Julian Assange debe ser protegido – Página Siete, Bolivia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Julian Assange, el fundador del portal WikiLeaks, salió finalmente de la Embajada de Ecuador en Londres y ha sido detenido por la Policía bajo varios cargos, entre otros haber violado el procedimiento de fianza que lo beneficiaba antes de haber ingresado, en 2012, a la mencionada legación diplomática, y de haber intentado violar códigos de seguridad del Ministerio de Defensa de EEUU. A esos cargos se sumó una acusación anterior, que ya había sido retirada previamente, y que tiene que ver con una feble acusación de violación supuestamente sucedida en Suecia.

Assange ha sido un personaje crucial en la última década, con una participación importantísima en la revelación de documentación reservada de diferentes gobiernos, especialmente el de EEUU. La filtración, precisamente denominada WikiLeaks, difundió miles de documentos del Departamento de Estado referida a decenas de países alrededor del mundo. También reveló, gracias a su asociación con el exsoldado estadounidense Chelsea Manning, casos de matanzas provocadas por personal militar norteamericano en Irak, entre otros, a dos periodistas. En total, los documentos filtrados han sido varios millones.

En ese momento, Assange, un periodista y programador de computadores nacido en Australia, fue considerado como un valiente que ayudó a divulgar información secreta, que en muchos casos avergonzaba a EEUU.

En tiempos recientes sus acciones han sido más polémicas. Aún sabiendo de su débil situación cuando estaba refugiado en la Embajada de Ecuador, divulgó los emails de dirigentes del Partido Demócrata en 2016, algo que fue en su momento muy favorable al candidato republicano Donald Trump, que defendió públicamente a Assange y WikiLeaks.

También ha comentado públicamente eventos políticos de diversos países, lo que contravenía su situación de asilado, y, finalmente, ya en una acción casi suicida, aparentemente ayudó a divulgar unos documentos que involucran al mismísimo presidente ecuatoriano Lenín Moreno, que le garantizaba el asilo, con hechos de corrupción. Esa fue la gota que rebalsó el vaso y que hizo que fuera expulsado de la embajada.

Con todo, la vida y los derechos de Assange deben ser protegidos. Una persona no puede ser privada de su libertad por difundir información, luego comprobada como fidedigna. Assange debería ser enviado a Francia, donde tendría asilo, según han ofrecido autoridades de ese país, y en ningún caso ser encarcelado y, menos, extraditado a EEUU. Castigar a una persona por dar información pone en peligro, más de lo que ya está, a la libertad de expresión y de prensa en todo el mundo.

Página Siete

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