestría en Sociología y en 2004 su doctoradoen Ciencias Políticas con el tema: Crise des transitions démocratiques en Amérique latine. Actualmente su campo de interés está relacionado con los problemas de la democracia y las luchas populares de la América latina en un contexto mundial en plena mutación.


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